lunes, 16 de mayo de 2011

Las mujeres y la literatura


”Los efectos de la literatura escrita por mujeres”
por Socorro Suárez Lafuente
Artículo publicado en
la revista PLATERO, nº 134, año XIX, febrero 2003.
Edita CAJASTUR.
Oviedo.
(Extracto de algunos fragmentos)
“A lo largo de la historia de la literatura ha habido una escasa presencia de mujeres escritoras porque ni en las familias ni en los lugares en que se impartía la educación se educaba a las mujeres para el saber. Ni siquiera en los monasterios medievales, que fue donde se preservó la cultura escrita, copiando, cuidando y ampliando el conocimiento, se enseñaba a las monjas a leer y escribir; éstas cantaban en Latín “de oído”, pero no tenían acceso a códices ni manuscritos.
Así, cuando la abadesa germana Hilegard von Bingen, en el siglo XII, quiere escribir sus visiones místicas, el obispo de su diócesis tiene que buscar un monje que le sirva de secretario. Las cosas no mejorarán en este terreno hasta el siglo XVIII, lo que lleva a la autora inglesa Virginia Woolf a escribir en su libro Una habitación propia (1929) que nunca sabremos si la hermana de William Shakespeare tuvo tanto talento literario como él, y si el talento literario lo hubiera tenido ella nunca hubiéramos tenido un Shakespeare, porque las mujeres eran educadas para estar en casa, les estaba vetado el mundo exterior y era impensable y, por tanto, imposible, que Ann Shakespeare hubiera viajado sola a un Londres que desconocía para introducirse en el mundo del teatro como hizo su hermano.
Con la industrialización de la sociedad y el establecimiento de la clase media muchas mujeres tienen, desde finales del siglo XVIII, tiempo de ocio, que aprovecharán para leer, para hablar en tertulias que organizan en sus casas y para escribir. Algunas escriben cartas, que hoy nos sirven como documentación de su tiempo, como es el caso de Lady Montagu o Madarne de Sévigné,otras escriben ya novelas, poemas y obras de teatro.
Las mujeres burguesas son las propulsoras del surgir de la novela: pronto descubren el potencial de entretenimiento de la literatura y se convierten en lectoras voraces de largas historias en las que se podían sumergir durante horas y “vivir” dramas y aventuras con los personajes. Su afición a la lectura propiciará la publicación de la novela por entregas, generalmente en tres partes, lo que da estabilidad comercial y económica a las editoriales, origina el préstamo bibliotecario por necesidad social y, lo que es más importante, crea una demanda de novelistas que permite a muchas mujeres probar suerte como autoras, con gran éxito, en este terreno nuevo.
De la misma manera que las mujeres francesas fueron las que mejor organizaron sus tertulias privadas, hasta el punto de que tal actividad recibe el nombre de “saloniéres” (salonistas), las inglesas son las más importantes en el campo de la novela. De una amplísima nómina de novelistas británicas reconocemos inmediatamente a Mary Shelley por su creación de un mito con Frankestein (1817) y a Jane Austen porque algunas de sus novelas han sido llevadas al cine recientemente: Orgullo y prejuicio (1813), Sentido y sensibilidad (1811) y Emma (1816). A los premios Oscar de este año se presenta Las horas, película que trata de la vida de Virginia Woolf y de una de sus novelas, Mrs Dalloway (1925). De esta misma autora también triunfó en el cine hace unos años Orlando, escrita en 1928.
La sociedad española incorpora lentamente a sus escritoras al canon literario, y en el siglo XIX ya podemos contar con Fernán Caballero, Emilia Pardo Bazán y Rosalía de Castro, entre las más destacadas. En los inicios del siglo XX las mujeres acceden a la enseñanza media reglada y, consiguientemente, a los estudios universitarios, en una proporción aceptable y creciente; en 1903 se funda en Madrid un instituto “para señoritas” que cuenta en 1912 con 125 matriculadas, y sólo dieciséis años después, en 1928, con 1.681 alumnas, una buena parte de las cuales ingresarán en la universidad.
De aquí que durante la II República haya mujeres dedicadas a la política y parlamentarias como Victoria Kent y Clara Campoamor,que pueden discutir pública y oficialmente sobre un tema que les incumbe de manera directa: el voto de las mujeres. Las intelectuales abundan ya en España desde principios del siglo XX, y aunque, con frecuencia, han estado subsumidas en la obra de sus maridos, la investigación contemporánea les está otorgando su justa valía. […]”
“Las mujeres incorporan su experiencia al mundo literario de varias maneras: haciéndose presentes en todos los momentos históricos en que, estando, compartiendo y contribuyendo, fueron ignoradas por los documentalistas e historiadores oficiales; haciendo explícito su punto de vista en todas y cada una de las múltiples ocasiones en que otros se expresaron en su nombre y pusieron palabras en su boca, y optando por caminos alternativos a los que la sociedad les tenía prefijados en cada momento. Para llevar a cabo esta tarea, que habría de cambiar los modelos arquetípicos al uso, las mujeres se aprestan no sólo a escribir desde un punto de vista nuevo y diferente (re/visión), sino a volver a escribir (re/escribir) el cánon literario establecido” […]”
“Celebremos, pues, la abundancia de palabras que se escriben para registrar nuestra individualidad y nuestra importancia, y hagamos de la esencia de ser persona la fuerza de ser mujer”.
Una habitación propia
Virginia Woolf tiene muchos méritos, pero para mí hay uno que destaca sobre todos los demás: cuando ella escribía, a principios del siglo XX, que una mujer escribiese no era común, pero las que lo hacían, hasta ese momento, tenían ese tonillo femenino tan Jane Austen. Ella no. Ella fue la primera en romper ese molde, en dejar que el sexo desapareciese de sus palabras, porque todas sus novelas podría haberlas escrito un hombre. Excepto Una habitación propia, que no es una novela, sino un discurso que dio la escritora británica. Pero la defensa que hace de la libertad de la mujer y su argumentación ha traspasado los años, y leyéndolo sigues sintiendo que nos queda mucho trecho por recorrer. El título se debe a que Virginia explica en esta conferencia que la mujer sólo será libre para escribir como los hombres cuando lo haga en una habitación propia: las mujeres de su época no tenían estudio, despacho, nada parecido, escribían en el salón, rodeadas de familiares, niños, ruido. Por eso ella identifica la libertad con esa habitación. Evidentemente, la argumentación va mucho más allá, sobre todo aborda la independencia económica, pero me encanta esa frase, una habitación propia.

