¿Cómo es posible que se pierda la amistad de más de treinta
años en un instante? Pues se rompió en un segundo,como un jarrón. El cariño, forjado desde la
adolescencia, se terminó en una tarde fría y lluviosa del mes de octubre en una
cita por sus cumpleaños respectivos. Juntas, las dos amigas habían vivido los acontecimientos más
importantes de sus vidas: los guateques, el primer amor, la facultad, la primera
borrachera, la tesina, la boda, el nacimiento
de un hijo, las oposiciones, las visitas al sanatorio, la muerte de los padres,
viajes, el adulterio, la muerte del
marido. Al principio compartieron amistad y barrio, al final solo reproches. Habían
quedado para comer ese día aciago y no se encontraron a la hora prevista. Una de
ellas, de baja por depresión, bañada en
alcohol durante la espera, se puso fuera de sí como ya había hecho otras veces, y recibió a la otra chillando.
Carente de toda lógica, la echó de su casa con cajas destempladas. El recuerdo
del portazo en la entrada entre insultos, mientras el cachorro de perro
adoptado se restregaba en su pierna, es una escena que se repite muchas veces
en las pesadillas de ambas. Fue la gota que colmó el
vaso, pensé mientras mis lágrimas se mezclaban con la lluvia que caía
salvajemente sobre mi rostro y mis medias rotas; muerta de hambre y de
rabia llegué a duras penas al metro, veinte minutos después. Fue imposible pegar
los fragmentos de esa amistad rota. La llamada de la reconciliación no se produjo
y el tiempo ha ido pasando inexorablemente sin que ninguna de las dos haya
pedido perdón.
martes, 10 de marzo de 2015
domingo, 8 de marzo de 2015
Malas noticias
La taimada, mentirosa, incombustible y mala actriz, ha sido designada para la alcaldía de Madrid. No tengo palabras. Solo palabrotas. ¡Qué mala imagen para el día de la mujer trabajadora!
Paralelismos
Como cada vez que uso el transporte público urbano suele tocarme de compañera gente de pocos recursos y bajo nivel social, a veces extranjeros, que hacen que mi trayecto no me resulte lo cómodo que podría esperarme, voy a proponerle a mi alcalde que suprima alguna línea actual y en su lugar cree otra que, para el mismo trayecto, cueste algo más cara, lo suficiente como para que esa gente siga usando la línea antigua y en la nueva sólo vayamos los que disponemos de más medios. Total, a ellos les dará igual tenerme o no de compañero y yo, desde luego, iré más cómodo así. ¿Que soy un egoísta? ¿Que mis argumentos son despreciables? ¿Que ninguna Administración pública será tan irresponsable como para hacerme el juego? ¡Qué va! Cambiemos “transporte” por “educación” y… ¡ahí está!: ¿o qué es, si no, la enseñanza concertada?— Roberto García de la Calera.
Como cada vez que uso el transporte público urbano suele tocarme de compañera gente de pocos recursos y bajo nivel social, a veces extranjeros, que hacen que mi trayecto no me resulte lo cómodo que podría esperarme, voy a proponerle a mi alcalde que suprima alguna línea actual y en su lugar cree otra que, para el mismo trayecto, cueste algo más cara, lo suficiente como para que esa gente siga usando la línea antigua y en la nueva sólo vayamos los que disponemos de más medios. Total, a ellos les dará igual tenerme o no de compañero y yo, desde luego, iré más cómodo así. ¿Que soy un egoísta? ¿Que mis argumentos son despreciables? ¿Que ninguna Administración pública será tan irresponsable como para hacerme el juego? ¡Qué va! Cambiemos “transporte” por “educación” y… ¡ahí está!: ¿o qué es, si no, la enseñanza concertada?— Roberto García de la Calera.
sábado, 7 de marzo de 2015
Extraños compañeros de viaje
jueves, 5 de marzo de 2015
Las cuatro estaciones
Hice estas cartulinas para ayudar a una compañera que estaba preparando las oposiciones de infantil. Solo se necesita un poco de paciencia y creatividad. Utilice elementos diversos que hay en todas las casas: cartulinas de distintas texturas, telas, algodón, rotuladores, fieltros... Las pongo aquí por si sirven para otras personas.
Peligrosa obra del futuro parque de bomberos de la zona centro
Como se acercan las elecciones e interesa que la economía se reactive, se está empezando a crear empleo en la construcción. Primero suprimieron todos los puestos de trabajo, echaron a la gente a la calle, para luego volverlos a contratar con peores condiciones laborales y por el precio de uno, ahora tenemos hasta tres trabajadores. De esta manera es muy fácil conseguir más contratos y más cotizantes a la seguridad social que maquillen las estadísticas para hablar del milagro de la regeneración de la crisis. La calle San Bernardo es un ejemplo de ello. Este mes, el Ayuntamiento ha empezado, en un solar abandonado hace más de 6 años, las obras de lo que será el nuevo parque de bomberos de la zona centro, después de muchos años de haberse olvidado del asunto. Ignoro de quién habrá sido la genial idea de poner un parque de bomberos en una de las calles más estrechas y con más tráfico de Madrid, donde es imposible descargar o bajarse de un coche sin formar un atasco desde la Gran Vía hasta los bulevares. Pero, ahora mismo, lo que más me preocupa es que la empresa constructora se ha apoderado de toda las aceras circundantes instalando unas casetas gigantescas. De nada les valen a los alumnos del Lope de Vega los carteles prohibiendo el paso y advirtiendo del peligro, ellos siguen jugándose la vida en la calzada. Estoy convencida de que habrá un accidente. Me dicen que este tipo de instalación paga muchos impuestos y por eso no se suele hacer. No creo que la empresa concesionaria del ayuntamiento pague ni un duro por esta invasión peligrosa. Una vez más, el depauperado casco viejo de Malasaña sale perdiendo. No me creo que no haya mejores solares en todo el centro de Madrid con mejores accesos para instalar estas dependencias. He llamado al ayuntamiento y a la policía municipal del peligro y no me han hecho ni caso. ¿Qué podemos hacer los sufridos vecinos?
