domingo, 26 de abril de 2020

Diagnóstico sin pruebas


El médico de cabecera la envió al urólogo tras hacerle una ecografía, porque la infección de orina presentaba un cultivo negativo desde verano y y estaba fuera de su sabiduría. "¿De dónde pueden venir los leucocitos en orina si no hay infección?", le preguntó al especialista. El médico sonrió y respondió: "Muy fácil, de la tuberculosis del tracto urinario". Era el 30 de diciembre y se le cayó literalmente el mundo encima cuando oyó el nombre de la temida enfermedad de su familia materna. No sabía que hubiese una tuberculosis urinaria. Al ver su cara, el médico recomendó:" Tiene que llevar una muestra de orina tres días consecutivos para que le hagan en el laboratorio unas pruebas de tinción que tardaran más de dos meses. Hay que esperar los resultados, entonces sabremos si la tiene o no. Si no la tiene, realizaremos otras pruebas. Y no se preocupe, ese tipo de tuberculosis no es contagiosa y tiene cura. Puede hacer vida normal. Mientras tanto beba mucha agua". Le dio el volante y le deseó feliz año. 
Sus deseos no se cumplieron. Cuando llegó a casa, buscó en internet y comenzó la zozobra. Se obsesionó con cómo me he podido contagiar y recordó que, en el último Instituto en el que dio clases, hubo un caso de tuberculosis pulmonar e hicieron la prueba de la tuberculina a todos los alumnos y profesores, pero ella afortunadamente no tenía ese curso. A medida que iban pasando los días más largos de su vida, resignada se fue haciendo a la idea, tal vez sea un bacilo que se haya reactivado por una bajada de defensas. A principios de marzo llegaron los resultados. Alea iacta est. Tardó un rato en mirarlos. Por fin, después de angustias e insomnios, se quedó tranquila, todo daba negativo. Hubiese preferido un médico más cauteloso a la hora de emitir un diagnóstico. Ahora no tiene miedo al coronavirus. Lo que tiene que ser, será. Lo único que conserva de tísica es el oído. 

jueves, 23 de abril de 2020

2020, Día del Libro en cuarentena



Toñi y Ramón nos han obsequiado con este especial regalo, un vídeo sobre la película El hombre de la Mancha, un homenaje a Cervantes. Esperemos que sus deseos se cumplan y ganemos la batalla.  



Los libros vistos por los maestros del Prado. El Museo del Prado selecciona 10 obras de sus grandes maestros para celebrar el Día del Libro 2020. El Bosco, Tiziano, Rembrandt, Velázquez y Goya son solo algunos de los artistas que representaron en sus obras los libros como símbolo de sabiduría, elemento de disfrute o refugio espiritual.



jueves, 16 de abril de 2020

Los Cazalet, Elisabeth Jane Howard

En la cuarentena me he dedicado a leer los cinco volúmenes de las Crónicas de los Cazalet. Los recomiendo. Su autora, Elizabeth Jane Howard (1923-2014), se inició en la literatura en 1947, tras unos primeros intentos de ser actriz y modelo. De su amplia obra, esta pentalogía es sin duda su obra maestra, que obtuvo un éxito extraordinario de público y cuyos dos primeros volúmenes fueron adaptados a la pequeña pantalla por la BBC.
Los Cazalet son una familia que se extiende a lo largo de tres generaciones. Los conocemos en 1937, cuando comienza el primer volumen, y se despiden en la Navidad de 1958. Lo que sucede entre esas fechas es una prodigiosa exposición del desarrollo de la sociedad inglesa a través del extenso vínculo familiar iniciado por una pareja, el Brigada y la Duquesita. La historia empieza significativamente en Home Place, la residencia de verano de la pareja fundadora con sus cuatro hijos, esposas y nietos: un reducto de intimidad y afecto donde se han empezado a superar las dolorosas consecuencias de la I Guerra Mundial en los adultos y donde comienza inocente y alegremente a vivir la primera generación de nietos. A lo largo de la serie iremos conociendo los cambios de mentalidad, sociales, personales y económicos, de todos los integrantes del clan y sus servidores, la dificultad de afrontar y entender las nuevas formas de vida y, sobre todo, el paso de un clan familiar a la búsqueda de la vida por parte de todos ellos, unidos por el afecto y disgregados por sus vidas personales y el signo de los tiempos.
 La escritura de esa serie es una verdadera proeza en lo que tiene de reunir y construir tantas personas y vidas singulares, tantas relaciones; una verdadera comedia humana que extrae del relato de la cotidianeidad un mundo complejo de valor universal. Y los saltos en el tiempo se asumen con la misma naturalidad con que asumimos las distancias temporales en la vida real y recuperamos la intensidad de trato con los seres que nos importan. En la recreación del grupo es decisivo el clima sentimental y emocional que la autora consigue plasmar, así como el entrecruzamiento de las conciencias de todos en el camino de sus esperanzas, engaños, fracasos y logros. Una lectura inolvidable.
Crónicas de los Cazalet (1-5). Elizabeth Jane Howard.
Traducción de Celia Montolío (1-4) y Raquel García Rojas (5). Siruela, 2017-1019.
Los años ligeros.
 436 páginas.
Tiempo de espera. 468 páginas.
Confusión. 402 páginas.
Un tiempo nuevo.
 560 páginas.
Todo cambia. 472 páginas.



