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jueves, 14 de enero de 2016

Siete ciudades contadas por su literatura



¿Hay un rincón de Buenos Aires para que pensemos en Borges? ¿Alguna cafetería de Barcelona que remita a Bolaño? ¿Y en La Habana o en Sevilla? ¿Madrid es una ciudad tan literaria como parece? Los mapas están llenos de secretos y glorias literarias.


L. A. / E. S. / A. L. / M. L. / L. F. / E. D. P. / U. C. / M. N. / M. M. / R. R nos lo ponen a golpe de clic en el periódico El Mundo  (Madrid, Barcelona, Sevilla, México D.F., Buenos Aires, Lima, La Habana). 

miércoles, 9 de diciembre de 2015

Las "chachas" del boom latinoamericano, Noemí López Trujillo

Pincha aquí para leer el esclarecedor artículo sobre la vida silenciada de las mujeres de los grandes literatos:
 "Mercedes aguanta como un hombre", escribió Gabo sobre la paciencia de su mujer mientras él escribía 'Cien años de soledad'. ¿Habría existido el fenómeno sin las mujeres de estos novelistas?Recomiendo leer  también Grandes autores, vistos por sus compañeras donde el papel de 'esposa de escritor' parece ser, a la vista de los testimonios que se van conociendo, el oficio más triste del mundo. Las biografías de los 'genios' (hombres) suelen reproducir ciertas pautas: tienen al lado a una mujer que dedica su vida a servirle y apoyarle. Como la literatura ha sido tradicionalmente cosa de hombres, a menudo encontramos a su lado una mujer que le acompaña. A veces forman una pareja de iguales, pero en muchas ocasiones encontramos, más que esposas, a esforzadas secretarias, cuidadoras, en el mejor de los casos musas entregadas a hacer más fácil su vida, y su éxito. Si se casan dos veces, la primera lo hacen con una mujer de edad y circunstancias parecidas a las suyas, la segunda, en cambio, con una admiradora más joven y con frecuencia de mayor estatus social que la anterior.
Musas, secretarias, enfermeras... 
Dentro del auge actual de los géneros biográficos e históricos, se pueden observar filones temáticos, y uno de ellos -por iniciativa, en general, femenina: de investigadoras, novelistas, editoras...- es el que consiste en sacar a la luz a las mujeres de los hombres famosos. Sus historias alimentan un nuevo subgénero, de gran éxito en algunos casos, en Estados Unidos. Las esposas o amantes de Napoleón, Ernest Hemingway, Charles Lindbergh, George Mallory o Frank Lloyd Wright son algunas de esas figuras que tras vivir en la sombra, se encuentran hoy bajo los focos
. 

No te cases con un escritor! (historias no muy felices de esposas de escritores famosos) Autoras: Raquel C. Pico y Cristina Domínguez:
 "Sofía Tolstoi copió seis veces el manuscrito de Guerra y Paz. Anna Dostoievski tuvo que convertirse en la contable de su marido y liberarlo del mar de deudas en el que estaba sumido, además de convertirse en su eficiente editora. Zelda Fitzgerald vio como sus diarios y sus expresiones eran empleados por su marido como inspiración para sus personajes y dijo una vez que el plagio empieza en casa. Y Mathilde Verlaine se convirtió en la tercera en discordia (y muy olvidada) de la pasional historia de amor por excelencia del XIX literario. Todas ellas son esposas de escritores famosos y todas ellas tuvieron una existencia no muy sencilla. A pesar de ello, lo habitual es que todas estas esposas de escritores se conviertan en olvidadas notas a pie de página."

Por último, las precisiones de Cortázar al "boom latinoamericano" (Entrevista A fondo, 1977)

lunes, 7 de diciembre de 2015

Encantada de conocerte, Víctor Chamorro

Acabo de pasar unos idílicos días en el balneario El Salugral de Hervás (Cáceres), donde las horas han transcurrido plácidas y relajadas entre conversaciones, baños, chorros, paseos y nebulizaciones, gracias al termalismo para la tercera edad. Hervás es un pueblo encantador de amables gentes, rodeado por el rio Ambroz y por un bosque impenetrable de robles, pinos y árboles frutales teñidos, en este mes de diciembre avanzado el otoño, de color ocre con reflejos dorados y algún matiz rojo. La niebla matutina dejaba paso enseguida a un sorprendente cielo azul de temperatura agradable que ha hecho que me haya quemado la cara como si estuviera en el mes de agosto en mi pueblo, porque los extremos se juntan (Levante y Extremadura).
Pero la gran sorpresa ha sido el reencuentro, después de ocho años, de mi compañera de viaje, Charo, con el escritor Víctor Chamorro (nada que ver, supongo, con el fiscal Chamorro ni con el periodista Eduardo Chamorro). Lo encontramos, amodorrado por la tibieza de la lumbre, en su casa de la Corredera, al pie de una tabla de clérigo a modo de pupitre, triste por la pérdida de su mujer y diezmado por una bronquitis. Pero los recuerdos del pasado y la emoción del presente le hicieron enseguida convertirse en el conversador ingenioso e irónico que siempre ha sido, eterno buscador de historias, de juegos de palabras y de frases breves como dardos certeros, siempre a la búsqueda de la palabra precisa. Acostumbrado a nadar contra corriente con la vehemencia de quien sabe que tiene la razón, me recordó a otro profesor y famoso izquierdista, Julio Anguita, con el que comparte fisonomía semítica
Víctor, como cuenta su hija Maite, es un escritor que se dedicó a la enseñanza; que vive para la pluma, pero no de la pluma.  Este novelista, desconocido para mí pero no para los habitantes de su pueblo y de Extremadura, ha sido el eterno finalista de todos los premios más importantes, incluido el Planeta que le robaron en el último minuto. Hecho que le honra, porque el haber vivido fuera de los mentideros literarios, silenciado por los manuales de literatura convencional y por la crítica nacional, le ha hecho convertirse en uno de los escritores más libres e indómitos del panorama literario español.
Con él repasamos lo viejos tiempos de la transición que él llama transacción. Sin caer en la amargura, sigue con multitud de proyectos. Ahora me dispongo a leer los libros que generosamente me ha regalado: Pasión extremeña en 15 actos y Guía de bastardos. En este último me ha puesto la dedicatoria: “Encantado de haberte conocido”. Yo también lo estoy, maestro, y espero que ya estés recuperado de la bronquitis que, créeme, no es culpa de esos puros que te fumas a escondidas. Cuando estés recuperado, cómete a besos a tu nieto, Víctor III.

Hoy, lunes 8 de mayo del 2022, ha fallecido Víctor Chamorro en Plasencia. Fue un placer conocerte y leerte.

Para saber más:  Youtube  El sillón de Víctor, película-documental de José María Sánchez Torreño

martes, 12 de mayo de 2015

Aleluyas para estudiar la vida y obra de los escritores

Pongo como ejemplo estas «Aleluyas de Pío Baroja» que se distribuyeron como encarte del número monográfico de la revista Índice (número 70-71, enero-febrero de 1954). Imitaban las aleluyas impresas, tan populares en los siglos XVIII y XIX, que vendían los buhoneros y recogían toda clase de noticias, acontecimientos o informaciones. Su autor Eduardo Vicente (1009-1968) que había participado en las Misiones Pedagógicas , fue un descubrimiento de Eugenio D´Ors y uno de los primeros componentes de la llamada “Escuela de Madrid”. Se le recuerda sobre todo, por sus estilizadas y certeras imágenes de la ciudad, dibujadas a tinta y con leves fondo de acuarela.
Pío Baroja, Jose-Carlos Mainer, Taurus (2012).
La primera imagen es la que he encontrado en google. La segunda está escaneada del libro El Madrid de La Busca, publicación del Ayuntamiento de Madrid, 1987; si se agranda la imagen se puede ver un poco mejor.









jueves, 7 de mayo de 2015

Juan Ramón Jiménez, un escritor al borde de la locura

La distinción entre la cordura y la locura es más estrecha que el filo de una navaja 
Philip K. Dick

En internet encontramos una lista de escritores al borde la locura, entre los que figuran Virginia Woolf, Paulo Coelho, Marqués de Sade, William Blake, Artaud,  Hölderlin, Leopoldo María Panero, Maupassant, Martín Adán, Gérard de Nerval. Podríamos añadir a Bukowski y William Burroughs y muchos más.  De alguno de ellos he hablado en El club de los escritores suicidas y Escritores alcohólicos y adictos.

