sábado, 16 de septiembre de 2017

Dichoso septiembre

Acababa de llegar a Madrid, con el cloro en la piel, un dolor extraño en el pie y el hatillo sin deshacer, cuando sonó el timbre de la puerta. Lleva más de veinte años en la misma casa y todavía no sabe si corresponde al de la portería o el de su casa. Abrió y se encontró a uno de sus más antiguos alumnos que venía a saludarla, como tiene por costumbre, una vez al año. Le contó con total tranquilidad sus novedades: la enfermedad rara que padece sigue avanzando, sus visitas al hospital son cada vez más asiduas, la medicación intravenosa le ha producido quistes en la vejiga y está esperando a que le avisen para la operación. Se marchó enseguida y se despidieron con un tierno abrazo. Diez minutos después otro timbrazo. ¡Se habrá dejado algo! Se enjugó las lágrimas, abrió y apareció un empleado de correos que le traía la carta del SUMA de Alicante que le informaba que, tras la revisión de los últimos cuatro años del IBI, tenía que abonar este mes sin falta 600 euros. Cuando se encontraba dispuesta a poner la lavadora, volvieron a llamar a la puerta. Esta vez era una vecina que, como siempre, sin darle nunca las gracias venía a recoger la ropa que se le había caído en el patio. Renqueando la recogió y se la dio. A la media hora llamó un amigo que antes de irse a la sierra le informaba de que no se encontraba bien y se había hecho un análisis de sangre y de próstata. Vio el susto en su mirada y solo se atrevió a decirle que daba igual, le iba a querer lo mismo con esa glándula o sin ella. No la miró a los ojos ni quiso tomarse nada. Se despidieron con otro abrazo de oso. Bien, ahora pondré mi pie en alto a ver si se pasa el dolor del empeine que parece que me hecho por nadar demasiado con mi reconocido estilo patoso. Volvió a dar un respingo cuando oyó otra vez el espantoso sonido. Una carta certificada del Ayuntamiento de Madrid requiriendo papeles para la interminable legalización de la obra en el piso de su madre. Con esta llevaba seis. No la abrió. Luego sonó el whatsapp: la expresidenta le mandaba una nueva carta dirigida a los vecinos para que se la pusiera en un castellano inteligible. Ya lo haré en otro momento. Pero el teléfono siguió atormentándola unos minutos más. Lo apagó, se metió en la cama y, a pesar del calor, se cubrió con el edredón porque estaba temblando. Se hizo un ovillo. Con el corazón encogido y palpitante lloró desconsoladamente. Deseó que todo fuera un mal sueño, una de esas pesadillas que solo ocurren a la vuelta de vacaciones. 

Historias ortográficas de desamor

Una canción en la que Serge Gainsbourg hace de profesor improvisado, corrigiendo con total frialdad las abundantes faltas de ortografía de la carta enviada por una apasionada y desesperada remitente: En relisant ta lettre (1966).



Resultado de imagen de se conocieron a la salida de un bar























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- ¿Podemos hablar?
- Claro.
- Te dejo.
- No, no, empieza tú.


- Sabes que te quiero.
- Yo también.
- Perdón. ¿Sabes qué té quiero?






























P.D. Que quede claro que, de todas las faltas que puede cometer un ser humano, las más leves son siempre las ortográficas, porque todos las podemos realizar y siempre tienen arreglo. El problema radica siempre en quién las hace, si las comete una persona que no tuvo acceso a la educación, a mí me enternecen; si es una persona que se las da de culta, que no les da importancia, que no se esfuerza por mejorar, ni lee, con ellas se retrata.  



viernes, 15 de septiembre de 2017

Aparición de los negros en las letras españolas, Santiago Auserón

Todos conocemos a Santiago Auserón, cantante y músico (Radio Futura, Juan Perro), pero pocos saben que es licenciado en Filosofia por la UCM y que a los 61 años se sacó el título de doctor. En este artículo de El País, publicado este año, estudia la aparición de los africanos en la literatura española hasta el siglo XVII. Lo recomiendo para las clases de literatura de ESO y Bachiller.

