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miércoles, 14 de enero de 2015

Imagen en el verso: visita virtual

Ejercicios de estilo, Raimond Quenau

En Ejercicios de estilo (1947) Raymond Queneau narra un incidente trivial de 99 maneras distintas. Es uno de esos libros de imposible clasificación, una obra literaria con un fuerte componente metaliterario o tal vez “paraliterario”, como indica Antonio Fernández Ferrer en el prólogo de su excelente traducción (Ed. Cátedra, 1993).
http://www.doctorojiplatico.com/2013/02/raymond-queneau-ejercicios-de-estilo.html

Me gusta el término ojiplático para esta obra, que dará mucho juego en la clase de teatro,  para referirse al acto de estar asombrado por algún motivo, haciendo una referencia metafórica a ‘tener los ojos como platos o muy abiertos a causa de una sorpresa o asombro’ y como sinónimo de atónito, sorprendido, asombrado, pasmado, boquiabierto, patidifuso o alucinado.

domingo, 16 de marzo de 2014

El pedómetro, invento de la Generación del 27

Los jóvenes de la Residencia de Estudiantes eran, como los de ahora, unos gamberros que en vez de estudiar dedicaban su tiempo a divertirse. En una de estas juergas líricas, surgió un invento que mantenían en secreto y que lo llamaron el “pedómetro”, que era una caja cuadrada de madera con un agujero dentro de ella, donde se alzaba una vela con un cordoncillo de hilo detrás de la llama. Se trataba que los participantes “expelieran” por el orificio pedos que consiguieran doblar la llama y hacer arder el hilo. Rafael Alberti lo recuerda en sus memorias (La arboleda perdida) que se necesitaba “un pedo de gran fuerza para lograr que la llama se doblase y llegara a prender el hilo” y sospechaba si alguno de los serios profesores de la residencia tuvo “el humor de practicarlo”.
En la página 15 encontraréis una reconstrucción del invento:
Ahora atrévete a crear, como ellos, un artilugio original e innecesario. 

viernes, 23 de agosto de 2013

Tres textos a propósito de la publicidad


El poder del eslogan 
Lo invaden todo, están en todas partes: en los labios de los oradores, de los charlatanes, de los anunciantes; en las ondas y las pantallas, grandes o pequeñas; en las paredes, los muros, las casas, los paisajes; en las  páginas de los periódicos, los carteles, los folletos, las pancartas, las octavillas, las pegatinas, los escudos, las insignias… Decir que nos asedian es poco; se instalan con toda naturalidad en nuestra memoria, en nuestro lenguaje, quizás en el fondo mismo de nuestro pensamiento.
Pero, ¿cómo es posible que una breve fórmula, vulgar o ingeniosa, sinuosa o explícita, vehemente o cerebral, baste para provocar tal o cual reacción de masas, vender un producto que realmente nadie necesita, cambiar el resultado de unas elecciones, unir a las multitudes en una causa que no es la suya, empujar a pueblos enteros al motín o a la guerra?

Olivier Reboul, El poder del eslogan 

Epidermis publicitaria
Al alcohol lo llamo directamente Ballantine’s. Digo Bic por bolígrafo, Mont-Blanc por pluma, Olivetti por máquina de escribir y Mac por ordenador. En los restaurantes finos suelto Avecrem en lugar de sopa o Camy por “biscuit-glacé”, y lo peor de todo es que suelo acertar. Cuando intento pronunciar palabras tan sencillas como somnífero, tónica, zapatillas, bicicleta, tarjeta de crédito o cigarro me salen espontáneamente marcas caprichosas: Valium, Schweppes, Adidas, BH, Visa, Montecristo. Los digitales son Casio, y los analógicos, Omega. Las “colas” son Coca-Cola, incluso cuando bebo Pepsi. Al televisor le digo el tubo, y al tubo, claro, Triniton. Y así todo el tiempo. Soy irremediablemente metonímico, qué se le va a hacer. De la misma manera que otros son zurdos, bizcos, tartajas, daltónicos, patizambos, miopes o inspectores de Hacienda, yo tengo la desgracia de padecer metonimia aguda. Cuando hablo o hago estas redacciones suelo tomar la parte por el todo, o lo que es más intolerable por estos alrededores literarios, tomo la marca por la cosa.

Juan Cueto, El País Semanal, 1987

Palinuro en Productolandia
Ya para entonces había sonado su despertador West de todos los días a las siete de la mañana en punto (¡Tiiiiing! hizo el despertador) y nuestro amigo después de quitarse de encima sus sábanas Queen y su cobija eléctrica Sunbeam, de bostezar (¡Auuuggggh!) y de hacer la lección número 13 del curso de Charles Atlas, fue a la cocina, tomó un Alka-Seltzer (¡Tsss! ¡Tssss!) y tras eructar convenientemente (¡Erp! ¡Erp!) abrió la puerta de su refrigerador Westinhoouse (¡Brrrr! ¡Brrrr!) sacó una lata de jugo de naranja Sunkist, la abrió con su abrelatas Ecko (¡Click!) se la bebió (¡Gulp! ¡Gulp!) encendió su estufa Acros (¡Flum!) puso a calentar agua (¡Buble! ¡Bouble!) se sirvió una cucharada de Nescafé (¡Splash!) le puso un chorrito (¡Pisss!) de leche Carnation y dos terrones de azúcar de la Tate and Lyle (¡Plop! ¡Plop!) mientras que en su tostador General Electric tostaba dos rebanadas de pan Wonder a las que embarró con mantequilla Gloria (¡Trsss! ¡Trsss!), habiéndose comido después un gran plato de Rice Krispies de Kellogg´s (¡Crisp! ¡Crasp! ¡Crisp!) y luego habiéndose limpiado la boca con una servilleta Scott, fuese al baño a lavarse los dientes con pasta Forhan´s  (que era como la extensión de la piel de sus dientes), habiendo hecho su cepillo Dentamatic al frotar sus incisivos algo así como ¡Brushjjt! Brisschj Braschjt! (…)

Fernando del Paso, Palinuro en México, Edic. Algaguara, Madrid, 1982, págs... 284-7 

domingo, 7 de octubre de 2012

Mil y un usos del periódico

Los periódicos en papel hace ya tiempo que están en crisis. Ahora más que nunca necesitamos informarnos de una manera veraz y clara. Por eso copio a continuación dos textos que se lo toman con humor; el primero de Julio Cortázar, y el segundo, un correo que me llegó hace tiempo con rasgos del español de América. 

     1)      El diario a diario
Un señor toma el tranvía después de comprar el diario y ponérselo bajo el brazo. Media hora más tarde desciende con el mismo diario bajo el mismo brazo. Pero ya no es el mismo diario, ahora es un montón de hojas impresas que el señor abandona en un banco de plaza.
            Apenas queda solo en el banco, el montón de hojas impresas se convierte otra vez en un diario, hasta que un muchacho lo ve, lo lee y lo deja convertido en un montón de hojas impresas. Apenas queda solo en el banco, el montón de hojas impresas se convierte otra vez en un diario, hasta que una anciana lo encuentra, lo lee y lo deja convertido en un montón de hojas impresas. Luego se lo lleva a su casa y en el camino lo usa para empaquetar medio kilo de acelgas, que es para lo que sirven los diarios después de estas excitantes metamorfosis.


    2)   No importa que la Internet sea rápida, ni que la televisión nos dé muchos
canales con lo mismo, ni que el radio cacaree sus noticias en una avalancha repetitiva. Los diarios constituyen una herramienta indispensable y de gran utilidad para la gente.
¿Acaso ha intentado usted matar un mosquito con un teclado, o castigar al
perro en el hocico con la pantalla del televisor?
Por eso no importa que no lo lea, el periódico será siempre el mejor aliado
en todos los momentos de la vida. Aquí los mil y un usos del periódico.

USOS DOMESTICOS:
¨ Madurar aguacates.
¨ Recoger la basura.
¨ Brillar los vidrios.
¨ Envolver el pesebre.
¨ Alinear las patas de la mesa coja.
¨ Empacar la vajilla en la mudanza.
¨ Tapizar la jaula del pájaro.
¨ Recoger la m ... del perro
¨ Cubrir los muebles y el piso antes de pintar.
¨ Evitar que se meta el agua debajo de la puerta.
¨ De protector en el piso del garaje si el carro bota Aceite.
¨ Matar moscas y demás insectos rastreros.
¨ En una crisis: Como papel higiénico.

