jueves, 19 de noviembre de 2020

Día de la Filosofía: Polímatas famosos


 Hoy, 19 de noviembre, es el día de la filosofía, como deberían serlo todos. Yo lo celebro con una palabra que me han regalado en un Calendario Científico y que desconocía: polímata, persona con grandes conocimientos en diversas materias científicas o humanísticas. Este vocablo proviene del griego (polymátheia). Un polímata es un gran conocedor de temas muy variados y no relacionados entre sí, una persona excepcional con una curiosidad infinita. Además, los polímatas son personas que saben pensar con planteamientos creativos, capaces de relacionar conocimientos distintos o de crear nuevas ideas a partir de las ya existentes. La mayoría de los pensadores, científicos y artistas premodernos se caracterizaban por ser polímatas. La polimatía de otras épocas contrasta con la especialización en la actualidad. 

Para tener una idea general, algunos polímatas famosos fueron:


Nombre

Fecha

Pitágoras de Samos

580 a.C. – 495 a.C.

Demócrito

460 a.C. – 370 a.C.

Jenofonte

430 a.C. – 362 a.C.

Aristóteles

384 a.C. – 322 a.C.

Hipatia de Alejandría

355 – 415

Isidoro de Sevilla

560/570 – 636

Silvestre II

945/950 – 1003

Avicena (Ibn Sina)

980 – 1037

Shen Kuo

1031 – 1095

Omar Khayyam

1048 – 1131

Hildegarda de Bingen

1098 – 1179

Averroes

1126 – 1198

Ramon Llull

1232 – 1315

Nicolás Oresme

1320/22 – 1382

Leon Battista Alberti

1404 – 1472

Antonio de Nebrija

1444 – 1522

Pico de la Mirandola

1463 – 1494

Leonardo da Vinci

1452 – 1519

Nicolás Copérnico

1473 – 1543

Galileo Galilei

1564 – 1642

Miguel Ángel

1475 – 1564

Matrakçı Nasuh

1480 – 1564

Miguel Servet

1509 – 1553

Fausto Verancio

1551 – 1617

Jerónimo de Ayanz y Boumont

1553 – 1613

Nicolas-Claude Fabri de Peiresc

1580 – 1637

Marin Mersenne

1588 – 1648

René Descartes

1596 – 1650

Samuel Hartlib

1600 – 1662

Gabriel Naudé

1600 – 1653

Atanasio Kircher

1601 – 1680

Pierre de Fermat

1610 – 1665

Blaise Pascal

1623 – 1662

Isaac Newton

1643 – 1727

Gottfried Wilhelm Leibniz

1646 – 1716

Johann Kuhnau

1660 – 1722

Emanuel Swedenborg

1688 – 1772

Benjamin Franklin

1706 – 1790

Mijaíl Lomonósov

1711 – 1765

Ruđer Bošković

1711 – 1787

Jean-Jacques Rousseau

1712 – 1778

Marie-Geneviève-Charlotte Thiroux d’Arconville

1720 – 1805

Jean-Paul Marat

1743 – 1793

Johann Wolfgang von Goethe

1749 – 1832

Alexander Hamilton

1757 – 1804

Alexander von Humboldt

1769 – 1859

Thomas Young

1773 – 1829

Mary Somerville

1780 – 1872

Andrés Bello

1781 – 1865

Charles Babbage

1791 – 1871

Domingo Faustino Sarmiento

1811 – 1888

Bartolomé Mitre

1821 – 1906

Richard Francis Burton

1821 – 1890

Francis Galton

1822 – 1911

José Echegaray y Eizaguirre

1832 – 1916

Charles Sanders Peirce

1839 – 1914

Henri Poincaré

1854 – 1912

Rabindranath Tagore

1861 – 1941

Bertrand Russell

1872 – 1970

Pável Florenski

1882 – 1937

Karl Jaspers

1883 – 1969

Ivan Sollertinsky

1902 – 1944

John von Neumann

1903 – 1957

Jacob Bronowski

1908 – 1974

Isaac Asimov

1920 – 1992

Hedy Lamarr

1914 – 2000

Michel Foucault

1926 – 1984

Mario Bunge

1919 – 2020

  

La claque, aplauso remunerado y orquestado

Escultura de Guido Messer dedicada a la «claque» en Schwetzingen 
Los chimpancés y los niños aplauden instintivamente, es una forma social de reconocimiento. El aplauso se introdujo en nuestras vidas para demostrar a un artista que nos gustó su actuación, ya en el teatro romano, al final de la obra, el protagonista gritaba "Valete et plaudite!". Pero, a veces aplaudimos obligados, no todo lo que aplaudimos nos gusta, excita o emociona. Se juntó lo innato con lo adquirido. Aplaudimos por instinto y por socialización. Los aplausos se han convertido en un código con sus propias reglas para adaptarnos al grupo. Lo que en un principio fue espontáneo, ahora forma parte de una puesta en escena. Una muestra más del gran teatro que es el mundo. 

