Los casos más extraordinarios que me he encontrado son los de fagotización: el hombre se aprovecha de los escritos de la mujer como es el caso de Gregorio Martínez Sierra y María Lejárraga: el famoso era él, pero las obras que él firmaba las escribía su mujer, como esta reveló en sus memorias, Gregorio y yo. O el de las personas que entregan oscuramente su vida dejando de escribir para que otros brillen como hizo Zenobia Camprubí para ayudar a JR Jiménez. Sofia Tolstaia, se casó los a 18 años con Tolstoi, se ocupó
de los 13 hijos que tuvieron, pasó a limpio las novelas del escritor, y
escribió las suyas: ¿De quién fue la culpa? es un
ajuste de cuentas.
Parejas sorprendentes
La pareja más sorprendentes de la literatura española del XIX es la de los amantes Benito Pérez Galdós, padre soltero, y Emilia Pardo Bazán, separada y madre de tres hijos, que hemos conocido tarde porque sus descendientes escondieron las cartas que intercambiaron. Esta relación epistolar nos descubre los detalles de una fogosa relación, que duró más de veinte años, en la que se mezclaron los escarceos, la literatura, los celos y las encendidas disputas académicas y periodísticas de la época.
Intensa y breve fue la relación de José Zorrilla con Emilia Serrano, periodista y gran viajera,la famosa Leila, nombre poético con el que la recordó en sus versos el
vallisoletano para no descubrir su relación secreta. También se han escrito muchas páginas sobre la relación entre el viudo Antonio Machado y Guiomar, pseudónimo de Pilar de Valderrama Alday, poetisa y dramaturga española encuadrada en el postmodernismo, con la que se supone que mantuvo una relación más que epistolar entre 1928 y 1936.
Las viudas
Algunos escritores cuando consiguen una cierta fama, abandonan a sus primeras esposas y rehacen su vida con mujeres más jóvenes que se dedican en cuerpo y alma al genio creador del marido. Después, viudas jóvenes con derechos de autor, escriben o amenazan con hacerlo sobre su vida en común, o publican libros a la sombra del autor como hizo Marina Castaño (Toda la soledad), viuda de Cela. María Kodama es más conocida por su relación con Borges que define como un regalo de los dioses, que por sus trabajos de escritora, traductora y profesora de literatura. Lo mismo le ocurre a Pilar del Río que actualmente preside la Fundación José Saramago. Estas relaciones se dan también en parejas homosexuales, donde la mujer musa, secretaria, enfermera, está al servicio de una escritora, como en la Autobiografía de Alice B. Toklas que para liar más la situación es la escritora Gertrude Stein quien redacta la supuesta autobiografía de su amante. Mi vida con Alberti (2023) es un libro de memorias de la
última mujer del poeta, María Asunción Mateo, donde se defiende contra el estereotipo de la viuda negra.
Parejas literarias extranjeras
Sigamos citando ejemplos de parejas literarias: Mary Wollstonecraft Godwin, autora (con solo 19 años) de la increíble novela gótica Frankenstein, y Percy Bysshe Shelley, poeta romántico inglés. A los veinte años la escritora feminista Rebeca West tuvo un hijo con el consagrado autor H.G. Wells de cuarenta y seis, la relación se prolongó diez complicados años. El matrimonio formado por Leonard Woolf y Virginia Stephen (Woolf al casarse y para la posteridad); aunque ella se suicidó (hundiéndose en un río con piedras en sus bolsillos), parece que fue la historia de un amor, si no feliz, profundo y leal. Otra pareja que tuvo un final parecido (con la diferencia de que la relación fue más breve, terminada en separación a causa de una infidelidad de él) fue la de los escritores Sylvia Plath y Ted Hugues. Con solo 30 años y dos hijos pequeños, Sylvia se quitó la vida en 1963 asfixiándose con gas en el horno de su casa. También, la mujer de Paul Celan padeció las infidelidades de su esposo con la poeta Ingeborg Bachman. En algunos casos extraños, solo ella ha pasado a la historia, como Colette que cuando se casó con Willy (Henry Gauthier-Villars) era una desconocida jovencita; él, un novelista muy popular, firmó los primeros libros de ella (la serie de Claudine), pero pronto se supo quién los había escrito. En otros casos, él es más famoso, como Paul Bowles; las relaciones con su mujer, Jane Auer, las conocemos por su correspondencia; parecen amigos distantes, más que esposos.
