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lunes, 29 de abril de 2024

El tirititero de ayer y de hoy (y 10)


Picasso, familia de saltimbanquis  



No somos ni de aquí ni de allí, somos trotamundos y nos dejamos enamorar por la cultura popular que nos rodea. Contamos historias que creemos que son necesarias. También difundimos una forma de arte que amamos, los títeres.

                                                                      Títeres de Abajo 




Títeres ambulantes

El teatro de títeres o marionetas en la actualidad no tiene nada que ver con la clásica imagen del titiritero solo y ambulante que desempeñaba un oficio antiguo situado en los márgenes sociales, aunque sigue yendo de un sitio a otro, de pueblo en pueblo, de feria en feria o de venta en venta, actuando con distintas habilidades en posadas y en la calle, junto a los saltimbanquis, juglares, trujamanes, bululús… Su nombre ha estado asociado a connotaciones negativas e incluso utilizado como insulto para despreciar el trabajo de los artistas del escenario calificándolos de ‘titiriteros’.
Miguel de Cervantes realizó acerbas críticas en contra de los titiriteros, describiéndolos como gente de poca monta, ruines, haraposos, sin escrúpulos y carentes de moralidad en dos de las Novelas ejemplares, El licenciado Vidriera y El coloquio de los perros. Sin embargo, la fascinación de don Quijote ante el retablo de maese Pedro ha dejado mella en toda una serie de artistas y directores de escena que han ido creando y recreando un nutrido repertorio escénico inspirado en obras cervantinas adaptadas al teatro de marionetas.
Más benevolente se muestra el ilustrado G. Melchor de Jovellanos (1744-1811) por lo que se desprende de la lectura del escrito Memoria para el arreglo de la policía de los espectáculos y diversiones públicas y sobre su origen en España. Los considera indecentes y groseros. Propone purgarlos para que el pueblo pueda seguir entreteniéndose con ellos. Jovellanos expresa la oposición entre los espectáculos rudimentarios sin valor estético que satisfacían los gustos ordinarios del pueblo y las representaciones estilizadas en los salones, donde las figuras mecánicas y los efectos ópticos podían ofrecer, en cambio, un interés pedagógico muy apreciable y útil para el público:

«Acaso fuera mejor desterrar enteramente de nuestra escena un género expuesto de suyo a la corrupción y a la bajeza, e incapaz de instruir y elevar el ánimo de los ciudadanos. Acaso deberían desaparecer los títeres y matachines, los payasos, arlequines y graciosos del baile de cuerda, las linternas mágicas y totilimundis y otras invenciones que, aunque inocentes en sí, están depravadas y corrompidas por sus torpes accidentes. Porque ¿de qué serviría que en el teatro se oigan sólo ejemplos y documentos de virtud y honestidad, si entre tanto, levantando su púlpito en medio de una plaza, predica don Cristóbal de Polichinilea su lúbrica doctrina a un pueblo entero, que, con la boca abierta, oye sus indecentes groserías? Mas si pareciese duro privar al pueblo de estos entretenimientos, que por baratos y sencillos son peculiarmente suyos, púrguense a lo menos de cuanto puede dañarlo y abatirlo».



Carlos Converso describe muy bien al titiritero en El unipersonal de títeres (2021).

He aquí la clásica imagen del titiritero ambulante cargando su maleta y un fajo de palos con los que arma su retablo. Representado en la atinada expresión: “..con el teatro al hombro”, o aquella otra en palabras de Javier Villafañe: “el teatro que camina”, o la de los actores contemporáneos que dicen: “el teatro de maleta”.
La imagen del titiritero ambulante podemos, al menos en occidente, rastrearla en la juglaría medieval y en el teatro renacentista; en la búsqueda de una audiencia, innumerables y diversos han sido los espacios, lugares y rincones que ocupaban para montar su tinglado. A veces simplemente valiéndose de una cuerda atada entre dos árboles con una manta encima, o una capa de gran tamaño que servía para ocultar al titiritero (el Bululú), o bien los muchos y variados retablos concebidos para instalarse en áreas reducidas y en las más diversas condiciones espaciales y sonoras. Después se rompió la convención del titiritero ocultoprimero tímidamente luego con total osadía y desenfado para convertirse en el hombre orquesta, el gran demiurgo creador de sentidos. Así uno de los ejes centrales de la forma unipersonal es el titiritero-actor cumpliendo funciones de animador, narrador, actor y eventualmente cantante o músico.
En un resumen rápido entonces, tenemos un titiritero, solo e itinerante, llevando a cuestas su teatro que se reducía en lo posible a pocos elementos para dar la viabilidad de presentarse prácticamente en cualquier espacio, en un formato donde el titiritero está oculto en el interior del retablo y las historias son representadas en la técnica de títeres de guante.

