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martes, 2 de agosto de 2011

BREVEÑAS-II

Elvira Lindo, Lo que me queda por vivir (novela). Barcelona, Seix Barral, 2010. 267 págs. Un reaccionario de mediados del XX, Camón Aznar, escribió en sus Aforismos del solitario: “Contra Schopenhauer: veo en el mundo no una gran voluntad, sino una gran resignación”. Y 20 años antes D. José Ortega cerraba La rebelión de las masas declarando que el papel de las masas era la obediencia y, también, la resignación. (El pensamiento raccionario del XIX y del XX está en la base de buena parte del mundo actual) La novela de Lindo está “bien”: bien escrita, bien construída (o casi), bien llevada para enganchar (casi siempre)... y es bien triste. No una gran tristeza de esas trágicas que ahora no se llevan, una tristeza pequeña y un poco cutre, con personajes menos que mediocres, empezando por la protagonista (una veinteañera separada con un niño en los años ochenta). Y el regusto (casi mensaje) final es de resignación: parece que no hay manera de romper los moldes sociales y psicológicos. El periplo de los personajes acaba por no interesar gran cosa, todo suena un poco a déjà vu, déjà entendu. La época ambiental (incluídos los saltos atrás) es de las más narradas en la España actual y el trasfondo futuro que insinúa una especie de happy end sigue rezumando el mensaje que Lindo y otros compañeros de grupo mediático repiten a menudo: el amor es tóxico, y más vale un plácido acomodo. Todo está aplastado por la grisura conservadora reaganiana-thatcheriana de aquella época, o aguirre-merkeliana de ahora.
Recomendado: ni se sabe; quizá para jóvenes (raros) que quieran saber algo sobre la generación de sus padres.

José Carlos Llop, El informe Stein (novela). Madrid, Anaya&Mario Muchnik, l995. 128 págs.
Una novela corta en formato bolsillo, cuyo autor se consagró antes como poeta y ensayista que como narrador. Situada en la Mallorca de los 60 (nada que ver con las grandes novelas mallorquinas de Llorenç Villalonga), narra la vida de unos adolescentes acomodados en un colegio de jesuítas, entreverada con una leve intriga casi policíaca, que luego se revela más bien política, con los antecedentes y consiguientes de la guerra civil. Algunos tipos bien caracterizados, y un estilo que retiene al lector, quizá por una concisión que recuerda un poco a Umbral en sus obras “de iniciación”, especialmente Memorias de un niño de derechas. Obra menor, pero estimable.
Recomendado: para jóvenes que necesiten aprender a valorar lo que tienen; pero también para todos aquellos lectores que gusten de un respiro, un agradable intermezzo entre cosas mayores, pero más fatigosas; los poetas pasados a narradores suelen, al menos, escribir decentemente.

José Luís Sampedro – Olga Lucas, Cuarteto para un solista. Barcelona, Plaza Janés, 2011. 206 págs.
El joven nonagenario Sampedro sigue produciendo todo tipo de obras, y esta vez con su esposa nos ofrece una “novela de ideas o ensayo novelado” (como lo presenta el editor) donde el personaje de un viejo profesor es ingresado en un psiquiátrico por asegurar que mantiene contactos con figuras imaginarias: los cuatro elementos de la naturaleza, Fuego, Tierra, Aire y Agua, que dialogan entre sí, con el profesor y con Vida, otro personaje alegórico al que es preciso salvar. El libro discurre entre la tensión del protagonista con su entorno familiar y psiquiátrico y la relación superreal que sostiene con sus interlocutores, siempre en torno a los grandes desastres que afligen al mundo actual y la necesidad de actuar de inmediato para evitar el desastre total. Estamos, pues, en la línea de combate que sigue manteniendo Sampedro desde hace mucho tiempo. Novelita fantástica, alegórica, filosófica, provocativa, revulsiva, incitadora... todo ello servido en una buena escritura, con algún ligero galicismo nada frecuente en el autor (pero Olga Lucas nació en Toulouse).
Recomendado: para jóvenes de 10 a 100 años que quieran volar unas horas en alas de la fantasía para aterrizar de vez en cuando en las más duras realidades de este mundo.