Simone de Beauvoir y Jean Paul Sartre constituyen otro ejemplo de pasiones peculiares, fueron pareja, pero siempre alternando con otros amantes, cuyas historias compartían. Lo que nos recuerda el caso de la escritora estadounidense Anaïs Nin y Henry Miller, quienes también armaron una pareja abierta… con la esposa de él (June). F. Scott Fitzgerald y Zelda Seyre iniciaron una relación de lujos, viajes y excesos; sin embargo, tal estilo de vida acabaría por cobrarles factura. Scott Fitzgerald murió el 21 de diciembre de 1940 de un ataque al corazón. Zelda, con señales de esquizofrenia ingresó en el sanatorio psiquiátrico donde murió en un incendio.
Lula Carson Smith, conocida como Carson McCullers, adoptó el
nombre de su marido Reeves McCullers, un soldado voluntario y aspirante a
escritor del que se divorció y con el que volvió a casarse después de haber
tenido una relación sentimental con la escritora suiza Annemarie Schwarzenbach.
Frida Uhl estuvo
casada con Strindberg dos años y
tras su divorcio tuvo relaciones con varios escritores del movimiento de la
Joven Viena, como Peter Altenberg, Karl
Kraus y Werner von Oesteren. En 1936, con su nombre de casada, Frida
Strindberg, publicó un libro de memorias: "El amor, el dolor y el tiempo.
Una pareja inolvidable".
Otra relación algo chocante, aunque lógica dadas las trayectorias ideológicas y personales de ambos, fue la que unió al escritor Dashiell Hammett, el padre de la novela negra, con la crítica literaria, dramaturga y guionista Lillian Hellman (La loba, La calumnia).
Hemingway tuvo nada menos que cuatro esposas; una de ellas, Martha Gellhorn, fue una escritora y periodista conocida.
Ernest Gébler presentó en 1952 a Edna O'Brien a su primer editor y su carrera literaria fue eclipsada por el éxito de su esposa después de su primera novela Country Girls en 1960. Se divorciaron poco después. Equilibrada y fecunda fue la pareja formada por John Bayley, novelista y crítico literario, e Iris Murdoch, y que él describe -en la última etapa, cuando ella sufría de alzheimer- en su libro Elegía por Iris.
Más cercanos en el tiempo encontramos a Paul Auster y Siri Hustvedt, su segunda mujer, quien por décadas debió soportar el mote de "esposa de" para poder brillar con luz propia a partir de novelas como Todo cuanto amé.
Kingsley William Amis se casó con la novelista Elizabeth
Jane Howard en 1965, con la que tuvo tres hijos, incluyendo al novelista Martin
Amis, quién escribió en forma sobrecogedora acerca de la vida de su padre y de
su decadencia debida al alcohol, en su libro Experience. Martin Amis y su esposa Isabel Fonseca exponen su intimidad en sus propios libros. Amis abandonó a su anterior mujer y a sus hijos cuando conoció a Isabel Fonseca, una rica heredera de padre uruguayo. Vínculo cuenta la historia de una mujer que un determinado día descubre una infidelidad de su marido y en lugar de desvelarla, decide mantener todo tipo de correspondencia con la amante de su marido haciéndose pasar por él. Ambos explicaron que cada uno escribe en una estancia distinta de la casa y que nunca espían sus respectivos textos.