Claque, clá o clac (del francés «claque», ‘bofetada’), es el nombre que recibe el grupo de individuos pagados para aplaudir o patalear en los espectáculos, bien como cuerpo organizado contratado en las salas de teatro y ópera que sigue las indicaciones de un jefe, o figuradamente los que aplauden o animan a alguien de forma incondicional.​ Curioso que en el lenguaje popular se dijera cuando se amenazaba con pegar a alguien: "Te voy a llenar la cara de aplausos". En el siglo XVII, chiflar, pisotear y aplaudir era lo correcto para mostrar aprobación a un espectáculo, incluso en las iglesias hasta que el clero lo prohibió.

En el siglo XXI, la claque como tal institución ha desaparecido, pero su espíritu permanece en fenómenos de los medios como las risas enlatadas de las series de televisión y en los programas de TV cara al público donde los grupos de invitados son manipulados por un regidor que les indica cuándo y cuánto tiempo deben hacerlo. En el Hemiciclo del Congreso de los Diputados, los políticos aplauden a sus compañeros de partido, digan lo que digan y lo digan como lo digan, mientras que al público que asiste voluntariamente a los debates no se le permite ni aplaudir ni vitorear. Durante la pandemia, especialmente en las aglomeraciones urbanas para promover la permanencia en los hogares, aplaudimos en homenaje y agradecimiento a los trabajadores de la salud que se encuentran en alto riesgo de exposición al virus. En las redes sociales  hemos pasado del aplauso físico al aplauso virtual (likes, shares, retweets, reshouts, etc). El aplauso colectivo despersonaliza, los aplausos virtuales son personalizados, damos nuestros nombres y nuestros perfiles.

En el siguiente vídeo Alejandro Corral, autor de una serie de charlas divulgativas sobre el mundo teatro, nos explica muy bien la peculiaridad del público de la claque “Entre telones y bambalinas. El teatro por dentro” Capítulo 7.


Para utilizar en clase recomiendo el artículo La claque del profesor Javier Huerta Calvo, poeta y catedrático de Literatura, que ha hecho que me ahorre el artículo que tenía previsto escribir, comienza así:
"Mis alumnos, escandalosamente jóvenes como son, no saben lo que es la claque, una institución popularísima de la vida teatral que uno llegó a conocer en su mocedad, cuando ya estaba en las últimas, allá por los años 70. Para que me entiendan rápido, les explico que la claque -un préstamo del francés incorporado al Diccionario académico, aunque no recoja su pronunciación popular, que debe ser clac-  era una forma de comprar entradas a bajo precio, similar a la que ofertan en nuestros días algunas páginas de internet, como ‘Atrápalo’. Al igual que hoy, ir entonces al teatro era no caro sino carísimo. Así es que, para los estudiantillos y los aficionados de menos posibles la claque era el único medio de satisfacer el hambre por el arte de Talía. Gracias a la claque se nos abrían las puertas de los principales teatros de Madrid: María Guerrero, Español, Reina Victoria, Arniches, Bellas Artes, Zarzuela… Y hablo de una época, la del tardofranquismo, que fue, a pesar de la censura, de una vitalidad teatral incontestable: el Tartufo, de Llovet / Marsillach; Las criadas, de Genet; el Marat-Sade, de Peter Weiss; la Yerma lorquiana en la deslumbrante puesta en escena del llorado Víctor García; Castañuela 70; La fundación, de Buero Vallejo; el estreno de Luces de bohemia dirigido por José Tamayo…"


viernes, 13 de noviembre de 2020

Día de las Librerías

Cartel de Ximo Abadía
Cartel de Ximo Abadía
Reyes David Pregunta: "Hoy se celebra el Día de las Librerías, lugares de encuentro y asombro, de descubrimiento y felicidad; la base de todo el sector del libro. Por eso las apoyamos y las celebramos cada día del año, y hoy con más motivos aún. Feliz viernes y no dejéis de visitarlas, os esperan con los libros abiertos".

Estoy convencida de que las librerías seguirán existiendo, son tan necesarias como las tiendas del barrio. La cercanía y el asesoramiento son fundamentales, lo de menos es el soporte del libro. A los editores y a los libreros no les queda más remedio que adaptarse a los tiempos de crisis con entusiasmo e imaginación. 


jueves, 12 de noviembre de 2020

Pereza/Diligencia


Dolce Far Niente, John William Godward
Dolce Far Niente, John William Godward
Para engrandecer la metáfora del chicle de fresa sin sabor de la que me apropié en una entrada anterior, he encontrado esta imagen de una damisela joven, pensativa, lánguida, que refleja perfectamente "Il dolce far niente" (Lo dulce de no hacer nada u ociosidad que resulta agradable) de los cánones de "Il dolce stil nuovo", que contrasta con la máxima latina: "Vitanda est improba siren desidia" de Horacio (Debes permanecer atento a la malvada tentación, la pereza). Pues así estoy yo, salvando todas las distancias de la edad y el marco idílico, reposando sin guerrero y luchando a estas alturas de la pandemia con los dos opuestos: pereza/diligencia en los que he sido educada.