Relación del titiritero con el circo: Félix Malleu  

Félix Malleu

En la exposición del Museo ABC La jaula de los monos encontré un "mono" de  Medina Vera que acompañaba al artículo de Luis Gabaldón El titiritero ambulante (Blanco y Negro,1904), donde se hacía un retrato muy realista de un acróbata o saltimbanqui que nada tiene que ver con los idealistas que pintaron otros artistas plásticos como Georges Seurat, Joan Miró, Paul Klee o Picasso. La Wikipedia vino en mi ayuda explicándome el nexo entre disciplinas en principio tan diferentes como los títeres y el circo. Hay razones históricas que ejemplifican un punto de origen compartido en las barracas de feria, además de la acumulación de oficios de los artistas nómadas, algunos de los cuales podían ser acróbatas o domadores durante su juventud y titiriteros al hacerse mayores, como el caso de Félix Malleu, domador de leones con fama internacional, que acabó arrastrando un desvencijado guiñol por los jardines del Retiro, como tantos otros titiriteros populares se convirtió en un mito sin nombre: el titiritero de Madrid. Allí lo encontraron Buñuel y García Lorca.



Los titiriteros y la libertad de expresión: Títeres desde Abajo  

Los títeres de cachiporra son políticos de nacimiento y violentos por definición: son la proyección popular de la libertad contra la opresión. Se reconocen porque no son de cuerda sino de guante, porque siempre pegan al poderoso, al rico, al policía, a la autoridad. Todos protagonizan una trama simple de fondo antiautoritario que resuelven a base de violencia, ingenio y pillería. Su poder contra el poder son el absurdo y la risa. Tienen colores y formas grotescas, con personajes robados de los cuentos populares infantiles y gastan bromas muy chuscas. Pero es todo una farsa diseñada para la denuncia, la radicalidad política. La infantilización de las formas es la estrategia que protege a los actores y a la compañía teatral de la censura y la persecuciónLos títeres entran dentro de una convención que existe desde la Edad Media: los títeres pueden decir lo que quieran. Incluso en la Cuaresma y otras épocas en las que estaba prohibido el teatro*.
Parece que estas consideraciones anteriores no eran conocidas por los espectadores adultos del barrio de Tetuán que acudieron a la representación La bruja y don Cristóbal durante los carnavales de 2016, ni por la policía ni el juez. Los dos componentes de Los Títeres desde Abajo fueron acusados por exaltación del terrorismo y detenidos por mostrar una pancarta en la que estaba escrito «Gora Alka-ETA», lo que les supuso su entrada en la cárcel. Lo que a priori sólo era una simple función de títeres se convirtió en el desencadenante de un acalorado debate político a nivel nacional sobre la libertad de expresión que hizo tambalearse al gobierno municipal de Manuela Carmena. 


Los trece mandamientos de los titiriteros 

Pilar Amorós y Paco Paricio en Cómicos de la Legua
Este Teatro reivindicativo y popular se ha dignificado, está presente en en festivales, teatros, revistas, asociaciones e incluso en la universidad y la escuela infantil. Ha recuperado las técnicas antiguas y ha colocado a sus marionetas en los museos, pero todavía tiene como asignaturas pendientes la formación de directores, técnicos, gestores, diseñadores, etc. y el establecimiento de locales estables. 

La Entrevista a Paco Paricio, de los titiriteros de Binéfar nos da las claves de este arte en la actualidad y nos contagia su entusiasmo por la profesión que queda reflejado en estos trece mandamientos:
 