USOS EDUCATIVOS:
¨ Castigar al perro en el hocico cuando se orina en la Casa.
¨ Recortar letras y fotos para las tareas de los Niños.
¨ Construir chichiguas y caretas de diablos cojuelos.
¨ Elaborar títeres.
¨ Hacer barcos de papel.
¨ Arrancarle en el pedacito en blanco de arriba un pedacito para anotar números de teléfono.

USOS COMERCIALES:
¨ Ensanchar zapatos.
¨ Rellenar los bolsos para que conserven su forma.
¨ Envolver la carne.
¨ Empacar clavos en la ferretería.
¨ Hacer un sombrero de pintor.
¨ Dar trabajo a voceadores y periodistas.
¨ Envolver flores.
¨ Cortar moldes de modistas y sastres.
¨ Hacer rolos.
¨ Envolver cuadros.

USOS FESTIVOS:
¨ Para prender los asados y BBQ.
¨ Rellenar los regalos sorpresa.
¨ Fabricar el embudo de mago que desaparece el agua.

OTROS USOS:
¨ Para que los extorsionistas usen sus letras en las cartas.
¨ Como cojín en el parque.
¨ Hacer bolitas y pegarles a los compañeros de clase.
¨ Como paraguas para que el aguacero no dañe el peinado.
¨ Para que "los malos" escondan el revolver en las películas.
¨ Como vaina para guardar el machete.

AH... ¡¡¡¡Y PARA ENTERARSE DE LAS NOTICIAS!!!! 

miércoles, 4 de enero de 2012

Baraja para escribir cuentos maravillosos

miércoles, 28 de diciembre de 2011

Trabajar con imágenes


Fijándote bien en las imágenes relata la historia de Sherlock Holmes que aparece en este cómic:






















Narra esta peculiar versión de El estrangulador de Bostón siguiendo el orden de las viñetas. Después desordena las viñetas y vuelve a contar la historia con el nuevo orden:


Después de estudiar atentamente las imágenes, rellenar los bocadillos del cómic La espada y la rosa:



Fijándote en las imágenes, escribe el final de la Leyenda de Bécquer
El monte de las ánimas:

domingo, 24 de abril de 2011

Ejercicios con fábulas



Las fábulas son relatos breves, generalmente protagonizados por animales u objetos a los cuales se dota de características humanas, y que sirven para ilustrar el comportamiento de los hombres. Suele tratarse de historias inverosímiles y muy imaginativas, pero lo más importante de las fábulas es su afán didáctico. Se caracterizan por incluir una moraleja, una breve frase que resume la enseñanza que el lector debe extraer de la fábula.
Son relatos muy conocidos y que se transmiten de boca en boca. Por ello, no siempre se conoce quién es el verdadero autor de una fábula. Sin embargo, a lo largo de la historia de la literatura se han destacado algunos autores, aquellos que tal vez tomaron la fábula del folklore popular y se encargaron de darle la forma que tiene hoy en día.
Autores de fábulas
Esopo fue, entre los antiguos griegos, el más famoso autor de fábulas. Se calcula que vivió en el siglo VI a. C., pero al no existir documentos contemporáneos a su existencia, es imposible determinar una época exacta o siquiera un lugar. Incluso se ha llegado a dudar de que se tratase de una persona real. Sin embargo, sus fábulas han trascendido y llegado hasta nosotros, muchas veces transcriptas por otros autores, como Demetrio de Falero, Fedro, Jean de La Fontaine y Félix María Samaniego. Algunas de las fábulas más conocidas de Esopo son: la cigarra y la hormiga, la zorra y las uvas, el león y el ratón, el ratón de campo y el ratón de ciudad, la gallina de los huevos de oro. Las enseñanzas que se quiere transmitir con ellas es generalmente de base moral.
Características
·Brevedad narrativa. El texto puede estar escrito en prosa o verso y en la mayoría de los casos es un esquema dramatizado con diálogos en estilo directo o indirecto. El estilo directo tiene lugar cuando el autor reproduce las palabras de los personajes que hablan, y el estilo indirecto cuando se reproduce la conversación entre dos personajes, pero no de manera textual.
·El texto se basa en una conversación mantenida entre animales, que suelen ser los personajes en este tipo de relato. Estos animales suelen representar "tipos" o modelos con unas características muy definidas (ejemplo: la zorra es astuta, la hormiga es trabajadora, el lobo es feroz, etc.)
·No todos los personajes de las fábulas han de ser forzosamente animales; también podemos encontrar plantas, objetos e incluso seres humanos.
·Conclusión en moraleja o sentencia (a ser posible de carácter moralizante).

Ejercicio interactivo
C:\Documents and Settings\Administrador\Mis documentos\¿CUÁL ES LA MORALEJA.mht
Actividades
·Escribe una fábula con animales utilizando algunos de los recursos propios de este género.
·Pon una moraleja a esta fábula:
Tuvo antiguamente el milano otra voz, una voz penetrante. Pero oyó un día a un caballo relinchar admirablemente, y lo quiso imitar. Pero a pesar de todos sus intentos, no logró adoptar exactamente la voz del caballo y perdió además su propia voz. Así, quedó sin la voz del caballo y sin su voz antigua.
·Desarrolla una fábula a partir de esta moraleja
"No embellezcas tu aspecto, sé bello en tus actos." (Tales de Mileto)

Fábulas on line:http://www.eljardinonline.com.ar/cuentosfabulas.htm
http://www.xtec.es/~jrafols/viajeliterario/fabulas.htm#Inicio
http://www.bibliotecasvirtuales.com/biblioteca/guias/fabulas/gallina.asp

Para acabar con las moralinas


Son muchos los autores que han intentado acabar con la moralina de muchas de las fábulas de nuestra niñez. Te presento algunos ejemplos:
1) La versión de La cigarra y la hormiga que aparece en la película Los lunes al sol.
http://www.youtube.com/watch?v=KnL5GRrM3P4

2)
EL LOBITO BUENO (José Agustín Goytisolo)
Érase una vez
un lobito bueno
al que maltrataban
todos los corderos.

Y había también
un príncipe malo,
una bruja hermosa
y un pirata honrado.

Todas estas cosas
había una vez.
Cuando yo soñaba
un mundo al revés.




3) El poeta Ángel González también tiene un poema sobre las fábulas (Introducción a las fábulas para animales). Lo puedes oír en su voz:
http://www.palabravirtual.com/index.php?ir=ver_voz1.php&wid=47&p=%C1ngel%20Gonz%E1lez&t=Introducci%F3n%20a%20las%20f%E1bulas%20para%20animales&o=%C1ngel%20Gonz%E1lez
Vamos a ser subversivos: Ahora se trata de que hagas una versión políticamente incorrecta de una fábula.

viernes, 22 de abril de 2011

Primeras frases de obras literarias


¿Quién no empezó una vez un libro y lo abandonó a los pocos párrafos? Y, al revés, ¿cuántas novelas nos han cautivado desde el primer instante al punto de ya no poder dejarlas? Corto o largo, informativo o misterioso, clásico o informal, ¿cuál es el mejor modo de empezar un libro?
Íncipit es el nombre técnico de esas primeras palabras o primera frase de un texto (del latín incipio: empezar) a los que muchos atribuyen una importancia fundamental. Se trata, ni más ni menos, de seducir al lector, cautivarlo, intrigarlo, interpelarlo, hasta provocarlo -todo vale, con tal de que no deje de lado el libro, sobre todo en estas épocas de tanto estímulo audiovisual-.
Además nos pueden servir como taller literario para nuestros alumnos.