Para abrir boca, pincha en el siguiente enlace.
https://books.google.es/books/about/Los_a%C3%B1os_ligeros_Cr%C3%B3nicas_de_los_Cazal.html?id=VbGyDgAAQBAJ&printsec=frontcover&source=kp_read_button&redir_esc=y#v=onepage&q&f=false

lunes, 6 de abril de 2020

¿Qué peli es? Juego de adivinanzas para la cuarentena


La pareja cinéfila, formada por la profesora Toñi Olcina Arcaya y el médico jubilado Ramón Foruny Barea, se ha quedado encerrada en su casa de Boadilla por la cuarentena sin la compañía de sus hijos y nietos. Para evadirse de la preocupación del coronavirus, idearon una forma de entretenimiento: lanzar el juego de adivinar películas por medio de vídeos para su familia y amigos todos los días de confinamiento por whatsapp.
Estos dos artistazos nos han alegrado el encierro desde el 24 de marzo y todos los días esperamos como agua de mayo sus películas, adaptadas a las circunstancias del coronavirus con humor e ironía. Ellos dos solos, con dos móviles (uno para la música y otro para la grabación), cantan, bailan e interpretan con desparpajo los surrealistas guiones. Crean también el vestuario y la escenografía con objetos caseros, transformando ropas sacadas del baúl de los disfraces. Día tras día se van superando y nos van sorprendiendo con su ingenio para superar el confinamiento. Son geniales, se merecen un Oscar, un Goya o lo que sea. Deberían mandarlos a la televisión para disfrute de todos.
 Por ahora llevan adaptadas, entre otras,  las siguientes películas: Cantando bajo la lluvia, Indiana Jones, Harry Potter, Buscando a Nemo, La princesa prometida, Terminator, Si yo fuera rico, Mary Poppins, Don Juan Tenorio, El tercer hombre, West side story, Al surcar los mares, Las mil y una noches, El doctor Zhivago, David el Gnomo, El Cid, Cleopatra, Lo que el viento se llevó, La guerra de las galaxias, Sonrisas y lágrimas, Amistades peligrosas, Ágora ...
He subido aquí los primeros vídeos de sus adivinanzas como muestra de su arte, para subirlos todos necesitaría un blog entero porque no han faltado a la cita ningún día.


























11/4

sábado, 4 de abril de 2020

Aute: la coherencia, el arte, el amor y la vida

Leonard Cohen y Aute  (14/10/1974)

Estos días, inundada de nostalgia, he estado oyendo canciones de Cohen y de Aute, autores a los que vi juntos en el concierto mítico de Cohen en el teatro Monumental un 14 de octubre de 1974, todavía con Franco vivo aunque ya en sus últimas. Justo hoy, 4 de abril, Luis Eduardo Aute ha muerto en un hospital madrileño, tres años y medio después de sufrir un infarto que lo mantuvo postrado durante los últimos tiempos. Descanse en paz.

Recojo estas palabras del artículo de Rosa María Artal, titulado Luis Eduardo Aute: la coherencia, el arte, el amor y la vida: "Luis Eduardo Aute patentó la barba de tres días, la imagen de un hombre nuevo, sensible y moderno, ya desde aquellos años setenta en los que íbamos a cambiar el mundo. Un proyecto colectivo que soñaba con llevar la imaginación al poder, ser realistas pidiendo lo imposible hasta clamar que se "prohibiera prohibir". Como la mayoría, terminó entendiendo que "bajo los adoquines no había arena de playa". Pero no se rindió. Aute frecuentó la bohemia y la lucha antifranquista y siempre fue coherente y defensor de los derechos humanos".

