sábado, 9 de diciembre de 2017

Eres leísta... y no lo sabes


Eres leísta... y no lo sabes es un  interesante y ameno artículo de Lola Pons en El País sobre el leísmo que tantos quebraderos de cabeza nos da a los profesores, porque no hay nada peor que la ultracorrección, ver errores donde no los hay.
Como decía mi amiga Margarita, madrileña de varias generaciones, desde que lo he estudiado soy leísta, laísta y loísta. Yo lo soy a veces.

viernes, 8 de diciembre de 2017

¿Hay Q?






La terraza legalizada
            los ánimos mejoran
              a veces aciertan las culatas.

lunes, 4 de diciembre de 2017

Historia de las letras


Parece que hay una errata en la letra w, falta el adverbio no: pero no se reconoció hasta 1969.

Labia de barros (lapsus linguae)

¿Cuántas veces queremos decir una cosa y decimos otra? Es de lo más común cometer errores involuntarios al hablar. Cuando uno va deprisa, se equivoca. A estos resbalones o actos fallidos los llamamos lapsus linguae o gazapos;  algunos pueden ser un simple cambio de letra, otros pueden ser palabras completamente ajenas a lo pensado que apelan directamente al inconsciente como los ejemplos del vídeo que acompaña a este escrito. Pero yo me refiero aquí al lapsus linguae que se da por un intercambio gramatical entre morfemas que afecta a la base de la palabra y a los morfemas flexivos de tiempo y persona que nos hace crear una frase totalmente disparatada, como en el caso de "se me lengua la traba" por se me traba la lengua. Lo curioso es que el receptor del mensaje, aún lidiando con palabras falsas o mal colocadas, lo entiende perfectamente.
Ahí van dos ejemplos de mi adolescencia que todavía me hacen reír cuando los recuerdo. Mi amiga Tere y yo nos caracterizábamos por hablar muy rápido, de modo que las frases nos salían confundidas e ininteligibles para el resto de los mortales. Un día de primavera decidimos ir a comprar nuestra primera barra de labios y se la pedimos así al dependiente: “¿Tiene labias de barros?”.  Por Navidad, golosas, nos quedamos mirando el escaparate de una pastelería y exclamamos al unísono: “¿Rascamos un comprón?”.
Nuestro chiste favorito era el más tonto de todos:
- Hola buenas ¿Me da una wfrsa de pipas?
– ¿Una bolsa de qué?

El que esté libre de culpa que tire la primera piedra.

Otros ejemplos:
·       Me labio el muerde (me mordí el labio).
·       Salir el culo por la tirata (el tiro por la culata).
·       Que no panda el cúnico (que no cunda el pánico).
·       Son japonudos estos cojoneses (son cojonudos estos japoneses).
·       La gallina de los oros de huevo (la gallina de los huevos de oro).

Para saber más:


jueves, 30 de noviembre de 2017

Calendario literario (Diciembre 2017) de Juan Bautista

El año se acaba y con él este singular calendario, doce meses y 365 escritores. Ha sido lo que ha habido y lo que ha cabido porque algunos escritores muy conocidos se han quedado fuera porque no encajaban en las fechas. Su autor desea que haya divertido (“el que más se ha divertido he sido yo”). Gracias, Juan Bautista, por dejármelo incluir en el blog.

Como ya sabéis, hay que pinchar en el enlace y, después, debajo de cada escritor para acceder a la información escrita y audiovisual:

El documento de slideshare es solo para consultar o fotocopiar:


martes, 28 de noviembre de 2017

Mi primera manta

Nunca aprendí a hacer ganchillo porque no entendía por qué las mujeres no podían estar mano sobre mano, pensando, leyendo, rebelándose. Entre el continuo hacer de mi madre sin vacaciones y el ocio de mi padre, preferí, como hacía él, leer en mis tiempos libres. Ahora que estoy jubilada y tengo tiempo para todo, me he apuntado a clases de ganchillo en la Cruz Roja, donde un grupo de mujeres nos reunimos una vez a la semana. Solo había tejido con agujas de punto cuando mi sobrino era pequeño, le hice mil jerséis hasta que me cansé yo o se cansó su madre porque en la guardería era el único niño que llevaba jerséis hechos a mano. Al principio no sabía cómo coger el gancho, que en mis manos inexpertas parecía un estoque entrando a matar, y los puntos me salían desiguales, pero con práctica, paciencia y los tutoriales de Youtube he conseguido hacer mi primera obra: una manta retro hecha de cuadrados granny. Una manta, o sea yo en el sentido de poco hábil o inútil, creando una manta. La experiencia la he vivido con un frenesí inquietante, durante quince días no podía dejar de tricotar, todo el tiempo que le dedicaba me parecía poco. Ha sido una aventura mágica crear algo de la nada, improvisar, mezclar los colores... No domino la técnica, me he equivocado mil veces, pero lo he hecho. La pequeña manta es muy fotogénica, solo de cerca se observan los errores. A partir de ahora me lo tomaré con más calma, proyectaré un trabajo a largo plazo y solo tejeré a ratos perdidos (eso espero).

domingo, 5 de noviembre de 2017

El tiro por la culata

Le salió el tiro por la culata, vamos que se dio un tiro en el pie, que erró el tiro. "He pasado a mejor vida desde que me jubilé y quiero celebrarlo con vosotros en el bar La Gloria". Lo que era una mera invitación para tomar una copa con motivo del cumpleaños se convirtió en un homenaje por la jubilación en toda regla. Ella no quería eso, les había comentado: no quiero regalos, como mucho un poema, el mejor regalo es vuestra amistad. Lo decía de verdad, no con la boca chica. Había compartido con todos los invitados muchos momentos: cenas, viajes, confidencias, risas y, sobre todo, las barbacoas que se celebraban en el taller de automoción del instituto después de clase. Nunca hubo un sitio tan acogedor como ese marco surrealista donde se asaban chuletas con soplete entre herramientas, piezas de repuesto, motores y coches desmembrados aderezados con grasa.
En la cita le entregaron para que los leyese, ahí estuvo el error, un cuento y un álbum de recuerdos cuajado de fotos con una portada en la que aparecía un rostro sonriente y joven lleno de rizos que miraba asustado a la cámara y que no tenía nada que ver con su imagen en la actualidad. Lo piensa mientras riega las plantas que le regalaron, ahí sí acertaron. No se había llevado las gafas y apenas podía leer. Y siguieron unos minutos eternos, que a ella le parecieron de aburrimiento, en los que no pudo mirarles a la cara, porque se estaba preguntando qué es lo que había salido mal para sufrir esta tortura. No llevaba nada preparado y solo pudo darles las gracias porque sabía que lo habían hecho de corazón. Hay gente que disfruta con estas cosas. Ella no. Y ellos no se habían dado cuenta todavía, después de conocerse hace más de veinte años. El final del relato apuntaba a que todos tenemos todavía mucho pasado por delante, pero ella lo que quiere tener es mucho futuro en su compañía.