Entre los escritores españoles, la figura que más me ha impactado ha sido la de Juan Ramón: "He sido niño, mujer y hombre; amo el orden en lo exterior y la inquietud en el espíritu; creo que hay dos cosas corrosivas: la sensualidad y la impaciencia; no fumo, no bebo vino, odio el café y los toros, la relijión y el militarismo, el acordeón y la pena de muerte; sé que he venido para hacer versos; no gusto de números; admiro a los filósofos, a los pintores, a los músicos, a los poetas; y, en fin, tengo mi frente en su idea y mi corazón en su sentimiento”. Estas palabras suponen el retrato de un antiespañol que tenía todos los números para que le ridiculizasen y se burlasen de él. Fuera de la melancolía que rezuman sus versos, nadie diría, si no lee su biografía,  que estuvo inclinado al suicidio, que sufría crisis nerviosas, tal vez fruto de su polaridad, que le hundían en la depresión. El neurasténico JRJ pasó largas temporadas en clínicas y balnearios, tenía la necesidad obsesiva de silencio y una tendencia al aislamiento que le hacía hosco y esquivo. 

"Mi peor necesidad es la del aislamiento absoluto de todo lo vivo, para mi trabajo, no para mi creación, que esa no es trabajo para mí (ya dije en un aforismo mío que sólo la creación vence el ruido de la Creación), sino para mi ordenación del caos porque necesito oír el Cosmos, cuyo ruido difuso y completo, como el de la vida, no me molesta. Nada que viva, una persona, un gato, una hormiga puedo tolerarlo mientras ordeno y vijilo mi instinto. Esta absoluta necesidad, sí o no absoluta, es lo que me ha hecho molestar más a mi familia, que siempre la tuve alarmada. Yo siempre he comprendido que los demás tuvieran las mismas necesidades de espacio y tiempo que yo, pero el hecho era inevitable. He mendigado el silencio, lo he impuesto, todo lo he concedido a mi destinada vocación, ya que creo que el mayor crimen del mundo es deformar una vocación".

"Yo nunca busco el defecto, lo encuentro en mí, en todos y en todo, pero me gusta el defecto, cuando es falta y no es sobra, no es ripio. Yo siempre veo la parte débil, fea o ridícula en mí y en los otros, como la parte bella. En conjunto me gusta mucho la sociedad de dos, de tres y, sobre todo, de uno. Más, no. Como los hombres son más parecidos a mí, prefiero las mujeres, los niños y todo el resto de la creación. Entre los que me gustan, soy alegre, triste entre los que no me gustan y triste cuando estoy solo. Lo que prefiero en la vida es la simpatía."

¿Qué hubiese sido de este escritor si no hubiese conocido a Zenobia? Él, como otros hombres, tuvo la suerte de encontrar a la compañera ideal de vida, una mujer inteligentísima, culta, vital, que se encargó de cuidarlo y de guiarlo, con un sentido práctico del que él carecía, por el tortuoso camino de la vida. Para ello tuvo que sacrificar su vocación literaria. Por lo menos, una vez muerta, JRJ lo supo reconocer:

“A Zenobia de mi alma, este último recuerdo de su Juan Ramón que la adoró como a la mujer más completa del mundo y no pudo hacerla feliz . Sin fuerza ya”


Sr.D.J.R.J.
‘‘Mi más querido amigo:
Está usted ya aburrido de que sus «compañeros» digan o escriban tonterías sobre usted y su vida, ¿verdad? Esa vida de usted que, según ellos, no es vida porque usted no va a la C. del H, ni a R, ni a las casas de prostitución.
Tiene usted razón. Le voy a contar a usted mi vida para que vea que se parece mucho a la de usted. Un día: Me levanto a las nueve. Hijiene. Desayuno. A mi terraza a saludar el día. A sonreír a mis flores, a regar, a ver las campanillas de anoche. Viene S.C.G. Conversación: Irlanda. Poetas irlandeses. Patagonia. Remonta: caballos. Dos horas de trabajo en mi cuaderno 6. Almuerzo con mi mujer y una amiga. Una hora de desechar papeles, libros, etcétera. Viene J.B. Me lee sus «Filólogos». Voy al Hotel Savoy, a visitar a las damas chilenas D.a A.L.N. y D.a L.L. de R. Conversación: Chile, Argentina, Poética, Literatura, vida social. Un largo paseo por la parte del Botánico, Museo, en una puesta de sol. Dos horas de trabajo de creación. Cena. Terraza. Disfrute del cielo estrellado, de la brisa. Dicto a máquina lo que he escrito antes. Una hora de lectura. Me acuesto a la una.
Otro día: Escribo dos cartas. Paseo por las afueras: Guindalera. Almuerzo con mi mujer en casa de M. con ellos y sus hijos. Desecho papeles. Voy a casa de B.P. a ver sus cuadros. A la imprenta, a gozar de la maquinaria. Paseo por Rosales, entre el pueblo. La librería. Dos horas de trabajo. Ceno en mi terraza con mi pensamiento. Me acuesto a la una y media.
Todo esto sobre la normalidad del amor pleno y junto a mi mujer fina, espiritual, graciosa, contenta, en una casa modesta y suficiente que me retiene, con sus butacas, sus librerías, sus mesas, sus grandes ventanas, sus biombos, sus flores.
Así soy feliz y así seguiría siéndolo por siglos aunque a ciertos poetones y poetitas les parezca poco o demasiado o... o... ¡Oh!
No voy a... a... a... porque no me gusta ir. Razones... de hijiene. Tengo que darle la mano a... ¿Qué hago yo con mis manos toda la tarde?
Me aburren mis compañeros. Prefiero jente estraña que me habla de otras cosas. Detesto la calle de Carretas, de La Montera, de Silva, de Jacometrezo. Además: detesto la cerveza, no me gusta el café, me fastidia el tabaco, no leo diarios, no sé de toros, de militares, de plumas estilográficas, de radiografías...’’
J. R. J.
[Carta de Juan Ramón a sí mismo,tomada de Poesía, revista ilustrada de información poética, nº 13-14, Invierno 1981-82. Ministerio de Cultura]

miércoles, 14 de enero de 2015

Exposición El rostro de las letras




La exposición «El rostro de las letras. Escritores y fotógrafos en España desde el Romanticismo hasta la Generación de 1914» es el resultado de más de veinte años de búsqueda de imágenes por archivos públicos y privados, españoles y extranjeros, y constituye un ambicioso estudio del retrato fotográfico español, desde los días del daguerrotipo y el calotipo, hasta la primera mitad del siglo XX.

domingo, 19 de octubre de 2014

Escritores a la greña, Julián Moreiro

Entrevista a Julián Moreiro, autor de 'Escritores a la greña', libro que recoge las trifulcas entre algunos de los escritores más conocidos de la literatura española.
 http://esradio.libertaddigital.com/fonoteca/2014-10-18/escritores-a-la-grena-las-trifulcas-entre-los-grandes-de-la-pluma-79945.HTML

Según Max Aub, el hombre es el único animal que tiene mala leche. Este libro lo prueba, desvelando el perfil menos favorecedor de una larga serie de escritores españoles y latinoamericanos de los siglos XX y XXI: en el trato con las musas, no es oro todo lo que reluce. Los textos reunidos son una impresionante antologí a del arte del vilipendio; entre la broma ocurrente y la maldad o el improperio, pasando por el desvarío, puede encontrarse lo más granado de una suerte poética que no suele figurar en los manuales y que conforma una breve y deslumbrante historia de la literatura canalla. Afilan aquí su pluma los nombres más destacados de los últimos ciento veinte años, desde Valle-Inclán a Javier Marías y Roberto Bolaño, pasando por Rubén Darío, Pío Baroja, Juan Ramón Jiménez, Jorge Luis Borges, Pablo Neruda, Camilo José Cela o Francisco Umbral entre muchos otros. El “Inventario de impertinencias” que cierra el volumen es un catálogo de pecados capitales y de pecadores que, en su desmedido afán por zaherir al prójimo, dejan sus miserias al aire. Escritores a la greña puede leerse de corrido, como si de una novela se tratara, sin que perjudique la salud del curioso lector; pero tal vez le cause pasmo que estos virtuosos del lenguaje se exhiban en actitudes tan desairadas. Motivos no faltan para darle la razón a Montaigne: “Nadie está libre de decir necedades. Lo malo es decirlas con esmero”.



