jueves, 6 de julio de 2017

Podotecología estética o historia del calzado, Pérez de Ayala

Gracias a una amena charla con Alipio Hernández, colega, asturiano de pro y fabulista, me he acercado a la novela de Pérez de Ayala Belarmino y Apolonio (1921). Confieso que solo había leído del autor A.M.D.G, novela más realista donde el autor plasma sus recuerdos en un internado jesuita, y fragmentos de Tigre Juan. Pero lo que me terminó de decidir por su lectura, además de la labia de mi querido amigo y el prestigio del olvidado autor, es que contaba la historia de dos zapateros de Pilares (Oviedo), tema que me interesa porque la familia de mi padre se dedicó casi cuatro generaciones a ese oficio. Por esa misma fecha en Villena (Alicante), mi bisabuelo Trinidad Caturla, dejando atrás la confección artesanal, llevaba unos años incorporando máquinas para la confección del calzado.

Einstein y Pérez de Ayala (1923)
La trama argumental relata la rivalidad entre los dos zapateros que dan nombre a la novela -uno, disparatadamente gongorino; el otro, dramaturgo aficionado-, y el romance quebrado que mantienen la hija adoptiva del primero, Angustias, y el hijo del segundo, el seminarista Pedro (o Guillén). La novela presenta una extraña estructura narrativa cuajada de desordenadas narraciones, algunas rallando en el ridículo del folletín; varios narradores; varios tiempos; sesudos y absurdos diálogos de múltiples personajes que son presentados con las técnicas degradantes del esperpento; citas de autores clásicos y religiosos; utilización de distintos registros, junto con vocabulario inventado, latinismos y términos del bable. Estamos, pues, ante una novela ensayo (casi una nivola), cargada de ironía, pedantería y pintoresca erudición, ejemplo de intertextualidad. No en vano, Andrés Amorós la llamaba novela intelectual.
El comienzo es inigualable con el Elogio a la casa de huéspedes del personaje de don Amaranto  que merece un lugar destacado en cualquier antología como muestra del estilo de Pérez de Ayala. Ahora que se están celebrando oposiciones para enseñanza, me quedé con este comentario “En España se conceden las cátedras por amistad, parentesco o bandería, antes que por mérito; de donde se aprende más y mejor de los opositores que de los mismos catedráticos”.
Respecto al tema del calzado, en La busca de Baroja, ya aparecían dos zapateros rivales y un letrero sobre un local de reparación: «A la regeneración del calzado», frase que evoca el siguiente comentario del autor: «El historiógrafo del porvenir seguramente encontrará en este letrero una prueba de lo extendido que estuvo en algunas épocas cierta idea de regeneración nacional, y no le asombrará que esta idea, que comenzó por querer reformar y regenerar la Constitución y la raza española, concluyera, en la muestra de una tienda de un rincón de los barrios bajos donde lo único que se hacía era reformar y regenerar el calzado». Pérez de Ayala ensancha esta breve idea para que sea una representación hiperbólica no sólo los males de España, sino también de la locura humana en general, empeñada en entender el sentido de la vida por medio de la filosofía y de la literatura.
Destaco la exquisita descripción del taller de Belarmino, remendón de portal, filósofo de pacotilla, creador de un lenguaje propio (no se conforma con el significado usual e inventa otro en consonancia con la fonética o con lo que le sugiere a él y que resulta indescifrable), en su cuchitril-caverna, tan concurrido como la escuela de un filósofo de la antigüedad:
“El menaje profesional de Belarmino se reducía a los más indispensables utensilios de zapatería, de los cuales don Restituto le había hecho graciosa donación: unas pinzas, un rebote de correderas, una gubia, un desborrador americano, un rodillo de picar, un sacabocados, varias leznas y un torno de montar con horma de hierro. El torno era remedo y trasunto fiel de un caballejo; recordaba a Clavileño, si bien de correspondencia equina más semejante que la volátil cabalgadura del manchego. El tronco era realmente un tronco, un leño robusto, asentado sobre cuatro patas, más ancho por la grupa que por los pechos, y sobre ellos se levantaba una tabla ancha y delgada, a manera de cuello, en donde encajaba, con juego articulado y la planta hacia arriba, una horma de hierro, que vista de perfil era enteramente una cabeza de caballo. Montado sobre este diminuto caballete, Belarmino se pasaba la vida".
