viernes, 19 de febrero de 2016

Lo he vuelto a hacer

Salía de clase y los buscaba con alevosía y nocturnidad.  La primera vez fue un flechazo, lo reconozco, lo miré y acabé con él entre mis brazos, resultó una experiencia laboriosa y apasionante. Poco a poco le fui cogiendo el gusto a la actividad, cuantos más tenía, más quería. Lo hacía para entretenerme en mi tiempo libre, para tener compañía y para que me sirviesen de alguna utilidad. A hurtadillas los subía a mi habitación y les iba cogiendo cariño, aunque no sirvieran para nada, solo para quitarme espacio vital. La vida en común era complicada y los abandonaba con la misma excitación que los encontraba. A veces no sabía cómo quitármelos de encima y tenía que pedir ayuda a mis amigas. Hasta que dije basta, no los necesito,  no hacen más que darme quebraderos de cabeza, es absurdo que invierta ganas y tiempo en ellos.
Pensé que ya estaba libre de la obsesión, pero ayer volví a hacerlo, me encontré otro mueble al lado del contenedor de basura: una escalera de pintor que he subido a casa para aprovecharla no sé en qué. Desde que fui a clase de restauración colecciono los trastos que no quieren los demás.

miércoles, 17 de febrero de 2016

El violín de Ingres





 En la exposición de Ingres me he encontrado con un retrato que no conocía: el de Louis-François Bertin, director del Journal des Débats, un rico empresario editorial en la época de Luis Felipe, el arquetipo del retrato burgués de la época. Si le ponemos unas gafas, el parecido es más que razonable con el director del diario La Razón y expolítico Francisco Marhuenda. El primero, con más canas,  está a punto de explotar y el segundo ya lo ha hecho.
Dejando de lado la tontería, me acordé de la expresión el violín de Ingres, hoy casi en desuso y que hace referencia a personajes que, conocidos por alguna faceta profesional, social o laboral, ejercían ocasionalmente y de manera destacada otra en apariencia muy alejada de  la primera, como es el caso del famoso pintor que era un virtuoso de violín y siempre viajaba con él. También me acordé de Man Ray, artista estadounidense que impulsó los movimientos dadá y surrealista en Estados Unidos tras su paso por el París vanguardista de los años veinte. Como otros muchos surrealistas, se sintió atraído por la obra de Ingres y fotografió a la modelo Kiki de Montparnasse de espaldas, con turbante (como en el cuadro La bañista de Valpinçon) y le pintó los calados de un violín, transformando el cuerpo desnudo de la mujer en el sinuoso instrumento. Haciendo una analogía entre la pasión de Ingres por el violín y la fascinación que le provoca el cuerpo de Kiki de Montparnasse.


























Otra tontería:  qué mal proporcionados están los sensuales desnudos femeninos de Ingres. La columna vertebral de las mujeres parece tener más vértebras de las necesarias y no resistirían ponerse en pie.

domingo, 14 de febrero de 2016

Parejas de escritores


Las historias de amor de los personajes literarios son de todo tipo: trágicas, luminosas, cómicas, pasionales, imposibles, apacibles, singulares...  Pero los romances literarios también pueden ocurrir fuera de los libros: en las parejas de escritores. Ya hemos visto en otras entradas del blog que los escritores, como el resto de los humanos, son hipocondríacos, alcohólicos, propensos al suicidio, ególatras, difíciles de tratar y de convivir. Está claro que uno se enamora de quien tiene al lado y es común que los médicos se emparejen con los enfermeros, los jueces con los abogados, los profesores con profesoras y los escritores entre ellos. ¿Cómo será la convivencia entre escritores famosos? Si vivir en pareja es difícil, más complicado debe serlo cuando ambos son escritores, seres que se aíslan para llevar a cabo su labor creativa, unas veces tímidos, otras veces exhibicionistas, y la mayoría de las veces aquejados de celos literarios. No olvidemos que las mujeres entraron tarde en el oficio de escribir y muchas veces han sido silenciadas por sus pareja. sin que quede claro si es porque él tiene más talento o porque empezó a usarlo mucho antes, o porque la sociedad aprecia y paga más el trabajo del hombre que el de la mujer en cualquier terreno. Estos datos no suelen aparecer en los libros de literatura, tal vez respondan a cotilleos y curiosidad malsana, pero a mí me interesan porque explican cómo las relaciones de pareja han sido y son a menudo muy desiguales. Espero que las parejas igualitarias, en las que el escritor o escritora tiene a su lado a alguien con una profesión independiente y de parecido nivel, sean el modelo del futuro. 