Memorias de la rosa, el libro en el que la mujer del autor de El principito, la artista salvadoreña Consuelo de Saint-Exupéry (Consuelo Suncín Sandoval de soltera), narra relación tóxica que mantuvo con su marido que le llegó a escribir: “Eres una gran poeta, Consuelo. Si quisieras, llegarías a ser mejor escritora que tu marido…”.
Parejas que escribieron juntas
Algunas parejas han escrito al alimón: Maj Sjowall y Per Wahloo, matrimonio sueco, considerado como los padres de la novela negra sueca, el protagonista de sus novelas es el inspector Martin Beck. Lars Kepler es el seudónimo de la pareja sueca Alexander Ahndoril y Alexandra Coelho Ahndoril. Dorothy Parker y su marido, Alan Campbell, escribieron juntos guiones para los estudios de Hollywood en la década de los años treinta. John Gregory Dunne y Joan Didion trabajaron juntos a lo largo de sus carreras, y de hecho muchas de sus obras están entrelazadas.
Otras permanecieron unidas por vínculos extraliterarios como el alcohol: David Foster Wallace y Mary Karr. Se conocieron en una reunión de AA (Alcohólicos Anónimos). Sobre su relación, Karr ha dicho que ambos se ayudaron a mantenerse con vida en uno de los periodos más complicados de sus vidas, aunque Foster Wallace tuvo tres intentos de suicidio mientras estuvieron juntos. Allen Ginsberg necesitaba siempre alguien a quien escribir, unas veces era Jack Kerouac, otras, Orlovsky. Animado por Ginsberg, Orlovsky empezó a escribir y publicar sus propios poemas; en Straight Hearts' Delight: Love Poems and Selected Letters, donde se recopilan poemas de amor y cartas entre los dos.
Raymond Carver y su segunda esposa, la poeta Tess Gallagher, fueron una pareja muy compenetrada, con un código propio de amor, convivencia y creación. La insoportable ausencia, el intento de asumir su adiós, le dictó en 1992 el poemario “El puente cruza la luna”.
Parejas en la literatura hispánica
En el ámbito de la literatura española, podemos mencionar a Silvina Ocampo y Adolfo Bioy Casares. Ella le llevaba 11 años y era extraña desde su aspecto exterior hasta en su forma de ver el mundo. Él era un galán profesional (y mujeriego consumado) y encajaba mucho más naturalmente en sociedad. Escribieron juntos una novela policial con un título que acaso revele la complejidad de su relación: Los que aman odian. Octavio Paz fue y sigue siendo más famoso que su primera mujer, Elena Garro, autora de una novela espléndida, Los recuerdos del porvenir. Bárbara Jacobs explica en Vida con mi amigo (1994) que conoció en 1970 a Augusto Monterroso en la UNAM: A partir de esa fecha, y sin dejar de ser nunca discípula de Monterroso, pasé a ser su mujer, su esposa y, treinta y dos años más tarde, su viuda (que, como papel, no asumí). Desde que Augusto Monterroso murió, en 2003, ha buscado la forma de compartir y difundir su legado literario y artístico, para lo que decidió, tras una negociación, depositar la mayoría de las pertenencias del escritor guatemalteco en la capital de Asturias en un lugar especial de su biblioteca. Carmen de Burgos (Colombine) y Ramón Gómez de la Serna se conocieron en 1909, ella, separada y con una hija, rondaba la cuarentena y él los veinte; su relación duró más de veinte años hasta que Ramón se enrolló con la hija de Carmen. El amor
emparejó también a poetas de la Generación del 27 en España y en el exilio. María Teresa León conoció a Alberti después de separarse de su
marido y perder a sus dos hijos, porque entonces la custodia recaía siempre en
el marido. Compartió con él un amor apasionado, escándalo de los bienpensantes,
y más de cuarenta años de proyectos culturales y literarios. Concha Méndez editó junto a su marido Manuel Altolaguirre una revista clave para la evolución de la
poesía española del siglo XX: Caballo
Verde para la Poesía, dirigida por Pablo Neruda y fundaron la colección poética
Héroe. Otra pareja fue la formada por
Ernestina de Champourcin y Juan
José Domenchina.