Aparición de los negros en las letras españolas

"Durante los siglos XVI y XVII, coincidiendo con el incremento de la trata atlántica, la presencia de esclavos africanos se volvió costumbre en la literatura española. El tipo jocoso del negro músico y lenguaraz surgió en las coplas, se instaló en el escaparate de la vida social que fue el teatro ligero e hizo su aparición en la incipiente novela. Los poetas jugaron a imitar las alteraciones que el «habla de guineo» hacía sufrir al castellano y a reproducir con pies métricos su ritmo musical, contagiados por la viveza de las jergas de germanías en ambientes donde la rítmica sincopada de los africanos despertaba un viejo poso de sonoridades mestizas. En sus obras dejaron constancia de un sorprendente estado de proliferación de la lengua muy distinto del marmóreo ejercicio de erudición aprendido en los colegios jesuitas, relacionado con la movilidad social y con el hechizo expansivo de las modas musicales de la época. Coplas con estribillos marcadamente rítmicos, bailes con nombres propios que retumban con afán de mito efímero, revelan una erótica de la fonación complementaria de la expresión danzante de la libido denunciada por los censores. A lo largo de los dos siglos siguientes a la invención de la imprenta, una marea musical y poética llevó en España la tradición oral hasta su extremo desarrollo. Esa actividad febril amplió el radio de acción de las canciones tanto como era posible antes del advenimiento de la era electrónica. Este es un aspecto de la literatura del Siglo de Oro poco tenido en cuenta hasta la fecha." (Pincha aquí para seguir leyendo)


lunes, 11 de septiembre de 2017

Alquilar una habitación en Madrid, misión imposible

Por fin un periódico ha relatado la odisea que supone encontrar un piso o una habitación en una zona céntrica de Madrid. Cuando me lo contó mi sobrina, pensé que era una exageración hasta que lo he visto con mis propios ojos. Marta abandonó su habitación anterior en un piso compartido con varios erasmus, que carecía de zonas comunes excepto la cocina situada en un pasillo sin ventana, para encontrar algo mejor y así no pagar los meses de verano. La búsqueda, desde mediados del mes de agosto, ha sido infructuosa, a pesar de que los alquileres han subido casi un 20%. Alquilar un estudio para ella sola está descartado, el más barato y más pequeño, gastos aparte, pasa de los ochocientos euros. Así que no queda otra que volver a compartir habitación en un piso, lo que se convierte en una misión imposible si se busca algo decente y habitable a un precio razonable.
Los que alquilaron un piso han encontrado una nueva forma de rentabilizarlo que consiste en realquilar las habitaciones estén como estén. Por cuatrocientos euros se alquila una habitación nicho con ventanuco al pasillo, con cocina y cuarto de baño cochambrosos. Y estas "ofertas" se las quitan de las manos. Si vas a una agencia, te cobran una mensualidad más; si te apuntas al Idealista y evitas los intemediarios, puede ocurrir que haya dos turnos de treinta personas para ver la habitación. El viernes, sin ir más lejos, había más de 100 personas candidatas para dos habitaciones en la calle La Palma, a todas ellas se les pasó, como en un casting, un impreso para elegir con calma al candidato. Casi siempre las fotos son engañosas, en la calle San Vicente Ferrer ni la cocina ni el baño estaban terminados; en otra se descubrió que la habitación estaba situada en un altillo de la vivienda; incluso se alquila un sofá cama en el salón. Padres desesperados han llegado a ofrecer más dinero con tal de que sus hijos tuvieran un lugar al comienzo del curso. Hoy una buena habitación con zonas comunes cuesta setecientos euros, casi el salario mínimo interprofesional (707 euros) que es el máximo al que pueden aspirar nuestros jóvenes estudiantes en el caso de que trabajaran.
Todo esto es un ejemplo del capitalismo más atroz, basado en la ley de la oferta y la demanda. Parece que una panda de aprovechados se está beneficiando de la falta de control en este sector, porque no tengo claro que estos arrendadores declaren el dinero que están ganando con el realquiler.