Leer algunos fragmentos en el desván de la ilusión:

Sobre el pefil menos favorecedor de los escritores

domingo, 16 de marzo de 2014

El pedómetro, invento de la Generación del 27

Los jóvenes de la Residencia de Estudiantes eran, como los de ahora, unos gamberros que en vez de estudiar dedicaban su tiempo a divertirse. En una de estas juergas líricas, surgió un invento que mantenían en secreto y que lo llamaron el “pedómetro”, que era una caja cuadrada de madera con un agujero dentro de ella, donde se alzaba una vela con un cordoncillo de hilo detrás de la llama. Se trataba que los participantes “expelieran” por el orificio pedos que consiguieran doblar la llama y hacer arder el hilo. Rafael Alberti lo recuerda en sus memorias (La arboleda perdida) que se necesitaba “un pedo de gran fuerza para lograr que la llama se doblase y llegara a prender el hilo” y sospechaba si alguno de los serios profesores de la residencia tuvo “el humor de practicarlo”.
En la página 15 encontraréis una reconstrucción del invento:
Ahora atrévete a crear, como ellos, un artilugio original e innecesario. 

domingo, 9 de febrero de 2014

¿Qué es lo que tiene el negro literario?

Los fantasmas existen, yo conozco uno que jamás verá su nombre en la solapa de un  libro y que solo se conformará con un agradecimiento en el prólogo. Este fantasma blanco trabaja de negro para un blanco con el alma muy negra que actúa como un negrero,  que le presiona para trabajar y no le paga ni un duro. Este negro de alma blanca traduce y arregla voluntariamente los textos de su amo, porque es generoso y sabio y huye de las glorias mundanas.  Es invisible y más libre, porque el negrero vive esclavo de su trabajo, acomplejado del buen hacer de su fantasma, al que tendrá que estarle eternamente agradecido con el miedo de que en cualquier momento le pueda atacar. 
La expresión negro literario es de origen francés, surgió cuando se pusieron de moda los folletines en el siglo XIX y hace referencia al que hace trabajos anónimamente en provecho de otro que es el que firma la obra. El mayor negrero fue Alejandro Dumas padre, que tuvo toda una factoría de escritores a su cargo, entre ellos, Gérard de Nerval. Algo debía de aportar Dumas, que intervenía dando ideas y retocando escenas, porque ninguno de sus negros tuvo tanto éxito bajo su nombre real como cuando trabajaba para él. Se dice que llegó a tener más de 76. Existen varias anécdotas al respecto. Se cuenta que en una ocasión le preguntó al hijo: «¿Has leído mi nueva novela?». A lo que el hijo contestó: «No, ¿y tú?»
¿Qué es lo que le lleva a un escritor a actuar de negro? La satisfacción de saber que alguien más ha leído su obra, la necesidad económica, devolver un favor, la timidez, el propio mercado editorial que admite que se vendan libros escritos por personas que no los firman como los de Belén Esteban, Naty Abascal, David Bisbal, Julián Muñoz, Carmen Bazán o El Cordobés. En Internet podemos encontrar innumerables empresas dedicadas a la escritura fantasma que ofrecen sus servicios por una módica cantidad. Un trabajo tan digno como otro y no muy sencillo. Su labor abarca todo tipo de textos: memorias, biografías, ensayos, monografías, guiones, tesis, materiales académicos de distintas disciplinas, textos empresariales o de organizaciones sociales, políticas, sindicales, discursos, etc. Se dan casos en que el fantasma necesita a su vez otro fantasma porque está saturado de trabajo.  Para algunos es una forma lícita de trabajar y para otros una estafa. Para los lectores no supone un engaño porque saben muy bien que no los han escrito ellos. Algunos escritores trabajaron de negro en sus comienzos como ha desvelado Vargas Llosa en el estreno de "Hathie y el hipopótamo" que trabajó para una adinerada que vivía en París y que tenía "ideas pero no palabras."
A veces los negros, mal pagados y estafados, recurren a una pequeña venganza, plagian otras obras para salir del atolladero. La negritud tal vez sea más encomiable que el plagio; pero, a veces, van de la misma mano. 


jueves, 6 de febrero de 2014

Confieso que he plagiado

Vaya por delante mi admiración a todos los escritores que se enfrentan a una página en blanco a solas con su imaginación; pero el escritor es un impostor, cualquier escrito no es original, es un reflejo de sus referentes culturales, de sus lecturas, y se basa en nuevas formas de abordar contenidos ya conocidos.  Pío Baroja ya lo dijo: "Todo lo que no es autobiográfico, es plagio". Llamémosle retroalimentación, recreación, homenaje, remake, refrito, si somos benevolentes; o  robo, engaño, rapiña literaria, estafa, latrocinio, si somos más severos. Todos podemos plagiar, lo verdaderamente difícil es ser plagiado. Pero sorprende saber que grandes escritores a los que admiramos lo hayan hecho. Las nuevas tecnologías sirven para que muchos aprendices de genios se parezcan a las antiguas costureras que arreglaban trajes en épocas de crisis: se zurce, se teje, se corta, se añade. El que copia generalmente no ve el error, pero si él fuese el copiado montaría en cólera. El plagio es un acto entre la admiración y la codicia. 
Como en los pecados, hay plagios veniales y mortales, los veniales son leves y despiertan conmiseración, se dan en escritores faltos de imaginación que acuciados por la entrega inmediata de un ejemplar buscan en otros ideas. Los mortales se hacen por ausencia de talento o carencia de principios y condenan al escritor. Yo misma plagié en una revista de alumnos de la facultad un episodio de la novela de mi padre porque estaba vacía de ideas y quería sorprender al chico que me gustaba, total la novela no se publicó nunca y los plagios en familia, como los robos, no son delito. Me temo que mi blog es una muestra de pequeños pecados veniales, me apropio de ideas de otros escritores desconocidos que a saber de dónde las han sacado.  Mis alumnos están continuamente copiando los trabajos de internet sin citar las fuentes porque piensan que, como la profesora es muy despistada, no se va a enterar. Las nuevas tecnologías auxilian al ladrón, pero sirven también para delatarle. Creo que en este país somos muy indulgentes con los amigos de lo ajeno tanto en política como en literatura, recordemos que en Alemania ha dimitido algún ministro por copiar su tesis doctoral. 
Prácticamente hasta el s. XIX no se puede hablar de plagio, sino de tradición e innovación, los grandes escritores se formaban copiando y parafraseando a los clásicos o a la literatura popular. Los plagios más famosos de la literatura reciente tienen estos nombres: Alfredo Bryce Echenique, Camilo José Cela, Carlos Fuentes, José Saramago, Manuel Vázquez Montalbán, Ana Rosa Quintana, http://www.estandarte.com/noticias/varios/los-plagios-literarios-mas-famosos_1076.html

El plagio en el teatro clásico español: los memoriones
 Lope de Vega y Calderón de la Barca vivían de vender sus comedias a compañías teatrales que las adquirían en manuscrito: quien poseía el manuscrito era dueño de la obra. Pero el mundo del teatro era brutalmente competitivo. Las compañías rivales contrataban a ciertos personajes oscuros, portentosos, a quienes llamaban «memoriones», cuyo talento consistía en acudir a los corrales de comedias, ver una misma obra muchas veces, ir aprendiéndola de memoria, verter los fragmentos al papel, hasta que, juntando las fracciones, formaban un nuevo manuscrito. Con esa copia en mano, la nueva compañía se volvía dueña de facto de la obra y de inmediato la montaba en otra ciudad. El plagio no era tan simple como hacer clic en una cámara, encender un escáner o bajarse un MP3: la copia demandaba una laboriosidad casi tan barroca como la escritura original.