Dónde andará el CPHC (Comando de Peatones hasta los
Cojones) que allá por los noventa, para defender los derechos del viandante, realizaba
ingeniosos actos sobre los vehículos mal aparcados, amenazando a sus conductores
con tomar medidas drásticas. Lo necesitamos.
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Bomberos Malasaña,
Equipaje profesora
Acerca de un libro que trata de la rivalidad entre escritores
Este es un libro que preferiría
no haber leído. Lo he hecho casi a hurtadillas, como temiendo a cada momento
ser sorprendido en una práctica vergonzosa, a regañadientes, tomando el libro
cada vez con cierta repugnancia y dejándolo ya francamente en la náusea, pero
sin ser capaz de abandonarlo definitivamente y acechando pronto la ocasión de
retomarlo, como uno de esos vicios que nos estragan pero nos retienen con su
viscoso atractivo. Pero, como han dicho muchos, Cervantes entre otros, no hay
libro, por malo que sea, que no contenga algo bueno.
Algunas de las trifulcas recogidas en el volumen son muy
conocidas, pero otras muchas no, al menos para un lector medio no
especializado, como es el caso. La impresión general es profundamente
desagradable, pero, por decir también de entrada algo positivo, nos hace bajar
del pedestal a algunas de las grandes figuras de nuestras letras de ambas
orillas, por si acaso alguien pensara que eran seres adánicos, angélicos y
seráficos. Pero hay más problemas.
El primero es el de la crítica de los
textos en que se fundamenta el volumen. En general, el autor los documenta de
modo genérico, pero no preciso (en general no se cita por página, párrafo,
referencia bibliográfica exacta, es decir, si los textos provienen de consulta
directa o de segunda o tercera mano… etc.). Es verdad que el volumen no parece
pretender ser una obra de investigación rigurosa stricto sensu, sino más bien de
carácter divulgativo. Pero en un terreno tan delicado como la imagen personal,
literaria, ideológica, histórica de los autores tratados todo el cuidado es
poco. Se precisaría una crítica textual depurada para asegurar en lo posible
(siempre hay en esto un margen de duda e inseguridad) la fiabilidad de los
documentos aducidos. El autor del libro, o los precedentes consultados, ¿han
hecho ese trabajo crítico en todos los casos? ¿Cuántas erratas o errores
(involuntarios o deliberados) se han podido deslizar en la larga cadena de
transmisión textual hasta llegar al libro editado? No se trata, por supuesto,
de las posibles malevolencias y tergiversaciones que entren en las opiniones
vertidas por los personajes, sino de la limpieza básica de las fuentes. Por
otra parte, ¿se han contrastado siempre las distintas y a menudo divergentes
versiones de un mismo hecho o de las palabras pronunciadas? El autor del libro
presenta en ocasiones algunas variantes de los hechos, pero otros muchos quedan
en la duda. Estamos, pues, en un terreno peligrosamente resbaladizo entre la
divulgación científica o cultural de carácter serio y la prensa amarilla y sensacionalista,
lejos del buen periodismo (si este emparejamiento no es oximórico) que siempre
contrasta fuentes, exige más de un informante, etc. Desde luego no quiero decir
que el libro caiga siempre de ese lado malo, sino de la inseguridad que nos
transmite en una lectura crítica.
Otro aspecto, más de fondo, es la finalidad a que apunta la obra. ¿Qué nos
aporta saber que un escritor haya dicho de otro que olía mal? Los insultos (y
hasta golpes) que otros se cruzaron en un lance de acaloramiento ¿deben influir
en nuestra consideración de sus respectivas obras? Recuerdo el desagrado que me
produjo leer que una de nuestras cimas poéticas quedó horrorizado al ver en
casa de otro gran autor un huevo frito olvidado en una silla (y luego lo
contó), incidente omitido, por fortuna, en el presente libro, como tampoco
aparece lo que vi, con crispación paroxísmica, hace muchos años en la crónica
de un escritor de 2ª o 3ª fila donde relataba que, al ir a entrevistar a un
gran prosista que vivía retirado, ya anciano, en su masía, este lo recibió “con
la bragueta aparatosamente abierta”.
Dicen los sabios que las especies carroñeras (buitres, hienas…) contribuyen
eficazmente a mantener un buen nivel de salubridad en el medio ambiente, pero
en el caso que nos ocupa no se trata de drenar y, por tanto, hacer desaparecer
los detritus, sino de hacinarlos y depositarlos de modo permanente, como un
gran muladar, ante el público, y además con la agravante de que, por las
razones antes apuntadas, no hay seguridad sobre el fondo y la forma de los
testimonios.
