Al leer el artículo de Pérez Reverte, Cincuenta cochinos euros, pensé inmediatamente
que se refería a Juan Bautista, el autor del Calendario Literario de autores de
la literatura universal que publico en mi blog, aunque el nombre y
la profesión no coincidían. A Juan Bautista lo conozco desde hace poco, me une a él una cita
mensual con otros colegas del instituto en el que nunca llegamos a encontrarnos,
pero sé que podía haber protagonizado la anécdota que da lugar al escrito. Esta
es mi interpretación del texto adaptada a su personalidad.
Juan Bautista es todo un personaje. Va a cumplir 68 años y lleva varios de jubilata de la enseñanza. Es un fulano de inteligencia extraordinaria, con una formación intelectual de izquierdas impecable. Muy culto, sabe de todo, sobre todo de latín, poesía y música. Maestro de la papiroflexia, es muy bueno con el carboncillo y las acuarelas. Lee cinco periódicos diarios, oye la radio, fuma, se toma su café o un vino en el bar y no pasa de todo. Se caracteriza por utilizar heterónimos y camuflarse bajo distintos disfraces. Viajero infatigable, a veces, ejerce de reportero. Vehemente y sensible, siempre sorprende. Gran conversador, trabajador infatigable, nada contra corriente. Cuando acaba harto de la sinrazón de algunos, con mirada fría con reflejos de guillotina les afea una falta de ortografía o una entonación mal hecha y da por zanjada la cuestión.
Juan Bautista es todo un personaje. Va a cumplir 68 años y lleva varios de jubilata de la enseñanza. Es un fulano de inteligencia extraordinaria, con una formación intelectual de izquierdas impecable. Muy culto, sabe de todo, sobre todo de latín, poesía y música. Maestro de la papiroflexia, es muy bueno con el carboncillo y las acuarelas. Lee cinco periódicos diarios, oye la radio, fuma, se toma su café o un vino en el bar y no pasa de todo. Se caracteriza por utilizar heterónimos y camuflarse bajo distintos disfraces. Viajero infatigable, a veces, ejerce de reportero. Vehemente y sensible, siempre sorprende. Gran conversador, trabajador infatigable, nada contra corriente. Cuando acaba harto de la sinrazón de algunos, con mirada fría con reflejos de guillotina les afea una falta de ortografía o una entonación mal hecha y da por zanjada la cuestión.