Aden Arabia, Paul Nizan: “Yo tenía veinte años; no permitiré a nadie decir que es la edad más bella de la vida.”
Alicia en el país de las maravillas, Lewis Carroll: “Alicia empezaba ya a cansarse de estar sentada con su hermana a la orilla del río, sin tener nada que hacer: había echado un par de ojeadas al libro que su hermana estaba leyendo, pero no tenía dibujos ni diálogos”.
Ana Karenina,León Tolstoi:"Las familas dichosas se parecen; las desgraciadas lo son cada una a su manera".
Cien años de soledad,G. G. Márquez, : “Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo”.
Continuidad en los parques, Cortázar: “Había empezado a leer la novela unos días antes”.
Crimen y castigo, Fedor Dostoievski: “Una tarde extremadamente calurosa de principios de julio, un joven salió de la reducida habitación que tenía alquilada en la callejuela de S… “
David Copperfield ,Charles Dickens: “Si resultara que soy el héroe de mi propia vida, o si ese puesto lo ocupara otra persona, estas páginas lo dirán”.
Desayuno en Tiffany's,Truman Capote: “Siempre me siento atraído por los lugares en donde he vivido, por las casas y los barrios”.
El dinosaurio, Augusto Monterroso: “Cuando desperté. El dinosaurio todavía estaba allí”.
El extranjero,Camus: “Hoy ha muerto mamá. O quizá ayer. No lo sé”,
El guardián entre el centeno, J. D. Salinger: “Si de verdad les interesa lo que voy a contarles, lo primero que querrán saber es dónde nací, cómo fue todo ese rollo de mi infancia, qué hacían mis padres antes de tenerme a mí y demás puñetas , pero no me apetece contarles nada de eso”.
El hombre invisible, H. G. Wells: “ El desconocido llegó un día huracanado de primeros de febrero, abriéndose paso a través de un viento cortante y de una densa nevada, la última del año”.
El palacio de la luna, Paul Auster: “Fue el verano en que el hombre pisó por primera vez la luna. Yo era muy joven entonces, pero no creía que hubiera futuro. Quería vivir peligrosamente, ir lo más lejos posible y luego ver qué me sucedía cuando llegara allí”.
El perfume. Patrick Süskind: “En el siglo XVIII vivió en Francia uno de los hombres más geniales y abominables de una época en que no escasearon los hombres abominables y geniales”.
El túnel, Ernesto Sábato:"Bastará decir que soy Juan Pablo Castel, el pintor que mató a María Iribarne; supongo que el proceso está en el recuerdo de todos y que no se necesitan mayores explicaciones sobre mi persona”.
En busca del tiempo perdido, Proust: "Durante mucho tiempo, me acosté temprano".
Harry Potter and the Deathly Hallows, J. K. Rowling: “Los dos hombres aparecieron de la nada, a pocos metros uno del otro, en el angosto sendero iluminado por la luna”.
Historia de dos ciudades, Charles Dickens: “Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos, la edad de la sabiduría, y también de la locura; la época de las creencias y de la incredulidad; la era de la luz y de las tinieblas; la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación”.
La metamorfosis,Franz Kafka.:“Cuando Gregorio Samsa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto”.
Orgullo y Prejuicio,Jane Austen: "Es una verdad mundialmente reconocida que un hombre soltero, poseedor de una gran fortuna, necesita una esposa".
La Regenta, Clarín: “La heroica ciudad de Vetusta dormía la siesta”.
Lolita, Vladimir Nabokov: “Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Mi pecado, mi alma. Lo-li-ta: la punta de la lengua emprende un viaje de tres pasos desde el borde del paladar para apoyarse, en el tercero, en el borde de los diente”.
Los suicidas, Antonio Di Benedetto: “Mi padre se quitó la vida un viernes por la tarde.Tenía 33 años.El cuarto viernes del mes próximo yo tendré la misma edad.”
Memorias de África, Isak Dinesen:"Yo tenía una granja en Africa, al pie de las colinas de Ngong."
Moby Dyck, Herman Melville: “Llamadme Ismael. Hace unos años - no importa cuánto hace exactamente - teniendo poco o ningún dinero en el bolsillo, y nada en particular que me interesara en tierra, pensé que me iría a navegar un poco por ahí, para ver la parte acuática del mundo.
Rebeca, Daphne du Maurier: "Anoché soñé que volvía a Manderlay".
Pedro Páramo, Juan Rulfo,: "Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo”.
El principito, Saint-Exupéry: "Todas las personas mayores fueron al principio niños. (Aunque pocas de ellas lo recuerdan)." .
Un mal principio, Lemony Snicket: "Si están interesados en historias con un final feliz, será mejor que lean otro libro. En éste, no sólo no hay un final feliz, sino que tampoco hay un principio feliz, y muy pocos sucesos felices en medio".
El museo de la inocencia, Orham Pamuk: "Fue el momento más feliz de mi vida y no lo sabía. De haberlo sabido, ¡habría podido proteger dicha felicidad? ¿Haría sucedido de otra manera?"
La sombra del torturador, Gene Wolfe: "Es posible que yo ya tuviera entonces cierto presentimiento de mi futuro. El portal cerrado y herrumbrado que se levantaba ante nosotros con hilos de niebla ribereña enhebrando las puntas de hierro como senderos de montaña, ha quedado ahora en mi memoria como el símbolo de mi exilio".

Ejercicio interactivo para ordenar comienzos de novelas famosas:
http://www.edu.xunta.es/contidos/premios/p2003/b/archaron9/GRAMATICA/comienzos_novelas/comienzo_12.htm
75 frases de grandes novelas:
http://gozaleer.blogspot.com.es/2011/11/75-grandes-frases-de-75-grandes-novelas.html
Artículo de El País  Érase una vez el érase una vez
Para saber más:
http://es.wikiquote.org/wiki/Primeras_frases_de_obras_literarias
http://www.zonamoebius.com/Iepoca_2003-2007/2006/periferico/rpt_0206_30inicios.htm
http://www.edu.xunta.es/contidos/premios/p2003/b/archaron9/GRAMATICA/comienzos_novelas/comienzo_12.htmhttp://www.educared.org.ar/comunidades/tamtam/archivos/principios_de_novela/index.htm

domingo, 30 de enero de 2011

Coplas a la muerte de su colega, Luis García Montero

domingo, 28 de noviembre de 2010

Textos breves para trabajar en clase


José Hierro

Ha estado fuera de casa una semana. Al volver, parece otro. Cuando nos acostamos, me ha acariciado con mucha ternura. Me ha dicho que no volverá a atormentarme con lo de mis ronquidos, y me ha extrañado que ahora se le ocurra esa idea. Desde que nos casamos -será más exacto decir desde un par de años después de habernos casado- suele despertarme, zarandeándome, varias veces cada noche: «Ya estás roncando otra vez, roncando como una bestia; qué pena que no puedas oírte». Y yo jamás hice otra cosa que pedirle perdón. Muchas veces me echaba a llorar, lo que servía para irritarle más aún: «Cállate ya: primero, ronquidos y ahora, lloros. ¿Es que no voy a poder dormir tranquilo?» Así una y otra noche desde hace cinco años. Y yo nunca me quejaba, sólo le pedía perdón. Hasta fui al médico, a ver si eso de los ronquidos tenía algún remedio, y me dijo que no.

Ahora, esta noche, me ha acariciado, me ha pedido perdón, me ha dicho que soy una santa y él un bruto. Y que nunca se perdonará haberme hecho sufrir tantas y tantas noches. El viaje lo ha cambiado extrañamente. Ha estado fuera una semana, en no sé qué congreso al que asistió por cuenta de su empresa. «Por lo menos ─dijo al marcharse─ estaré una semana sin escuchar tu orquesta. Dormiré a pierna suelta». Eso es lo que me dijo. Y ahora, al volver, me pide perdón por todo lo que me ha hecho sufrir. Y por todo lo que he callado. «Porque tú ─me dice─ podías haberme dicho que yo ronco también, no sé si tan escandalosamente como tú, pero ronco toda la noche». Es cierto que ronca. Y que nunca se lo dije por no humillarlo. Pero ahora él sabe que ronca, y me pide perdón, y todo se ha arreglado. Y me abraza, y me dice que soy una santa y él un miserable.

Todo ha cambiado, ya lo dije, a la vuelta de su viaje. Estuvo en un congreso en Palma de Mallorca. Viene más moreno, más alegre y hermoso, más tierno. Nunca le preguntaré quién le ha dicho que ronca.