martes, 24 de febrero de 2015
La memoria del olvido
Me ha impresionado para bien la película Siempre Alice. Una profesora de Lingüística
sufre al drama de la pérdida del lenguaje y del pensamiento cuando le detectan a
los cincuenta años Alzheimer precoz. Esta enfermedad me asusta sobremanera porque
la he visto asomar sin diagnóstico en mi abuela y en mi padre y yo me parezco
mucho a ellos. Mis manos, que han entrelazado las suyas, son una réplica
perfecta: el mismo tamaño, los mismos dedos, las mismas uñas. De pequeña tuve
que luchar con una dislexia que me hacía cambiar las sílabas de orden. Con el
paso del tiempo he ido trabucando los nombres de los autores o de las personas
que conozco. Los últimos años he sido incapaz de aprenderme los nombres de los
nuevos alumnos. A veces, me he quedado en blanco mientras explicaba y el nombre
de los actores de las películas que me gustan se me enredan en la lengua para
salir diez minutos después. No sé la de veces que pierdo objetos cotidianos o realizo
acciones automáticamente. Tampoco sé qué contienen los cajones de los armarios
que una vez al año me obligo a ordenar para tirar lo superfluo. A veces, por sitios
poco habituales, me desoriento. Nunca me acordé del final de las películas y
los libros, y ahora no retengo ni el título ni el autor; me digo
para justificarme que la culpa la tiene el ebook que carece de las solapas y solo marca la página en la
que detuviste la lectura. Otras veces, me empeño en repetir una palabra que no
es la correcta y, muchas veces, me callo por no meter la pata. También sufro y
lucho con el mal humor que provocan estas pérdidas constantes y, hasta ahora,
poco significativas. Internet me ayuda para salir de dudas y repasar lo que
creía aprendido. Procuro reírme de mi misma y soltar la frase de todos los de nuestra edad: “¿Te
acuerdas cuándo hablábamos de corrido?”. Antes lo achacaba al estrés y a la
edad, consciente de que todavía tengo memoria de lo que olvido; ahora, que
estoy jubilada, espero no tener que hacerlo a este mal incurable más duro que
el cáncer.
Por fin te has decidido a poner algo más, y uno de esos algos es lo de Tánger, que está muy bien, y esperamos que sea el comienzo de una miniserie. Lo otro es más duro y no va a colar: no conseguirás que te tratemos como una prejubilada precozmente preenferma preferentemente preterida. Esa pretendida preentrada presumiblemente prepóstera predice predicaciones prematuras precedidas de prevalente preeminencia. Y los premonstratenses, en su precalentada prevención previsora de prelados, se prevalen de su presunta prefectura.
Premoniciones de preseas
Por fin te has decidido a poner algo más, y uno de esos algos es lo de Tánger, que está muy bien, y esperamos que sea el comienzo de una miniserie. Lo otro es más duro y no va a colar: no conseguirás que te tratemos como una prejubilada precozmente preenferma preferentemente preterida. Esa pretendida preentrada presumiblemente prepóstera predice predicaciones prematuras precedidas de prevalente preeminencia. Y los premonstratenses, en su precalentada prevención previsora de prelados, se prevalen de su presunta prefectura.
Premoniciones de preseas
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fruslerías
lunes, 23 de febrero de 2015
Cinco días perfectos en Tánger
Teatro Cervantes |
Viajar en Ryanair tiene sus inconvenientes, en este caso para mi tenía unaventaja: como solo puedes
llevar una maleta, eliminas todo lo superfluo y te evitas comprar recuerdos que
pueden ser triturados en la infernal máquina de comprimir maletas-sapo para que quepan en el avión. De esta manera terminas con el regateo, tarea
desigual y fatigosa, porque no hay nada que valga semejante pérdida de tiempo,
sobre todo, cuando tú eres el único que no sabe lo que cuesta el producto.
Hacía más de treinta años que había realizado un viaje
organizado por Marruecos y no recordaba nada de la ciudad. Tal vez porque es la
más andaluza de todas y muchos rincones me recuerdan a Alicante. El puerto
estaba en obras y la mayoría del casco viejo en remodelación o en ruinas como
se puede observar en la foto del teatro Cervantes. Parece que mucho dinero del
ladrillo de España ha ido a invertir allí.
Todas las guías te aseguraban que no hay robos, que hay
mucha policía que vigila y los castigos
son desmesurados, pero tuvimos una refriega con un adolescente que intentó
robar una cartera y que se saldó con heridas sangrantes en las manos del único
músico del grupo. Los policías, que patrullaban por la ciudad con
metralletas al hombro, parecían Hernández y Fernández, recién sacados de las
" Aventuras de Tintín" de Hergé, con sus bigotitos turcos. Los trámites
a la entrada y a la salida de la aduana son impepinables, los taxistas tienen
la obligación de entregar los papeles que marcan su ruta cada 50 kilómetros. Nos alojamos en el hotel Rembrandt (reservando
las habitaciones por internet es más barato) que recomiendo por su aire
decadente y amplitud y, para beber alcohol, terminamos algunas noches "El corazón
de Tánger", situado en la plaza de los perezosos, cerca del café Paris,
custodiado por dos guardias jurado y con una clientela que recuerda a los
cabarets americanos en plena ley seca.
La vida del turista es barata, pero tiene sus
contrapartidas, como pagar un impuesto revolucionario. Continuamente tienes que
ir esquivando guías-moscones de todas las edades que te envuelven con su tela
de araña. No hay manera de quitárselos de encima, entran de maneras muy
diversas; unas veces, apelando a la antigua amistad entre el pueblo marroquí y
español; otras pegándose porque quieren perfeccionar el español y ayudándote a
desenvolverte por la medina porque les gusta. Al final, enfadados, te amenazan
con un "te perderás" y acaban pidiéndote dinero. Vaya que si nos
perdimos por no hacerles caso, por esquivarlos, por ir en libertad a nuestro
aire. Lo mejor es ocultar el mapa y seguir tu intuición. Relajarte viendo pasar
la vida como hicieron los escritores que habitaron y dieron fama de cosmopolita
a la ciudad a mediados del siglo pasado, desde la posición privilegiada de la primera
fila de un café, bebiendo un té moruno con poco azúcar.