Apolonio, en cambio, regentaba un lujoso establecimiento con buenos parroquianos pero sin público. He aquí su disparatada disertación sobre «Podotecología* estética, o historia del calzado artístico» (capítulo 5):
“Por lo pronto, soy un maestro artista en zapatería. Mi clientela alaba, en el calzado que yo hago, la resistencia y flexibilidad del asiento, lo suave y duradero del material, lo cómodo y bien conformado del corte; y por eso, nada más que por eso, me pagan bien. Pero las dichas cualidades son secundarias. Un zapato, un brodequín, un botito son obras de arte. ¿Y quién aquí, salvo contadas excepciones, sabe apreciar el calzado como una obra de arte? ¿Quién aquí concede al calzado la enorme importancia que tiene? Se imaginan que el calzado sólo sirve para cubrir el pie, resguardarlo de la humedad, por temor a los reumas, y evitar que se lastime sobre el mal piso; todo lo que piden al calzado es que no críe callo. Pues si el calzado no cumple otro fin más que ése, mejor sería que los hombres echasen casco o pezuña, lo cual se conseguiría fácilmente por procedimientos científicos. Y no es que yo me refiera a esta localidad. Hablo, en general, de toda España. Un amigo mío muy erudito, Valeiro, estudiante compostelano, me contaba haber leído en un libro de un Fray no sé cuántos Guevara, obispo en alguna diócesis de Galicia, que los españoles, en los tiempos del gran Carlos V, cuando el tal obispo escribía, andaban en zancos por las calles, a causa de los lodos. ¡Qué barbaridad! Pues, ¿qué? ¿No se usan todavía en nuestra península almadreñas, zuecos, abarcas y las asquerosas alpargatas? ¡Qué poco dice esto en pro de la cultura de los españoles, y cuánto de su salvajismo! Para mí la alpargata es un insulto a la divinidad, una blasfemia, porque es negar y desconocer la obra más perfecta de Dios, o sea el pie humano. ¿Por qué es el hombre superior al mono y a todos los demás animales? Porque es el único que tiene pies, lo que se dice verdaderos pies. Si el pie fuera menos humano y noble que la mano, los hombres tendrían cuatro manos y los monos tendrían cuatro pies, y no que tienen cuatro manos. Por no ver mujeres con almadreñas preferiría vivir entre chinos, porque al menos los chinos conceden al pie de las mujeres más importancia que a ninguna otra parte del cuerpo”. 
“En lo que yo insisto es en que, como español, me abochorno de que los españoles no hayamos contribuído con ninguna invención al progreso del calzado. No hay una ciencia y un arte zapateriles propiamente españoles. No habrá oído usted decir punta a la madrileña, tacón Isabel II o hechura española, como se dice punta a la florentina, zapato Richelieu, tacón Luis XV, hechura inglesa”.
“No se me hace justicia. Ni como zapatero, y no digamos como poeta dramático. En lo que yo insisto es en que, como español, me abochorno de que los españoles no hayamos contribuido con ninguna invención al progreso del calzado. No hay una ciencia y un arte zapateriles propiamente españoles. No habrá oído usted decir punta a la madrileña, tacón Isabel II o hechura española, como se dice punta a la florentina, zapato Richelieu, tacón Luis XV, hechura inglesa. Todos los filósofos son unos farsantes, charlatanes de feria. ¿Para qué sirve la filosofía? Ya lo dijo Saquespeare--pronunciado así--: «la filosofía no sirve ni para curar un dolor de muelas».
 Debo confesar que a pesar de tener innumerables aciertos y de hacerme reír varias veces, me ha resultado dura de leer, tanto como comer dos tocinos de cielo seguidos, porque tanto azúcar y prodigio de erudición acaban empachando al desocupado lector.