Los casos más extraordinarios que me he encontrado son los de fagotización: el hombre se aprovecha de los escritos de la mujer como es el caso de Gregorio Martínez Sierra y María Lejárraga: el famoso era él, pero las obras que él firmaba las escribía su mujer, como esta reveló en sus memorias, Gregorio y yo. O el de las personas que entregan oscuramente su vida dejando de escribir para que otros brillen como hizo Zenobia Camprubí para ayudar a JR Jiménez. Sofia Tolstaia, se casó los a 18 años con Tolstoi, se ocupó de los 13 hijos que tuvieron, pasó a limpio las novelas del escritor, y escribió las suyas: ¿De quién fue la culpa? es un ajuste de cuentas.

La pareja más sorprendentes de la literatura española del XIX es la de los amantes Benito Pérez Galdós, padre soltero, y Emilia Pardo Bazán, separada y madre de tres hijos, que hemos conocido tarde porque sus descendientes escondieron las cartas que intercambiaron. Esta relación epistolar nos descubre los detalles de una fogosa relación, que duró más de veinte años, en la que se mezclaron los escarceos, la literatura, los celos y las encendidas disputas académicas y periodísticas de la época. Intensa y breve fue la relación de José Zorrilla con Emilia Serrano, periodista y gran viajera,la famosa Leila, nombre poético con el que la recordó en sus versos el vallisoletano para no descubrir su relación secreta. También se han escrito muchas páginas sobre la relación entre el viudo Antonio Machado y  Guiomar, pseudónimo de Pilar de Valderrama Alday,  poetisa y dramaturga española encuadrada en el postmodernismo, con la que se supone que mantuvo una relación más que epistolar entre 1928 y 1936.

 Algunos escritores cuando consiguen una cierta fama, abandonan a sus primeras esposas y rehacen su vida con mujeres más jóvenes que se dedican en cuerpo y alma al genio creador del marido. Después, viudas jóvenes con derechos de autor, escriben o amenazan con hacerlo sobre su vida en común, o publican libros a la sombra del autor como hizo Marina Castaño (Toda la soledad), viuda de Cela. María Kodama es más conocida por su relación con Borges, que define como un regalo de los dioses, que por sus trabajos de escritora, traductora y profesora de literatura. Lo mismo le ocurre a Pilar del Río que actualmente preside la Fundación José Saramago. Estas relaciones se dan también en parejas homosexuales, donde la mujer musa, secretaria, enfermera, está al servicio de una escritora, como en la Autobiografía de Alice B. Toklas que para liar más la situación es la escritora, Gertrude Stein, quien redacta la supuesta autobiografía de su amanteMi vida con Alberti (2023) es un libro de memorias de la última mujer del poeta, María Asunción Mateo, donde se defiende  contra el estereotipo de la viuda negra. 