Ver también Las mujeres que escriben son peligrosas:
http://bloggeles.blogspot.com/2010/08/iii-power-point.html
http://prohispanicalingua.blogspot.com.es/2013/03/literatura-universal-amelie-nothomb.html
http://luisalbertomorenoreynoso.tumblr.com/post/78967803883/introduccion-la-vida-invisible-desde-hace-un-par

sábado, 14 de mayo de 2011

Testeando: test Lengua y Literatura



Tests autoevaluables sobre distintas asignaturas. http://www.testeando.es/
Testeando es una herramienta educativa y lúdica pensada para profesores y estudiantes de ESO y Bachillerato de los colegios españoles. Consiste en un juego de preguntas y respuestas tipo trivial, agrupadas por cursos y asignaturas que responden al desarrollo curricular marcado por el Ministerio de Educación.

lunes, 25 de abril de 2011

Escritores que destruyen sus obras

Son muchos los escritores arrepentidos de sus publicaciones. Virgilio, antes de morir, pidió al emperador Augusto que destruyera la Eneida, menos mal que el emperador se opuso rotundamente y no cumplió la petición. Cuenta la leyenda también que Juan Ramón Jiménez se arrepintió de haber escrito Platero y yo e intentó rescatarlo de las librerías.


Resultado de imagen de una ficha de pelicula  bloggelesSabemos que muchos incipientes escritores queman y rompen lo escrito. La lectura de sus escritos les resulta insoportable: exceso de adjetivación, incongruencias argumentales, enredos sintácticos y confusiones semánticas. La destrucción no puede ser más útil: reduce la egolatría y hace reflexionar. Pero nos sigue sorprendiendo que muchos de los grandes escritores destruyeran parte de su obra. Francisco Ayala explicaba en una entrevista que destruyó sus poemas porque le parecía que no tenían altura: ” Los destruí. Como destruí mis pinturas, las que había hecho en un momento de mi vida cuando pensé que podía ser pintor, que era una tradición que existía en mi casa. Tenía los medios materiales, pero mis pinturas no me satisfacían y las destruí, en lugar de dejar esos testimonios de mi torpeza”. También el premio Nobel, Vargas Llosa, como cuenta en El pez en el agua, pidió a ayuda a su amigo Javier Silva Ruete para quemar un cajón lleno de versos porque “no era bueno como poeta”
Afortunadamente algunas maravillas desechadas fueron rescatadas del olvido en baúles, rincones o basureros; otras, en cambio, desaparecieron, consumidas por el fuego invencible, iniciado por autores más precavidos. Ernesto Sábato iba a quemar Sobre héroes y tumbas, pero su mujer le disuadió. Stephen King tiró Carrie a la basura y su esposa lo rescató.

Eduardo Lago reflexiona sobre este tema en su novela Llámame Brooklyn: " Naturalmente sólo tenemos conocimiento de los casos en que los amigos desobedecieron. ¿Cuántos habrá que, por el contrario, respetaron la voluntad del muerto? ¿Cuántos kafkas y virgilios habrán desaparecido sin dejar rastro de su paso por la tierra?"