Sorprende la cantidad de gatos bien nutridos, alimentados cuidadosamente
por sus habitantes. En cambio, no se ve ni un solo perro, porque Mahoma los prohibió, y los dejo
relegados solo para el pastoreo y el cuidado de las casas rurales. Se entiende
mejor cómo podía ser de perra la vida allí de Juanita Narboni, novela de Ángel Vázquez
Molina (1976). La comida deliciosa, el pescado achicharrado (hay que advertir
que no le echen matojos de hierbas y que lo dejen medio crudo). El té y los
pasteles tan empalagosos como los habitantes.
No creo que vuelva a la ciudad, hay muchos lugares que
desconozco; pero estoy dispuesta a ir hasta el fin del mundo con los mismos
compañeros de viaje.
Más información Tánger, un fin de semana a bajo coste http://elpais.com/diario/2008/03/01/viajero/1204408626_850215.html
Los mapas al revés http://verne.elpais.com/verne/2015/04/14/articulo/1429016086_681676.html
Más información Tánger, un fin de semana a bajo coste http://elpais.com/diario/2008/03/01/viajero/1204408626_850215.html
Los mapas al revés http://verne.elpais.com/verne/2015/04/14/articulo/1429016086_681676.html
viernes, 20 de febrero de 2015
La sexalescencia
Me ha llegado por "guasa", me ha parecido muy interesante y tranquilizador. La palabra es curiosa, mezcla de adolescencia y sesentena, con ecos de sexo. ¡Soy una sexalescente de libro!
SI miramos con cuidado podemos detectar la aparición de una franja social que antes no existía: la gente que hoy tiene alrededor de sesenta años:
LA SEXALESCENCIA. Es una generación que ha echado fuera del idioma la palabra "sexagenario", porque sencillamente no tiene entre sus planes actuales la posibilidad de envejecer. Se trata de una verdadera novedad demográfica parecida a la aparición en su momento, de la "adolescencia", que también fue una franja social nueva que surgió a mediados del S. XX para dar identidad a una masa de niños desbordados, en cuerpos creciditos, que no sabían hasta entonces dónde meterse, ni cómo vestirse.
Este nuevo grupo humano que hoy ronda los sesenta o setenta, ha llevado una vida razonablemente satisfactoria. Son hombres y mujeres independientes que trabajan desde hace mucho tiempo y han logrado cambiar el significado tétrico que tanta literatura latinoamericana le dio durante décadas al concepto del trabajo. Lejos de las tristes oficinas, muchos de ellos buscaron y encontraron hace mucho la actividad que más le gustaba y se ganan la vida con eso. Supuestamente debe ser por esto que se sienten plenos; algunos ni sueñan con jubilarse. Los que ya se han jubilado disfrutan con plenitud de cada uno de sus días sin temores al ocio o a la soledad, crecen desde adentro. Disfrutan el ocio, porque después de años de trabajo, crianza de hijos, carencias, desvelos y sucesos fortuitos bien vale mirar el mar con la mente vacía o ver volar una paloma desde el 5º piso del departamento.
Dentro de ese universo de personas saludables, curiosas y activas, la mujer tiene un papel rutilante. Ella trae décadas de experiencia de hacer su voluntad, cuando sus madres habían sido educadas a obedecer y ahora pueden ocupar lugares en la sociedad que sus madres ni habrían soñado en ocupar.
Este nuevo grupo humano que hoy ronda los sesenta o setenta, ha llevado una vida razonablemente satisfactoria. Son hombres y mujeres independientes que trabajan desde hace mucho tiempo y han logrado cambiar el significado tétrico que tanta literatura latinoamericana le dio durante décadas al concepto del trabajo. Lejos de las tristes oficinas, muchos de ellos buscaron y encontraron hace mucho la actividad que más le gustaba y se ganan la vida con eso. Supuestamente debe ser por esto que se sienten plenos; algunos ni sueñan con jubilarse. Los que ya se han jubilado disfrutan con plenitud de cada uno de sus días sin temores al ocio o a la soledad, crecen desde adentro. Disfrutan el ocio, porque después de años de trabajo, crianza de hijos, carencias, desvelos y sucesos fortuitos bien vale mirar el mar con la mente vacía o ver volar una paloma desde el 5º piso del departamento.
Dentro de ese universo de personas saludables, curiosas y activas, la mujer tiene un papel rutilante. Ella trae décadas de experiencia de hacer su voluntad, cuando sus madres habían sido educadas a obedecer y ahora pueden ocupar lugares en la sociedad que sus madres ni habrían soñado en ocupar.
Esta mujer sexalescente pudo sobrevivir a la borrachera de poder que le dio el feminismo de los 60′, en aquellos momentos de su juventud en los que los cambios eran tantos, pudo detenerse a reflexionar qué quería en realidad. Algunas se fueron a vivir solas, otras estudiaron carreras que siempre habían sido exclusivamente masculinas, algunas estudiaron una carrera universitaria junto con la de sus hijos, otras eligieron tener hijos a temprana edad, fueron periodistas, atletas o crearon su propio "YO, S.A.". Este tipo de mujeres nacidas en los 50s. no son ni por equivocación las clásicas "suegras" que quieren que los hij/as les estén llamando todos los días, porque ellas tienen su propia vida y ya no viven a través de la vida de los hijos. Su camino no ha sido fácil y todavía lo van diseñando cotidianamente.
Pero algunas cosas ya pueden darse por sabidas, por ejemplo que no son personas detenidas en el tiempo; la gente de "sesenta o setenta"", hombres y mujeres, maneja la compu como si lo hubiera hecho toda la vida. Se escriben, y se ven, con los hijos que están lejos y hasta se olvidan del viejo teléfono para contactar a sus amigos y les escriben un e-mail con sus ideas y vivencias. Por lo general están satisfechos de su estado civil y si no lo están, no se conforman y procuran cambiarlo. Raramente se deshacen en un llanto sentimental. A diferencia de los jóvenes; los sexalescentes conocen y ponderan todos los riesgos. Nadie se pone a llorar cuando pierde: sólo reflexiona, toma nota, a lo sumo… y a otra cosa.