* Así aparece en el epub que he consultado.

https://elblogdeacebedo.blogspot.com.es/2013/10/ramon-perez-de-ayala-fernandez-del.html

miércoles, 5 de julio de 2017

Tintorería/Lutos en el día

He pasado unos días en Alicante disfrutando sus playas, todavía no invadidas por los madrileños, y en un barrio periférico he encontrado una tintorería moderna que adorna su mostrador con una colección de planchas de hierro y con una pequeña joya: una foto antigua de principios de siglo donde un joven, que recogía la ropa en las casas para teñirla, posa al lado del triciclo con el cajón que lleva el anuncio de la tintorería Masip y el eslogan "Lutos en el día". Lo curioso es que el apellido catalán Masip equivale en castellano a mancebo (aprendiz de un oficio) y viene del latín clásico mancipium (esclavo). Este negocio familiar empezó en Burgos allá por 1910 y se estableció en Alicante en 1971. La cuarta generación volvió al oficio en la crisis, tras haber cerrado en 2011 por jubilación.
Ahora las tintorerías se dedican a la limpieza de la ropa de vestir, pieles, textiles del hogar y alfombras. Pero a principios del siglo XX y, sobre todo, tras la guerra civil, las tintorerías hicieron honor a su nombre. porque para guardar el luto obligatorio por la muerte de un difunto (de uno a tres años según el grado de afinidad). las familias, sobre todo las pobres que apenas contaban con ropa de quita y pon, se veían obligadas a teñirla de negro. La ironía es que esas prendas desteñían al lavarlas, de modo que las vestimentas negras pasaban a ser de un gris desvaído, demostrando que no habían sido compradas para la ocasión sino apañadas para salir del paso. La costumbre del luto estuvo muy arraigada en la vida española, sobre todo en la rural, hasta los finales de los sesenta. ¡Qué alivio que esta imposición social haya desaparecido y que cada uno de nosotros lleve el dolor de la pérdida de un ser querido como quiera!

viernes, 30 de junio de 2017

Manuel Casal, Fiestas del Orgullo LGTBI

Me ha gustado mucho, sobre todo por su claridad, este artículo de mi compañero Manuel Casal, profesor de Filosofía en IES Luis Buñuel de Alcorcón, que también tiene un blog, Casa L (la L simboliza el rincón de la casa en el que se puede hablar de manera amable, racional y crítica de lo que hay), y que ha publicado recientemente En pocas palabras. Aforismos (Playa de Ákaba).

