Llevaba tiempo sin saber de ella y la llamó al teléfono
móvil sin obtener respuesta. Unos días después una voz desconocida contestó desde
el mismo número: “No sé quién eres, pero mi hermana ha muerto de un derrame
cerebral y ya la hemos incinerado”. En ese momento deseó que la tierra se lo tragase,
que fuese una pesadilla, una equivocación. La difunta, su amor de juventud, acababa
de cumplir sesenta y seis años y, aunque no gozaba de buena salud (múltiples
visitas al médico y varias operaciones lo atestiguan) nada hacía presagiar este
desenlace tan rápido. Él siempre había pensado que un plato desportillado era
un plato eterno, que muchas de sus enfermedades eran imaginarias, producto del duelo que mantenía con la vida
porque sus expectativas nunca fueron cubiertas. Era una mujer tan exigente que pocas
veces fue feliz. De repente, su cerebro se convirtió en un hervidero de
recuerdos: el encuentro de dos jóvenes profesores en el instituto celebrando la
muerte de Franco que dio lugar a una amistad íntima; el tiempo del amor pasional que se había
transformado en un cariño incondicional, cargado de reproches por parte de ella
que no comprendía su cobardía a la hora de terminar con la farsa de su
matrimonio. Muchas veces, a horas intempestivas, había recibido llamadas
acusándole de ser el causante de todos sus males, de no haberla comprendido y,
sin embargo, sabía que él era su único confidente, la persona que soportaría estoicamente todos
sus vaivenes porque la había amado de verdad, aunque fuese de una forma escasa
y puntual. Ahora era por primera vez viudo de una mujer que había sido su
amante hacía más de veinte años. La vida que le quedaba no volvería a ser igual
que antes. Ahora tendría mucho tiempo para luchar contra sus fantasmas, para pensar
en la cabeza, como decía su madre.
miércoles, 3 de diciembre de 2014
jueves, 27 de noviembre de 2014
Los miércoles al cine
Ha sido estupendo reencontrarse con las amigas, jubiladas como yo, para ver el cine en el cine por un precio módico. El año pasado hubiese sido impensable porque siempre estaba cansada o preparando las clases del día siguiente. Hemos tenido suerte con las películas: Relatos salvajes, El juez, French woman. Las recomiendo.
martes, 28 de octubre de 2014
Te comería a versos
Lunes. Barrio de Malasaña. Madrid.
Semáforo en rojo. Las noticias son grises, el cielo está cargado y la mirada
vuela bajo. De pronto, unas letras blancas en el paso de cebra: 'Te
comería a versos', dice el asfalto. Un segundo de sorpresa.
Sonrisa. Mirada al cielo. Otra chica que espera a cruzar la calle saca el móvil
para hacer una foto. Me pregunto con quién querrá compartirlo. Y también a
quién debemos darle las gracias por volver el día un poco más humano. La poesía toma la ciudad.
lunes, 20 de octubre de 2014
Huerteando en la ciudad
En el centro de la Cruz Roja de la calle Pozas paso mi "dulce far niente". En la terraza hemos sembrado: nabos, rabanitos, lombardas, espinacas, acelgas y lechugas de invierno. Como podéis ver en la foto, ya estamos clareando brotes para que las plantas crezcan más fuertes y con más espacio.
Otra actividad de la época otoñal es la cosecha de semillas, al seleccionar las plantas de nuestro propio huerto, estamos escogiendo la variedad de mejor aptitud ecológica para nuestro sitio.
¡Qué fácil es trabajar con las plantas y qué difícil con los alumnos!
domingo, 19 de octubre de 2014
Escritores a la greña, Julián Moreiro
Entrevista a Julián Moreiro, autor de 'Escritores a la greña', libro que recoge las trifulcas entre algunos de los escritores más conocidos de la literatura española.