La gente mayor comparte la devoción por la juventud y sus formas superlativas, casi insolentes de belleza, pero no se sienten en retirada. Compiten de otra forma, cultivan su propio estilo… Ellos, los varones no envidian la apariencia de jóvenes astros del deporte, o de los que lucen un traje Armani, ni ellas, las mujeres, sueñan con tener la figura tuneada de una vedette. En lugar de eso saben de la importancia de una mirada cómplice, de una frase inteligente o de una sonrisa iluminada por la experiencia.
Hoy la gente de 60 o 70, como es su costumbre, está estrenando una edad que todavía NO TIENE NOMBRE, antes los de esa edad eran viejos y hoy ya no lo son, hoy están plenos física e intelectualmente, recuerdan la juventud, pero sin nostalgias, porque la juventud también está llena de caídas y nostalgias y ellos lo saben. La gente de 60 y 70 de hoy celebra el Sol cada mañana y sonríe para sí misma muy a menudo…hacen planes con su propia vida, no con la de los demás. Quizás por alguna razón secreta que sólo saben y sabrán los del siglo XXI.
La gente mayor comparte la devoción por la juventud y sus formas superlativas, casi insolentes de belleza, pero no se sienten en retirada. Compiten de otra forma, cultivan su propio estilo… Ellos, los varones no envidian la apariencia de jóvenes astros del deporte, o de los que lucen un traje Armani, ni ellas, las mujeres, sueñan con tener la figura tuneada de una vedette. En lugar de eso saben de la importancia de una mirada cómplice, de una frase inteligente o de una sonrisa iluminada por la experiencia.
Hoy la gente de 60 o 70, como es su costumbre, está estrenando una edad que todavía NO TIENE NOMBRE, antes los de esa edad eran viejos y hoy ya no lo son, hoy están plenos física e intelectualmente, recuerdan la juventud, pero sin nostalgias, porque la juventud también está llena de caídas y nostalgias y ellos lo saben. La gente de 60 y 70 de hoy celebra el Sol cada mañana y sonríe para sí misma muy a menudo…hacen planes con su propia vida, no con la de los demás. Quizás por alguna razón secreta que sólo saben y sabrán los del siglo XXI.
Autor desconocido.
jueves, 5 de febrero de 2015
Las razones de la sinrazón
Revisando papeles, me
he encontrado con un texto de hace unos años que escribí para desahogarme, como casi todos. Ahora que
estoy fuera del sistema educativo, me doy cuenta, como nunca, que los profesores
son los quijotes de nuestro tiempo: solitarios, infravalorados y luchando
siempre contra lo imposible.
"Y ahora estaba esa clase insolente, veintisiete chavales de catorce años exaltados, indiferentes a la gramática, a la historia de los hombres, a la poesía italiana: versos que a ellos no les decían nada, tan solo eran sonidos, como tantos otros en la estridente cacofonía del mundo".
Un día perfecto, Melania G. Gamuzzo
En el instituto algunos días hay enfrentamientos entre profesores y alumnos. Es normal, forma parte del aprendizaje, del crecimiento como personas. Si son aislados, no tienen importancia. Unas veces se extralimitan los alumnos, son adolescentes, qué le vamos a hacer; y otras veces los profesores perdemos los papeles, porque esta profesión puede ser la más bonita del mundo y a la vez la más dura. Todo se soluciona hablando y se queda en mera anécdota. Si estos enfrentamientos se repiten y siempre los protagonizan las mismas personas estamos ante un problema grave.
Soy tutora de un curso problemático, un cuarto de la ESO
donde han ido a parar todos los repetidores y los alumnos que han pasado por
imperativo legal, o dicho con otras palabras, los alumnos que llevan sin dar un
palo al agua desde que entraron en el instituto y que no se caracterizan
precisamente por su buen comportamiento. La mayoría tiene 14 asignaturas que
aprobar; este curso, si no lo consiguen, se irán sin titular después de seis años.
Junto a ellos hay alumnos que quieren estudiar bachillerato, pero que
contagiados por los primeros no están rindiendo lo que se esperaba. En las dos
evaluaciones que llevamos solo uno ha aprobado todas las asignaturas. Algunos
rechazaron ir a un PCPI o a diversificación “porque eso es para tontos”. Un alumno cubano, recién llegado de su país,
que apenas sabe leer y escribir no quiso
ir a diversificación de 3º porque según él (y su padre) su nivel era superior,
ni que decir que solo ha aprobado una. Se les han dado mil consejos
orientadores y todos los han rechazado. Los padres son conscientes de lo que
pasa, pero no quieren ver la realidad, no saben qué hacer con sus hijos y echan
balones fuera. Resumiendo: todos los alumnos se creen muy listos y la culpa de
todo la tienen los profesores.
Ha sido un error que el equipo directivo los pusiera en la
misma aula. Ante una clase así, enseñar es casi imposible: no atienden, hablan
constantemente, si les mandas que hagan los ejercicios en clase, no los hacen; si se lo pides para el
día siguiente, no lo traen hecho. No llevan los estudios al día, cuando hay un
examen aprovechan las clases anteriores para estudiar. O están dormidos o dando
la lata. Son infantiles y maleducados, no consienten que se les llame la
atención, se rebelan continuamente, defienden lo indefendible, son mentirosos,
impredecibles, y llegan a acusarse los unos a los otros. Están prohibidos los
móviles, pero los utilizan en clase; llegan tarde porque les da la gana y no lo
justifican, no sienten ninguna empatía por nadie. Impasible al desaliento lo he
intentado todo por ellos, les he dado mil y una oportunidades, he razonado con
ellos todo lo que he podido. Les hago exámenes cada dos temas, les digo antes
lo que va a entrar, pero ni por esas. Como tutora solo me falta llevarlos de la
mano a los exámenes de recuperación de las asignaturas de los cursos anteriores.