PRIMERO: El público es lo primero, míralo a la cara durante la función, despídelo al acabar.
SEGUNDO: Cuida al personal técnico y de sala, pues durante el espectáculo estás en sus manos.
TERCERO: La mejor función será la próxima.
CUARTO: En el restaurante primero si pide la comanda, después se lavan las manos. Si no quieres postre pide fruta para el viaje de regreso.
QUINTO: Los títeres son sólo muñecos, pero hay que conocerlos bien. Como si fueran un instrumento de música.
SEXTO: La función siempre sale adelante.
SÉPTIMO: Estamos dónde estamos porque somos equipo: oficina, taller, costura, carga, también están en el escenario.
OCTAVO: Por la noche turnos cortos de conducir.
NOVENO: Al público infantil trátalo con inteligencia y sensibilidad. Decimos “echar comedia” porque es una siembra en los corazones.
DÉCIMO: El escenario es nuestra Patria, en ella tenemos derecho a agua…
UNDÉCIMO: Desde la furgoneta de los Titiriteros siempre se responde el saludo de un niño.
DUODÉCIMO: Aprovecha el trabajo de montaje para calentar y repasar, concentrarte y ponerte en lugar del público.
Y DÉCIMO TERCERO: El bolo completo son las 7 partes: carga, viaje, montaje, función, desmontaje, regreso y descarga.
Estos 13 mandamientos se resumen en dos:
LOS DOS: ¡El público es lo primero, y si hacemos bien nuestro trabajo la sociedad será mejor!

¡De sabios y de prudentes será seguirlos!

Serrat, El titiritero

No puedo terminar el trabajo sobre el teatro de títeres sin hacer referencia a la conmovedora canción de Serrat de 1969 El titiritero que nos acerca a la vida y las experiencias de ser solitario y errante. Guiado por el viento y abrazado a sus muñecos cuenta historias para alegrar a las personas y ofrecer consuelo mientras esconde sus penas. Que en el fondo no es más que una parábola sobre la vida.

Os dejo el enlace a dos vídeos: la canción de Serrat y la versión de Juan Perro (1995).

                                         ________________________

Con esta última entrega llega a término la serie que empecé en el mes de marzo bajo la etiqueta de Teatro de Marionetas, en total han sido 12. Lo que da de sí un Teatro de los Niños que fue la primera. 

Desde mi ignorancia, he intentado acercarme al arte milenario de los títeres, un teatro popular llevado por un titiritero solitario o en familia. Este arte sirvió para "reteatralizar" la escena española a principios del siglo XX cuando los jóvenes escritores se nutrieron de su espíritu burlón, los retablos subieron al escenario para desbordar con su alegría las plateas ante un público formado por niños y adultos, y los actores se convirtieron en muñecos humanizados. Como consecuencia de todo ello, se revalorizó también el teatro de títere que empezó a escribir y publicar sus textos, y a adaptar a autores clásicos de la literatura y de la música contemporánea. Se produjo una retroalimentación entre las dos formas de entender el hecho teatral: el teatro burgués complaciente con el poder y el teatro callejero más crítico. Lo culto y lo popular, la vanguardia y la tradición, se dieron la mano. Un siglo después, el teatro de títeres es el campo donde más se experimenta con lenguajes paratextuales como la pintura, la música, la danza, la pantomima o el cine, y con la fusión con otros géneros literarios.

Por tanto, el teatro tradicional y el teatro de títeres han sido, son, y serán vasos comunicantes: sus características se traspasan de uno al otro, aumentando su potencialidad en busca de un espectáculo total, más llamativo y convincente

En este viaje me han acompañado las marionetas y los títeres de guante que han hecho las delicias de pequeños y mayores de todas las clases sociales con su espíritu carnavalesco y sus diversos nombres y peculiaridades: Polichinela, la Tía Norica y Batillo, don Cristóbal, Joanet o Titella, Petrushka, Pinocho y Chapete

martes, 23 de abril de 2024

Títeres en Cataluña (9)

Títeres de Juli Pi. El Teatre Català, 24-08-1912. Titella con gorra de proletario.

La historia de los títeres en Cataluña se encuentra documentadas ya en el siglo XIII. Al igual
que en Cádiz, en Cataluña 
se desarrolló una importante cultura del títere, a partir de la influencia de artistas italianos. 
Sobre mediados del XIX, algunos titiriteros catalanes comenzaron a sustituir al viejo Polichinela por un joven payés que “iba en mangas de camisa y obligadamente llevaba barretina”. Se expresaba de manera chusca y atrevida; era mordaz y astuto, valiente y justiciero, bonachón y compasivo, a la par que duro y riguroso, sin dejar de ser galán. Elaboraron nuevos argumentos sobre 
las cuestiones sociales y las noticias locales en las diferentes comarcas catalanas. Casi al mismo tiempo, o quizá un poco después, aparecería otro protagonista que se podía llamar Perico, Joanet o Titella (títere de guante catalán*), vestía gorra negra de proletario y vivía las peripecias urbanas de los barrios que estaban constituyendo la gran ciudad de Barcelona. 