Sigamos citando ejemplos de parejas literarias: Mary Wollstonecraft Godwin, autora (con solo 19 años) de la increíble novela gótica Frankenstein, y Percy Bysshe Shelley, poeta romántico inglés.A los veinte años la escritora feminista Rebeca West tuvo un hijo con el consagrado autor H.G. Wells de cuarenta y seis, la relación se prolongó diez complicados años.  El matrimonio formado por Leonard Woolf y Virginia Stephen (Woolf al casarse y para la posteridad). Aunque ella se suicidó (hundiéndose en un río con piedras en sus bolsillos), parece que fue la historia de un amor, si no feliz, profundo y leal. Otra pareja que tuvo un final parecido (con la diferencia de que la relación fue más breve, terminada en separación a causa de una infidelidad de él) fue la de los escritores Sylvia Plath y Ted Hugues. Con solo 30 años y dos hijos pequeños, Sylvia se quitó la vida en 1963 asfixiándose con gas en el horno de su casa. También, la mujer de Paul Celan padeció las infidelidades de su esposo con la poeta Ingeborg BachmanEn algunos casos extraños, solo ella ha pasado a la historia, como Colette, que cuando se casó con Willy (Henry Gauthier-Villars), era una desconocida jovencita. Él, un novelista muy popular, firmó los primeros libros de ella (la serie de Claudine), pero pronto se supo quién los había escrito. En otros casos, él es más famoso, como Paul Bowles; las relaciones con su mujer, Jane Auer, las conocemos por su correspondencia; parecen amigos distantes, más que esposos. Simone de Beauvoir y Jean Paul Sartre constituyen otro ejemplo de pasiones peculiares. Fueron pareja, pero siempre alternando con otros amantes, cuyas historias compartían. Lo que nos recuerda el caso de la escritora estadounidense Anaïs Nin y Henry Miller, quienes también armaron una pareja abierta… con la esposa de él (June). F. Scott Fitzgerald y Zelda Seyre  iniciaron una relación de lujos, viajes y excesos. Sin embargo, tal estilo de vida acabaría por cobrarles factura. Scott Fitzgerald murió el 21 de diciembre de 1940 de un ataque al corazón. Zelda, con señales de esquizofrenia ingresó en el sanatorio psiquiátrico donde murió en un incendio. Lula Carson Smith, conocida como Carson McCullers, adoptó el nombre de su marido Reeves McCullers, un soldado voluntario y aspirante a escritor del que se divorció y con el que volvió a casarse después de haber tenido una relación sentimental con la escritora suiza Annemarie SchwarzenbachFrida Uhl estuvo casada con Strindberg dos años y tras su divorcio tuvo relaciones con varios escritores del movimiento de la Joven Viena, como Peter Altenberg, Karl Kraus y Werner von Oesteren. En 1936, con su nombre de casada, Frida Strindberg, publicó un libro de memorias: "El amor, el dolor y el tiempo. Una pareja inolvidable".
Otra relación algo chocante, aunque lógica dadas las trayectorias ideológicas y personales de ambos, fue la que unió al escritor Dashiell Hammett, el  padre de la novela negra, con la crítica literaria, dramaturga y guionista Lillian Hellman (La lobaLa calumnia).
Hemingway tuvo nada menos que cuatro esposas; una de ellas, Martha Gellhorn, fue una escritora y periodista conocida. Equilibrada y fecunda fue la pareja formada por John Bayley, novelista y crítico literario, e Iris Murdoch, y que él describe -en la última etapa, cuando ella sufría de alzheimer- en su libro Elegía por Iris. Y, más contemporáneamente, encontramos a Paul Auster y Siri Hustvedt, su segunda mujer, quien por décadas debió soportar el mote de "esposa de" para poder brillar con luz propia a partir de novelas como Todo cuanto amé.
Kingsley William Amis se casó con la novelista Elizabeth Jane Howard en 1965, con la que tuvo tres hijos, incluyendo al novelista Martin Amis, quién escribió en forma sobrecogedora acerca de la vida de su padre y de su decadencia debida al alcohol, en su libro ExperienceMartin Amis y su esposa Isabel Fonseca exponen su intimidad en sus propios libros. Amis abandonó a su anterior mujer y a sus hijos cuando conoció a Isabel Fonseca, una rica heredera de padre uruguayo. Vínculo cuenta la historia de una mujer que un determinado día descubre una infidelidad de su marido y en lugar de desvelarla, decide mantener todo tipo de correspondencia con la amante de su marido haciéndose pasar por él. Ambos explicaron que cada uno escribe en una estancia distinta de la casa y que nunca espían sus respectivos textos. Algunas parejas han escrito al alimón: Maj Sjowall y Per Wahloo, matrimonio sueco, considerado como los padres de la novela negra sueca, el protagonista de sus novelas es el inspector Martin Beck. Lars Kepler es el seudónimo de la pareja sueca Alexander Ahndoril y Alexandra Coelho Ahndoril. Dorothy Parker y su marido, Alan Campbell, escribieron juntos guiones para los estudios de Hollywood en la década de los años treinta. John Gregory Dunne y Joan Didion trabajaron juntos a lo largo de sus carreras, y de hecho muchas de sus obras están entrelazadas. Otras permanecieron unidos por vínculos extraliterios como el alcohol: David Foster Wallace y Mary Karr. Se conocieron en una reunión de AA (Alcohólicos Anónimos). Sobre su relación, Karr ha dicho que ambos se ayudaron a mantenerse con vida en uno de los periodos más complicados de sus vidas, aunque Foster Wallace tuvo tres intentos de suicidio mientras estuvieron juntos. Allen Ginsberg necesitaba siempre alguien a quien escribir, unas veces era Jack Kerouac, otras, Orlovsky. Animado por Ginsberg, Orlovsky empezó a escribir y publicar sus propios poemas; en Straight Hearts' Delight: Love Poems and Selected Letters, donde se recopilan poemas de amor y cartas entre los dos. Raymond Carver y su segunda esposa, la poeta Tess Gallagher, habían llegado a formar una pareja muy compenetrada, con un código propio de amor y convivencia y creación. La insoportable  ausencia, el intento de asumir su adiós, le dictó en 1992 el poemario “El puente cruza la luna”. Memorias de la rosa, el libro en el que la mujer del autor de El principito, la artista salvadoreña Consuelo de Saint-Exupéry (Consuelo Suncín Sandoval de soltera), narra relación tóxica que mantuvo con su marido que le llegó a escribir: “Eres una gran poeta, Consuelo. Si quisieras, llegarías a ser mejor escritora que tu marido…”.