En compensación, casi todos los días tengo
muestras de comportamientos inaceptables. Cuando se los afeo, me tachan
de intransigente y absurda. Encima me toca animar y reconfortar a las madres
que desfilan desesperadas una vez a la semana.
En una actividad extraescolar, un grupo se coló en el
autobús sin pagar y robó comida en un chino. La explicación inaceptable que me
dieron es que todo el mundo lo hace. No hubo sanciones graves, porque. aunque
una de ellos lo confesó públicamente, "es muy difícil de demostrar",
según la dirección. Otro ha estado expulsado de una asignatura casi un mes
porque casi se pega con un profesor. Se levantan cuando les da la gana y para
demostrar la alegría que sienten cuando falta un profesor, dan un golpe en la
pared. El vaso se colmó este viernes, lo que empezó como un juego en el que
todos estaban participando en un clima relajado (hacíamos crucigramas) acabó en
un insulto. Un alumno al que llevé la contraria, después de levantarse entre
gritos y aspavientos, cuando se sentó, me llamó "puta". Cuando le puse una
sanción grave, se armó el alboroto. Todos opinaban indignados que le tengo manía, que he sido injusta. Que el insulto no
iba contra mí, que es como cuando alguien dice: " me cago en Dios". Ha sido
sancionado con un día sin venir al instituto. ¿Ocurriría esto mismo en la
enseñanza privada?
Las razones de la sinrazón. Estamos creando monstruos. Miramos
para otro lado.
domingo, 1 de febrero de 2015
El cuscús
Este viernes, en torno a un cuscús en casa de Evaristo, he vuelto a encontrarme con los compañeros del comité del Hogar del Empleado. Desde que nos
disolvimos y abandonamos la enseñanza privada por la pública, han pasado más de
veinticuatro años. Algunos ya no están en Madrid y otros, aunque siempre han
estado cerca, no sé por qué razones, he dejado de verlos. Recordamos las
películas canadienses de Denys Arcand "El declive del imperio
americano" (1986) y “Las invasiones bárbaras” (2003), donde aparecen los
mismos actores y los mismos personajes en un díptico temporal que abarca
diecisiete años. Nuestra cena nos brindó el atractivo del reencuentro, el
regusto de la nostalgia, el escozor de la melancolía y el placer de la amistad, Son mis señas de identidad.
Parecía que el tiempo se había detenido, que veinte años no son nada. Los
encontré igual de jóvenes, divertidos y entusiastas que entonces, aunque ya seamos abuelos, estemos jubilados y no sepamos qué hacer con las canas.
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Equipaje profesora,
Hogar del Empleado
Sonrisas en enero
Mi amigo Javier me ha pasado este escrito lleno de esperanza. Con su permiso lo publico. Yo no estaba allí, me aterran las multitudes, pero sonreí desde casa.
Al principio, mientras caminábamos por la Castellana hacia la plaza de la Cibeles, parecía que la cosa podía estar floja. Mas pronto, nos dimos cuenta de que, contra lo que habíamos creído en un principio, la manifestación no llenaba Cibeles para caminar hacia Sol, sino que ya la puerta del Sol estaba rebosante de gente. Eran las 11,45 del 31 de enero. La Marcha del Cambio. Caminamos y pronto, la habitual y ruidosa parafernalia que suele acompañar los eventos relativos a la movilización popular, se hicieron patentes; percusión, canciones, carteles simpáticos, eslóganes ocurrentes, incisivos, irónicos, desenfadados…poco que ver con el tonillo aburrido y monocorde de los mensajes de la “casta”. Ay, la casta, un término afortunado, aunque ¿cuántos se libran de alguna forma de la “cosa”? Pasada un tiempo, sobre algo más de la una del mediodía, me volvía hacia el metro, subí hasta Retiro, y en el camino mi retina se convirtió en un negativo, en el sustrato de una película a cámara rápida de las personas que dejaba, de las que me despedía-una vez más antes de la hora-ante el nerviosismo que me domina cuando llevo un buen rato sin apenas moverme, de pie.
Al principio, mientras caminábamos por la Castellana hacia la plaza de la Cibeles, parecía que la cosa podía estar floja. Mas pronto, nos dimos cuenta de que, contra lo que habíamos creído en un principio, la manifestación no llenaba Cibeles para caminar hacia Sol, sino que ya la puerta del Sol estaba rebosante de gente. Eran las 11,45 del 31 de enero. La Marcha del Cambio. Caminamos y pronto, la habitual y ruidosa parafernalia que suele acompañar los eventos relativos a la movilización popular, se hicieron patentes; percusión, canciones, carteles simpáticos, eslóganes ocurrentes, incisivos, irónicos, desenfadados…poco que ver con el tonillo aburrido y monocorde de los mensajes de la “casta”. Ay, la casta, un término afortunado, aunque ¿cuántos se libran de alguna forma de la “cosa”? Pasada un tiempo, sobre algo más de la una del mediodía, me volvía hacia el metro, subí hasta Retiro, y en el camino mi retina se convirtió en un negativo, en el sustrato de una película a cámara rápida de las personas que dejaba, de las que me despedía-una vez más antes de la hora-ante el nerviosismo que me domina cuando llevo un buen rato sin apenas moverme, de pie.