El poeta Joan Maragall (1860-1911), en Polichinela” (La Esfera, 731, 07/01/1928, pp. 50-51)  proclama su afición “al teatro de Polichinela, un verdadero teatro” al que pudo asistir durante su estancia en un balneario.

Es un hombre que va vestido de dos colores, tiene una nariz muy grande y habla con voz de cotorra. […] Polichinela ha matado a su mujer, ha comido a sus hijos, es un enemigo de la sociedad, un destructor de todo orden establecido, y hay que castigarlo, juzgarle, prenderle ante todo; y a eso viene el gendarme, y esto es lo que cuenta al público, mientras Polichinela aparece por el foro, renegando de su suerte y maldiciendo de todo con su rabiosa voz de cotorra. El gendarme al verle, cree reconocer al que busca: “¿Es Polichinela?”, pregunta al público. “¡No!”, contesta el clamor infantil del coro del pueblo, que ya de momento se pone de parte de su antiguo conocido, de su favorito el Rebelde.

En las islas los títeres fueron conocidos como teresetes**.

Els Quatre Gats

Cartel de Picasso 

La taberna Els Quatre Gats (1897-1903) se convirtió en uno de los lugares de referencia del Modernismo donde se celebraban veladas literarias y musicales, espectáculos de sombras y de títeres, lecturas poéticas y sobre todo exposiciones de arte. Se llega incluso a publicar, en 1899, una revista dirigida por Pere Romeu, con el mismo nombre de la tabernaDel guiñol se encargaron los famosos titiriteros figuerenses Ramon y Juli Pi. Los bastonazos y las idas y venidas esperpénticas de los títeres eran la forma de aquel teatro, y la lucha entre el poder y el idealismo, el enfrentamiento entre los convencionalismos y el disfrute de la vida, eran su fondo.

Cartel de Ramón Casas

El propietario del negocio, Pere Romeu, había trabajado como camarero en el cabaret Le Chat Noir de París. El nombre del local que fue el hogar de la bohemia es una combinación irónica de la referencia parisina con una frase despectiva que, para aludir a un grupo poco numeroso y poco relevante, se dice que está formado por cuatro gatos (Els quatre gats). En un cartel anunciador de polichinelas de Ramón Casas aparece caricaturizado Pere Romeu. 

En palabras de Rusiñol:

Esta estancia es posada para los desganados, es templado cobijo para los que sienten la añoranza del hogar, es museo para los que buscan golosinas para el alma, es taberna y emparrado para los que aman la sombra de los pámpanos y la esencia exprimida de los racimos, es gótica cervecería para los amadores del mediodía, es casa de salud para los enfermos de nuestro siglo y rincón de amistad y armonía para los que entran a guarecerse bajo los pórticos de la casa.

Santiago Rusiñol, Ramón Casas, Miquel Utrillo, Ricard Opisso, Antoni Gaudí, Enrique Granados, Isaac Albéniz o Lluís Millet eran algunos de sus clientes asiduos. Incluso un jovencísimo Pablo Picasso realizó su primera exposición allí.

Las sombras chinescas fueron anteriores a los títeres, recogieron su testigo y duraron más tiempo que las primeras. Se trataba de un juego de siluetas a base de figuras recortables que se proyectaban en una pantalla blanca y que representaban guiones humorísticos o poesías y canciones que eran leídas por actores y cantadas por reconocidas voces del momento. Ambas actividades "Tetrafelinas" tuvieron gran éxito. 

La taberna resucitaría en la década de los 70. Aún conserva la decoración original y sus paredes están repletas de dibujos y fotografías que se hacen eco de su pasado. Recientemente ha aparecido en la película malograda de Woody Allen Vicky Cristina Barcelona. 


Santiago Rusiñol: El titella pródig  

El Titella Pròdig (1911) 
Santiago Rusiñol publica El titella pròdig en 1911 y lo subtitula como Comedia de putxinel.lis en un acte i quatre cuadres, para ser representada por muñecos. Trata sobre la eterna necesidad que tienen los jóvenes de romper los esquemas establecidos. La obra con una escenografía que representaba a gran tamaño un teatrillo de títeres, fue estrenada por actores que se comportaban como muñecos en el Teatre Català (ahora, Romea) en 1911. La música había sido escrita por la mujer de Rusiñol, Lluïsa Denís i Reverter. 

La compañía Sebastià Vergés, titiriteros desde 1910, celebró su centenario con la representación de esta obra emblemática de Rusiñol. Para el reestreno, rescataron la música original así como los títeres tradicionales catalanes con el vestuario de época.