'El plagio como una de las bellas artes' (Ediciones B) 
En este ensayo, Manuel Francisco Reina repasa la historia de la literatura en busca de los casos más sonados de apropiación indebida de textos, delito del que ni siquiera se libran maestros de las letras como Dante, Cervantes, William Shakespeare, José Zorrilla o Federico García Lorca. El autor recurre también a casos actuales, como el de Ana Rosa Quintana o el de Lucía Etxebarria en un intento de, sin sangre, dilucidar qué es plagio y qué homenaje, qué es una referencia inconsciente y qué un una copia indefendible.

domingo, 22 de enero de 2012

39 escritores y medio, Jesús Marchamalo


Los breves retratos y los dibujos que los acompañan son un conjunto armónico que no intenta abrumar al lector con descripciones exahustivas, son pinceladas de escritores contemporáneos. Todos estos textos fueron publicados antes en la red en la sección “Rinconete” del Centro Virtual Cervantes a lo largo de tres años con el título Viajeros y estables. Entre otros autores aparece Benito Pérez Galdós, pasando por miembros de la generación del 98, algunos poetas sudamericanos de la talla de un Huidobro, Neruda y Octavio Paz, acudiendo a la generación del 27, sin olvidar a Rosa Chacel y María Zambrano, e incluyendo a figuras de las letras latinoamericanas como Alejo Carpentier y Julio Cortázar.
Destaco la anécdota, por desconocida, de Antonio Machado que junto a su madre y su hermano José, una vez agónicamente instalados en un hotel de Colliure, es decir en la derrota y en el exilio, bajaban al comedor, solían hacerlo de manera alterna: primero bajaban el poeta y su madre, luego su hermano solo. Ello le llamaba la atención a la dueña del hotel. La respuesta a tal extraño comportamiento estribaba en el hecho de que los hermanos tenían una sola americana. Y claro, la dignidad y la educación obligaban a cenar con americana. También la de Galdós, al que la mezquindad moral y política le escamotearon el Nobel: casi ciego acude el escritor a inaugurar su propia estatua en el parque del Retiro.

martes, 4 de octubre de 2011

Escritores delincuentes

José Ovejero rastrea en ‘Escritores delincuentes’ la relación entre la literatura y el crimen."No me considero inmune a la fascinación por los fuera de la ley. Quizá, al pensar por primera vez este libro, me empujaba sobre todo una curiosidad algo morbosa. ¿Burroughs mató a su mujer jugando a Guillermo Tell? ¿Álvaro Mutis estuvo en la famosa cárcel de Lecumberri por malversación? ¿Anne Perry fue una adolescente asesina?"
Para saber más:
http://www.intereconomia.com/noticias-gaceta/cultura/perjuro-homicida-borracho-o-estafador-escritores-antecedentes-penales-201110

Los escritores son tan humanos que se suicidan, se alcoholizan, defienden su homosexualidad contra viento y marea. Algunos pasearon al filo de la navaja (perjuros, homicidas, estafadores, con antecedentes penales).

Javier Marías, ¿Será buena persona el cocinero?





jueves, 16 de junio de 2011

Bloomsday


Cada 16 de junio desde 1954, los lectores de James Joyce celebran en Dublín y el resto del mundo el Bloomsday. Nombre derivado de Leopold Bloom, personaje central en Ulysses. Actividades de toda envergadura, iniciando por la lectura, toman las calles y establecimientos de Dublín y encuentran eco en varias ciudades del mundo. Este año el festejo se incorpora a twitter pues a las ocho de la mañana –con el reloj de la novela- se iniciará el tuiteo mundial de amplios fragmentos.

Jorge Luis Borges escribió: “Es indiscutible que Joyce es uno de los primeros escritores de nuestro tiempo. Verbalmente, es quizá el primero. En el Ulises hay sentencias, hay párrafos, que no son inferiores a los más ilustres de Shakespeare…”.

Yo lo celebraré con una cena de cumpleaños entre profesores de literatura.

domingo, 12 de junio de 2011

Su peor es nada, Tomás Borrás



“Su peor es nada”. A los nueve años una frase oída a los mayores se queda para siempre grabada en la memoria. ¿Qué querrá decir? ¿Por qué se ha pronunciado después de hablar de la novia de un primo suyo? Sesenta años después será él quien la repita para resumir una relación tan inestable e imposible que ya dura veinte años. Google le ha permitido encontrar la obra del escritor falangista Tomás Borrás en las librerías de viejo y el círculo se cierra. Diez días después vuelve a casa con un ejemplar amarillento que devora inopinadamente en pocas horas. En la memoria del ordenador dejará escrita esta reseña:


Tomás Borrás: Su peor es nada. Madrid, Editorial Rollán, 1952. 80 págs.

Rescatamos en una caseta de Moyano esta novelita de la posguerra con trama un tanto tópica y hábil desarrollo. Un cuarentón rico y calavera intenta redimirse de sus malos pasos, que han provocado el suicidio, tirándose por el Viaducto, de la última joven que abandonó, que además estaba embarazada. Ante lo irreversible del drama, se esfuerza en ayudar a todos sus vecinos en plena penuria de los años 40, y acaba por acoger a otra chica víctima de un caso parecido, pero que ha sobrevivido al mismo salto fatal, y al niño sobrevenido. Entre el salvador y la salvada no se establece ningún lazo amoroso convencional: él le servirá a ella para mantener a su hijo, y a su vez ella sirve de expiación al arrepentido; cada uno es para el otro “su peor es nada”, y así convivirán sin tocarse el resto de sus vidas.
¿Folletín? Algo, pero el desenlace no es habitual y deja un camino abierto e inquietante. El “montaje cinematográfico” engancha al lector, con importante uso del “flash back” para desvelar la trama por saltos. Ambientada en el barrio madrileño de la Morería, junto al Viaducto, los tipos populares que rodean al héroe-villano revelan un dominio de los diversos niveles de lenguaje, con casticismos que alternan abruptamente con descripciones de corte modernista, entreveradas de cargazón decimonónica. Más de Galdós que de Baroja, y brochazos valleinclanescos.
Trasfondo intermitente, la guerra civil, con su secuela de desgracia y miseria, aunque el autor no carga la mano. Borrás, que era falangista, parece sentirse ya un poco desplazado (como sus personajes) en ese Madrid de los 40 donde los antiguos barrios se van degradando y las grandes calles se cargan de un tráfico tachado de “apestoso” (el “aceite pesado” que movía por entonces los autobuses de Madrid producía un humazo realmente nauseabundo).
11-6-11
 

Tomás Borrás aparece el primero de la izquierda en el
cuadro de Solana La tertulia en el café Pombo

lunes, 25 de abril de 2011

Escritores que destruyen sus obras

Son muchos los escritores arrepentidos de sus publicaciones. Virgilio, antes de morir, pidió al emperador Augusto que destruyera la Eneida, menos mal que el emperador se opuso rotundamente y no cumplió la petición. Cuenta la leyenda también que Juan Ramón Jiménez se arrepintió de haber escrito Platero y yo e intentó rescatarlo de las librerías.