Los escritores guapos o qué tiene que ver el culo con las témporas

Soy una cotilla, me gusta saber la vida y milagros (incluida foto) de los escritores, porque creo que esos datos influyen en su obra y los acercan a sus posibles lectores. Confieso que admiré los ojos de Paul Auster, la facha (sinónimo de figura) canalla de Vargas Llosa y el atractivo de José Angel Mañas, porque la inteligencia no estuvo nunca reñida con la belleza y a nadie le amarga un dulce. Pero nunca compré un libro porque el autor de la solapa fuera atractivo, ni imaginé que hubiese una lista de escritores sexies. Y es que el culto al cuerpo y las nuevas modas están haciendo de la cultura una feria de vanidades. Lo que antes era lo de menos, ahora se ha convertido en lo más.
Por casualidad he encontrado tres listas de escritores atractivos que incluyen tanto extranjeros como españoles, conocidos y desconocidos. La primera contiene 11 escritores en Vanity fair, elaborada por Guillermo Alonso en 2015; la segunda, 41, en la revista En femenino  por Emilio Ruiz; y la última, 20, en El mundo, por Jesús del Río, Sant Jordi 2016: los escritores más sexies que nos animan a disfrutar las imágenes y a no leer: "Usted está aquí porque acaba de comprobar que hay escritores con bíceps, con miradas irresistibles (y no nos referimos a su mirada sobre el mundo) y con unos peinados que harían palidecer a los que se dicen expertos en grooming masculino". Para hacerse una idea reproduzco la foto de Pierce Brown, conocido por la saga Red Rising y, lo más importante, porque un día haciendo senderismo se quitó la camiseta y arrasó en Instagram. Vamos que podría haber aspirado al título de Mister Universo.
Al principio pensé que incluirían también a mujeres escritoras. Craso error, la lista refleja las trampas del lenguaje contra las que tanto luchamos las feministas: el masculino no engloba al femenino. No hay mujeres como no las hay en la última foto del Poder Judicial, haberlas "hailas", pero no llegan nunca a jugar en primera división. En segundo lugar, pensé que estarían elaboradas por y para mujeres y no es así, dada la complacencia en las descripciones, están realizadas por hombres supuestamente gays para revistas supuestamente femeninas.
Llamadme antigua pero me parece ridículo que los escritores se hayan convertido solo por su físico en las nuevas estrellas. Se ha confundido el culo con las témporas, expresión metonímica que alude a personas que mezclan cosas muy dispares entre sí y que. a la luz de una nueva etimología, significa unir funciones inteligentes y elevadas propias de la cabeza con otras más vulgares. Pero es innegable que toda esta estrategia de ventas acercará a algunos escritores al gran público, serán halagados, firmaran más libros, sus conferencias estarán más concurridas y adornarán cualquier tertulia televisiva.
Al final me alegro de que la lista no incluya mujeres escritoras.

martes, 5 de septiembre de 2017

Juan Bautista


Al leer el artículo de Pérez Reverte, Cincuenta cochinos euros, pensé inmediatamente que se refería a Juan Bautista, el autor del Calendario Literario de autores de la literatura universal que publico en mi blog, aunque el nombre y la profesión no coincidían. A Juan Bautista lo conozco desde hace poco, me une a él una cita mensual con otros colegas del instituto en el que nunca llegamos a encontrarnos, pero sé que podía haber protagonizado la anécdota que da lugar al escrito. Esta es mi interpretación del texto adaptada a su personalidad.