En el ámbito de la literatura española, podemos mencionar a Silvina Ocampo y Adolfo Bioy Casares. Ella le llevaba 11 años y era extraña desde su aspecto exterior hasta en su forma de ver el mundo. Él era un galán profesional (y mujeriego consumado) y encajaba mucho más naturalmente en sociedad. Escribieron juntos una novela policial con un título que acaso revele la complejidad de su relación: Los que aman odianOctavio Paz fue y sigue siendo más famoso que su primera mujer, Elena Garro, autora de una novela espléndida, Los recuerdos del porvenir. Bárbara Jacobs explica en Vida con mi amigo (1994) que conoció en 1970 a Augusto Monterroso en la UNAM: A partir de esa fecha, y sin dejar de ser nunca discípula de Monterroso, pasé a ser su mujer, su esposa y, treinta y dos años más tarde, su viuda (que, como papel, no asumí). Desde que Augusto Monterroso murió, en 2003, ha buscado la forma de compartir y difundir su legado literario y artístico, para lo que decidió, tras una negociación, depositar la mayoría de las pertenencias del escritor guatemalteco en la capital de Asturias en un lugar especial de su biblioteca.

Carmen de Burgos (Colombine) y Ramón Gómez de la Serna se conocieron en 1909, ella, separada y con una hija, rondaba la cuarentena y él los veinte; su relación duró más de veinte años hasta que Ramón se enrolló con la hija de Carmen. El amor emparejó también a poetas de la Generación del 27 en España y en el exilio. María Teresa León conoció a Alberti después de separarse de su marido y perder a sus dos hijos, porque entonces la custodia recaía siempre en el marido. Compartió con él un amor apasionado, escándalo de los bienpensantes, y más de cuarenta años de proyectos culturales y literarios. Concha Méndez  editó junto a su marido Manuel Altolaguirre una revista clave para la evolución de la poesía española del siglo XX: Caballo Verde para la Poesía, dirigida por Pablo Neruda y fundaron la colección poética Héroe. Otra pareja fue la formada por Ernestina de Champourcin y Juan José Domenchina. Carmen Conde, la primera mujer académica, tuvo con su paisano el poeta Antonio Oliver Belmás una unión discontinua y difícil, salpicada de relaciones con otras mujeres; entre ellas, Ernestina de Champourcin y Amanda Junquera, esposa del catedrático de la universidad murciana Cayetano Alcázar. Carlos Bousoño, casado en 1976 con Ruth, una exalumna puertorriqueña con la que tuvo dos hijos, fue el gran amor de Vicente Aleixandre; más de sesenta cartas publicadas después de su muerte en 2015 lo atestiguan. Su colaboración en ABC unió a las escritoras Elena Fortún y Matilde Ras hasta que la primera decidió seguir al exilio a su marido. militar republicano y escritor,  Eusebio de Gorbea del que había tomado  prestado el nombre de su novela “Los mil años de Elena Fortún”  (Encarnación Aragoneses era su nombre).  El autor de La forja de un rebelde, Arturo Barea, se enamoró de la que sería su segunda esposa, Ilsa Barea-Kulcsar, en el edificio de Telefónica del Madrid en guerra, donde ambos ejercían la censura, una experiencia que ella reflejó en Telefónica, novela autobiográfica. En la renovación del teatro para niños de los años 30 destacó la pareja formada por Magda Donato, pseudónimo de Carmen Eva Nelken, y Salvador Bartolozzi.

