lunes, 7 de septiembre de 2020

El profesor don Pardino, ortografía con humor

El profesor don Pardino es un personaje de ficción que imparte lecciones de Lengua en Twitter, Facebook e Instagram. Lo hace a través de viñetas de humor que repasan algunos conceptos básicos de la ortografía y que, entre estas tres redes sociales, suma más de 70.000 alumnos. Desde este 24 de agosto, sus clases, además de en redes, pueden leerse en papel: la editorial Plan B ha publicado El profesor don Pardino contra los titis, un cómic de humor con el que recordar que “ti” no se acentúa, que las mayúsculas sí y que detrás del vocativo va una coma.
 Detrás del personaje está Ramón Alemán, periodista y corrector de textos de Tenerife (islas Canarias, España) con más de veinte años de experiencia.  Este libro es una recopilación de los artículos publicados hasta ahora por el autor en el blog Lavadora de textos (www.lavadoradetextos.com). Todos ellos abordan con rigor, pero también con sencillez y con un poco de humor, asuntos relativos a la lengua española, especialmente aquellos que tienen que ver con la escritura. Buena parte de los artículos pretenden resolver dudas de amigos, periodistas y lectores del blog, y otros son respuestas a preguntas que el propio autor se hizo en su día sobre algunos misterios de la ortografía, la ortotipografía y la gramática del español.


Así describió Ramón Alemán a don Pardino en su soneto lingüístico número 37:

Los que pasamos nuestra tierna infancia
con el gran Mortadelo a nuestro lado
tenemos nuevo mito dibujado,
trazado con finura y elegancia.

Barbudo personaje es don Pardino:
sus gruesas gafas son de Rompetechos;
su boli rojo deja muy maltrechos
a los que al escribir no tienen tino.

Con buen humor y muy a la española,
el profesor repara los errores
de aquellos que destrozan nuestra lengua.

Pardino es un dibujo; sus autores
son dueños de su fúlgida aureola
de sabio cuya antorcha nunca mengua.

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domingo, 6 de septiembre de 2020

Trencadís: técnica espontánea y creativa

Madrid no tiene mar. Es una pena. Ojalá los arquitectos que forjaron la fisonomía de Madrid hubiesen sido menos mesetarios y más mediterráneos, así hubiesen sustituido o completado el granito de la sierra de Guadarrama con la técnica multicolor de los azulejos que heredamos de los árabes, así hubiesen unido los fuegos artificiales a una estructura sólida. Ojalá tuviésemos un parque Güell para compensar la lejanía de las luces, sonidos y colores del Mediterráneo. Todos hubiésemos ganado, porque no somos una estructura monolítica que nos hace iguales a los demás, sino que estamos formados de distintos componentes que nos hacen ser únicos. Somos amalgamas formadas por distintas teselas producto de nuestros genes que nos emparentan con distintas culturas. 
 Este verano he aprendido una nueva palabra: "el trencadís". Las macetas coloristas que hay en el patio de casa Zoilo de Villena están basadas en esa técnica. El trencadís (término de la lengua catalana que podría traducirse como troceado o 'picadillo'), introducido por Antoni Gaudí, es un tipo de aplicación ornamental del mosaico a partir de fragmentos cerámicos —básicamente azulejos— unidos con argamasa; muy habitual y característico en la arquitectura modernista catalana. La técnica se basa en la improvisación, el reciclaje y la adaptabilidad. ¿Se puede pedir más? No se realizan diseños previos como en el mosaico, es una técnica espontánea y creativa. Los materiales utilizados son la cerámica cotidiana desechable: baldosas en mayor proporción y algunas vasijas, platos o botellas ocasionalmente.



https://trencadisenbarcelona.wordpress.com/2016/11/30/como-se-hace-un-trencadis/

viernes, 4 de septiembre de 2020

Optimismo/pesimismo


miércoles, 2 de septiembre de 2020

Las colas del profesorado en Madrid: las imágenes del caos






Los medios de comunicación venían hoy cargados de imágenes sobre el trato (maltrato) que da la Comunidad de Madrid al profesorado en el inicio del próximo curso.
https://www.nuevatribuna.es/articulo/actualidad/covid19-madrid-test-serologicos-colas-profesorado-largas-colas-caos-organizativo/20200902155948178769.html

Irene Vallejo, El infinito en un junco

 Este es un libro sobre la historia de los libros. Un recorrido por la vida de ese fascinante artefacto que inventamos para que las palabras pudieran viajar en el espacio y en el tiempo. La historia de su fabricación, de todos los tipos que hemos ensayado a lo largo de casi treinta siglos: libros de humo, de piedra, de arcilla, de juncos, de seda, de piel, de árboles y, los últimos llegados, de plástico y luz.