El eclipse, Augusto Monterroso
Cuando fray Bartolomé Arrazola se sintió perdido aceptó que ya nada podría salvarlo. La selva poderosa de Guatemala lo había apresado, implacable y definitiva. Ante su ignorancia topográfica se sentó con tranquilidad a esperar la muerte. Quiso morir allí, sin ninguna esperanza, aislado, con el pensamiento fijo en la España distante, particularmente en el convento de Los Abrojos, donde Carlos Quinto condescendiera una vez a bajar de su eminencia para decirle que confiaba en el celo religioso de su labor redentora.
Al despertar se encontró rodeado por un grupo de indígenas de rostro impasible que se disponían a sacrificarlo ante un altar, un altar que a Bartolomé le pareció como el lecho en que descansaría, al fin, de sus temores, de su destino, de sí mismo.
Tres años en el país le habían conferido un mediano dominio de las lenguas nativas. Intentó algo. Dijo algunas palabras que fueron comprendidas.
Entonces floreció en él una idea que tuvo por digna de su talento y de su cultura universal y de su arduo conocimiento de Aristóteles. Recordó que para ese día se esperaba un eclipse total de sol. Y dispuso, en lo más íntimo, valerse de aquel conocimiento para engañar a sus opresores y salvar la vida.
-Si me matáis –les dijo- puedo hacer que el sol se oscurezca en su altura.
Los indígenas lo miraron fijamente y Bartolomé sorprendió la incredulidad en sus ojos. Vio que se produjo un pequeño consejo, y esperó confiado, no sin cierto desdén.
Dos horas después el corazón de fray Bartolomé Arrazola chorreaba su sangre vehemente sobre la piedra de los sacrificios (brillante bajo la opaca luz de un sol eclipsado), mientras uno de los indígenas recitaba sin ninguna inflexión de voz, sin prisa, una por una, las infinitas fechas en que se producirían eclipses solares y lunares, que los astrónomos de la comunidad maya habían previsto y anotado en sus códices sin la valiosa ayuda de Aristóteles.

Luis Landero, Caballeros de fortuna
Sus alumnos, a los que llamaba de usted y trataba con la misma cortesía exquisita e inescrutable que usaba para todo el mundo, quizá no lo escuchasen, y hasta puede que por la letanía de la costumbre ni siquiera reparasen en aquel hombre enjuto de modos académicos que todas las mañanas desde hacía muchos años subía al estrado, extraía algunos útiles pedagógicos, los desplegaba sobre la mesa, dejaba la cartera a sus pies [...], se recogía unos momentos en sí mismo e iniciaba la exposición. Su voz era grave y disertadora, con mucho caudal erudito, y los jóvenes la oirían con la misma incredulidad soñolienta con que miraban la cartera: al fin y al cabo como dos estantiguas que se hubieran confabulado contra la ardiente y despreocupada juventud. Sin embargo, también se habían acostumbrado a respetarlo, aunque sólo fuese porque la exactitud y la severidad iban acompañadas siempre por la tolerancia, y nunca nadie lo había oído alzar la voz ni menos aún hacer un aspaviento. Le era suficiente, en último extremo, mirar con un pronto fulgurante de halcón para restablecer la frontera entre lo tolerado y lo prohibido. Todo lo razonaba con una paciencia amable y rigurosa. Si alguien tenía una duda, se la resolvía sin prisas y al instante, y si ignoraba la respuesta, le bastaba inclinarse hacia la cartera y meter la mano en aquellas honduras para encontrar la solución. Los exámenes los devolvía minuciosamente corregidos. En un redondel verde encerraba las faltas de ortografía; las de sintaxis, en un redondel amarillo; las de léxico, en azul; las de concepto y orden expositivo, en círculos rojos, y si el error era muy grave, con advertencias en forma de rayos, flechas y exclamaciones. Al final, el examen semejaba una traca de fantasía. Cada quincena hacía inspección de cuadernos de apuntes, y los exigía limpios, claros y concienzudos, a imagen y semejanza de sus disertaciones y de su propio ejemplo personal. Y toda esa liturgia venía a ser una representación exacta de su vida: la pasión por el orden, el anhelo de rodearse de fidelidad y de decoro, el rechazo de la vicisitud y el descanso en la permanencia, la comprobación en cada instante de que era dueño de un territorio invulnerable a los ultrajes y caprichos de la actualidad. Porque su tiempo, en efecto, era otro, y por eso unos minutos antes del final de la clase, se apresuraba a rescatar la cartera y, desembocando en los desmayos de un tono conclusivo, distribuía por ella el bagaje didáctico, se levantaba, bajaba del estrado y, ya junto a la puerta, remataba el discurso. Justo en ese instante sonaba el timbre, cuya duración era la tregua que él necesitaba para ganar el pasillo y escapar a los gritos, carreras y saltos de los jóvenes, a aquella explosión de vitalidad que era lo que peor llevaba de su oficio.

Las ganas de estudiar de Massimo Piatelli (1992)
Todos vivimos, una vez al año, un breve y mágico momento en el que nos entran unas tremendas ganas de estudiar. Se trata del momento en que, con la lista en la mano y el dinero contante en el bolsillo, el regreso a la escuela nos regala la excitación especial que reina en la papelería-librería, o en el ocasional "departamento de vuelta al colegio" de los grandes almacenes. Estas secciones de artículos se convierten en auténticos templos de las ganas de estudiar. Los verdaderos ministros del culto, más que los padres y que los vendedores, son las plumas nuevas, las blancas gomas de borrar, las escuadras, las cartulinas, los estuches, los cuadernos inmaculados, el montón de libros de texto, el olor de cuero de las carteras, el crujido de las mochilas sintéticas. ¡Ah, sí! Te meten en el cuerpo las ganas de estudiar.
De vuelta a casa, empezamos a hojear los libros, a mirar las ilustraciones, a forrarlos, a poner etiquetas. Armoniosamente ordenadas se alinean todas las municiones para nuestra nueva expedición de caza en tierra desconocida. Nos acordamos de los antiguos compañeros y nos imaginamos cómo serán los nuevos, con apellidos nuevos que, sin embargo, nos parecerá haber oído ya antes. Quizá este año tendremos en clase al primo de Roberto o a la hermana de María; lástima que ya no esté Bianchi. Por no hablar de los profesores nuevos, o que conocemos sólo de vista. Aquel nuevo de letras, que dicen que es horrible; en cambio, la de matemáticas parece que es buenísima y simpática.
Es un momento bendito el del regreso a la escuela. ¡Ah, ojalá fuera posible prolongar esta excitación y estas ganas durante todo el año!

Educar. Gabriel Celaya
Educar es lo mismo
que poner motor a una barca,
hay que medir, pesar, equilibrar...
y poner todo en marcha.
Pero para eso
uno tiene que llevar en el alma
un poco de marino,
un poco de pirata,
un poco de poeta,
y un kilo y medio de paciencia concentrada.
Pero es consolador soñar,
mientras uno trabaja,
que ese barco -ese niño-
irá muy lejos por el agua.
Soñar que ese navío
llevará nuestra carga de palabras
hacia puertos distantes,
hacia islas lejanas.
Soñar que cuando un día
esté durmiendo nuestra propia barca,
en barcos nuevos
seguirá nuestra bandera enarbolada.

Ella empezó a mirarme en Ríos Rosas.
J.J. Millás

Me metí en la línea 1 del metro porque creo que es la más larga y te da tiempo a todo. Estaba dispuesto a contar el número de los que entraban y salían en cada estación para ver si podía relacionar una cantidad con otra y descubría algún secreto numérico semejante a los de las pirámides de Egipto. Trabajo para una revista de temas esotéricos y al director le encanta que le vayas con historias de éstas. Al final me di cuenta de que era imposible llevar la contabilidad, incluso si te concentras en un solo vagón, y escribí un rollo, que también gustó mucho, sobre la gente que parece que va a entrar, pero al final se queda fuera, y la que parece que va a salir, pero al final se queda dentro.