Dolores Franco Manera, compañera de estudios de Julián Marías con el que se casó y tuvo cinco hijos ( el más conocido Javier Marías), fue traductora y docente madrileña. El filósofo bromeó: "Yo hacía libros (…), ella hacía personas".

En la generación de los cincuenta destacaron dos parejas de escritores que se conocieron en la universidad: la formada por Carmen Martín Gaite y Sánchez Ferlosio, que fracasó,  y la de Ignacio y Josefina Aldecoa.  Martín Gaite escribió a escondidas su primera novela larga para presentarla al premio que había recibido antes su marido, Sánchez Ferlosio, que no sabía que su mujer se iba a presentar al Nadal. Ella después, en su libro Usos amorosos del XVIII en España, le dedica la siguiente dedicatoria: "Para Rafael, que me enseñó a habitar la soledad y a no ser una señora". Josefina Rodríguez tomó el apellido Aldecoa después de la muerte de su marido y sorprendentemente abandonó la escritura durante diez años para dedicarse a la docencia y a la memoria del fallecido.
Ana Maria Matute vivió un difícil matrimonio, apenas dos años,  con el también escritor Ramón Eugenio de Goicoechea, un hombre vital, carismático, seductor, pero de carácter acanallado y peligrosamente autodestructivo. Nunca trabajó y vivía de los sablazos. Ella le dejo y él se vengó llevándose a su hijo.
En la facultad conocimos a la pareja formada por el crítico literario Andrés Amorós y Marina Mayoral. Su experiencia de escritora entre hombres fue como la de las mujeres de su generación: "unas superwoman que tuvieron que conciliar maternidad con el matrimonio y la carrera". Dos divorcios después recuerda así a su  exmarido: " Él es el padre de mis dos hijos y una persona extraordinaria. Nos casamos muy jóvenes y evolucionamos hacia mundos divergentes. Cuando estábamos casados yo era la mujer de Amorós y se suponía que todo lo que hacía era gracias a él. Cuando nos separamos se demostró que no, pero yo heredé los odios, porque él, que es una persona muy independiente, despierta grandes odios".
Concha Alós, casada con el director del diario franquista Baleares, el poeta Eliseo Feijoo, conoció en la imprenta del rotativo al tipógrafo Baltasar Porcel, escritor en ciernes, de quien se enamoró. Su separación y su marcha a Barcelona con Porcel, 11 años más joven que ella, originó un escándalo considerable en la cerrada sociedad mallorquina de la época. Alós fue una de las claves del  futuro éxito editorial del escritor y tradujo sus libros al castellano. Años después se divorciaron.
Blanca Andreu se trasladó a Madrid desde Orihuela para hacerse un hueco en el ámbito literario y terminó casándose con Juan Benet. "No sé si he sido la musa literaria de Benet, pero recuerdo que cuando estaba escribiendo el tercer volumen de Herrumbrosas lanzas, le dije que si no sacaba a mujeres en sus novelas me negaba en redondo a leerlo y entonces escribió En la penumbra, una novela que leí 11 veces. Me parece de lo mejor que ha escrito Juan". Emma Cohen, actriz y escritora compañera de Fernando Fernán Gómez, abandonó al escritor y actor para vivir con Juan Benet.
Las últimas parejas, ejemplos más cercanos, se caracterizan por tener una relación equilibrada y fructífera que no dudan en mostrar a sus lectores. La escritora y periodista Rosa Montero escribió La ridícula idea de no volver a verte donde ha tratado de expresar, el dolor que le causó la muerte de su marido, el periodista y escritor Pablo Lizcano. Antes había escrito una columna en el periódico El País lo que su su último abrazo:

(...) La serenidad que llega tras las lágrimas. Y también todas las risas compartidas, los momentos de juego, las carcajadas dichosas.
Todos los libros leídos, las músicas gozadas, los besos recibidos. Y una conversación una tarde de invierno comiendo chocolate frente a la chimenea.
La alegría de vivir. Y la fugaz y espléndida belleza.
Una noche de angustia. Intuición de la muerte. Una mano en la tuya. La cama es una balsa en mitad del naufragio.
Una novela leída al lado del lecho de un enfermo mientras llueve.
Torbellinos de polvo en un rayo de sol, un universo ínfimo.
Un cabrilleo de agua. El último chispazo.
Esta poca cosa, o esta enormidad, es una vida.