Digno de verse: ancianos asistidos,
discapacitados ayudados y sin ayudar, apenas niños, adolescentes, jóvenes,
medianos de la edad , hombres, mujeres, profesores jubilados, macarras de
barrio con y sin pendiente, grupos de amigas, gente que apenas se conocía,
viejas “glorias”, abrazos, encuentros…
Una vez más se encendía la llama de la
solidaridad, una vez más obraba el milagro de “JUNTOS”, y venciendo el miedo, la comodidad y la
inercia que nos susurra “déjate de tonterías” se encendía la llama de la
ilusión, con o sin motivo. De nuevo, la ilusión.
No me preocupa quién estaba allí para seguir el
liderazgo reciente de Podemos, quién acudía por escuchar al lider o quién, como yo, lleno de escepticismo, acudía porque
quería estar allí, porque la Historia esta vez convocaba del lado de Pablo
Iglesias.
Yo, por
ejemplo, tan solo seguía el rastro luminoso
de la esperanza invocada de nuevo.
Ah
¿pero todavía existe? Pues…
En el denominador común de todos los rostros
anteriormente citados y también en el de los no referenciados, así como en el
mío, un gesto común: LA SONRISA.
Queridos compañeros, una vez más: un verdadero placer.
Javier Rubio
miércoles, 21 de enero de 2015
Veinticinco lemas para una revolución
1. "No somos antisistema, el sistema es anti-nosotros"
2. "Me sobra mes a final de sueldo"
3. "No hay pan para tanto chorizo"
4. "¿Dónde está la izquierda? al fondo, de la derecha".
5. "Si no nos dejáis soñar, no os dejaremos dormir".
6. "Se alquila esclavo económico"
7. "Se puede acampar para ver a Justin Bieber pero no para defender
nuestros derechos"
8. "Error 404: Democracia not found"
9. "Error de sistema. Reinicie, por favor"
10. "Esto no es una cuestión de izquierda contra derechas, es de los
de abajo contra los de arriba"
11. "Vivimos en un país donde licenciados están en paro, el presidente
de nuestro gobierno no sabe inglés...y la oposición tampoco"
12. "Mis sueños no caben en tus urnas"
13. "Políticos: somos vuestros jefes y os estamos haciendo un ERE"
14. "Nos mean y dicen que llueve! "
15. "No falta el dinero. Sobran ladrones"
16. "¿Qué tal os va por España"?- Pues no nos podemos quejar. O sea,
que bien ¿no?- no, que no nos podemos quejar."
17. "No es una crisis, es una estafa"
18. "No apagues la televisión... Podrías pensar"
19. "!!Tengo una carrera y como mortadela!!"
20. "Manos arriba, esto es un contrato"
21. "Ni cara A, ni cara B, queremos cambiar de disco"
22. "Rebeldes sin casa"
23. "Democracia, me gustas porque estás como ausente"
24. "Nosotros buscamos razones, ellos victorias"
25. "Cuando los de abajo se mueven, los de arriba se tambalean"
lunes, 19 de enero de 2015
Cortina de lluvia
Cortina de lluvia
gris
tul de niebla
blanquecina
telas de nieve
transparente
dudosos visillos
cristales traslúcidos
rizos de espuma
marina
lejanía
ay
hay
ahí
azules cenizas
mojadas
empañado espejo
apenas permite atisbar
al otro lado
pero siempre más allá
hay que ir
Marzo 07
sábado, 17 de enero de 2015
Mi jardín secreto
Me he dado cuenta de que mi patio interior se parece mucho al de mi abuela Ángeles en Villena. He conseguido tener un patio alicantino en el centro de Madrid con azulejos árabes y aspidistras, hasta tengo un níspero que alguna vez ha dado frutos, pequeños pero sabrosos. Todo jardinería en macetas. El patio no es mío, es de la comunidad de vecinos y no puedo poner nada que cambie su estructura. Si me dejarán, pondría hasta una fuente. Mi jardín secreto es la plaza de la alegría, una vista alegre.
viernes, 16 de enero de 2015
¿Te gusta lo negro?
jueves, 15 de enero de 2015
El tema amoroso en la poesía española
- Jarchas, cantigas de amigo y otras canciones anteriores a
1450
- Hita, Libro de Buen Amor ("Aquí fabla de la pelea
que ovo el Arcipreste con don Amor y la respuesta que don Amor dió al
Arçipreste")
- Poesía popular y cancioneros: " No me habléis,
conde,/de amor en la calle"; "Vine de lejos";" ¡Quedito, no me toquéis"; "¿Qué me
queréis, caballero?". "De niña me casaron"; "Soy casada y vivo en pena"; "Parióme mi
madre".
- Garcilaso soneto V,XXIII, XXXI. "¡Oh, mas dura que
el mármol a mis quejas".
- Juan del Enzina: " Ojos garzos".
- Quevedo: " Que un corazón lastimado"; "Amante
agradecido a las lisonjas mentirosas de un sueño; soneto amoroso"; "Amor
constante más allá de la muerte"; "Desea, para descansar, el morir" .
- Lope de Vega: "Desmayarse, atreverse, estar
furioso"; "Ya no quiero más bien que solo amaros". "Serenata"(Delio a las rejas de
Elisa).
- Góngora: " La dulce boca que a gustar convida".
- Bécquer Rimas XIV,XVII,XXIX, XXXI,XXXIX,XLIV
- A. Machado: "Hoy te escribo en mi celda de
viajero"; "Todo amor es fantasía".
- Pedro Salinas: " No debía bastar"; "la forma de
querer tú"; "No quiero que te vayas".
- Luis Cernuda: "Qué ruido mas triste"; "Sombra de
mí". "El amor todavía". "Lo que el amor basta".
- Felix Grande “Ytú me lo preguntas!”; " No hay
amores malditos"; "Elogio de lo irreparable". "Los yertos moradores de la ausencia"; "Casida en la alta madrugada".
