martes, 4 de septiembre de 2018

Lo que esconde el blog, blog de Beatriz Olivenza

A Beatriz la he conocido a través de un amigo en común. Es profesora y escritora. Su blog es una delicia, nada que ver con el mío que es un cajón de sastre (más bien desastre). Admiro su capacidad descriptiva, la facilidad con la que fluye su prosa y el aura de misterio de sus narraciones, no me extraña que haya recibido varios premios. Recomiendo una visita.

 En su perfil explica muy bien lo que ha supuesto su blog: “En él he encontrado lugar no solo para los libros que leo y los escritores a los que admiro, sino también para la pintura que ilumina mi vida, la danza, la poesía, el cine, la fotografía, la música, los gatos y todas esas pequeñas cosas con las que me encuentro a diario y que prenden mi atención. Y es que una de las ventajas de crear un blog es que uno descubre lo que realmente le interesa en la vida”.
Me gusta sobre todo el acercamiento a la pintura que realiza en el cuadro de la semana o del mes. Incluyo aquí el de septiembre a modo de ejemplo:

 “Llega septiembre y esta sección acoge, como es costumbre desde hace seis años, un cuadro relacionado con el comienzo de curso. En esta ocasión, la obra elegida excluye la figura del enseñante y se centra en el papel del que aprende. Se trata de “Niña que escribe”, del pintor italiano Telemaco Signorini (1835-1901), miembro de los Macchiaioli, grupo de artistas que adoptaron una denominación en principio despectiva (no es el único caso en la historia del arte) para hacer bandera de su deseo de apartarse del academicismo. Alejados del encorsetamiento de la pintura oficial a través de una mirada realista sobre el mundo y de una mayor libertad técnica, consistente en construir la realidad por medio del contraste entre colores, como si “manchasen” el lienzo, estos pintores abren camino a la modernidad. La soltura de la pincelada de esta “Niña que escribe” y la elección de un tema cotidiano son un buen ejemplo de los postulados de este movimiento. Esta pequeña de encantador gesto de concentración se dibuja sobre un fondo abocetado en el que se eliminan los detalles. No hay un espacio concreto para esta aprendiza de la escritura: acompañada tan sólo por su pupitre, su pluma y su tintero, parece estar nadando en un ámbito indefinido que es el de su época y a la vez el de todas. Un hermoso homenaje a la paciente, hermosa y eterna tarea de aprender”.

domingo, 2 de septiembre de 2018

Larga vida a las servilletas de bar

El descubrimiento de unas servilletas con unos divertidos mensajes de autoayuda en un bar de Castellón, me ha hecho darme cuenta de lo poco que nos fijamos en el poder de este papel liviano y casi transparente que nos ha acompañado desde la infancia y que por ahora es gratis. Su utilidad es manifiesta: sirven para limpiarnos de cualquier resto de suciedad originada por bebidas y alimentos. Parecen de usar y tirar y sin embargo pueden llegar a perdurar en el tiempo; en su modestia guardan castillos de arena y manchas de carmín, sueños y quejas, amores y amistad, garabatos y poesía. Ahora, me temo, parte de su dimensión mágica ha sido arrinconada por el uso del teléfono móvil.

En ellas hemos apuntado teléfonos, dividido la cuenta o pergeñado la lista de invitados a un cumpleaños; de niños hemos formado pelotas convertidas en proyectiles y jugado a la caída de la moneda para hacer preguntas indiscretas en la adolescencia; hemos esbozado un dibujo o un plano de una casa, incluso nos han acompañado al servicio cuando no había papel higiénico; otras veces, en momentos de nerviosismo, las hemos arrugado y después, olvidadas en un bolsillo del pantalón, han impregnado con su celulosa todas las prendas de la lavadora. Algunas se empaparon de lágrimas, otras salieron volando en forma de grullas o aviones. La mayoría acabó alfombrando el suelo.


En las mesas de los bares, el escritor, a veces también pintor, se sentaba al lado de los servilleteros repletos de papel blanco, doblado, liso, y sobre él depositaba la suave tinta que traspasaba la hoja creando borradores de historias. Hay muchos poetas de servilleta anónimos y conocidos. Incluso un libro, Poemas de la servilleta, donde Kepa Murua expresa su forma de entender el arte de la escritura que comenzó con la redacción de sus primeros versos en los bares a los que acudía con sus amigos: “Era un joven estudiante que escribía en las servilletas, con un bolígrafo azul, mientras los demás bebían y reían sin parar. No es que me disgustara la risa o que rechazara la alegría, pero me llenaba mucho más escribir de mis sentimientos en un papel en blanco”.