Carmen Conde, la primera mujer académica, tuvo con su
paisano el poeta Antonio Oliver Belmás una unión discontinua y difícil, salpicada
de relaciones con otras mujeres; entre ellas, Ernestina de Champourcin y Amanda Junquera,
esposa del catedrático de la universidad murciana Cayetano Alcázar. Carlos Bousoño, casado
en 1976 con Ruth, una exalumna puertorriqueña con la que tuvo dos hijos, fue el
gran amor de Vicente Aleixandre; más
de sesenta cartas publicadas después de su muerte en 2015 lo atestiguan. Su colaboración en ABC unió a las escritoras Elena Fortún y Matilde Ras hasta que la primera decidió seguir al exilio a su marido. militar republicano y escritor, Eusebio de Gorbea del que había tomado prestado el nombre de su novela “Los mil años de Elena Fortún” (Encarnación Aragoneses era su nombre). El autor de La forja de un rebelde, Arturo Barea, se enamoró de la que sería su segunda esposa, Ilsa Barea-Kulcsar, en el edificio de Telefónica del Madrid en guerra, donde ambos ejercían la censura, una experiencia que ella reflejó en Telefónica, novela autobiográfica. En la renovación del teatro para niños de
los años 30 destacó la pareja formada por Magda Donato, pseudónimo de Carmen
Eva Nelken, y Salvador Bartolozzi. Dolores Franco Manera,
compañera de estudios de Julián Marías con el que se casó y tuvo
cinco hijos ( el más conocido Javier Marías), fue traductora y docente
madrileña. El filósofo bromeó: "Yo hacía libros (…), ella hacía personas".
En la generación de los cincuenta destacaron dos parejas de escritores que se conocieron en la universidad: la formada por Carmen Martín Gaite y Sánchez Ferlosio, que fracasó, y la de Ignacio y Josefina Aldecoa. Martín Gaite escribió a escondidas su primera novela larga para presentarla al premio que había recibido antes su marido, Sánchez Ferlosio, que no sabía que su mujer se iba a presentar al Nadal. Ella después, en su libro Usos amorosos del XVIII en España, le dedica la siguiente dedicatoria: "Para Rafael, que me enseñó a habitar la soledad y a no ser una señora". Josefina Rodríguez tomó el apellido Aldecoa después de la muerte de su marido y sorprendentemente abandonó la escritura durante diez años para dedicarse a la docencia y a la memoria del fallecido.
Ana Maria Matute vivió un difícil matrimonio, apenas dos años, con el también escritor Ramón Eugenio de Goicoechea, un hombre vital, carismático, seductor, pero de carácter acanallado y peligrosamente autodestructivo. Nunca trabajó y vivía de los sablazos. Ella le dejo y él se vengó llevándose a su hijo.
Isabel
Escudero formó con Agustín García Calvo un dúo, por no decir pareja porque uno
de los grandes libros del filosofo se titula precisamente Contra la pareja, que se distinguió por su incansable labor en
favor de la poesía popular, de la poesía cuya pretensión esencial es surcar el
aire y ser voz de otros.
En la facultad conocimos a la pareja formada por el
crítico literario Andrés Amorós y Marina
Mayoral. Su experiencia de escritora entre hombres fue como la de las
mujeres de su generación: "unas superwoman que
tuvieron que conciliar maternidad con el matrimonio y la carrera". Dos
divorcios después recuerda así a su exmarido: " Él es el padre de mis
dos hijos y una persona extraordinaria. Nos casamos muy jóvenes y evolucionamos
hacia mundos divergentes. Cuando estábamos casados yo era la mujer de Amorós y
se suponía que todo lo que hacía era gracias a él. Cuando nos separamos se
demostró que no, pero yo heredé los odios, porque él, que es una persona muy
independiente, despierta grandes odios".