- Alfonsina Storni: "Ahora quiero amar algo lejano".
- Amado Nervo: " El dia que me quieras"; "Si tú me
dices ven, lo dejo todo…"
- Lorca: "Sonetos del amor oscuro."- Alberto González Ovies: "Tanto te quiero"; "A veces te quiero mucho".
- Ángel González: "Me basta así".
- Vicente Aleixandre: "Cuerpo feliz que fluye entre mis manos".
- Luis G. Montero: "Confesiones"; "El amor"; "Dedicatoria".
- Mario Benedetti: "Antes del fax y del móvil".
- Luis Alberto de Cuenca: "DNA".
Antología de poesia amorosa
http://www.lenguayliteratura.net/index.php?option=com_content&task=view&id=35&Itemid=60
No tires las cartas de amor
Ellas no te abandonarán.
El tiempo pasará, se borrará el deseo
-esa flecha de sombra-
y los sensuales rostros, bellos e inteligentes,
se ocultarán en ti, al fondo de un espejo.Transcurrirán los años. Te cansarás de libros.
Descenderás aún más
y perderás, también, la poesía.
El ruido de ciudad en los cristales
acabará por ser tu única música,
y las cartas de amor que hayas guardado
serán tu última literatura.
Traducción del catalán del propio autor.
(Joan Margarit. Aguafuertes. Renacimiento.1998)
Ellas no te abandonarán.
El tiempo pasará, se borrará el deseo
-esa flecha de sombra-
y los sensuales rostros, bellos e inteligentes,
se ocultarán en ti, al fondo de un espejo.Transcurrirán los años. Te cansarás de libros.
Descenderás aún más
y perderás, también, la poesía.
El ruido de ciudad en los cristales
acabará por ser tu única música,
y las cartas de amor que hayas guardado
serán tu última literatura.
Traducción del catalán del propio autor.
(Joan Margarit. Aguafuertes. Renacimiento.1998)
Jaime Sabines Espero curarme de ti
Espero curarme de ti en unos días. Debo dejar de fumarte, de beberte, de pensarte. Es posible. Siguiendo las prescripciones de la moral en turno. Me receto tiempo, abstinencia, soledad. ¿Te parece bien que te quiera nada más una semana? No es mucho, mi es poco, es bastante. En una semana se pueden reunir todas las palabras de amor que se han pronunciado sobre la tierra y se les puede prender fuego. Te voy a calentar con esa hoguera del amor quemado. Y también el silencio. Porque las mejores palabras del amor están están entre dos gentes que no se dicen nada. Hay que quemar también ese otro lenguaje lateral y subversivo del que ama. (Tú saber cómo te digo que te quiero cuando digo: "qué calor hace", "dame agua", "¿sabes manejar?,"se hizo de noche"... Entre las gentes, a un lado de tus gentes y las mías, te he dicho "ya es tarde", y tú sabías que decía "te quiero".) Una semana más para reunir todo el amor del tiempo. Para dártelo. Para que hagas con él lo que tú quieras: guardarlo, acariciarlo, tirarlo a la basura. No sirve, es cierto. Sólo quiero una semana para entender las cosas. Porque esto es muy parecido a estar saliendo de un manicomio para entrar a un panteón. |
miércoles, 14 de enero de 2015
Exposición El rostro de las letras
La exposición «El rostro de las letras. Escritores y fotógrafos en España desde el Romanticismo hasta la Generación de 1914» es el resultado de más de veinte años de búsqueda de imágenes por archivos públicos y privados, españoles y extranjeros, y constituye un ambicioso estudio del retrato fotográfico español, desde los días del daguerrotipo y el calotipo, hasta la primera mitad del siglo XX.
Ejercicios de estilo, Raimond Quenau
En Ejercicios de estilo (1947) Raymond Queneau narra un incidente trivial de 99 maneras distintas. Es uno de esos libros de imposible clasificación, una obra literaria con un fuerte componente metaliterario o tal vez “paraliterario”, como indica Antonio Fernández Ferrer en el prólogo de su excelente traducción (Ed. Cátedra, 1993).http://www.doctorojiplatico.com/2013/02/raymond-queneau-ejercicios-de-estilo.html
Me gusta el término ojiplático para esta obra, que dará mucho juego en la clase de teatro, para referirse al acto de estar asombrado por algún motivo, haciendo una referencia metafórica a ‘tener los ojos como platos o muy abiertos a causa de una sorpresa o asombro’ y como sinónimo de atónito, sorprendido, asombrado, pasmado, boquiabierto, patidifuso o alucinado.
Las 100 mejores adaptaciones de la literatura al cine
Desconfiad, hermanos, de las listas de los mejores libros, de las mejores películas, de los mejores actores, de los mejores escritores; pero para tener una referencia cinematográfica de algunas adaptaciones de novelas al séptimo arte, aquí os dejo el siguiente enlace:
http://decine21.com/listas-de-cine/lista/Las-100-mejores-adaptaciones-literarias-93431
Y pongo como un ejemplo de mala adaptación al cine La Regenta de Gonzalo Suárez (1974) y una muy buena adaptación a la televisión de la novela de Thomas Mann: Los Buddenbrook. Decadencia de una familia. La primera novela del escritor, publicada en 1901, cuando su autor tenía solo veinticinco años que narra el auge y la decadencia de una familia de comerciantes, entre los años 1835 y 1877, miembros de la aristocracia de Lübeck, en su lucha y sacrificio para poder sobrevivir económicamente y su búsqueda de la felicidad y del amor imposible.
:Cine y valores http://cineyvalores.fad.es/
http://decine21.com/listas-de-cine/lista/Las-100-mejores-adaptaciones-literarias-93431
:Cine y valores http://cineyvalores.fad.es/
El siglo XX a través del cine
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