¿De qué va El infinito en un junco? Pues bien, va de libros y de bibliotecas. Es una historia de los libros en un recorrido apasionante por el mundo clásico que llega hasta las lecturas de nuestros días y nuestras noches. El subtítulo lo explica: La invención de los libros en el mundo antiguo. Pero es mucho más que un recorrido deslumbrante por la historia de los libros en el mundo clásico. A lo largo de estas 449 páginas hacemos, en realidad, un viaje por el mundo clásico a través de los libros. Y todo ello con referencias constantes a la actualidad, pasando por autores y cineastas que han formado parte de una educación sentimental (Flaubert dixit), en la que me siento identificado; de Borges a Twain, de Cavafis a Bryce Echenique, de Canetti a Faulkner, de Auster y Pérez-Reverte a Vargas Llosa, de Tarantino a Scorsese.
Sostiene Vallejo que los libros «tienen la sutil capacidad de trazar un mapa de los afectos y las amistades». El infinito en un junco es una apasionada declaración de amor a la lectura, a la literatura, es una declaración de amor a los libros: «Hay algo asombroso en el hecho de haber conseguido preservar las ficciones urdidas hace milenios. La humanidad desafió la soberanía absoluta de la destrucción al inventar la escritura y los libros. De alguna forma misteriosa y espontánea el amor por los libros forjó una cadena invisible de gente que, sin conocerse, ha salvado el tesoro de los mejores relatos, sueños y pensamientos a lo largo del tiempo».


Juan Carlos García Domene me recomendó este libro y el de la entrada anterior.

martes, 1 de septiembre de 2020

Elogio del libro, Romano Guardini





En estos últimos días de agosto he leído Elogio del libro, la famosa conferencia sobre el valor de la lectura, pronunciada en la Universidad de Tubinga en 1948 por el teólogo alemán Romano Guardini, una de las grandes personalidades que más influyeron en el siglo XX, tanto en Alemania como en el resto de Europa. Desde el comienzo el autor expresa sus sentimientos hacía el libro. De ese modo remueve el recuerdo de Guardini de esas últimas horas de la tarde, en aquellas frías tierras, en el silencio de su cuarto y con un buen libro entre las manos: "cuando los libros cobran vida". Las siguientes páginas están dedicadas a realizar un largo exordio sobre la escritura, la imprenta, la encuadernación y el papel.  En las páginas finales, Guardini, desarrolla algunas ideas como la perpetuación del pensamiento y su transmisión gracias a la redacción sopesada de un texto o a la corrección de unas notas sobre una conferencia o parlamento;  la conexión entre escritura e imaginación; y, en tercer lugar, nos recuerda el gran defecto de los libros: la pérdida de la memoria. Antes las comunidades de analfabetos se reunían y aprendían o recordaban las historias comunes que les conformaban como pueblo. Ahora cada uno, cada persona, puede sentarse a leer sin el esfuerzo por memorizar y corre el riesgo de actuar individualmente y sin memoria de pueblo.


domingo, 30 de agosto de 2020

Marina Rodríguez Martínez, El derecho a la educación


Marina Rodríguez Martínez, profesora de Filosofía en un instituto público, analiza en su artículo El derecho a la educación  cómo se ha ido imponiendo este argumento que encierra una falacia y ha hecho mella en políticos de diferente signo, liberales, neoliberales e incluso progresistas; entre padres y madres; también entre docentes de la educación pública. Pero la educación privada-concertada nace en nuestro país en los años 80 como una solución provisional a la imposibilidad de atender la demanda de escolarización por parte de la institución pública.


El argumento es: Los padres tienen derecho a elegir la educación que quieren para sus hijos y así lo recoge la Constitución.
Innegable, los padres tienen derecho a elegir la educación que quieren para sus hijos, y por eso las sociedades plurales y democráticas les ofrecen las opciones de educación pública o privada, entre las que seleccionar la más afín a sus creencias, acorde a sus valores o cercana a sus casas.
Lo que no dice la Constitución es que las opciones privadas hayan de ser financiadas con dinero público. Por eso, la exigencia de ese derecho de elección avalado por la Constitución, se convierte en una falacia cuando lo que va implícito es el derecho a que se les subvencione lo “privado”. ¿Por qué tendrían que subvencionarnos un transporte privado, al que optamos libremente, con dinero público?, ¿podríamos exigir la financiación de la consulta médica privada, a la que acudimos libremente, a cargo del erario?, ¿se entendería la exigencia del derecho a elegir ese taxi o este médico  subvencionados de esa manera? (...)