Concha Alós, casada
con el director del diario franquista Baleares, el poeta Eliseo Feijoo, conoció en la imprenta del rotativo al tipógrafo Baltasar Porcel, escritor en ciernes,
de quien se enamoró. Su separación y su marcha a Barcelona con Porcel, 11 años
más joven que ella, originó un escándalo considerable en la cerrada sociedad
mallorquina de la época. Alós fue una de
las claves del futuro éxito editorial del escritor y tradujo sus libros al castellano. Años
después se divorciaron.
Blanca Andreu se trasladó a
Madrid desde Orihuela para hacerse un hueco en el ámbito literario y terminó casándose
con Juan Benet. "No sé si he sido la musa literaria de Benet, pero recuerdo que
cuando estaba escribiendo el tercer volumen de Herrumbrosas lanzas,
le dije que si no sacaba a mujeres en sus novelas me negaba en redondo a leerlo
y entonces escribió En la penumbra, una novela que leí 11 veces. Me
parece de lo mejor que ha escrito Juan". Emma Cohen, actriz y escritora, compañera de Fernando Fernán Gómez, abandonó al escritor y actor para vivir un tiempo con Juan Benet.
Relaciones equilibradas
Las últimas parejas, ejemplos más cercanos, se caracterizan por tener una relación equilibrada y fructífera que no dudan en mostrar a sus lectores. La escritora y periodista Rosa Montero escribió La ridícula idea de no volver a verte donde ha tratado de expresar, el dolor que le causó la muerte de su marido, el periodista y escritor Pablo Lizcano. Antes había escrito una columna en el periódico El País lo que su su último abrazo:
(...) La serenidad que llega tras las lágrimas. Y también todas las risas compartidas, los momentos de juego, las carcajadas dichosas.
Todos los libros leídos, las músicas gozadas, los besos recibidos. Y una conversación una tarde de invierno comiendo chocolate frente a la chimenea.
La alegría de vivir. Y la fugaz y espléndida belleza.
Una noche de angustia. Intuición de la muerte. Una mano en la tuya. La cama es una balsa en mitad del naufragio.
Una novela leída al lado del lecho de un enfermo mientras llueve.
Torbellinos de polvo en un rayo de sol, un universo ínfimo.
Un cabrilleo de agua. El último chispazo.
Esta poca cosa, o esta enormidad, es una vida.
Desde diciembre de 1996, Almudena Grandes está felizmente casada con el poeta granadino Luis García Montero y viven a caballo entre Madrid y la ciudad andaluza. Uno de los relatos, El vocabulario de los balcones, inspirado en un poema de su marido, sirvió de base para la película Aunque tú no lo sepas en el año 2000.
En una entrevista que les hicieron a los escritores Elvira Lindo y Antonio Muñoz Molina, casados en 1994, explican muy bien las bases de su relación: "Dividen como pueden su espacio y su tiempo para dedicarse a la misma pasión: la literatura. Todo lo comparten, desde el ánimo a las lecturas hasta la mesa y el ordenador. Y esto, siendo aparentemente tan distintos. Dice Elvira que Antonio tiene tendencia a la soledad y que ella, en cambio, se aburre y tiene que salir, ver, gastar. En el fondo son el mismo animal literario. Ella, periodista, guionista, novelista, conocida sobre todo por “Manolito Gafotas”. Él, escritor, académico, dos veces Premio Nacional por sus novelas, premiadas y llevadas al cine. El humor de Elvira es una necesidad, mientras que el gesto de Antonio oculta su profunda ironía, inteligencia y a un “joven que tenía el deseo de llegar a donde ha llegado”. Juntos se ríen hasta de las sombras. Tal vez por eso se admiran".