Afirmé que el fenómeno ocurría sobre todo en Bilbao y el caso es que recibimos en la redacción un montón de cartas dándonos la razón. Gente que vivía en esa zona nos contaba que tenía que coger el metro, o bajarse de él, en la parada anterior, o en la posterior, porque había una fuerza magnética que les impedía hacerlo en esa parada. A veces, con estas cosas, aciertas sin querer. La cuestión es que desde entonces yo mismo me quedo como paralizado siempre que paso por Bilbao, donde, por otra parte, está la redacción de la revista.

Pero a lo que iba es que una vez que renuncié a contar a los que entraban y salían, me concentré en una chica de pelo corto que iba junto a la puerta y que no dejaba de mirarme desde Ríos Rosas. Pensé que a lo mejor me conocía de la revista esotérica, porque dan mis artículos con una foto, aunque a veces se equivocan y meten la de un imbécil que tiene un apellido parecido al mío y que está especializado en apariciones marianas. El caso es que me acerqué un poco y comencé a mirarla yo también, aunque procurando que mi mirada no resultara tan impertinente como la suya.

Entonces, de súbito, me di cuenta de que la chica respiraba. Ya sé que todo el mundo respira, no es eso, lo que quiero decir es que vi su respiración, como si la hubieran coloreado para distinguirla del resto de la atmósfera. O sea, que veía el caudal de aire que entraba por sus narices, porque aspiraba por las narices, y luego lo veía salir por la boca un poco desgastado por el uso que las células o las bacterias habían hecho de él dentro de su cuerpo. Era fascinante y un poco enloquecedor en el mejor sentido, porque si le ves a alguien el aliento de ese modo es como si le vieras el alma y, claro, cuando le ves el alma a alguien te enamoras, aunque sepas que te va a hacer daño.

En esto, advertí que también mi respiración se diferenciaba del resto del aire y que ella podía verla como yo la suya. Entendí por qué había empezado a mirarme con esa intensidad en Ríos Rosas. Entonces, aunque estábamos como a medio metro de distancia y había una cabeza oscilante entre los dos, nuestras respiraciones empezaron a jugar, quiero decir que se encontraban a medio camino y luego iban de su boca a la mía ejecutando formas que nos hundían en el delirio y nadie más que ella y yo nos dábamos cuenta, y era como hacer el amor, como follar quiero decir en medio de todo el mundo. Y el ruido del tren era en realidad un aullido de placer, pero sólo ella y yo lo sabíamos.

Desde entonces, coincidíamos sin hablar todos los días en la estación de Plaza de Castilla y nos hacíamos la línea 1 entera sin parar de follar, con perdón, ya digo, con nuestros alientos. Lo que pasa es que un día ella se bajó en Bilbao indicándome que la siguiera con la mirada. Pero como yo no puedo apearme en Bilbao por esa cosa paranormal que decía antes, me quedé dentro y ella se ha debido imaginar que me he cansado porque no he vuelto a verla en esta línea.

El paraíso era un autobús, J.J. Millás

lunes, 22 de noviembre de 2010

Poemas esdrújulos


Estas son las sugerencias que da Gloria Almendáriz en su página Juego Poético:
- Comienza por recopilar una buena cantidad de palabras esdrújulas.
- Primero busca en tu cuerpo. Está lleno de ellas: rótula, hígado...
- Después en el diccionario. Si la actividad se hace en clase, os podéis repartir la búsqueda (a cada grupo se le asigna un número determinado de letras para buscar palabras que comiencen por ellas).
- A continuación, reuniréis todas las palabras encontradas que serán vuestro material para hacer un auténtico poema esdrújulo

http://aprenderescambiar.blogspot.com/2008/08/poema-esdrjulo.html

Algunos ejemplos
La lánguida Angélica
come espárragos y rábanos.
Sócrates está en el vértice
de un cuadrilátero célebre.
Ella, cándida, abre la válvula
y él estudia gramática.
Se inunda el ángulo
de un párrafo de su página:
la catástrofe díscola
espanta los pájaros.
Los persigue el águila
y el espíritu del sábado
se va con los glóbulos
a la dársena mórbida.

Un cántico lánguido
recorre mis glóbulos.
Se resbala por mi tráquea,
cae en mi estómago,
el hígado ríe
y a la vesícula se le escapa una lágrima.
El técnico tiene una hipótesis:
Es el décimo caso nítido
en que ese bárbaro
irá al patíbulo.
¿Será un caso quirúrgico?

Estoy hasta los esdrújulos
del cálculo matemático,
del centímetro y del perímetro,
de ese músico clásico.
De coger el bolígrafo
y escuchar al fotógrafo.

Estoy hasta los esdrújulos
de esta estúpida clavícula,
de la incómoda vesícula,
porque el científico patético
hace cálculo numérico.

¡Estoy hasta los esdrújulos!


domingo, 15 de agosto de 2010

Versión políticamente correcta de Caperucita Roja

Abre la colección Caperucita Roja:
Érase una vez una persona de corta edad llamada Caperucita Roja que vivía con su madre en la linde de un bosque. Un día, su madre le pidió que llevase una cesta con fruta fresca y agua mineral a casa de su abuela, pero no porque lo considerara una labor propia de mujeres, atención, sino porque ello representa un acto generoso que contribuía a afianzar la sensación de comunidad. Además, su abuela no estaba enferma; antes bien, gozaba de completa salud física y mental y era perfectamente capaz de cuidar de sí misma como persona adulta y madura que era.
Así, Caperucita Roja cogió su cesta y emprendió el camino a través del bosque. Muchas personas creían que el bosque era un lugar siniestro y peligroso, por lo que jamás se aventuraban en él. Caperucita Roja, por el contrario, poseía la suficiente confianza en su incipiente sexualidad como para evitar verse intimidada por una imaginería tan obviamente freudiana.
De camino a casa de su abuela, Caperucita Roja se vio abordada por un lobo que le preguntó qué llevaba en la cesta.
- Un saludable tentempié para mi abuela quien, sin duda alguna, es perfectamente capaz de cuidar de sí misma como persona adulta y madura que es -respondió.
- No sé si sabes, querida -dijo el lobo-, que es peligroso para una niña pequeña recorrer sola estos bosques.
Respondió Caperucita:
- Encuentro esa observación sexista y en extremo insultante, pero haré caso omiso de ella debido a tu tradicional condición de proscrito social y a la perspectiva existencial -en tu caso propia y globalmente válida- que la angustia que tal condición te produce te ha llevado a desarrollar. Y ahora, si me perdonas, debo continuar mi camino.
Caperucita Roja enfiló nuevamente el sendero. Pero el lobo, liberado por su condición de segregado social de esa esclava dependencia del pensamiento lineal tan propia de Occidente, conocía una ruta más rápida para llegar a casa de la abuela. Tras irrumpir bruscamente en ella, devoró a la anciana, adoptando con ello una línea de conducta completamente válida para cualquier carnívoro. A continuación, inmune a las rígidas nociones tradicionales de lo masculino y lo femenino, se puso el camisón de la abuela y se acurrucó en el lecho.
Caperucita Roja entró en la cabaña y dijo:
- Abuela, te he traído algunas chucherías bajas en calorías y en sodio en reconocimiento a tu papel de sabia y generosa matriarca.
- Acércate más, criatura, para que pueda verte -dijo suavemente el lobo desde el lecho.
- ¡Oh! -repuso Caperucita-. Había olvidado que visualmente eres tan limitada como un topo. Pero, abuela, ¡qué ojos tan grandes tienes!
- Han visto mucho y han perdonado mucho, querida.
- Y, abuela, ¡qué nariz tan grande tienes!... relativamente hablando, claro está, y su modo indudablemente atractiva.
- Ha olido mucho y ha perdonado mucho, querida.
- Y... ¡abuela, qué dientes tan grandes tienes!
Respondió el lobo:
- Soy feliz de ser quien soy y lo que soy -y, saltando de la cama, aferró a Caperucita Roja con sus garras, dispuesto a devorarla.
Caperucita gritó; no como resultado de la aparente tendencia del lobo hacia el travestismo, sino por la deliberada invasión que había realizado de su espacio personal.
Sus gritos llegaron a oídos de un operario de la industria maderera (o técnicos en combustibles vegetales, como él mismo prefería considerarse) que pasaba por allí. Al entrar en la cabaña, advirtió el revuelo y trató de intervenir. Pero apenas había alzado su hacha cuando tanto el lobo como Caperucita Roja se detuvieron simultáneamente.
- ¿Puede saberse con exactitud qué cree usted que está haciendo? -inquirió Caperucita.
El operario maderero parpadeó e intentó responder, pero las palabras no acudían a sus labios.
- ¡Se cree acaso que puede irrumpir aquí como un Neandertalense cualquiera y delegar su capacidad de reflexión en el arma que lleva consigo! -prosiguió Caperucita-. ¡Sexista! ¡Racista! ¿Cómo se atreve a dar por hecho que las mujeres y los lobos no son capaces de resolver sus propias diferencias sin la ayuda de un hombre?
Al oír el apasionado discurso de Caperucita, la abuela saltó de la panza del lobo, arrebató el hacha al operario maderero y le cortó la cabeza. Concluida la odisea, Caperucita, la abuela y el lobo creyeron experimentar cierta afinidad en sus objetivos, decidieron instaurar una forma alternativa de comunidad basada en la cooperación y el respeto mutuos y, juntos, vivieron felices en los bosques para siempre.