Estamos en plenas fiestas del Orgullo LGTBI. Son, en principio, días de reivindicación para las personas lesbianas, gays, transexuales, bisexuales e intersexuales. No sé si estará del todo claro lo que significan todas estas posibilidades. Lo diremos brevemente.
El sexo es el conjunto de características biológicas que posee el cuerpo de cada persona. Según el sexo, estas se distinguen en hombres y mujeres. El género, en cambio, muestra las actividades sociales que en una cultura y en un momento determinados se les atribuye a los hombres o a las mujeres. Es, por tanto una construcción de la sociedad y puede cambiar con el tiempo. Los géneros son el masculino y el femenino.
De la misma manera que una persona con un cuerpo biológicamente de hombre se puede sentir identificada con el género masculino, o si tiene un cuerpo biológicamente de mujer, se puede identificar con el género femenino, hay personas que, teniendo un cuerpo, por ejemplo, de hombre, se sienten identificadas con el género femenino; y también al contrario, teniendo un cuerpo de mujer, sienten que su identidad de género es masculina. A estas personas se las denomina 'transexuales'. La expresión 'identidad de género' se refiere a la percepción psicológica que una persona tiene de su propio género, que puede coincidir o no con las características sexuales que posee.
La 'orientación sexual' hace referencia a la atracción que una persona siente hacia las otras personas. Si un ser humano siente atracción por quienes tienen su mismo sexo, se habla de una orientación 'homosexual'. En el caso de que ambos sean hombres se les suele denominar 'gays', mientras que si son mujeres se les llama 'lesbianas'. Estos son nombres aceptados comúnmente por la sociedad y por la comunidad científica y no poseen ninguna connotación negativa, por lo que deben usarse en lugar de otros que resultan irrespetuosos para estas personas. Si la orientación sexual es hacia personas del sexo distinto al propio, se habla de 'heterosexualidad'. Cuando alguien siente atracción tanto hacia hombres como hacia mujeres, aunque no sean ambas de la misma intensidad, hablamos de 'bisexualidad'.
La 'intersexualidad', término más actual que el de hermafrodita, que hoy se usa sólo para referirse a animales y plantas, consiste en la disconformidad que puede presentarse en una persona entre su sexo y sus características genitales. Por ejemplo, puede tener ovarios y testículos a la vez, aunque en diferentes grados de desarrollo. Estas personas no son hombres y mujeres al mismo tiempo, cosa que es biológicamente imposible. Son hombres o son mujeres y se sienten hombres o mujeres, pero tienen una alteración meramente biológica más o menos severa.
Si tiene sentido que celebremos las fiestas del Orgullo LGTBI es porque históricamente los hombres han generado un predominio interesado del género masculino y de la orientación heterosexual sobre las mujeres y sobre el resto de posibles orientaciones. El papel secundario que tradicionalmente se ha atribuido a las mujeres y al género femenino y la persecución que han sufrido las personas homosexuales, las bisexuales, las transexuales y las intersexuales son una muestra de este 'patriarcado heterosexual' que no tiene ninguna justificación ni humana ni científica.
Las fiestas del Orgullo LGBTI son las fiestas de la libertad de que cada persona pueda ser lo que realmente es, no lo que quiera nadie que sea. Son las fiestas en las que se reivindica la igualdad de todos los seres humanos para poder desarrollar su vida de la manera que desee, sin que tenga que subordinarse a intereses de una parte de la sociedad que, de espaldas a la ciencia y a un sentido noble de lo humano, quiere imponer a los demás su peculiar forma de entender la realidad. En la medida en que se reivindica en ellas la igualdad de todas las personas en sus derechos, son también unas fiestas feministas. Y para quien aspire a crear un mundo más libre, más igualitario y más humano, son fiestas de todos los ciudadanos.

Recomiendo leer la entrevista de Luz Sánchez Mellado a Beatriz Preciado en El País
No es hombre, ni mujer, ni heterosexual, ni homosexual, ni transexual, dice. Brillante filósofa y ensayista, relata su viaje de niña bien de Burgos a icono del movimiento transgénero".
"La sexualidad es como las lenguas. Todos podemos aprender varias".

Calendario literario (Julio de 2017) de Juan Bautista

Ya tenemos el calendario del mes de julio. El nombre de Gloria Fuertes está en rojo porque se cumple su centenario. 
Como ya sabéis, hay que pinchar en el enlace y, después, debajo de cada escritor para acceder a la información escrita y audiovisual:
El documento de slideshare es solo para consultar o fotocopiar.