Ángel Crespo y Pilar Gómez Bedate se conocieron en
1961, ambos eran poetas, ensayistas, traductores y profesores. Un tiempo dulce (2018) es el libro póstumo
que recoge las vivencias de su vida en común, “un tiempo dulce el que se vive en
este mundo hablando a la vez con los antiguos y los modernos y sintiendo el
fluir de la eternidad que atraviesa las horas y las arrastra hacia sus
márgenes”. Ángel Guinda destaca, en el prólogo a este libro, que Pilar era
“faro protector que no hace sombra al mar.” Ambos formaron una de esas escasas
parejas de intelectuales en las que sus dos componentes brillan con luz propia.
Problemas matrimoniales
Los problemas matrimoniales aparecen reflejados en el libro de Luisa Castro La segunda mujer, una historia de amor que cuenta cómo una relación de pareja se puede deteriorar desde el punto de vista emocional por las diferencias de clase, de estatus social y de edad. Así, la autora, que vivió una historia similar a la que describe en la obra con el filósofo Xavier Rubert de Ventós, padre de sus dos hijos, termina siendo un viaje del rosa al negro, «de la pasión al maltrato psicológico».
Parejas en la actualidad
Ana Merino y Manuel Vilas, forman una pareja que triunfa en
la literatura española, ella ha ganado el Nadal con su primera novela, "El
mapa de los afectos". Él fue finalista del Planeta con "Alegría",
en la que narra la historia de amor entre ambos.
Amores platónicos
También hay amores platónicos como el que tuvo Clara Janés con el poeta checo Vladimir Holan al que visitó en su casa de Kampa en Praga en 1975: "Me acuerdo de cada momento, de cada detalle porque fue el encuentro más importante de mi vida".
Adenda
Un caso
especial es de Elena Aub, hija de
Max Aub, escritora española nacionalizada mejicana y casada desde 1954 con otro
hijo de exiliados, profesor en la Universidad Autónoma de México, Federico Álvarez Arregui, con el que
emprendió diversas iniciativas para que no se perdiera el legado de los republicanos,
como la que llevaron a cabo entre 1959 y 1961 mediante el Movimiento Español
(ME/59).
En 1920 se publicó Mujer en papel, libro de memorias de la actriz Rita Macedo, la primera mujer de Carlos
Fuentes que le impulsó a escribir sus primeras novelas. Las memorias,
recopiladas por la hija de ambos, muestran cómo surge y se desmorona su historia
de amor por las continuas infidelidades del escritor. Cecilia Fuentes no duda
en describir a su padre como un "ególatra infinito".
‘Un viaje llamado amor’, recoge el incendiado epistolario entre la
feminista italiana Aleramo y el oscuro poeta Campana que recorre dos años de su vida (1916-1918).
Idea Vilariño y Juan Carlos Onetti, o la historia de un amor
atormentado que el tiempo no aplacó. Se
encontraron, se amaron, se separaron, se pelearon, se reconciliaron una y otra
vez, sin poder olvidarse nunca del todo el uno del otro.
Carmen López Mercader y Javier Marías formaban una pareja atípica. Vivían en ciudades diferentes y se veían en semanas alternas. Tras décadas de relación se casaron por cuestiones de herencia. La viuda en Duelo sin brújula expresa la desaparición que significa el fin de un mundo: un conjunto compartido de palabras, películas, espacios, logística, bromas repetidas y códigos privados.
Seguro que hay más parejas de escritores, pero o no me he acordado de ellas, o no las he encontrado en internet. No puedo citar las fuentes en las que me he basado para hacer esta entrada porque inopinadamente han desaparecido del ordenador. Como el texto es extenso y farragoso, pido disculpas por los errores y erratas que pueda presentar. He intentado ordenarlo, he puesto algunos epígrafes, pero he fracasado en el intento. Son apuntes deslavazados que espero que le sirvan a algún estudioso del tema para que ponga orden y concierto. Cuando lea en periódico una noticia sobre las relaciones entre escritores las pondré en adenda sin distinciones apresuradas. El tema se me ha hecho bola.