Desde diciembre de 1996, Almudena Grandes está felizmente casada con el poeta granadino Luis García Montero y viven a caballo entre Madrid y la ciudad andaluza.  Uno de los relatos, El vocabulario de los balcones, inspirado en un poema de su marido, sirvió de base para la película Aunque tú no lo sepas en el año 2000.

En una entrevista que les hicieron a los escritores Elvira Lindo y Antonio Muñoz Molina, casados en 1994, explican muy bien las bases de su relación:  "Dividen como pueden su espacio y su tiempo para dedicarse a la misma pasión: la literatura. Todo lo comparten, desde el ánimo a las lecturas hasta la mesa y el ordenador. Y esto, siendo aparentemente tan distintos. Dice Elvira que Antonio tiene tendencia a la soledad y que ella, en cambio, se aburre y tiene que salir, ver, gastar. En el fondo son el mismo animal literario. Ella, periodista, guionista, novelista, conocida sobre todo por “Manolito Gafotas”. Él, escritor, académico, dos veces Premio Nacional por sus novelas, premiadas y llevadas al cine. El humor de Elvira es una necesidad, mientras que el gesto de Antonio oculta su profunda ironía, inteligencia y a un “joven que tenía el deseo de llegar a donde ha llegado”. Juntos se ríen hasta de las sombras. Tal vez por eso se admiran". 

Ángel Crespo y Pilar Gómez Bedate se conocieron en 1961, ambos eran poetas, ensayistas, traductores y profesores. Un tiempo dulce (2018) es el libro póstumo que recoge las vivencias de su vida en común, “un tiempo dulce el que se vive en este mundo hablando a la vez con los antiguos y los modernos y sintiendo el fluir de la eternidad que atraviesa las horas y las arrastra hacia sus márgenes”. Ángel Guinda destaca, en el prólogo a este libro, que Pilar era “faro protector que no hace sombra al mar.” Ambos formaron una de esas escasas parejas de intelectuales en las que sus dos componentes brillan con luz propia.
Los problemas matrimoniales aparecen reflejados en el libro de Luisa Castro La segunda mujer, una historia de amor que cuenta cómo una relación de pareja se puede deteriorar desde el punto de vista emocional por las diferencias de clase, de estatus social y de edad. Así, la autora, que vivió una historia similar a la que describe en la obra con el filósofo Xavier Rubert de Ventós, padre de sus dos hijos, termina siendo un viaje del rosa al negro, «de la pasión al maltrato psicológico».

Ana Merino y Manuel Vilas, forman una pareja que triunfa en la literatura española, ella ha ganado el Nadal con su primera novela, "El mapa de los afectos". Él fue finalista del Planeta con "Alegría", en la que narra la historia de amor entre ambos.

También hay amores platónicos como el que tuvo Clara Janés con el poeta checo Vladimir Holan al que visitó en su casa de Kampa en Praga en 1975: "Me acuerdo de cada momento, de cada detalle porque fue el encuentro más importante de mi vida".

Un caso especial es de Elena Aub, hija de Max Aub, escritora española nacionalizada mejicana y casada desde 1954 con otro hijo de exiliados, profesor en la Universidad Autónoma de México, Federico Álvarez Arregui, con el que emprendió diversas iniciativas para que no se perdiera el legado de los republicanos, como la que llevaron a cabo entre 1959 y 1961 mediante el Movimiento Español (ME/59).

En 1920 se publicó  Mujer en papel, libro de memorias de la actriz Rita Macedo, la primera mujer de Carlos Fuentes que le impulsó a escribir sus primeras novelas. Las memorias, recopiladas por la hija de ambos,  muestran cómo surge y se desmorona su historia de amor por las continuas infidelidades del escritor. Cecilia Fuentes no duda en describir a su padre como un "ególatra infinito". 

‘Un viaje llamado amor’, recoge el incendiado epistolario entre la feminista italiana Aleramo y el oscuro poeta Campana que recorre dos años de su vida  (1916-1918).

Idea Vilariño y Juan Carlos Onetti, o la historia de un amor atormentado que el tiempo no aplacó.  Se encontraron, se amaron, se separaron, se pelearon, se reconciliaron una y otra vez, sin poder olvidarse nunca del todo el uno del otro.

Seguro que hay más parejas de escritores, pero o no me he acordado de ellas, o no las he encontrado en internet. No puedo citar las fuentes en las que me he basado para hacer esta entrada porque inopinadamente han desaparecido del ordenador. Como el texto es extenso y farragoso, pido disculpas por los errores y erratas que pueda presentar. 

