Este viernes, en torno a un cuscús en casa de Evaristo, he vuelto a encontrarme con los compañeros del comité del Hogar del Empleado. Desde que nos
disolvimos y abandonamos la enseñanza privada por la pública, han pasado más de
veinticuatro años. Algunos ya no están en Madrid y otros, aunque siempre han
estado cerca, no sé por qué razones, he dejado de verlos. Recordamos las
películas canadienses de Denys Arcand "El declive del imperio
americano" (1986) y “Las invasiones bárbaras” (2003), donde aparecen los
mismos actores y los mismos personajes en un díptico temporal que abarca
diecisiete años. Nuestra cena nos brindó el atractivo del reencuentro, el
regusto de la nostalgia, el escozor de la melancolía y el placer de la amistad, Son mis señas de identidad.
Parecía que el tiempo se había detenido, que veinte años no son nada. Los
encontré igual de jóvenes, divertidos y entusiastas que entonces, aunque ya seamos abuelos, estemos jubilados y no sepamos qué hacer con las canas.
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