sábado, 14 de agosto de 2010

Una parodia: El romance del conde Sisebuto

A cuatro leguas de Pinto
y a treinta de Marmolejo,
existe un castillo viejo
que edificó Chindasvinto.

Lo habitaba un gran señor,
algo feudal y algo bruto;
se llamaba Sisebuto
y su esposa, Leonor,

y Cunegunda, su hermana,
y su madre, Berenguela,
y una prima de su abuela
que atendía por Mariana,

y su cuñado, Vitelio,
y Cleopatra, su tía,
y su nieta, Rosalía,
y su hijo mayor, Rogelio.

Era una noche de invierno,
noche cruda y tenebrosa,
noche sombría, espantosa,
noche atroz, noche de infierno,

noche fría, noche helada,
noche triste, noche oscura,
noche llena de amargura,
noche infausta, noche airada.

En un gótico salón
dormitaba Sisebuto,
y un lebrel seco y enjuto
roncaba en el portalón.

Con quejido lastimero
el viento fuera silbaba,
e imponente se escuchaba
el ruido del aguacero.

Cabalgando en un corcel
de color verde botella,
raudo como una centella
llega al castillo un doncel.

Empapada trae la ropa
por efecto de las aguas,
¡como no lleva paraguas
viene el pobre hecho una sopa!

Salta el foso, llega al muro,
la poterna está cerrada.
-¡Me ha dado mico mi amada!
-exclama-, ¡vaya un apuro!

De pronto algo que resbala
siente sobre su cabeza;
extiende el brazo y tropieza
con la cuerda de una escala.

-¡Ah!... -dice con fiero acento.
-¡Ah!.. -vuelve a decir gozoso.
-¡Ah!.. -repite venturoso.
-¡Ah!.. -otra vez, y así, hasta ciento.

Trepa que trepa que trepa,
sube que sube que sube,
en brazos cae de un querube,
la hija del conde... ¡la Pepa!

En lujoso camarín
introduce a su adorado,
y al notar que está mojado
lo seca bien con serrín.

-Lisardo... mi bien, mi anhelo,
único ser al que adoro,
el de los cabellos de oro,
el de la nariz de cielo,

¿qué sientes, di, dueño mío?,
¿no sientes nada a mi lado?,
¿qué sientes, Lisardo amado?
Y él responde: - Siento frío.

-¿Frío has dicho? Eso me espanta.
¿Frío has dicho? eso me inquieta.
No llevarás camiseta
¿verdad?... pues toma esta manta.

-Y ahora hablemos del cariño
que nuestras almas disloca.
Yo te amo como una loca.
-Yo te adoro como un niño.

-Mi pasión raya en locura,
-La mía es un arrebato.
-Si no me quieres, me mato.
-Si me olvidas, me hago cura.

-¿Cura tú?, ¡Por Dios bendito!
No repitas esas frases,
¡en jamás de los jamases!
¡Pues estaría bonito!

Hija soy de Sisebuto
desde mi más tierna infancia,
y aunque es mucha mi arrogancia,
y aunque es mi padre muy bruto,

y aunque temo sus furores,
y aunque sé a lo que me expongo,
huyamos... vamos al Congo
a ocultar nuestros amores.

-Bien dicho, bien has hablado,
huyamos aunque se enojen,
y si algún día nos cogen,
¡que nos quiten lo bailado!

En esto, un ronco ladrido
retumba potente y fiero.
-¿Oyes? -dice el caballero-,
es el perro que me ha olido.

Se abre una puerta excusada
y, cual terrible huracán,
entra un hombre..., luego un can...,
luego nadie..., luego nada...

-¡Hija infame! -ruge el conde.
¿Qué haces con este señor?
¿Dónde has dejado mi honor?
¿Dónde?, ¿dónde?, ¿dónde?, ¿dónde?

Y tú, cobarde villano,
antipático, repara
cómo señalo tu cara
con los dedos de mi mano.

Después, sacando un puñal,
de un solo golpe certero
le enterró el cortante acero
junto a la espina dorsal.

El joven, naturalmente,
se murió como un conejo.
Ella frunció el entrecejo
y enloqueció de repente.

También quedó el conde loco
de resultas del espanto.
El perro... no llegó a tanto,
pero le faltó muy poco.

Desde aquel día de horror
nada se volvió a saber
del conde, de su mujer,
la llamada Leonor,

de Cunegunda su hermana,
de su madre Berenguela,
de la prima de su abuela
que atendía por Mariana,

de su cuñado Vitelio,
de Cleopatra su tía,
de su nieta Rosalía
ni de su chico Rogelio.

Y aquí acaba la leyenda
verídica, interesante,
romántica, fulminante,
estremecedora, horrenda,

que de aquel castillo viejo
entenebrece el recinto,
a cuatro leguas de Pinto
y a treinta de Marmolejo.

Autor: Joaquín Abatí y Díaz

Ahora te toca a ti parodiar un romance.

¿Qué es poesía?


El club de los poetas muertos


Ahora le vas a poner texto (puede ser una poesía) al corto :

Una de vaqueros


Nunca sé elegir una película favorita, ni un libro, ni un poema. Menos mal que no soy famosa y nunca me lo preguntarán. Si tuviese que elegir un género cinematográfico, elegiría el western. ¿Por qué? viví de pequeña en en una fábrica de pólvoras donde mi padre estaba destinado. Todos los sábados y domingos había cine y la mayoría de las películas eran “de vaqueros” como las llamábamos entonces. Supongo que esas películas de ambiente masculino pasaban fácilmente la censura y contribuían a crear el espíritu heroico que la época requería.
Mis recuerdos están fuera de todo contexto social. Sólo sabía que había oficiales, los que tenían las mejores casas e iban al casino, y obreros, con casas muy pequeñas en las que se pasaba mucho frío y que, por supuesto, no iban al casino. Menos mal que a la escuela, donde nos daban leche en polvo de los americanos, y al cine íbamos todos juntos.
Creo que vi todas las de los años cincuenta, de la serie A y de la serie B, en color con actores conocidos y en blanco y negro con secundarios. Me entretenían y me contaban buenas historias. Ha pasado el tiempo y creo que esas películas crearon las bases de algunos rasgos de mi personalidad:
-La defensa de los ideales luchando contra todos los impedimentos.
-La solidaridad y el apoyo a los más débiles.
-El odio a la guerra y a las batallas que solo traen destrucción.
-La certeza de que no hay héroes ni cobardes.
Aparecían rasgos narrativos que se acercaban a la épica: la conquista y colonización de las tierras del west caracterizadas por la matanza de los indios. Se repetían los temas pero también había variaciones. No me extraña que Anthony Mann fuese el encargado de hacer la versión cinematográfica de “EL Cid”. En “las pelis”, no en la vida cotidiana, siempre se recompensaba al héroe. Mis sueños por entonces estaban poblados de color azul, el de los ojos del protagonista y el de su uniforme. Lo único que me fastidiaba era el papel secundario que desempeñaban las mujeres, parecidísimo al de la mujer en la España de entonces.
Algunas características del género:
· La identificación con el héroe casi mítico, hombre solitario que asume el fracaso.
· La presencia de personajes arquetipos –el vaquero, el sheriff, el villano, la chica del saloon y grandes escenarios como el Gran Cañón del Colorado o el Monument Valley.
· El principio del viaje o desplazamiento: la lenta odisea de las caravanas, el escuadrón de reconocimiento o un grupo de bandidos tratando de huir de la justicia.
· Las discusiones y desacuerdos que dividen a las comunidades. Conflictos entre Norte y Sur, entre ganaderos y agricultores.
· La búsqueda de una sólida ética universal y un ideal colectivo: soldados desconocidos, pioneros que levantan nuevos estados, habitantes de unas ciudades que quieren crear una sociedad basada en la Ley y el Orden.
· Homenaje a los indios desposeídos de las tierras (John Ford).
· El duelo final y el triunfo del bien.
· Visiones del pasado histórico desde problemas ideológicos contemporáneos.
· Noches de tensión al cobijo de un fuego de campamento donde nunca faltaba un café (por cierto, ¿dónde llevaban la enorme cafetera de cinc?).
· Diálogos lacónicos y concisos con cierto sentido del humor.
· Conflictos familiares con tintes shakesperianos: conflictos entre los hermanos, deseos de matar al padre (películas de Raoul Walsh y Mann). Este Clasicismo mantiene incluso la regla de las tres unidades (La diligencia).
· La violencia física y psicológica: odio, venganza, rebelión.
· Tono entrañable y familiar donde un baile podía tener más importancia que una batalla.
· La transmisión de conocimientos en los western crespusculares: un viejo vaquero enseñando a disparar a uno joven.
Más que un western