Frágiles, soportan todo tipo de publicidad y de reivindicaciones; inspiran a escritores, pintores y editores, y llenan nuestro cajón de recuerdos casi indelebles. ¡Larga vida a las servilletas de bar!


viernes, 31 de agosto de 2018

Calendario de mujeres (septiembre) de Juan Bautista

Calendario de artistas (septiembre) de Juan Bautista

Para acceder a toda la información pincha aquí


jueves, 30 de agosto de 2018

Escritores que abandonaron a sus hijos

Siempre me ha llamado la atención que los padres no sientan amor o cariño por sus hijos pequeños y que lleguen a desentenderse del cuidado y de la manutención de los mismos. Entiendo que inicien una vida nueva y se olviden de su pareja, pero no de estos. También entiendo que les resulte difícil la paternidad porque nunca la desearon, porque tenían dudas o no estaban preparados para ella por egoísmo o por múltiples razones; pero huir de sus obligaciones sin dejar rastro me parece de canallas. Si encima el abandono se debe a alguna discapacidad del hijo, hay que añadirles rasgos de crueldad extrema. Hombres infelices que hacen infelices a la prolongación de ellos mismos: su familia. Hombres que no debieron tener hijos. Mi amigo Nacho sigue todavía hoy preguntándose por qué su padre les abandonó - a él y a sus tres hermanos-, después de decir que bajaba a la calle a comprar tabaco. Aunque pensándolo bien, tal vez sea mejor la huida que el maltrato psicológico o físico.
Por eso me sorprende que grandes escritores, que me han hecho pasar momentos deliciosos con sus obras y que están dotados de una gran sensibilidad, actúen de esta manera. Me temo que la vida es así, llena de miserias y de grandezas, que lo Cortés no quita lo Hernán. Como escritores pueden ser unos genios, pero como padres un desastre.


Este verano los periódicos se han hecho eco de dos ejemplos claros de literatos que no amaban a a sus hijos: Pablo Neruda y Ramón J. Sender. Eduardo Lago en un artículo del 2010 Hijos a la sombra de padres geniales ya había abordado el asunto incluyendo al escritor Arthur Miller que estuvo siempre del lado de los desfavorecidos, pero abandonó en un asilo a su hijo con síndrome de Dawn

La historia silenciada de la única hija del gran poeta chileno  Pablo Neruda ha salido a la luz con motivo de la publicación de Malva, primera novela de la escritora holandesa Hagar Peeters. Malva nació con hidrocefalia en un hospital de Madrid en 1934 y murió a los ocho años. Su padre pasó de la emoción a la ocultación para posteriormente borrarla de su vida. No me ha extrañado la actitud del escritor porque leí su biografía Confieso que he vivido donde aparecían estos rasgos de su personalidad.



La historia de la familia Sender ha aparecido de nuevo en la prensa con motivo de la reedición de Muerte en Zamora de 1990, escrita por Ramón Sender Barayón, libro que intenta indagar sobre el asesinato de su madre, Amparo Barayón, porque su padre nunca les permitió profundizar acerca de las razones y los detalles de su muerte, se sentía culpable. Los dos hermanos fueron adoptados por una familia norteamericana en 1939. Tuvieron relaciones a larga distancia con su padre y escasas visitas, lo que supuso un alivio para Ramón y un constante dolor para su hermana Concha. "Nuestro padre actuó como los famosos pájaros cuco que dejan caer sus huevos en el nido de otros pájaros y luego se van volando."  En 1943, Ramón J. Sender se casó con Florence Hall con la que tuvo otros dos hijos, el matrimonio no duro mucho debido a las constantes infidelidades del escritor. 

Otra forma de abandono es deshacerse del hijo problemático enviándolo a un reformatorio. Este es el caso de la hija rebelde de Alfonso Paso,
el dramaturgo favorito del franquismo (1926-1978), y nieta del genial escritor Enrique Jardiel Poncela (1901-1952). Rocío Paso Jardiel (Madrid, 1954) fue criada por sus criadas, apenas veía a sus padres que tenían un matrimonio de apariencia que aparecía en las revistas como un matrimonio ejemplar. Cuando su padre las abandonó para irse con otra mujer, los problemas con su madre se acentuaron. El escritor decidió enviar a su hija con 15 años, al reformatorio de las hermanas Oblatas del Santísimo Redentor en el antiguo Palacio de Eugenia de Montijo, en Carabanchel, uno de los centros de reeducación para jóvenes contestatarias, consideradas por la dictadura como chicas descarriadas. ¿Por qué me castigaron mis padres de aquella manera? --se pregunta--¿Qué es lo que yo había hecho tan mal? Es verdad que volvía tarde cuando salía con mis amigas; es verdad que contestaba a mi madre, pero eso no justifica que me metieran en un lugar como ese. Me arrancaron de la familia, quisieron deshacerse de mí, esa es la explicación y eso es algo muy duro de aceptar".


miércoles, 22 de agosto de 2018

Terremoto en agosto

Verano de tormentas, mosquitos, avispas, olas de calor y nuevas alergias (que no alegrías) con terremoto incluido y sin wifi.

viernes, 27 de julio de 2018

El otro yo de Rajoy






He descubierto que Mariano Rajoy tiene un alter ego extrovertido y divertido que nunca sale a luz. Ese otro yo ha estado brillando en la televisión pública. Mientras Mariano desmoronaba el Pp, consumando sus venganza, su doble, lejos de ser una liebre paralizada en mitad de una carretera deslumbrada por los faros esperando que la atropellaran (la frase no es mía, es de Pérez Reverte), disfrutaba bailando con una gracia y un donaire que para mí los quisiera. Su otro yo visible, lo habréis adivinado, es el humorista Manu Sánchez.