La Sala Reig 

En  1921, Lluís Reig í Bonet, propietario de una Galería de Arte en la calle del Consejo de Ciento, de la Ciudad Condal, organizó representaciones de títeres en los bajos de su establecimiento, que se hicieron popularísimas y cuya dirección fue confiada a Jaime Anglés Vilaplana.

La Sala Reig fue inaugurada a finales de octubre con un programa doble. El Cavall volador, inspirado en una de las narraciones de las Mil y una noches, cuento escénico de Francisco Pujol, obra para marionetas de hilo, una de las primeras manifestaciones de esta técnica en Cataluña. A continuación, y por primera vez con títeres, el sainete El titella pròdig de Santiago Rusiñol. La aventura de la Sala Reig duró hasta abril de 1922. Aunque no se pudo cumplir con el ambicioso cartel previsto, se representaron 4 obras para marionetas y 10 para títeres de guante con obras de los más afamados escritores catalanes

Ezequiel Vigués "Didó": el titiritero más popular 

Didó y Teresa Riera, su compañera y colaboradora
Ezequiel Vigués "Didó" (Tarrasa, 1880-Barcelona,1960), de espíritu inquieto, emprendedor y apasionado, puso en marcha empresas artísticas en diversos lugares del mundo. Con cuarenta y siete años, revivió la emoción del teatro de títeres de cachiporra de su infancia a bordo de un barco y decidió dedicarse a ese noble arte el resto de su vida. Aprendió el oficio de titiritero en París y allí debutó profesionalmente. Fué el titiritero más popular de Catalunya en el segundo tercio del siglo XX y el primero en traer a nuestro país el formato de interacción con el público en sus espectáculos, característico del guiñol lionés.

*El titelle catalán se diferencia del títere de guante francés porque la cabeza presenta tres orificios en lugar de uno; al manipularse con tres dedos permite que las macetas de madera sean mayores, algunas de las cuales son verdaderas tallas artísticas. 

** Para comprender el origen de esta curiosa denominación debemos viajar hasta Nápoles, cuando la actual ciudad del sur de Italia formaba parte de la Corona de Aragón. El “padre” de todas las versiones de marionetas a partir del siglo XVII tomaba el nombre de Pulcinella o Polichinela. “Al parecer la amada de este personaje teatral se llamaba Teresa, a la que en Nápoles conocían como Teresina. Cuando los títeres recalaron por primera vez en Mallorca, al personaje empezaron a llamarle Tereseta, y así ha quedado hasta hoy”, comenta Aina Gimeno, directora del único certamen internacional de teresetes de Mallorca, que entre el 16 y el 22 de mayo celebra su vigesimocuarta edición.

Para saber más

-Adolfo Ayuso, La marioneta de hilos en España

-https://rodamots-cat.translate.goog/escreix/titelles-putxinel%C2%B7lis-marionetes/?_x_tr_sl=ca&_x_tr_tl=es&_x_tr_hl=es&_x_tr_pto=sc

-https://www.titeresante.es/2013/04/el-origen-de-titella/

-https://cronicaglobal.elespanol.com/creacion/20230316/los-ultimos-titeres-catalanes/748925200_0.html

Vídeos de Titelles Vergés: https://www.titellesverges.com/

El titella tradicional catalá https://vimeo.com/368173540

viernes, 12 de abril de 2024

Salvador Bartolozzi y el Teatro Pinocho (8)


Bartolozzi, ilustrador y escritor, realizó ilustraciones para la Editorial Calleja. Pero su mayor 
fama llegó con el lanzamiento del semanario infantil Pinocho, en el que publicaba historietas con el personaje creado por Carlo Collodi. Tras la publicación de los catorce números que integran la "Serie Pinocho", para evitar el agotamiento de la fórmula, tuvo el acierto de crear el personaje de Chapete, el feroz antagonista de Pinocho, un terrible muñeco de trapo que pretende eclipsar la gloria del famosísimo muñeco de madera. El aspecto físico de Chapete puede relacionarse con Humpy-Dumpy. En 1928 publicó para el semanario Estampa Aventuras de Pipo y Pipa

Cherif, M.Xirgu y Bartolozzi
 Bartolozzi da el salto a los escenarios teatrales y organiza entre 1929 y 1933 el Teatro Pinocho, un espléndido intento de resucitar en la escena madrileña el teatro de títeres para niños. El Teatro Pinocho hizo temporada en 1930 en el Teatro Español y se desplazó al año siguiente al Teatro Muñoz Seca. primero con un retablo de muñecos de guiñol y después con actores de carne y hueso. Ese mismo año, realizó la escenografía de Farsa y licencia de la reina castiza de Valle-Inclán con unos decorados fantásticos y caricaturescos de tono grotesco. Junto con El señor de Pigmalión y La zapatera prodigiosa, termina la particular trilogía del teatro de títeres para mayores de Salvador Bartolozzi. 