Para saber más 

Elvira Lindo, Manual de la esposa de un genio. Las memorias de Ana Dostoieskaia descubren a una mujer valerosa que fue mucho más que una simple asistente del creador de ‘Crimen y Castigo’.

Carlos Sala, Matrimonio de escritores, ¿Quién es mejor, el o ella? 

El comité de empresa

Nos vemos poco, pero siempre recordamos el tiempo en que fuimos compañeros en el comité de empresa del Hogar del Empleado y nos declaramos en asamblea permanente.  Ahora estamos todos jubilados y podemos dedicarnos a lo que más nos gusta. Ayer supe que José Retortillo ha publicado su primera novela, Dime que no es verdad. Espero que le vaya muy bien, sé que su ópera prima es realista y sentimental y en ella plasma aspectos autobiográficos (como mi blog):
"Una joven profesora de instituto descubre casi por casualidad que su padre ha llevado una doble vida. Ella, que ha tenido siempre una imagen perfecta de él, se lleva una gran sorpresa. Descubrirá algún secreto que le afectará profundamente. Al mismo tiempo sufre los avatares de la vida en el Madrid de la movida de los ochenta donde el terrorismo, la droga y la delincuencia te hacían vivir con miedo. No obstante, durante unas vacaciones en Santander, conocerá a un hombre con el que vivirá una historia de amor maravillosa, aunque no exenta de sinsabores."

También me enteré de que Rafael Pérez Alegre expondrá sus collages  en El Matadero el día 23 de febrero y que tiene un blog literario. 




Viaje al final de la noche

Guapo, alto, moreno, inteligente. Decidió abandonar el pueblo para estudiar en Barcelona. Allí por casualidad conoció a la “gauche divine” y se enrolló con la presentadora de moda. En ese viaje al final de la noche, no dijo que no a nada; le propusieron ejercer como modelo y lo hizo. Momentáneamente tuvo el mundo a sus pies, como en el anuncio televisivo del afther shave que protagonizó en un cuarto de baño con el torso desnudo donde, después de acariciar su cara con el novedoso producto, por arte de magia aparecían dos espléndidas chicas a las que rodeaba con sus brazos. A finales de los sesenta se convirtió en el icono de un escándalo rompedor contra las mentes pacatas de la época. Debo confesar que en mi casa, era amigo de mi hermana, lo admirábamos. El anuncio, aire fresco, reflejaba erotismo y ganas de vivir, lo que la educación nos había prohibido. Pero algo se rompió en el  interior de su mente, se quemaron sus alas, cayó en picado y, poco tiempo después, volvió al hogar familiar sin oficio ni beneficio. Su estrella se fue apagando para brillar solo en momentos fugaces. Dejó de lavarse y de tomarse la medicación. La enfermedad mental lo apartó del mundo.
Lo vi hace poco con la mirada pérdida, con treinta quilos de más, abotargado, encorvado, envuelto en una carcasa que no le corresponde, convertido a los sesenta y ocho años en un viejo prematuro, en un buda silencioso;  pero conservando su porte aristocrático y una piel inmaculada, tersa y sin arrugas. Ahora vive controlado en el asilo de ancianos porque no hay lugares para los enfermos de la vida.