Yo ya me despedí de él en la entrada Amores pletóricos (perdón, platónicos). Ahora sí que ha muerto definitivamente mi otro amor platónico.

viernes, 3 de abril de 2020

Viaje alrededor de mi habitación, Xavier de Maistre

A finales del siglo XVIII, después de un duelo, Xavier de Maistre fue confinado durante 42 días en Turín. De aquel encierro nace Viaje alrededor de mi habitación, un mito literario de sombras borgianas, un recorrido por la inmovilidad. Puede ser la lectura ideal para uno de estos días de cuarentena, que supone una barrera entre el mundo y nosotros.




https://saltusaltus.com/2011/11/19/viaje-alrededor-de-mi-habitacion-de-xavier-de-maistre/

miércoles, 1 de abril de 2020

Las cataratas: Qué delirio de colirios


Una pequeña muestra de los colirios recetados
Una pequeña muestra de los colirios que he utilizado
El término catarata define a una cascada o un salto grande de agua. En medicina, es la opacidad del cristalino del ojo que, al impedir el paso de los rayos luminosos, dificulta la visión.

La cuarentena la estoy pasando luchando contra el wifi de Movistar que falla más que una escopeta de feria, poniéndome colirios continuamente y atándome las manos para evitar restregarme los ojos, porque me acaban de extirpar las cataratas, justo a la edad que tenía mi madre cuando la operaron de las suyas. Ilusa de mí, fui al oculista para pedirle un colirio con antibiótico porque creía que tenía conjuntivitis, ya que ninguno de venta libre en farmacia me solucionaba el problema. Avergonzada, salí con un diagnóstico de cataratas bastante formadas, sobre todo la del ojo derecho, después de una sencilla prueba que consistía en taparme un ojo e intentar leer unas letras que se escondieron detrás de un velo blanco, como si estuviese paseando por el Londres del siglo pasado. Rápidamente comprendí por qué las luces de mi casa cada vez daban menos luz y mi sofá rojo había pasado a ser granate. Esa era la explicación de que ya no necesitara gafas de presbicia. La operación bien, rápida e indolora; es más, en el segundo ojo pensé que no me habían intervenido porque me desperté justo en la misma posición en la que me habían puesto la sedación, sentada en la camilla del quirófano, pero con el pelo mojado.
El delirio de los colirios empezó antes de la operación: gotas para dilatar la pupila y anestesiar. Pero lo peor vino después, y nadie habla de ello, durante seis semanas te los tienes que poner a distintas horas que van cambiando cada siete días (etiquetados con un código de colores): antibióticos, antiinflamatorios, humectantes... Ni que decir tiene que se me ha olvidado ponérmelos, los he puesto repetidos, se los he puesto al ojo que no correspondía, o no he respetado la pausa de los cinco minutos. Durante este tiempo a veces he tenido los ojos rojos y llorosos, los párpados hinchados con legañas, además de destellos de luces y deslumbramientos. Salía a la calle con las gafas de sol de Martirio aunque cayesen chuzos de punta. Los colirios me han llevado al delirio, a una gran alteración mental e intranquilidad. Menos mal que mi sobrina (la hija de mi prima), que casualmente estaba en Madrid en mi casa, se ha convertido en mi enfermera y ha tomado las riendas del asunto después de verme poner una cafetera sin agua y de haber dicho que a santo de qué los pájaros tienen que cantar. A veces, sarcástica, para hacerme la toma más fácil, me ponía en el móvil el sonido de las cataratas del Niágara o las de Iguazú. Me he dejado mimar como una niña pequeña, asistiendo con pasividad al suplicio de la gota china*.
Qué delirio de colirios. Agotada de la gota, cansada de las cataratas, todavía me quedan quince días de cuidados intensivos en el ojo derecho, los mismos que nos quedan de la cuarentena. Cuando pase este tiempo de inactividad, ya veremos en todos los sentidos. 

* Método de tortura psicológica que consiste en inmovilizar a un reo decúbito supino- tumbado boca arriba-, de modo que cayera sobre la frente una gota de agua fría cada cinco segundos que le impedía dormir y beber agua, y le llevaba a la muerte. Esta tortura no se debe confundir con la bota malaya, otro método de tortura que por su homofonía a veces se oye mal como "gota malaya".

Así veía por mi ojo izquierdo antes operación 
Así por el derecho después operación

P.D. Mi colección de colirios y cremas se vio aumentada a causa de una blefaritis (inflamación de los párpados) que me duró exactamente noventa días. Tuve mala suerte.

P.D. En octubre me sometieron a una capsulotomía YAG en los dos ojos en el intervalo de una semana, a este procedimiento, breve e indoloro, se le conoce como "limpieza de lentilla". El láser retira la cápsula opacificada en la zona del eje visual sin realizar cortes, lo peor es el ruido, los disparos se asemejan al sonido que produce el mosquito al ser electrocutado. Tuve que volver al suplicio de los colirios. Y ahora ando enganchada a la lágrima artificial.