http://esradio.libertaddigital.com/fonoteca/2014-10-18/escritores-a-la-grena-las-trifulcas-entre-los-grandes-de-la-pluma-79945.HTML
Según Max Aub, el hombre es el único animal que tiene mala leche. Este libro lo prueba, desvelando el perfil menos favorecedor de una larga serie de escritores españoles y latinoamericanos de los siglos XX y XXI: en el trato con las musas, no es oro todo lo que reluce. Los textos reunidos son una impresionante antologí a del arte del vilipendio; entre la broma ocurrente y la maldad o el improperio, pasando por el desvarío, puede encontrarse lo más granado de una suerte poética que no suele figurar en los manuales y que conforma una breve y deslumbrante historia de la literatura canalla. Afilan aquí su pluma los nombres más destacados de los últimos ciento veinte años, desde Valle-Inclán a Javier Marías y Roberto Bolaño, pasando por Rubén Darío, Pío Baroja, Juan Ramón Jiménez, Jorge Luis Borges, Pablo Neruda, Camilo José Cela o Francisco Umbral entre muchos otros. El Inventario de impertinencias que cierra el volumen es un catálogo de pecados capitales y de pecadores que, en su desmedido afán por zaherir al prójimo, dejan sus miserias al aire. Escritores a la greña puede leerse de corrido, como si de una novela se tratara, sin que perjudique la salud del curioso lector; pero tal vez le cause pasmo que estos virtuosos del lenguaje se exhiban en actitudes tan desairadas. Motivos no faltan para darle la razón a Montaigne: Nadie está libre de decir necedades. Lo malo es decirlas con esmero. ... Leer resumen completo
http://esradio.libertaddigital.com/fonoteca/2014-10-18/escritores-a-la-grena-las-trifulcas-entre-los-grandes-de-la-pluma-79945.HTML
Inventario de impertinencias en https://books.google.es/books?id=LzTuBAAAQBAJ&pg=PT182&lpg=PT182&dq=diatribas+entre+escritores&source=bl&ots=NQNdpHYIVJ&sig=HzF5vcPZcCY9BzAyWAJ6VOewk_g&hl=es&sa=X&ved=0ahUKEwitnvLA79HPAhVFVRQKHcZOAuA4ChDoAQgrMAU#v=onepage&q=diatribas%20entre%20escritores&f=false
Leer algunos fragmentos en el desván de la ilusión:
Sobre el pefil menos favorecedor de los escritores
lunes, 13 de octubre de 2014
Mi doble y yo
Siempre se dice que todos tenemos un doble, alguien que se nos parece mucho y con el que no estamos relacionados. A mí me lo han encontrado: se llama Claudia Paz y Paz y ha luchado a favor de los derechos humanos. Ha sido directora del bufete legal del ACNUR y Consultora Nacional de la Misión de las Naciones Unidas para Guatemala. Además es más joven que yo.
¡Qué suerte he tenido!
viernes, 10 de octubre de 2014
Entrañable discurso de Luciano López Gutiérrez
Estaba tan emocionada que me quedé muda. Un grupo de amigos me invitó a comer con motivo de mi jubilación. Yo no llevaba nada escrito, pero Luciano, con su proverbial locuacidad y buen hacer, me dedicó unas memorables palabras. Sinceramente creo que deberías dedicarte a la profesión de escritor de discursos. Los bordas. Nunca me olvidaré de tu famoso comentario sobre un primero de bachillerato: "Curso con una notable frigidez literaria".
Gracias a todos, siempre estaréis en mi recuerdo.
PARA ÁNGELES
En primer lugar,
Ángeles, quiero agradecerte que durante estos años te hayas esforzado en
contribuir a ordenar mis fotocopias, tan proclives a convertir cualquier
espacio en una chamarilería del rastro, en una librería de lance, en un archivo
olvidado y desbarajustado lleno de cartapacios y legajos polvorientos.
Confieso que echaré
de menos tu presencia junto a Guillermo afanándoos en la búsqueda de la palabra
exacta del crucigrama. Echaré de menos tu personalidad peculiar, indómita y
rebelde, y reacia a cualquier renuncia o componenda, y, sobre todo, echaré de
menos tus comentarios sarcásticos y jacarandosos, de una sinceridad descarnada,
como aquel en que comparabas la nueva decoración de la Sala de Profesores con
el recibidor de un burdel.
No respondes al
manido cliché de la lánguida profesora de Literatura entregada a la lectura de
Bécquer y Campoamor en estaciones solitarias, te imagino más bien como un
detective de novela policíaca descubriendo a sujetos que lograron perpetrar sus
fechorías como si fuera un accidente.
Te imagino en
animadas charlas, locuaz y jaquetona, recordándome a Valle-Inclán, pero sin
barba ni ceceo, o a Quevedo, pero sin misoginia ni cojera.
Liberada de la
tutela de adolescentes tumultuosos, de hormonas encabritadas, de jóvenes
trileros o mocitas de tronío de faca en la liga, pero todos tan entrañables,
entrégate, como te aconsejaría tu casi paisano Manuel Vicent, a disfrutar de
las habas tiernas, de los arroces, de las sepias recién pescadas en ese mar
todavía poblado de dioses antiguos.
Contempla impunemente
el oro viejo del otoño en los árboles, escucha la música mágica de la lluvia
con olor a infancia perdida, y goza de la continuidad de los parques y de la
sombra de las alamedas.
Y si te gana la
nostalgia por la cadencia de los sonetos, la prosa cervantina, la retahíla de
los tiempos verbales, o las dulces islas de las aposiciones, ahí tienes
nuestras clases para matar el gusanillo.
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