martes, 25 de septiembre de 2018

Los libros son...

Los libros son
como sos vos.

lunes, 24 de septiembre de 2018

Guía para el reconocimiento de árboles y arbustos de Madrid

Resultado de imagen de arboles madrileños pdfAhora que casi me he hecho una especialista en jardinería en macetas, tengo que dar el salto y adentrarme en el mundo de los árboles. La Guía para el reconocimiento de árboles y arbustos de Madrid, que se puede descargar gratuitamente, me va ayudar mucho.

El grupo que ha creado Javier Esperanza Casado, Conociendo los árboles de Madrid, ya me ayuda con una entrada diaria. La del pasado 7 de septiembre se refería precisamente al GINKGO BILOBA,  que se encuentra en el Jardín Botánico, "esta reliquia del pasado mantiene dos pies de planta, masculino y femenino. El de la foto es un ejemplar femenino". Tendré que visitarlo más adelante, cuando empiece a perder sus doradas hojas . 


rama de ginkgo biloba con flores y primeras hojas en primavera
Pinchando aquí puedes encontrar otros ejemplares distribuidos por todo Madrid.

domingo, 23 de septiembre de 2018

Otoño dorado


Qué mejor imagen para el otoño que empieza hoy que la del árbol ginkgo -el árbol de la longevidad- que forma con sus hojas caídas una espectacular alfombra que se asemeja a un mar amarillo. 

En el templo budista Gu Guanyin, ubicado en las montañas Zhongnan, en China, un árbol Ginkgo de 1400 años deja caer sus hojas en el suelo a mediados de noviembre.

martes, 4 de septiembre de 2018

Lo que esconde el blog, blog de Beatriz Olivenza

A Beatriz la he conocido a través de un amigo en común. Es profesora y escritora. Su blog es una delicia, nada que ver con el mío que es un cajón de sastre (más bien desastre). Admiro su capacidad descriptiva, la facilidad con la que fluye su prosa y el aura de misterio de sus narraciones, no me extraña que haya recibido varios premios. Recomiendo una visita.

 En su perfil explica muy bien lo que ha supuesto su blog: “En él he encontrado lugar no solo para los libros que leo y los escritores a los que admiro, sino también para la pintura que ilumina mi vida, la danza, la poesía, el cine, la fotografía, la música, los gatos y todas esas pequeñas cosas con las que me encuentro a diario y que prenden mi atención. Y es que una de las ventajas de crear un blog es que uno descubre lo que realmente le interesa en la vida”.
Me gusta sobre todo el acercamiento a la pintura que realiza en el cuadro de la semana o del mes. Incluyo aquí el de septiembre a modo de ejemplo:

 “Llega septiembre y esta sección acoge, como es costumbre desde hace seis años, un cuadro relacionado con el comienzo de curso. En esta ocasión, la obra elegida excluye la figura del enseñante y se centra en el papel del que aprende. Se trata de “Niña que escribe”, del pintor italiano Telemaco Signorini (1835-1901), miembro de los Macchiaioli, grupo de artistas que adoptaron una denominación en principio despectiva (no es el único caso en la historia del arte) para hacer bandera de su deseo de apartarse del academicismo. Alejados del encorsetamiento de la pintura oficial a través de una mirada realista sobre el mundo y de una mayor libertad técnica, consistente en construir la realidad por medio del contraste entre colores, como si “manchasen” el lienzo, estos pintores abren camino a la modernidad. La soltura de la pincelada de esta “Niña que escribe” y la elección de un tema cotidiano son un buen ejemplo de los postulados de este movimiento. Esta pequeña de encantador gesto de concentración se dibuja sobre un fondo abocetado en el que se eliminan los detalles. No hay un espacio concreto para esta aprendiza de la escritura: acompañada tan sólo por su pupitre, su pluma y su tintero, parece estar nadando en un ámbito indefinido que es el de su época y a la vez el de todas. Un hermoso homenaje a la paciente, hermosa y eterna tarea de aprender”.

domingo, 2 de septiembre de 2018

Larga vida a las servilletas de bar

El descubrimiento de unas servilletas con unos divertidos mensajes de autoayuda en un bar de Castellón, me ha hecho darme cuenta de lo poco que nos fijamos en el poder de este papel liviano y casi transparente que nos ha acompañado desde la infancia y que por ahora es gratis. Su utilidad es manifiesta: sirven para limpiarnos de cualquier resto de suciedad originada por bebidas y alimentos. Parecen de usar y tirar y sin embargo pueden llegar a perdurar en el tiempo; en su modestia guardan castillos de arena y manchas de carmín, sueños y quejas, amores y amistad, garabatos y poesía. Ahora, me temo, parte de su dimensión mágica ha sido arrinconada por el uso del teléfono móvil.

En ellas hemos apuntado teléfonos, dividido la cuenta o pergeñado la lista de invitados a un cumpleaños; de niños hemos formado pelotas convertidas en proyectiles y jugado a la caída de la moneda para hacer preguntas indiscretas en la adolescencia; hemos esbozado un dibujo o un plano de una casa, incluso nos han acompañado al servicio cuando no había papel higiénico; otras veces, en momentos de nerviosismo, las hemos arrugado y después, olvidadas en un bolsillo del pantalón, han impregnado con su celulosa todas las prendas de la lavadora. Algunas se empaparon de lágrimas, otras salieron volando en forma de grullas o aviones. La mayoría acabó alfombrando el suelo.


En las mesas de los bares, el escritor, a veces también pintor, se sentaba al lado de los servilleteros repletos de papel blanco, doblado, liso, y sobre él depositaba la suave tinta que traspasaba la hoja creando borradores de historias. Hay muchos poetas de servilleta anónimos y conocidos. Incluso un libro, Poemas de la servilleta, donde Kepa Murua expresa su forma de entender el arte de la escritura que comenzó con la redacción de sus primeros versos en los bares a los que acudía con sus amigos: “Era un joven estudiante que escribía en las servilletas, con un bolígrafo azul, mientras los demás bebían y reían sin parar. No es que me disgustara la risa o que rechazara la alegría, pero me llenaba mucho más escribir de mis sentimientos en un papel en blanco”.

Frágiles, soportan todo tipo de publicidad y de reivindicaciones; inspiran a escritores, pintores y editores, y llenan nuestro cajón de recuerdos casi indelebles. ¡Larga vida a las servilletas de bar!


viernes, 31 de agosto de 2018

Calendario de mujeres (septiembre) de Juan Bautista

Calendario de artistas (septiembre) de Juan Bautista

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