La película que me parece más representativa y que ha resistido muy bien el paso del tiempo es Sólo ante el peligro (1952) de Fred Zinnemann, director europeo, western psicológico y de suspense, que supone la exaltación del heroísmo.
La película dura 85 minutos, los mismos que la acción, comienza a las 10,35 y de la mañana cuando Kane, el protagonista, se casa con su novia y termina justo a las doce. En esa hora y veinticinco minutos cuenta la angustiosa espera de Kane a que lleguen sus perseguidores en el tren del mediodía, el tenso duelo en el que cada callejuela y esquina parecen reservar una bala para el solitario sheriff y el breve final en el que estrecha a su esposa y da la espalda a la ciudad. De todas las escenas, destaca el momento en el que el protagonista se encierra en su oficina y se pone a llorar desconsoladamente.
La película es también una alegoría sobre el maccarthismo, con el protagonista como hombre acosado pero integro, que sigue los dictados de su conciencia, y los cobardes habitantes de Hadieyville como la insensible población americana, que cerró los ojos ante la persecución que se estaba desarrollando delante de ellos. Al final de la película, tras haber acabado con sus enemigos, Kane tira al polvo la estrella de sheriff, manifestando así su opinión sobre la justicia y la sociedad americana.
Ocaso del género
Creo que ahora ya no hay sitio para los héroes. Este género típicamente americano ha dado de sí todo lo que ha podido. EEUU ya no tiene sólidos principios éticos que exportar. De vez en cuando se hacen revisiones del género (“Sin Perdón”) que son mejor recibidas por la crítica que por el público.

domingo, 8 de agosto de 2010

Análisis de una imagen fija


                                                                                     La imagen comentada

1. Monotonía, frialdad, aislamiento, desagrado ante la visión de la comida superpuesta al individuo.
2. La foto ha sido tomada a través de los cristales de un restaurante o cafetería de comida rápida. Recoge dos imágenes: lo que vemos directamente y lo que refleja el cristal. En el centro de interés destacan dos personajes, un hombre y una mujer que ocultan su rostro detrás de un panel informativo donde aparecen los diversos platos . La pareja, que está sentada e inclinada hacia la comida ajena a la foto y al mundo exterior, es de edad avanzada. A la derecha está el hombre, tiene el pelo blanco, lleva una cazadora de lana y unos pantalones anchos. La mujer es morena, destaca su ancho brazo enfundado en una rebeca sobre un vestido de rayas. Ambos han dejado en el suelo sus pertenencias: la mujer su bolso y el hombre su sombrero. El comedor está vacío. Los techos son altos destacan dos lámparas de cristal distribuidas simétricamente. Hay otras cuatro mesas cubiertas de manteles y sobre ellos copas y servilletas. A la izquierda el perfil desenfocado de un camarero, calvo y con gafas, que ordena una mesa. Las sillas son de plástico, de líneas sencillas. El panel reproduce fotográficamente seis platos combinados dispuestos verticalmente de dos en dos; es de gran tamaño, está enmarcado y la parte superior dispone de luz. La comida es muy parecida excepto una hamburguesa que sobresale por su altura y por el color diferente del plato. El cristal está dividido por dos junturas verticales. En él se ve el reflejo de lo que pasa por la calle: un semáforo, una farola, plantas, la silueta de los edificios frontales con terrazas y persianas, dos coches aparados, la acera de enfrente con el suelo formando un tablero de damas, un transeúnte que pasa andando, la imagen del fotógrafo situado en medio de la fotografía y encima de él un cartel con el nombre de “Stheffany’s” invertido a la altura de los platos inferiores.

La estructura de la foto es fría y estática por el predominio de las formas rectangulares. Destaca el equilibrio de la composición, el encuadre se puede dividir en nueve partes iguales donde los puntos de interés corresponden a la cabeza de los personajes oculta tras el panel informativo. La composición central es estática, predomina el equilibrio la claridad y la armonía en contraste con el mundo de fuera que aparece reflejado en el cristal y que sugiere abigarramiento, movimiento y ruido.

¿El fotógrafo pasaba por ahí o preparó concienzudamente el encuadre? ¿La puesta en escena es una ironía o es producto de una casualidad? Mi lectura es que recogió la soledad e incomunicación de los personajes. El matrimonio, tal vez jubilados, pasaba por la gran ciudad y se sentó a comer a una hora poco propicia, ajeno y alejado al ritmo de la ciudad. Son tan vulgares como el restaurante, están tan muertos como los fletes que comen. El panel oculta sus rostros, pero nos imaginamos su expresión de fastidio, cansancio y aburrimiento. Tal vez se colocaron en esa mesa para que sus rostros no se vieran desde la calle y los platos que les ocultan dicen lo mismo: comida rápida, sin sabor, sin interés, barata. Frente a ellos está la vida de la calle: ruido, tiempo, movimiento, vida. El fotógrafo, distanciado de la imagen ha captado un tríptico de la vulgaridad, un bodegón de naturaleza muerta a través de una composición simétrica y equilibrada, fría y distante.
Al principio pensé que no me gustaba la fotografía, después me di cuenta de que lo que no me gustan eran sus connotaciones, el mensaje negativo que me comunicaba. La realidad profunda que representaba la imagen se convirtió así en una metáfora de la vida. En síntesis, una foto muy original para retratar la trivialidad donde el fondo y la forma coinciden.

3. "Los platos devorando a los comensales", ¿Quién come a quién? o "Silencio, se come".

Ahora busca una foto que te interese y responde a estas preguntas:

1. Escribe en no más de 10 palabras cuál ha sido la primera impresión que has sentido ante la imagen.
2. Haz un análisis de los elementos expresivos y las características de la fotografía.
3. Escribe un pie de foto que no supere las cuatro o cinco palabras y que, en tu opinión, resuma el sentido de la imagen.

sábado, 7 de agosto de 2010

Bestiarios para trabajar la descripción

Un bestiario (o bestiarum vocabulum) es un compendio de bestias. Se hicieron muy populares durante la Edad Media en forma de volúmenes ilustrados que describían animales, plantas e incluso rocas. La historia natural y la ilustración de cada una de estas bestias se solía acompañar con una lección moralizante, reflejando la creencia de que el mundo era literalmente la creación de Dios, y que por tanto cada ser vivo tenía su función en él.

De uno de ellos te reproducimos la definición de un grifo.