Magda Donato y Bartolozzi

Este hombre polifacético construyó también muñecos y figurines de gran categoría artística. Con su compañera Magda Donato adaptó sus narraciones infantiles al Teatro Pinocho. Los dos escritores obtuvieron un enorme éxito de público y crítica con su hábil manejo del lenguaje humorístico y su radical modernidad estética, sus obras recorrieron gran parte de la Península Ibérica. Así, en la Guerra Civil la compañía del Frente Popular, de Benito Cebrián y Pepita Meliá, presentó en Alicante Pipo y Pipa en el País de los Borriquitos. Pero no publican sus obras para el teatro de títeres, por regla general son sus mismos personajes y sus mismos textos narrativos los que utilizan para el teatro de guiñol en España, y posteriormente en Francia y en México durante su vida de exiliados. 



Para saber más:




jueves, 11 de abril de 2024

Alberti y Óscar Esplá, La pájara pinta (7)

 

Benjamín Palencia y Rafael Alberti 1926

  
Rafael Alberti manejando dos marionetas

La Pájara Pinta (1926) es el primer texto teatral e inacabado de Alberti, uno de los proyectos más representativos de la vanguardia artística española, del que solo terminó el prólogo y un acto de los tres proyectados. Una obra que recogía la herencia de los titiriteros ambulantes, las canciones de coro y los juegos infantiles con la inclusión de palabras absurdas o carentes de sentido, en su mayor parte inventadas, de una gran sonoridad musical y de un fuerte componente lúdico.

 El autor la proyectaba como un espectáculo pictórico de marionetas. El prólogo es metateatral: “El gran Don Pipirigallo, danzarín titiritero, farsante y farandulero” explica la acción misma y el papel que los personajes desempeñan en ella. La estructura de esta ópera bufa infantil, destinada a ser interpretada con música y pantomima, se basa en la intervención del coro, con diálogos, bien conocidos por el público, que imitan refranes y coplas infantiles. Interesante resulta la aparición del bululú y su inseparable muñeco: el marido burlado y cornudo que persigue a la infiel adúltera para vengar su herida honra. En su elaboración además de Alberti, coincidieron creadores tan dispares como el compositor Óscar Esplá,  la creadora y escenógrafa Maruja Mallo y el pintor Benjamín Palencia. En 1928, Alejandro Casona, seducido por la palomita enamorada, bautizaba a su pequeña compañía de teatro escolar con el nombre de La pájara pinta.

Esta primera obra teatral cobró vida en varias ocasiones. El propio Alberti se animó a recitarla en una conferencia sobre «Lope de Vega y la poesía contemporánea», en La Habana, diez años después de que esta pieza teatral hubiese sido compuesta.  
En 1932, los alumnos del Instituto Escuela de Madrid la representaron por medio de marionetas. Y ese mismo año se estrenó una nueva versión musical a cargo de Federico Elizalde en la Salle Gaveau de París, con decorados realizados por el pintor sevillano Pablo Sebastián. En 1978, El Taller de Teatro de la Universidad de Málaga estrenó la obra en patio de la facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Málaga.

Texto completo aquí 

Oscar Esplá y La pájara pinta 

Del maestro Esplá te propongo escuchar La pájara pinta, la obra fue concebida inicialmente con texto de Rafael Alberti pero, tras momentos de crisis de ambos maestros, el músico  decidió continuar solo con la historia, componiendo una suite orquestal que estrenaría cerca de treinta años más tarde, en el Festival de Granada de 1955. La composición termina con La pájara pinta en el verde limón, una pieza en donde el músico vuelve a utilizar algunos elementos folclóricos, esta vez extraídos de la Jota del Postiguet, danza popular alicantina.

Para saber más 

Cristina Castillo La pájara pinta El guirigay bufo bailable de Alberti a la luz del siglo de Oro  

Javier Mateo Hidalgo "La pájara pinta: una puesta en escena de la vanguardia artística española.