En el suplemento Cultura/s de La vanguardia se dieron las razones principales de la destrucción de las propias obras artísticas:
- Insatisfacción con la propia obra: 30%
- Depresión: 26%
- Falta de espacio o materiales: 15%
- Temor a acciones legales: 8%
- Preocupación por su legado: 7%
- Ritual: 5%
- Otros (aumentar la cotización, locura...): 9%

Veamos algunos ejemplos de hojas quemadas:
Gógol
Gógol publicó Almas Muertas en 1842, pero, tras una larga peregrinación a Jerusalén, decidió abandonar la literatura para concentrarse en la religión y quemó lo que había escrito de la segunda parte de Almas Muertas diez días antes de su muerte en Moscú. Sólo algunos fragmentos de esa segunda parte sobrevivieron a la quema y han sido publicados.
Kafka
Kafka sólo publicó algunas historias cortas durante toda su vida, una pequeña parte de su trabajo, por lo que su obra pasó prácticamente inadvertida hasta después de su muerte. Con anterioridad a su fallecimiento, dio instrucciones a su amigo y albacea Max Brod de que destruyera todos sus manuscritos; Brod hizo caso omiso de esas instrucciones, y supervisó la publicación de la mayor parte de los escritos que obraban en su poder. La compañera final de Kafka, Dora Diamant, cumplió sus deseos pero tan sólo en parte. Dora guardó en secreto la mayoría de sus últimos escritos, incluyendo 20 cuadernos y 35 cartas, hasta que fueron confiscados por la Gestapo, en 1933.
Cortázar
Cortázar quemó una novela que se llamaba Soliloquio, una historia real, basada en su propia experiencia, donde un profesor culto se enamora de una alumna rebelde, pero no es correspondido. También quemó una serie de cuentos que se llamaban La otra orilla, de los que había dado copias a amigos, que la publicaron. Y se arrepintió de que reeditaran el primer libro de sonetos Presencia.

http://pedantoteca.blogspot.com/

Por qué el ebook no reemplazará nunca al libro tradicional



Lo nuestro duró
lo que duran dos peces de hielo
en un güisqui on the rocks.

Joaquín Sabina

En el Algarve, a 23 de abril de 2011, mi flamante ebook (marca Overtech, conseguido con los cupones de "2O minutos") se quedó con la pantalla colgada sin más explicación en la página 205 de La leona blanca. No ha llegado a cumplir ni un mes. Me dejó compuesta y sin libro. Así que me desdigo de lo escrito en el último párrafo de otra entrada:
http://bloggeles.blogspot.com/2010/06/un-invento-inmejorable.html

Faltas de ortografia chinas

domingo, 24 de abril de 2011

Maldito domingo por la tarde


ELVIRA LINDO El País 24/04/2011
Montar un melodrama

Que la tarde del domingo tiene un nosequé tristón, ya se ha dicho; que llevamos impreso en la memoria el calendario escolar, ya está dicho; que sobre las seis de la tarde del domingo empieza a asaltarnos la antigua sensación de no haber hecho los deberes y haber imaginado que el fin de semana sería eterno, ya está dicho; que el efecto es demoledor si al hecho de ser domingo se le añade que es el último día de Semana Santa, ya está dicho. A eso se le puede sumar la sensación de acabamiento del mundo que da salir del cine y que sea de noche, que el taxista te torture con una retransmisión deportiva a un volumen irritante, que no encuentres un restaurante abierto, o que vayas a un bar de tapas y esté vacío y nadie te propine codazos para pelear un lugar en la barra. Todo muy triste. Esa es la razón por la que el domingo hay que tomar medidas terminantes que impidan que brote esa tonta melancolía infantil. Opino que es mejor recogerse pronto: pasear por una calle con los establecimientos cerrados y las aceras vacías es algo que sólo puede gustarle a aspirantes a escritores, de esos que todavía creen que hay que favorecer experiencias lánguidas para escribir libros lánguidos en los que se aborde la incomunicación de nuestro tiempo. No. Eso es un sarampión. Se padece una vez y queda uno inmunizado. Prosigamos: se vuelve a casa pronto tras haber pasado la mañana comprando cosas inútiles en los mercadillos y tras la lectura de dos o tres artículos del periódico (puede ser el mío o puede ser el de otro) se disponen él o ella a preparar una cena ligera y exquisita, evitando, en la medida de lo posible, batir huevos. El sonido de batir de huevos es demoledor, nos retrotrae a patios interiores y cenas para salir del paso. No. En la cena del domingo hay que esmerarse. Se coloca todo artísticamente en la mesa baja del sofá, como si fuéramos a recibir a una visita, y se abre un buen vino. El sonido del descorche es altamente recomendable. El remate perfecto es tener capítulos de una serie por ver. (...)