Resultado de imagen de una ficha de pelicula  bloggelesSabemos que muchos incipientes escritores queman y rompen lo escrito. La lectura de sus escritos les resulta insoportable: exceso de adjetivación, incongruencias argumentales, enredos sintácticos y confusiones semánticas. La destrucción no puede ser más útil: reduce la egolatría y hace reflexionar. Pero nos sigue sorprendiendo que muchos de los grandes escritores destruyeran parte de su obra. Francisco Ayala explicaba en una entrevista que destruyó sus poemas porque le parecía que no tenían altura: ” Los destruí. Como destruí mis pinturas, las que había hecho en un momento de mi vida cuando pensé que podía ser pintor, que era una tradición que existía en mi casa. Tenía los medios materiales, pero mis pinturas no me satisfacían y las destruí, en lugar de dejar esos testimonios de mi torpeza”. También el premio Nobel, Vargas Llosa, como cuenta en El pez en el agua, pidió a ayuda a su amigo Javier Silva Ruete para quemar un cajón lleno de versos porque “no era bueno como poeta”
Afortunadamente algunas maravillas desechadas fueron rescatadas del olvido en baúles, rincones o basureros; otras, en cambio, desaparecieron, consumidas por el fuego invencible, iniciado por autores más precavidos. Ernesto Sábato iba a quemar Sobre héroes y tumbas, pero su mujer le disuadió. Stephen King tiró Carrie a la basura y su esposa lo rescató.

Eduardo Lago reflexiona sobre este tema en su novela Llámame Brooklyn: " Naturalmente sólo tenemos conocimiento de los casos en que los amigos desobedecieron. ¿Cuántos habrá que, por el contrario, respetaron la voluntad del muerto? ¿Cuántos kafkas y virgilios habrán desaparecido sin dejar rastro de su paso por la tierra?"

En el suplemento Cultura/s de La vanguardia se dieron las razones principales de la destrucción de las propias obras artísticas:
- Insatisfacción con la propia obra: 30%
- Depresión: 26%
- Falta de espacio o materiales: 15%
- Temor a acciones legales: 8%
- Preocupación por su legado: 7%
- Ritual: 5%
- Otros (aumentar la cotización, locura...): 9%

Veamos algunos ejemplos de hojas quemadas:
Gógol
Gógol publicó Almas Muertas en 1842, pero, tras una larga peregrinación a Jerusalén, decidió abandonar la literatura para concentrarse en la religión y quemó lo que había escrito de la segunda parte de Almas Muertas diez días antes de su muerte en Moscú. Sólo algunos fragmentos de esa segunda parte sobrevivieron a la quema y han sido publicados.
Kafka
Kafka sólo publicó algunas historias cortas durante toda su vida, una pequeña parte de su trabajo, por lo que su obra pasó prácticamente inadvertida hasta después de su muerte. Con anterioridad a su fallecimiento, dio instrucciones a su amigo y albacea Max Brod de que destruyera todos sus manuscritos; Brod hizo caso omiso de esas instrucciones, y supervisó la publicación de la mayor parte de los escritos que obraban en su poder. La compañera final de Kafka, Dora Diamant, cumplió sus deseos pero tan sólo en parte. Dora guardó en secreto la mayoría de sus últimos escritos, incluyendo 20 cuadernos y 35 cartas, hasta que fueron confiscados por la Gestapo, en 1933.
Cortázar
Cortázar quemó una novela que se llamaba Soliloquio, una historia real, basada en su propia experiencia, donde un profesor culto se enamora de una alumna rebelde, pero no es correspondido. También quemó una serie de cuentos que se llamaban La otra orilla, de los que había dado copias a amigos, que la publicaron. Y se arrepintió de que reeditaran el primer libro de sonetos Presencia.

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domingo, 27 de marzo de 2011

Escritores homosexuales

"El amor entre hombre y hombre es imposible porque no puede haber relaciones sexuales; y la amistad entre hombre y mujer es imposible porque puede haber relaciones sexuales."
James Joyce: Un caso lamentable.



Para empezar recomiendo leer el artículo “Demos la vuelta de una vez, como un calcetín, a su miserable discurso" de Juan Goytisolo de la revista Triunfo (1977): una estupenda defensa de la normalidad homosexual, contra el predominante discurso "perdonavidas".
“En resumen: que debemos ser humanos y comprensivos, porque la heterosexualidad se produce en todos los grupos y familias, y nadie nos garantiza que un día no tengamos que enfrentarnos con ella en nuestra propia casa. Cuidada en sus comienzos puede ser corregida (los médicos aconsejan el envío de los niños y niñas con inclinaciones heterosexuales a internados y colegios de vacaciones de su propio sexo); más tarde, lo mejor es renunciar a toda esperanza de cura y aceptarla como algo triste, pero inevitable (como aceptamos el dolor, la vejez o la muerte). De ello a crear agrupaciones destinadas a defender sus “derechos” media una distancia que solo los irresponsables estarían dispuestos a salvar. Pero, además de que su ejemplo podría cundir entre personas emotivamente débiles e inestables, no hay que olvidar la amenaza latente que algunos de sus miembros (por fortuna no todos) representan para la sociedad: ¿o nos olvidamos que Trujillo fue, como lo es casualmente el general Augusto Pinochet, un empedernido heterosexual?”.

Homosexual, ¿y qué?
La homosexualidad es tan normal como la heterosexualidad desde los comienzos de la historia, pero la historia de la persecución homosexual es larga y desgraciada. La hipocresía de unos y la ignorancia de otros han castigado con penas horribles esta orientación sexual, calificándola de vicio, de perversión, de enfermedad contagiosa, de delito social. En general, las religiones monoteístas la persiguen sin compasión, algunas con la muerte, como el Islam, con cadena perpetua, como en la India, o con la amenaza del castigo eterno como los católicos.
Al igual que todas las modalidades artísticas, la literatura cuenta con un sinfín de exponentes cuya orientación sexual difiere a la de la mayoría; algunos de ellos han aportado algunas de las obras más importantes en el mundo de las letras. Es en el s. XIX cuando la literatura asiste al resurgimiento de lo homosexual después de muchos siglos de silencio y condena. Unos escritores lo ocultaron y llegaron a casarse para guardar las apariencias; otros lo manifestaron públicamente y escandalizaron a sus contemporáneos saliendo del armario. No es de extrañar que muchos de ellos cayesen en el alcoholismo y la adicción a las drogas (doblemente malditos) o buscasen la salida del suicidio.

“Homosexual, ¿y qué…? “fue la respuesta que en carta pública leyera el afamado escritor inglés Oscar Wilde en el más sonado proceso judicial del siglo XIX. Toda la clase media de la Inglaterra victoriana estaba escandalizada por su conducta. Wilde, quien había mantenido una íntima amistad con lord Alfred Douglas, resultó acusado de sodomía por el padre de éste, el marqués de Queensberry. Se le declaró culpable en el juicio, celebrado en mayo de 1895, y fue condenado a dos años de trabajos forzosos.
En cualquier caso, la identidad sexual de los escritores no condiciona ni la calidad ni el éxito de su obra, que es en definitiva lo que tenemos que analizar en nuestras clases, como expresa Michael Cunningham: «Ante todo soy un escritor y no un escritor gay».
Ante la pregunta si conviene aludir a la condición sexual de los escritores, creo sinceramente que sí para acabar con el silencio y la marginación, con las risas y el nerviosismo de algunos, porque muchos homosexuales, algunos de ellos alumnos nuestros, todavía ahora, están obligados al fingimiento y a la simulación para no ser discriminados tanto en la escuela, como en la familia y en el trabajo. Esta es una forma de educar en valores en una sociedad democrática y es una forma más de acercar la literatura a la vida.

Una actividad didáctica: ¿Importa ser homosexual?
Qué tontería, estarás pensando...! Claro, ahora no importa nada, o al menos no debería importar, aunque a veces sí; aún hoy hay homosexuales que sufren por el hecho de serlo, a pesar de las fiestas del orgullo gay etc. Pues imagina lo que significaba ser homosexual antes de la Guerra Civil... Abajo hay una fotografía de tres grandísimos poetas de la Generación del 27. Te los presento:
· el primero, por la izquierda es Vicente Aleixandre, poeta, Premio Nobel y homosexual
· el segundo Luis Cernuda, poeta de una gran sensibilidad y homosexual
· el último es Federico García Lorca, poeta, pintor, dramaturgo asesinado en la Guerra civil y homosexual.