El grifo (griego γρυφος gryphos, persa شیردال shirdal, ‘león-águila’) es una criatura mitológica, cuya parte superior es la de un águila gigante, con plumas doradas, afilado pico y poderosas garras. La parte inferior es la de un león, con pelaje amarillo, musculosas patas y cola. Es el ave más grande de todas las del cielo. Vive en el lejano Oriente, en un golfo de la corriente oceánica. Y, cuando se yergue el sobre las profundidades marinas y ilumina el mundo con sus rayos, el grifo extiende sus alas y recibe los rayos del sol. Es capaz de despedazar a cualquier ser vivo que se encuentre en su camino. De acuerdo a los mitos, es ocho veces más grande y fuerte que un león común y no es raro que se lleve a un jinete con su caballo, o a un par de bueyes, que entran en sus patas. Con sus garras se fabrican copas para beber, y con sus costillas arcos para tirar flechas.

ANIMALES IMAGINARIOS EN LOS SIGLOS DE ORO
(Recopiladas por mi compañero de seminario Luciano López Gutiérrez)
En la España de los Siglos de Oro algunos animales y plantas que estas gentes creían firmemente que existían en las tierras al norte de Europa Algunos de estos seres, ciertamente extraños, aparecen en Los trabajos de Persiles y Segismunda, última novela de Cervantes, que escribió (ya puesto el pie en el estribo) poco antes de morir.
BOROMEZ
Es una planta semejante a un cordero, con su cabeza, boca, ojos y orejas, por lo que también recibe la denominación de planta cordero. Se alimenta por la boca de la hierba que la circunda, y muere rápidamente cuando agota todo el alimento que tiene a su
alrededor. Este extraño ser tiene la raíz a la altura del ombligo, habita en las tierras moscovitas, y sale de una semilla parecida a la del melón.
FISÉTER
Este monstruoso pez también recibe el nombre de príster. Tiene una envergadura tan descomunal, que, cuando levanta la parte delantera de su cuerpo sobrepasa la altura de los navíos, a los que además tiene mala voluntad, porque arroja sobre su cubierta masas ingentes de agua, lo que no pocas veces provoca que las naos vayan a pique, lo mismo que cuando las golpea fuertemente con su dorso o cola. Afortunadamente, muchas embarcaciones se han librado de un hundimiento seguro causado por el ataque de esta bestia casi apocalíptica debido a que el sonido de la tuba y de las bombardas lo mantienen alejado de las naves.

GULÓN
Tiene el tamaño de un perro grande, las orejas y la cara como de gato, y el cuerpo velludo con abundantes pelos tirando a morenos y rematado en una cola semejante al jopo de las vulpejas, pero más corta y de crines más espesas. Es una de las bestias más glotonas de que se tenga noticia, pues, cuando se ceba en su presa, se ahíta de tal manera que su barriga se pone tensa como la piel de un tambor, pero su voraz apetito es tan desmedido, que no se sosiega ni siquiera con tal hartazón, de modo y manera que busca un lugar apartado del bosque para provocar la evacuación rápida de los alimentos, con objeto de poder seguir comiendo con idéntica ansia hasta dar buena cuenta de toda su presa, aunque para ello tenga que repetir la mencionada operación cuantas veces sea menester. Se dice que los que duermen bajo cobertores confeccionados con pieles de gulones pasan toda la noche soñando que se dan unas opíparas comilonas y que tienden trampas para cazar animales silvestres. También se tiene por seguro que las uñas de esta bestia colgadas formando un círculo son muy provechosas para sanar el vértigo y el zumbido de oídos.

Actividad de creación
Ahora deberás inventar tu propio animal fabuloso. Dale nombre, escribe su aspecto, cómo vive, como ha sido tratado, etc.

viernes, 6 de agosto de 2010

¡Tierra trágame!: situaciones de ridículo


Ahí van algunas de Jorge Wagensberg:

El pésame. Acaba de perder al amigo que le enseñó bucear. Ha muerto trágicamente con las aletas puestas. Era un amigo reciente, pero había hecho muy buenas migas con el él y con sus simpatiquísima esposa. La cola para reconfortar a la viuda es muy lenta, demasiado lenta... Da tiempo para pensar en el difunto... y en otras cosas. La menta se va de una cosa a la otra hasta que, de repente, se encuentra delante de una cara deshecha, ausente, con la mirada sin foco... Cuando su cerebro envía la orden urgente de cerrar la boca, ya es tarde. La palabra se ha escapado: Enhorabuena. Ha sido un susurro, pero ha sonado como un trueno. ¡Tierra trágame!

La entrevista. Es periodista y, tras una buena carrera de quince años, acaba de perder su empleo por primera vez. Pero es muy posible que todos se solucione en los próximos minutos. La entrevista con la jefa de la sección de economía de un gran rotativo de ámbito nacional. No se conocen, pero cada una sabe quién es la otra. Incluso es muy posible que se admiren mutuamente. La conversación arranca fluido Todo parece encajar, talante, sentido del humor, personalidad. Ya se tutean con cierta intimidad. Es entonces cuando la aspirante descubre un pelo negro en el blanco pecho escotado de su futura jefa y amiga. Su inconsciente mira al pelo y, sin encomendarse al consciente, ordena uin gesto a la pinza que forman el pulgar e índice de la mano derecha. Es un gesto, cómplice y cariñoso, de mujer a mujer: agarrar el pelo y tirar de él con gracia y decisión. Un seco y agudísimo ¡ay! Cruza la redacción levantando miradas de alarma a su paso. Las abiertas sonrisas de las dos mujeres son ahora dos muecas de idéntico estupor. Aquí, y nunca mejor dicho, acaba la historia. ¡Tierra trágame!

El nacimiento. Tiene cuatro años y acaba de llegar a la clínica para conocer a su hermano recién nacido. Le han explicado de manera un poco confusa como vienen los bebés al mundo. Cuando entra en la habitación de la mano de su padre, el asunto aún le da vueltas en la cabeza. Piensa, a su manera, que lo que le han contado quizá sea una especie de metáfora ¿qué puede ser si no? En la habitación encuentra al recién nacido, mamá y una enfermera de colosal y afiladísima nariz. El niño no mira a su hermano, ni a su madre, ni a su padre. Mira fijamente la nariz. La enfermera pone los ojos en blanco como diciendo “ya estamos otra vez”. La madre mira al padre como diciendo “haz algo”. El padre mira a la madre como respondie3ndo “dime tú qué”. Pero el niño no aparta la vista de la nariz, como comprendiendo por fin, sonríe de lado a lado y concluye: “Ah, tú debes ser la cigüeña, ¡no? ¡Tierra trágame!

Aquí tienes la de un antiguo alumno, Ángel Lucas:
El moco. Fue en primavera y andaba yo en celo. Había quedado con Mari Puri, bueno miento, ella quedó conmigo y eso era algo fenómeno, porque no veas como estaba. Así que aquel día me puse mi camisa favorita, me lave todos los dientes y ensayé miradas a lo Bogart. Así como a las 7, apareció Mari Puri y enseguida mi cuerpo entró en reacción, fui a calcarla un par de besos, cuando un fenomenal moco verde se descolgó de mi nariz y resbalando por la barbilla se instaló en mi flamante camisa. Mari Puri miró primero al moco y después a mí y de pronto recordó que tenía que irse porque tal, tal y tal... Así que se fue y yo me quedé sin Mari Puri y con moco. ¡Qué pena! Porque no veas como estaba.

Ahí va la mía:
La sudadera. Iba a trabajar a la oficina tan contenta. ¡Estrenaba sudadera! Preciosa, de color azul, con las siglas UCLA bien visibles, como esa se veían pocas por Madrid. Me gustaban las miradas que cosechaba al pasar. Cuando de repente oí unos pasos presurosos detrás de mí. La desconocida me dio un ligero golpecito en el hombro y me dijo:
-Perdona, tienes la etiqueta con el precio puesta en tu sudadera.
Le di las gracias amablemente. Me la quité como pude.

Ahora redacta la tuya: recuerda o inventa una situación ridícula y escríbela para contársela a tus compañeros. Cualquier parecido con la realidad será pura coincidencia.

https://www.publico.es/tremending/2019/08/17/tierra-tragame-asi-cuenta-la-gente-esas-pequenas-situaciones-que-nos-inundan-de-verguencita/?fbclid=IwAR2-owRHQF-DHsv6XufAh-tZ9Wwbz-h1Ullz0e938wyYDy5aoPP7Estm-c0