Ejercicios con fábulas



Las fábulas son relatos breves, generalmente protagonizados por animales u objetos a los cuales se dota de características humanas, y que sirven para ilustrar el comportamiento de los hombres. Suele tratarse de historias inverosímiles y muy imaginativas, pero lo más importante de las fábulas es su afán didáctico. Se caracterizan por incluir una moraleja, una breve frase que resume la enseñanza que el lector debe extraer de la fábula.
Son relatos muy conocidos y que se transmiten de boca en boca. Por ello, no siempre se conoce quién es el verdadero autor de una fábula. Sin embargo, a lo largo de la historia de la literatura se han destacado algunos autores, aquellos que tal vez tomaron la fábula del folklore popular y se encargaron de darle la forma que tiene hoy en día.
Autores de fábulas
Esopo fue, entre los antiguos griegos, el más famoso autor de fábulas. Se calcula que vivió en el siglo VI a. C., pero al no existir documentos contemporáneos a su existencia, es imposible determinar una época exacta o siquiera un lugar. Incluso se ha llegado a dudar de que se tratase de una persona real. Sin embargo, sus fábulas han trascendido y llegado hasta nosotros, muchas veces transcriptas por otros autores, como Demetrio de Falero, Fedro, Jean de La Fontaine y Félix María Samaniego. Algunas de las fábulas más conocidas de Esopo son: la cigarra y la hormiga, la zorra y las uvas, el león y el ratón, el ratón de campo y el ratón de ciudad, la gallina de los huevos de oro. Las enseñanzas que se quiere transmitir con ellas es generalmente de base moral.
Características
·Brevedad narrativa. El texto puede estar escrito en prosa o verso y en la mayoría de los casos es un esquema dramatizado con diálogos en estilo directo o indirecto. El estilo directo tiene lugar cuando el autor reproduce las palabras de los personajes que hablan, y el estilo indirecto cuando se reproduce la conversación entre dos personajes, pero no de manera textual.
·El texto se basa en una conversación mantenida entre animales, que suelen ser los personajes en este tipo de relato. Estos animales suelen representar "tipos" o modelos con unas características muy definidas (ejemplo: la zorra es astuta, la hormiga es trabajadora, el lobo es feroz, etc.)
·No todos los personajes de las fábulas han de ser forzosamente animales; también podemos encontrar plantas, objetos e incluso seres humanos.
·Conclusión en moraleja o sentencia (a ser posible de carácter moralizante).

Ejercicio interactivo
C:\Documents and Settings\Administrador\Mis documentos\¿CUÁL ES LA MORALEJA.mht
Actividades
·Escribe una fábula con animales utilizando algunos de los recursos propios de este género.
·Pon una moraleja a esta fábula:
Tuvo antiguamente el milano otra voz, una voz penetrante. Pero oyó un día a un caballo relinchar admirablemente, y lo quiso imitar. Pero a pesar de todos sus intentos, no logró adoptar exactamente la voz del caballo y perdió además su propia voz. Así, quedó sin la voz del caballo y sin su voz antigua.
·Desarrolla una fábula a partir de esta moraleja
"No embellezcas tu aspecto, sé bello en tus actos." (Tales de Mileto)

Fábulas on line:http://www.eljardinonline.com.ar/cuentosfabulas.htm
http://www.xtec.es/~jrafols/viajeliterario/fabulas.htm#Inicio
http://www.bibliotecasvirtuales.com/biblioteca/guias/fabulas/gallina.asp

Para acabar con las moralinas


Son muchos los autores que han intentado acabar con la moralina de muchas de las fábulas de nuestra niñez. Te presento algunos ejemplos:
1) La versión de La cigarra y la hormiga que aparece en la película Los lunes al sol.
http://www.youtube.com/watch?v=KnL5GRrM3P4

2)
EL LOBITO BUENO (José Agustín Goytisolo)
Érase una vez
un lobito bueno
al que maltrataban
todos los corderos.

Y había también
un príncipe malo,
una bruja hermosa
y un pirata honrado.

Todas estas cosas
había una vez.
Cuando yo soñaba
un mundo al revés.




3) El poeta Ángel González también tiene un poema sobre las fábulas (Introducción a las fábulas para animales). Lo puedes oír en su voz:
http://www.palabravirtual.com/index.php?ir=ver_voz1.php&wid=47&p=%C1ngel%20Gonz%E1lez&t=Introducci%F3n%20a%20las%20f%E1bulas%20para%20animales&o=%C1ngel%20Gonz%E1lez
Vamos a ser subversivos: Ahora se trata de que hagas una versión políticamente incorrecta de una fábula.