jueves, 29 de junio de 2017

El ejército de los sensibles

Nunca me afilié a un partido político, ni a un sindicato, ni siquiera he pertenecido a ningún grupo (excepto al colectivo Hypatia de educación no sexista allá por la transición) como buena seguidora de las teorías marxistas de Groucho ("Nunca pertenecería a un club que admitiera como socio a alguien como yo”).  Aun así, el domingo pasado, después de leer en El Mundo el artículo de Rebeca Yanke,  El ejército de los sensiblesdurante unos minutos pensé en enrolarme en este ejército, después de hacer un test de 22 preguntas que sirve para saber si uno es sensible, altamente sensible o, directamente, una piedra. Más de 1.000 personas, mal calificadas históricamente en la literatura psicológica como personas tímidas o muy introvertidas, han participado en los encuentros que organiza, desde 2015, la Asociación Madrid PAS a través de la plataforma online MeetUp.
Muchos son los rasgos que me unen a estas personas que viven en carne viva; pero somos minoría, como mucho, un batallón, una centuria, un destacamento:
"Lloran a menudo, a veces sin razón aparente -para quien no mira profundo-, empatizan rápido con las personas de su alrededor, saben escuchar, desean ayudar casi constantemente, tienen un marcado sentido de la justicia y una tendencia natural a la observación, a reflexionar antes de hablar, a percibir hasta la información más sutil y relacionar, a gran velocidad, unos datos con otros hasta formarse una imagen global. No es que quieran hacerlo, es que les brota de manera innata".
Me identifico, sobre todo, con las palabras de Luis: "Llevo mal la agresividad y la injusticia, llevo mal el porque sí, el porque lo digo yo. Necesito resguardarme, hacerme un escudo. Una vez sé que algo me daña, en la medida de lo posible, me quito de en medio. Si algo no me aporta nada bueno excepto dejarme dos días hecho polvo, esto significa que debo alejarme de ese entorno o de esa persona. Llevo mal la imposición, el abuso del fuerte al débil, o del jefe sobre el empleado, todo eso me saca de quicio". 

Para saber más: Equilibrio y sensibilidad

sábado, 17 de junio de 2017

Las presidentas (rubias) del Pp de la Comunidad de Madrid

Como no soy de verbo fácil, a veces me gustan más las imágenes que las palabras. Ya lo ha escrito Juan José Millás (¡Con qué pasión se amó!), a mí solo me queda añadir esta otra foto de Cristina Cifuentes en la Asamblea de Madrid después de la moción de censura.



P.D.: Con la llegada de Isabel Díaz Ayuso, morena que tal vez fue rubia de niña, tenemos otra ratita presumida. Las cosas siguen igual, parece tan encantada de conocerse como las anteriores:


Institutos peores que cárceles

En el paseo por los periódicos de toda índole que me doy todas las mañanas, me he encontrado con este reportaje: Esta profesora no entra en una cárcel, sino en un instituto: un día con los valientes que enseñan en las Tres Mil Viviendas sobre el IES Domínguez Ortiz de Sevilla. Un centro de los llamados de educación compensatoria o de difícil desempeño, por la situación de marginalidad que lo rodea, por tener alumnado en situación de desventaja social o procedente de minorías étnicas (el 96% del alumnado es calé). Sin querer, me he acordado del instituto de infausto nombre de Carabanchel en el que estuve dos años. La única diferencia es que los profesores que están en el Domínguez Ortiz lo hacen de forma voluntaria y participan en bolsas específicas para acceder a este tipo de plazas. Hay que ser muy valiente para dar clases en esas condiciones. Quien lo probó lo sabe.  
"La bandera del pueblo gitano ondea junto a la española, la andaluza, la europea y la sevillana sobre la entrada. Desde dentro se ve el exterior a través de unas ventanas con barrotes gruesos. Todo tiene un aspecto carcelario, a pesar de los murales multicolor hechos con cartulinas: puertas de acero con pequeñas ventanas con cristales rotos, vigilancia intensiva en los pasillos, cámaras de seguridad en las esquinas, patadas y puñetazos marcados en las puertezuelas de los despachos. Suenan portazos metálicos. Y gritos, muchos gritos".
Guetos en el instituto http://www.elmundo.es/sociedad/2017/09/06/59afe657268e3e3c018b4769.html