Los tres sufrieron mucho a causa de su homosexualidad... Vuelvo a hacer la pregunta ¿ser homosexual importa?
Si se sufre por ello, claro que sí.
¿Es justo que la sociedad haga sufrir a una persona por el hecho de ser homosexual?

Mi modesta propuesta:
-Lectura del fragmento (Pág 143), del libro de memorias El olvido que seremos de Héctor Abad Faciolince, donde, ante las dudas de ser homosexual, el padre tranquiliza a su hijo:
“Y ante todo me quiso aclarar que, de ser así, eso tampoco tendría ninguna importancia, siempre y cuando yo escogiera aquello que me hiciera feliz, lo que mis inclinaciones más hondas me indicaran, porque uno no debía contradecir a la naturaleza con la que hubiera nacido, fuera la que fuera, y ser homosexual o heterosexual era lo mismo que ser diestro o zurdo, solo que los zurdos eran un poco menos numerosos que los diestros, y que el único problema, aunque llevadero, que podría tener en caso de que me definiera como homosexual, sería un poco de discriminación social, en un medio tan obtuso como el nuestro, pero que también eso podía manejarse con dosis parejas de indiferencia y orgullo, de discreción y escándalo, y sobre todo con sentido del humor, porque lo peor en la vida es no ser lo que uno es, y esto último me lo dijo con un énfasis y un acento que le salían como de un fondo muy hondo de su conciencia, y advirtiéndome que en todo caso lo más grave, siempre, lo más devastador para la personalidad eran la simulación o el disimulo, esos males simétricos que consisten aparentar lo que no se es o esconder lo que se es, recetas ambas seguras para la infelicidad y también para el mal gusto".
- Lectura y comentario en clase de Para objetos solamente de Mario Benedetti.
-Explicar las ideas de Platón sobre la sexualidad.
-Interesante entrevista Óscar Espirita: De “niño marica” a “adolescente maricón”
- Lectura de Máscaras, de Padura
- Lectura de Reflexiones de un profesor gay fuera del armarioEste artículo está publicado en el número 460 (octubre 2015) de la revista Cuadernos de Pedagogía por Carlos Javier Herrero Canencia


Nómina de escritores
La lista más amplia está en la Wikipedia y en el enlace: http://uthopie.chez.com/amantes/listamantes.htm
Pero me temo que ni están todos los que son, ni lo son todos los que están (hoy, 27 de marzo, he leído en la prensa que en una nueva biografía de Pessoa se afirma que era homosexual). Muchas de las mujeres que aparecen aquí, lo están por pertenecer a círculos feministas, confundiendo una vez más feminismo con lesbianismo. Además muchos escritores fueron bisexuales. Recojo los nombres de los que me parecen más significativos.

1. Escritores de habla hispana que no han ocultado su identidad sexual
Álvaro Pombo
Antonio de Hoyos y Vinent
Antonio Gala
Eduardo Mendicutti
Emilio Prados
Federico García Lorca
Francisco Brines
Francisco Nieva
Jacinto Benavente
Jaime Bayly
Jaime Gil de Biedma
José Lezama Lima
Juan Gil-Albert
Juan Goytisolo
Leopoldo Alas,
Luis Antonio de Villena
Luis Cernuda
Manuel Altolaguirre
Manuel Puig
Múgica Laínez
Reinaldo Arenas
Severo Sarduy
Terenci Moix
Vicente Aleixandre
Rafael Chirbes

Autores extranjeros
Allen Ginsberg,
André Gide
D.H. Lawrence
E.M. Foster
Edward Albee
Frank O'Hara
Gore Vidal
Grahan Green
Hans Christian Andersen
Hernry James
James Baldwin
James Barrie
Jean Genet
Joe Orton
John Cheever
Kavafis
Marcel Proust
Melville
Mishima,
Monroe Wheeler
Oscar wilde
Saki
Pier Giorgio Tondelli
Rimbaud
Tennessee Williams
Tom Wolfe
Thomas Mann
Truman Capote
Verlaine
Evelyn Waugh
W. H. Auden
Walt Whitman
Williams Burroughs


Escritoras de habla hispana
Sor Juana Inés de la Cruz, México, (siglo XVI). Monja que escribió poesía, ensayo y teatro. Se dice que estuvo enamorada de la virreina a la cual dedicó poemas de amor. El grupo lésbico mas importante de México se llama "El Closet de Sor Juana".
Ana María Moix
Ana María Sagi
Andrea Luca
Carmen Conde,
Carmen Laforet
Cristina Peri Rossi
Gabriela Mistral
Gloria Fuertes
Irene Polo
Lola Van Guardia
Lucía Sánchez Saornil
Maria Mercè Marçal
Tórtola Valencia
Victorina Durán

Escritoras extranjeras
Carson McCullers
Djuna Barnes
Dolly Wilde
Gertrudis Stein Jane Bowles
M. Yourcenar
Mary Renault
Patricia Highsmith
Renée Vivien
Sara Waters
Susan Sontang
Virginia Wolf
Vita Sackville-west

Para saber más:

http://www.foro-cualquiera.com/sexualidad/92647-lista-gay-s-latinos-famosos.html
http://www.tiempodehoy.com/default.asp?idpublicacio_PK=50&idioma=CAS&idnoticia_PK=51343&idseccio_PK=612&h=080620
La homosexualidad en la historia de España: de Adriano a Lorca
http://www.islaternura.com/APLAYA/HOMOenHISTORIA/HomoHistoria2008/Espania/Homosexualidad%20Espana%20Adriano%20a%20Lorca.htm
Literatura de la homosexualidad http://perso.gratisweb.com/HomosexualNorteamerica/cultura/literaturadelahomosexualidad/index.html

domingo, 2 de enero de 2011

Escritores alcohólicos y adictos


Resultado de imagen de escritores alcoholicos y adictos bloggelesInternet es una inmensa tela de araña o madeja de tejer donde empiezas por un cabo y tirando, tirando, te vas encontrando con otros nudos. Empecé con la lista de escritores suicidas y he terminado por la de los adictos a todo tipo de sustancias, sobre todo al alcohol. La conclusión del primer artículo El club de los escritores suicidas era que los escritores se suicidan tanto como el resto de los mortales, solo que su muerte no pasa desapercibida, porque ellos mismos o sus biógrafos nos lo cuentan. De la misma manera, hay una irresistible y, a veces, incurable atracción a las drogas entre los escritores. Paralelamente a la definición del hombre como bípedo implume, con sed de ser eterno, podríamos acuñar la del escritor de pluma insaciable, con sed de beber para vivir o para morir. No es mi intención hacer apología de la drogadicción, ni un resumen de sus nefastas consecuencias; sólo pretendo informar de las relaciones entre las drogas y la literatura mostrando una galería de ilustres alcohólicos a los que les vendría bien el siguiente epitafio: Murió de haber bebido y de haber vivido; murió de sed y de ser.

La sociedad siempre ha sido ambigua al tratar los temas del alcohol y las drogas. El consumo no está bien visto, pero se tolera. A ninguno nos extraña que la mayoría de nuestra juventud dedique los fines de semana a beber o a ponerse ciegos de cualquier sustancia. Pues bien, la indulgencia es todavía mayor cuando se trata de artistas, de tal manera que la droga, el don de la ebriedad, se convierte en un ritual para el poeta, en un camino hacia sus infiernos y hacia sus paraísos. Muchos escritores nos dieron su opinión sobre su consumo; otros, en cambio, ocultaron el efecto de las drogas en su imaginación y en su vida. Tenemos que tener en cuenta que hasta 1912 no se establece la restricción en el empleo y tráfico de opio, morfina y cocaína, y es a partir de esa fecha cuando empieza la marginalidad en su uso.
La relación fructífera entre alcohol y literatura, la que ha producido textos literarios de incuestionable calidad, es más bien nueva en términos históricos, pese a que ambos caminan de la mano desde Homero y la Biblia. En todas las civilizaciones, desde la asiria hasta la actual del siglo XXI, el ser humano ha consumido todo tipo de drogas por distintos motivos: religiosos, rituales, medicinales, hábitos o costumbres, por distracción, hedonismo, etc. Las drogas se utilizaron fundamentalmente contra el dolor y para morir, para conseguir una búsqueda espiritual y como una forma de evasión. Su prohibición siempre ha producido más sed.