Juan Bautista es todo un personaje. Va a cumplir 68 años y lleva varios de jubilata de la enseñanza. Es un fulano de inteligencia extraordinaria, con una formación intelectual de izquierdas impecable.  Muy culto, sabe de todo, sobre todo de latín, poesía y música. Maestro de la papiroflexia, es muy bueno con el carboncillo y las acuarelas.  Lee cinco periódicos diarios, oye la radio, fuma, se toma su café o un vino en el bar y no pasa de todo. Se caracteriza por utilizar heterónimos y camuflarse bajo distintos disfraces. Viajero infatigable, a veces, ejerce de reportero. Vehemente y sensible, siempre sorprende. Gran conversador, trabajador infatigable, nada contra corriente. Cuando acaba harto de la sinrazón de algunos, con mirada fría con reflejos de guillotina les afea una falta de ortografía o una entonación mal hecha y da por zanjada la cuestión. 

Juan Chaumel y Jorge, villenero y orador sagrado

Este verano, he tenido la suerte de leer el borrador del libro La fuerza de la palabra que ha escrito Juan Carlos García Domene sobre la figura de D. Juan Chaumel y Jorge, sacerdote y orador sagrado de fama nacional que vivió durante la segunda mitad del siglo XIX y los primeros años del siglo XX. Con él pretende rescatar del olvido a este ilustre villenero que no aparece ni en la Wikipedia y al que sus paisanos solo conocemos por una céntrica calle que lleva su nombre. 
La idea surgió en torno al centenario de su muerte, en 2010, y con una conferencia en el Círculo Agrícola Mercantil Villenense: D. Juan Chaumel y Jorge, un villenero ilustre que es el germen de este trabajo.
Son muchos los lazos que unen al autor con Chaumel. Los dos nacieron en Villena y fueron bautizados en Santa María, estudiaron en el Seminario de San Fulgencio de Murcia, fueron ordenados presbíteros en la Diócesis de Cartagena, y párrocos en diversas parroquias de esa diócesis. Y como Chaumel, Juan Carlos también ha predicado en las fiestas de septiembre en el Santuario y durante los días de la Novena en la parroquia de Santiago. Además, les une su pasión por la música y, añado, los dos dominan a la perfección el arte de la oratoria.
El libro es esencial para descubrir los aspectos de la biografía de este gran orador, enmarcados en su ciudad natal, en la diócesis de Cartagena, (Murcia, Molina de Segura y Caravaca de la Cruz), en Teruel y en Toledo, donde alcanzó la dignidad de Chantre de la Catedral y fue nombrado Capellán de Honor y Predicador numerario del Palacio Real. Me ha sorprendido que la la carrera eclesiástica incluyera en aquellos años oposiciones a puestos más importantes, casi como la de un militar, un dipolomático o un funcionario en la actualidad.
Juan Carlos también realiza el análisis y al estudio de la escasa obra escrita para acercarnos a su doctrina eclesial y a su posición política, que durante esos años convulsos estuvo muy ligada a las posturas más tradicionales y radicales de la Iglesia, porque sólo se entiende la altura y el alcance de este personaje si tenemos en cuenta la compleja realidad española del siglo XIX. No olvidemos que también los literatos de aquella época escribieron novelas de tesis para apoyar sus posturas conservadoras o liberales.
El libro de una objetividad notable no puede estar mejor documentado, ya que recopila ("de aquí y de allá", como relata entre risas Juan Carlos) todas las fuentes bibliográficas existentes y refleja un gran trabajo de campo, resultado de visitar todas las localidades por las que pasó Chaumel, rescatando de sus archivos datos inéditos e, incluso, los comentarios sobre sus homilías que recogía la prensa local de distintas tendencias políticas. El lector erudito en la materia hallará en él buen material para seguir trabajando y el lector interesado se acercará de manera amena a esta singular figura por los datos y anécdotas aportados; pero los más afortunados serán los villeneros porque conocerán más a fondo cómo era su ciudad en el siglo XIX, la misma que vio nacer a Chapi.