viernes, 5 de febrero de 2016

Falsa publicidad en las cadenas de mensajes


Odio las cadenas de mensajes que te prometen suerte o dinero si se las reenvías a otras personas. O las que te amenazan de fuentes bien informadas con un virus informático que va a acabar con todos tus secretos guardados en el ordenador. Tampoco me gustan las que se aprovechan de la buena fe de las personas para pedir ayuda con una enfermedad y encima muestran a niños. Lo que me extraña es que todos entramos en este juego confuso que no parece limpio. Tenemos el gatillo fácil y a veces hacemos de correa de transmisión sin haberlo leído, molestando al receptor y contribuyendo a que una persona o una organización se lucren gracias al engaño.
Hace tiempo caí por codicia en un falso mensaje de Mercadona que me regalaba un cheque de 150 euros  si contestaba a una encuesta y se lo volvía a mandar a otras diez personas. Ni que decir tiene que ese cheque nunca llegó y fue un timo reconocido por la policía. Ahora estoy alerta.
Esta semana se ha vuelto a poner de moda, ahora circulando por WhatsApp, el corto La vuelta a la tortilla que Paco León lanzó en 2013. Entonces formaba parte de la campaña de una cerveza sin alcohol para recaudar fondos destinados a la lucha contra el cáncer. Un ejemplo extraño de publicidad solidaria donde se dice que el 100% de los beneficios irá destinado a la investigación del cáncer de mama. Mentira, la empresa cervecera ha tenido que añadir al vídeo de youtube: "Las plataformas de donación que se indican al final del vídeo ya no están disponibles". Actualmente, el corto suma más de 4,3 millones de reproducciones y se ha colado en la lista de los vídeos más populares en España. Además coincide con una nueva película del actor.
El vídeo es un cuento de hadas que trata de ser positivo y amable, aunque muchas mujeres que han vivido el cáncer opinan que no tiene nada que ver con el doloroso proceso emocional y físico de la enfermedad. Otra mentira que quizá sirva para animar las donaciones. O no, porque muchos creemos que la publicidad y la investigación sanitarias deben ser fomentadas por el Estado con nuestros impuestos. Tenemos que romper entre todos estas cadenas que nos atan a extraños intereses y que inundan con su ruido las relaciones personales.

P.D. (Enero 2017) También se extendió a través de whatsapp un bulo con la posible retirada de Salvados de Jordi Évole por presiones del poder económico y político a Atresmedia, grupo propietario de La Sexta. El falso ‘comunicado’ anónimo se propagó tras el programa de las eléctricas de 2012 y en el 2014 y, desde hace dos días, se está volviendo a difundir con fuerza.

martes, 2 de febrero de 2016

Desmontando los refranes: Antirrefranero español

No me puedo resistir a la tentación de hojear los libros que se ponen a mi alcance. Este jueves en la Cruz Roja habían donado un libro de impecable hechura: Antirrefranero español (Turpin editores, 2006). Inmediatamente me lo traje a casa.
Apoyándose en sabrosas citas literarias, Miguel Ángel Mendo nos ofrece un riguroso e insólito análisis (semántico, simbólico, psicológico) de cuarenta populares refranes españoles, donde desvela los sutiles mensajes morales e ideológicos que cada uno de ellos esconde, y propone como antídoto un antirrefrán (El buen paño en arca se pudre; la caridad empieza por entender bien a los demás; La letra con cariño entra; Aprendiz de todo, futuro maestro; Casa con dos puertas, buena es de ventilar; Cuando el río suena, el agua es buena; cuando las barbas de tu vecino veas pelar, ponte a pelear; El exceso de confianza da asco). Para él, la gran mayoría de los refranes fueron diseñados con las más afinadas técnicas de comunicación propias de la cultura oral de cada época y con un objetivo muy concreto: el control de los pensamientos, actitudes y hábitos de las gentes iletradas, siendo el púlpito de las iglesias su principal foco de difusión. Los refranes son relatos breves y fácilmente memorizables;  escuetos y concisos, compuestos con palabras sencillas, y han sido considerados erróneamente como  parábolas comprimidas, saetas afiladas, chispazos del entendimientos, fuente de saber. Porque no son dogmas de fe, favorecen la pereza mental, controlan el pensamiento, no son espontáneos, buscan la complicidad social.
Me gusta el tono combativo del autor que con encomiable entusiasmo se niega a aceptar que la sabiduría popular este representada en el refranero: "La mayor parte de él es de una naturaleza invariablemente conservadora, clasista, sexista, racista, paternalista, egoísta, desconfiada, pesimista". Y que le da la vuelta al calcetín afirmando que el verdadero pueblo, el que debería servir de modelo no es así: "Su tendencia innata es la de ser generoso, tolerante, participativo, confiado, optimista y valiente". En un anexo recopila  refranes sobre el dinero que reflejan envidia permanente y soez picardía. Sobre la mujer, los hijos y la educación que denotan brutalidad, ausencia de respeto, prepotencia; Sobre la muerte, cargados de pesimismo, codicia, cinismo y chabacana metafísica de barra de bar.
Estoy de acuerdo con todo lo que dice, pero me temo que yo he sido educada en ese control del pensamiento con principios insolidarios y vengativos, que reproduce el ideario del refranero. Cuando me he salido del tiesto por mi pensamiento singular y a contracorriente, solo he recibido palos.
Miguel Ángel Mendo es un afamado bloguero al que recomiendo visitar:
http://www.cavernasonora.blogspot.com.es/