Confieso que he bebido
La revista Life presentó un interesante reportaje fotográfico famosos escritores, reconocidos alcohólicos y adictos:
Charles Baudelaire (1821 - 1867): Absinthe, Booze, Opium
Dorothy Parker (1893 - 1967): Alcohol
Philip K. Dick (1928 - 1982): Amphetamines
Elizabeth Barrett Browning (1806 - 1861): Opium
Ernest Hemingway (1899 - 1961): Booze
William S. Burroughs (1914 - 1997): Heroin
Brendan Behan (1923 - 1964): Alcohol
James Baldwin (1924 - 1987): Alcohol
Edna St. Vincent Millay (1892 - 1950): Alcohol
William Faulkner (1897 - 1962): Alcohol
Tennessee Williams (1911 - 1983): Alcohol, Amphetamine, Barbiturates
Françoise Sagan (1935 - 2004): Alcohol, Lots of Drugs
Scott Fitzgerald (1896 - 1940): Alcohol
Jack Kerouac (1922 - 1969): Alcohol
Ambrose Bierce (1842 - 1914), Alcohol
Sir Kingsley Amis (1922 - 1995): Alcohol
Jack London (1876 - 1916): Alcohol
Sinclair Lewis (1885-1951): Alcohol
Hunter S. Thompson (1937 - 2005): Everything
Anne Sexton (1928 - 1974): Alcohol, Drugs
Norman Mailer (1923 - 2007): Alcohol
Edgar Allan Poe (1809 - 1849): Alcohol
Dylan Thomas (1914 - 1953): Alcohol
Louisa May Alcott (1832 - 1888): Opium
Paul Verlaine (1844 - 1896): Alcohol, Absinthe, Drugs
Dashiell Hammett (1894 - 1961): Alcohol
Ayn Rand (1905 - 1982): Speed/Dexedrine
John Cheever (1912 - 1982): Alcohol, Various Drugs
P. Donleavy (1926 - ): Alcohol
Elinor Wylie (1885 - 1928): Alcohol
Jean Cocteau (1889 - 1963): Opium
Arthur Koestler (1905 - 1983): Alcohol
John Steinbeck (1902 - 1968): Alcohol
James Agee (1909 - 1955): Alcohol
William Styron (1925 - 2006): Alcohol
Charles Bukowski (1920 - 1994): Alcohol
Eugene O'Neill (1888 - 1953): Alcohol
Stephen King (1947 - present): Booze, Cocaine, Prescription Meds
O. Henry (1862 - 1910): Alcohol
Malcolm Lowry (1909 - 1957)
Gregory Corso (1930 - 2001): Alcohol, Heroin
Truman Capote (1924 - 1984): Booze, Various Drugs
Flann O'Brien (b. Brian O'Nolan, 1911 - 1966): Alcohol
Richard Brautigan (1935 - 1984): Alcohol
Raymond Chandler (1888 - 1959): Booze
John Berryman (1914 - 1972): Alcohol, Various Drugs
Me ha sorprendido, sobre todo, ver a Louise May Alcott, consumidora de opio y autora de la edificante novela Mujercitas. Y a Stephen King que era adicto al tabaco, el alcohol, la cocaína, tranquilizantes e incluso el jarabe para la tos; asegura que hay partes de Cujo que no recuerda haber escrito y que muchos días tenía que escribir con tapones en la nariz de los sangrados brutales que tenía.
Estas son algunas de las opiniones más destacables de esta lista de autores:
"Solo bebo en dos circunstancias: cuanto tengo sed y cuando no la tengo" Brendan Behan
"Estar siempre borracho... Emborracharse combativamente. Simplemente emborracharse." Charles Baudelaire
"Soy católico y no puedo suicidarme, pero mis planes son beber hasta la muerte" Jack Kerouac
"Soy alcohólico. Soy adicto a las drogas. Soy homosexual. Soy un genio." Truman Capote
"El alcohol es como el amor. El primer beso es mágico, el segundo es íntimo, el tercero es rutina. Después desnudas a la chica." Raymond Chandler.

Un poco de historia: Días de vino y rosas
Catulo, poeta y borracho declarado, cantaba las glorias del vino pero también se burlaba del alcoholismo de sus contemporáneos, y de sí mismo, en el siglo I de nuestra era. Del poeta chino Li Pai (701-762) , el mayor poeta romántico de la dinastía Tang.Li Bai, se dice que murió ahogado en el río Yangzi, habiendo caído de su bote al intentar abrazar el reflejo de la luna, estando bajo los efectos del alcohol.
El vino fue inseparable del dramaturgo Lope de Vega. También del poeta Francisco de Quevedo y del siglo de oro español en general. En la saga de El Capitán Alatriste, Arturo Pérez-Reverte rinde homenaje a Lope de Vega mostrándolo como espadachín, borracho y mujeriego en un ambiente de sucios mesones donde fluye el vino.

Romanticismo
Sabemos que Coleridge era adicto al opio para paliar los dolores de sus enfermedades, su famoso poema Kublai Kan (1798) lleno de imágenes extrañas y oníricas se lo inspiró un sueño inducido por el opio.
Otro gran escritor, Edgar Allan Poe (1809 -1849), nacido en Boston, EE.UU., sufrió desde muy joven graves depresiones, y la botella se convirtió en el catalizador de sus penas. En 1849 se le encontró tirado en la calle frente a una taberna en un estado de delirum tremens.
Pero, los primeros acercamientos realmente productivos e interesantes entre droga y literatura se dan a finales siglo XIX, de la mano de autores como Baudelaire, Swinburne, Verlaine, o Thomas de Quincey (con sus Confesiones de un Comedor Inglés de Opio, 1821,) -y por supuesto, los maestros rusos como Dostoyevski y sus contemporáneos-, quienes veían en el alcohol –y, por extensión, en las drogas- una manera de expandir el horizonte creativo del autor, derribando los límites impuestos por la razón y entregándole una libertad creativa aún sin explorar y probablemente, muy fructífera. Para ellos, la creatividad florecía por completo cuando las constricciones que inhibían la vida diaria eran barridas por el efecto del alcohol, abriendo las ventanas del alma.
Charles Baudelaire (1821 – 186) escandalizó durante su juventud a su familia por su estilo de vida bohemio, sumado al excesivo consumo de drogas y frecuentes visitas a prostíbulos parisinos, donde contrajo sífilis. Conocido por sus obras Las flores del mal y Los paraísos artificiales, escribió:«Nada puede igualar, oh botella profunda, / el penetrante bálsamo que tu panza fecunda / guarda para el poeta de las piadosas voces».
El alcohol se sirvió con abundancia bajo la forma de champaña en las fiestas en las cuales dilapidó su fortuna Alejandro Dumas y con moderación en las escasas visitas que recibió Marcel Proust, un autor que vivió de noche y durmió de día.

La leyenda del santo bebedor
El libro fue escrito por el novelista austríaco de origen judío Moses Josep Roth. El protagonista, Andreas, es un hombre sin futuro, sin dinero y dependiente del alcohol, pero orgulloso y digno. Un día que anda desesperado, encuentra a un hombre que le regala 100 francos, él promete devolverlos, dejándolos en el cepillo de una iglesia. La vida dará vueltas y siempre que va a devolverlos ocurre una circunstancia (casi siempre alcohólica) que lo impide. Y así será un día tras otro, parece imposible que pueda poder devolver aquel dinero.
Muchos nombran este libro como el testamento de Joseph Roth, una pintura de su vida: la imposibilidad de vivir la culpa manteniendo el ideal. En él refleja su vida en París; hoteles de mala muerte, pobreza, préstamos, alcohol - mucho alcohol-, amigas esporádicas, amigos eternos y aprovechados. El deambular por las esquinas, por los bares, vivir el momento donde nada se deja para el pasado porque nada hay del pasado; donde no tiene, no conserva ni siquiera un poco: lo que pide prestado lo da o lo gasta. Roth Tras sufrir un desvanecimiento, agravado por un ataque de delirium en el bar del hotel, fue internado en un hospital de París donde falleció el 27 de mayo de 1939. Contrariamente a lo que afirman las escuetas notas biográficas en algunas ediciones de sus libros en español, no se suicidó a la entrada de los nazis en Francia. Su último libro se cierra con una frase que no se cumplió: "Que Dios nos dé a todos nosotros, bebedores, tan liviana y hermosa muerte".

Norteamérica: la generación perdida y la Generación Beat
El alcohol se quedó para siempre “en la sangre” de los escritores norteamericanos. De sus 7 premios Nóbel, 5 de ellos eran alcohólicos (Sinclair Lewis, Eugene O’neill, Wiliam Faulkner, Ernest Hemingway y John Steinbeck). Otros autores como: Jack London, F. S. Fitzgerald, Hart Crane, Thomas Wolfe, Dashiell Hammett, Djuna Barnes, Tennessee Williams, Carson McCullers, John Cheever, Truman Capote, Raymond Carver, Robert Lowell, etc.. creyeron que la forma correcta de acercarse a las “musas” era bebiendo constantemente. La llamada “Generación Pérdida” (the Lost Generation, 1909-1921), se conoció como la “Generación Húmeda o Mojada” (the Wet Generation). Las ideas y actitudes “modernas” de sus personajes, hicieron que el “beber mucho” fuera un signo de estilo, lo que creo una asociación entre lo moderno y el alcohol en el inconsciente colectivo. Ellos crearon una literatura que se definió como “la retórica auténtica del verdadero borracho, sus oscuridades e ironías, su tristeza universal.”
Aldous Huxley (1894 – 1963) autor de la novela Un mundo feliz en la década de los 50descubre el uso de las sustancias psicodélicas (mezcalina, LSD, psilocibina) lo que lo llevan a escribir las novelas Cielo e infierno y Las puertas de la percepción (la cual sirvió de inspiración para el nombre de la banda "The doors").
A partir de Octubre de 1955, recuperarán la idea original de utilizarlas como forma de expandir la conciencia, retomando su concepción originaria: alcohol y las drogas, eran ahora, canales con los que también podía llegarse al conocimiento de las cosas. En esa fecha, en San Francisco, Allen Ginsberg leerá por primera vez Howl (Aullido) y nace el movimiento beat con Kerouac y Neal Cassidy. Todos fumaban marihuana o volaban con benzedrina. Mezclaban alcohol, drogas y cigarrillos. Los beats no escribirán sobre las drogas. Se drogan, escriben y punto. En cambio, la obra de William Burroughs (1914 – 1997) tiene una importante carga autobiográfica, y en ella se plasma su adicción a diversas sustancias, como la heroína. La experimentación, el surrealismo y la sátira constituyen, además, algunos de los elementos más destacados de sus novelas. Una de las ultimas apariciones de Burroughs el video clip The last night on earth de la banda irlandesa U2, donde realiza un pequeño personaje.
También era aficionado al alcohol Vladímir Nabókov, un escritor de origen ruso, nacionalizado estadounidense. Se hizo internacionalmente famoso con su novela , Lolita (1955), un retrato de la sociedad americana a través de la metáfora del viaje, en cuyo trama un hombre de mediana edad se enamora y sostiene una relación con una adolescente.
El proceso de autodestrucción de un alcohólico lo narra muy bien John O'Brien, autor de Leaving Las Vegas (1990).

Ingleses e irlandeses

El irlandés James Joyce también era adicto al whisky y Samuel Beckett, quien fue su secretario por un tiempo, heredó su gusto por el preciado líquido. Lawrence Durrell, autor del Cuarteto de Alejandría que, pese a su conocida capacidad para absorber alcohol, era capaz de componer y dejar lista para la imprenta una novela en siete semanas de trabajo.
Graham Greene es otro autor inglés que podía recoger información para sus documentadas novelas sin apearse de la botella. Malcolm Lowry (1909-1957) retrata de una manera lírica, objetiva e intensa las miserias y desdichas del alcoholismo, en la medida en que, para él, la literatura no era sino un espejo que le devolvía su propio reflejo. Bajo el Volcán (1947), su obra maestra, es el resultado de su larga experiencia como borracho. Fue quien escribió: “Nuestro ideal de vida contiene una taberna”.

 Dylan Thomas, que desde joven (17 años) cogió el hábito que lo llevaría a la muerte. Bebía muchísimo, como buen galés, para evitar el aburrimiento y la rutina que le perseguía como mal endémico; como se puede ver en “Un Sábado Caliente” de Retrato del Artista Cachorro. Sin embargo, D. Thomas siempre escribió sobrio y su relación con el alcohol no pasa por la literatura, Murió de una crisis etílica después de ingerir 18 whiskies.
Patrick Hamilton (1904 - 1962) murió de cirrosis hepática y fracaso renal agudo provocados por los estragos del alcohol en su organismo.

No es fácil encontrar una imagen de Kingsley Amis en la que no aparezca cerca de una botella o con un vaso en la mano. Un hombre imprevisible que resume su existencia en vivir como uno quiere, contra quien sea. Le gustaba decir: «Llevo mis pecados conmigo, nadie puede perdonarlos». Por algo es autor de uno de los libros esenciales del etilismo: Sobrebeber.

Dejo para otra entrada a los escritores hispanoamericanos y españoles. Para abrir boca consultad el siguiente enlace:
http://escritores.wordpress.com/2008/04/08/drogas-y-literatura-articulo-de-ediciones-amargord-sobre-su-nuevo-libro-el-paraiso-de-los-escritores-ebrios-de-marta-herrero-gil/

Para saber más:
-Baudelaire: el artista moderno y las drogas
http://www.babab.com/no23/baudelaire.php

-¿Por qué beben los escritores? Olivia Laing sigue los pasos de seis autores alcohólicos (John Berryman, Raymond Carver, John Cheever, F. Scott Fitzgerald, Ernest Hemingway y Tennessee Williams) en busca del nexo misterioso entre literatura y bebida en el libro 'El viaje a Echo Spring'. Echo Spring» es el nombre con el que el personaje de Brick, en la conocida obra de Williams La gata sobre el tejado de zinc, bautiza al armario donde se guarda el licor en la mansión.
Cinco escritores que no hubieran sido lo que fueron siendo abstemios, Entrevista a Carlos Mayoral, autor de Etílico


Recomiendo la lectura del relato breve Morfina (1926) del escritor y médico Bulgákov que da testimonio de la adicción que sufrió para paliar su dolor crónico motivado por las heridas que había recibido en la Gran Guerra. Escrita con una precisión admirable y, por supuesto, sin recrearse en moralejas ni tampoco en dramatismos innecesarios —más que suficiente es la descripción del laberinto en que, poco a poco, se va internando el protagonista— en Morfina podemos ver, quizás por primera vez formuladas, muchas de las reacciones que hoy se han vuelto recurrentes a la hora de caracterizar a un adicto a las drogas, pero que entonces eran sorprendentes y deslumbrantes por lo nuevas, por lo sinceras, por lo directas: el cargo de conciencia, la promesa continua de dejarlo, el autoengaño…
Drogadictos, un libro que reúne relatos de 12 autores españoles y latinoamericanos sobre el tema de las adicciones (Marta Sanz, Mi vida con el lorazepam).