viernes, 15 de julio de 2011

BREVEÑAS (breves reseñas) I: Reacciona


A.A.V.V., REACCIONA. Madrid, Aguilar, 2011. 169 p. 9,50 €.
Se trata de una de las secuelas del ya famoso pliego “¡Indignáos!” del casi centenario Stéphane Hessel, que prologa este otro libro. Una docena de personas que trabajan en diversos campos, algunas tan conocidas como Baltasar Garzón y José Luís Sampedro (otro hombre-siglo), analizan los principales problemas de la sociedad actual.
Federico Mayor Zaragoza, por ejemplo, hace una presentación tan demoledora de las grandes injusticias de nuestro mundo, que de momento le entra a uno tal depresión que sólo dan ganas de meterse bajo el edredón, si es invierno, o frente al ventilador, si verano, a esperar el fin del mundo (a ser posible en buena compañía), o bien echarse a la calle con un cartucho de dinamita entre los dientes y no parar hasta tirar por la ventana al último banquero de Wall Street. Don Federico, mayor en edad, saber y gobierno (ha sido ministro y director de la UNESCO, entre otras cosas), es un hombre ponderado e incluso pío (dicen que del Opus), y al presentar tales atrocidades de los poderes mundiales deja la impresión de que no es que el río lleve agua, sino que la riada y la inundación ya nos han anegado y estábamos en la inopia.
Pero el resto de las aportaciones no desmerecen de las mencionadas. La intención de todas ellas es suscitar, como dice el título, la reacción de la gente ante los desmanes de las fuerzas financieras, industriales y políticas, entre otras, y hacer tomar conciencia de que la población pasiva, si está informada y organizada, puede revertir la tremenda situación actual de crisis económica y social. Publicado en abril de este año, es decir, días antes del estallido del 15-M, este libro puede ser uno de los síntomas, o causas, de los movimientos sociales que ahora presenciamos.
Recomendado: para jóvenes que necesiten ponerse las pilas ante el mundo que les está tocando vivir y en el que son, a la vez, víctimas principales de una situación injusta, e igualmente principal esperanza de cambio; pero también para viejos carcas, a los que se les cae la baba, y hasta el moco, de emoción ante las retrógradas arengas de los mismos que les están recortando las pensiones, destruyendo la sanidad y la educación, dejando sin futuro a sus hijos y nietos; a ver si se les cae alguna venda de los ojos. Ya era hora de ver en la plaza pública a los intelectuales, como aquellos tan añorados que hasta la mitad del siglo XX denunciaban las falacias del poder.

domingo, 12 de junio de 2011

Su peor es nada, Tomás Borrás



“Su peor es nada”. A los nueve años una frase oída a los mayores se queda para siempre grabada en la memoria. ¿Qué querrá decir? ¿Por qué se ha pronunciado después de hablar de la novia de un primo suyo? Sesenta años después será él quien la repita para resumir una relación tan inestable e imposible que ya dura veinte años. Google le ha permitido encontrar la obra del escritor falangista Tomás Borrás en las librerías de viejo y el círculo se cierra. Diez días después vuelve a casa con un ejemplar amarillento que devora inopinadamente en pocas horas. En la memoria del ordenador dejará escrita esta reseña:


Tomás Borrás: Su peor es nada. Madrid, Editorial Rollán, 1952. 80 págs.

Rescatamos en una caseta de Moyano esta novelita de la posguerra con trama un tanto tópica y hábil desarrollo. Un cuarentón rico y calavera intenta redimirse de sus malos pasos, que han provocado el suicidio, tirándose por el Viaducto, de la última joven que abandonó, que además estaba embarazada. Ante lo irreversible del drama, se esfuerza en ayudar a todos sus vecinos en plena penuria de los años 40, y acaba por acoger a otra chica víctima de un caso parecido, pero que ha sobrevivido al mismo salto fatal, y al niño sobrevenido. Entre el salvador y la salvada no se establece ningún lazo amoroso convencional: él le servirá a ella para mantener a su hijo, y a su vez ella sirve de expiación al arrepentido; cada uno es para el otro “su peor es nada”, y así convivirán sin tocarse el resto de sus vidas.
¿Folletín? Algo, pero el desenlace no es habitual y deja un camino abierto e inquietante. El “montaje cinematográfico” engancha al lector, con importante uso del “flash back” para desvelar la trama por saltos. Ambientada en el barrio madrileño de la Morería, junto al Viaducto, los tipos populares que rodean al héroe-villano revelan un dominio de los diversos niveles de lenguaje, con casticismos que alternan abruptamente con descripciones de corte modernista, entreveradas de cargazón decimonónica. Más de Galdós que de Baroja, y brochazos valleinclanescos.
Trasfondo intermitente, la guerra civil, con su secuela de desgracia y miseria, aunque el autor no carga la mano. Borrás, que era falangista, parece sentirse ya un poco desplazado (como sus personajes) en ese Madrid de los 40 donde los antiguos barrios se van degradando y las grandes calles se cargan de un tráfico tachado de “apestoso” (el “aceite pesado” que movía por entonces los autobuses de Madrid producía un humazo realmente nauseabundo).
11-6-11
 

Tomás Borrás aparece el primero de la izquierda en el
cuadro de Solana La tertulia en el café Pombo

miércoles, 14 de julio de 2010

Los lugares secretos: El Capricho de la Alameda de Osuna

El capricho, paradigma de parque romántico, se construyó por orden de una duquesa de Osuna, a finales del s. XVIII, que lo convirtió en una fantasía de fuentes, canales, estatuas clásicas, puentes, edificaciones, arboledas. En él transcurre una de las peripecias de la protagonista de la novela "Los lugares secretos" de León Arsenal (Martínez Roca) donde aparece un estudio sobre la simbología presente en diferentes edificios de Madrid.



Otro de los lugares secretos es el Humilladero en la esquina de Fuencarral con Augusto Figueroa. Capilla y oratorio con grandes puertas y ventanales para que los transeúntes puedan ver, a través de las rejas,las imagenes de un Cristo y una Virgen de la Soledad. Foto de Emilio G. Ruiz

viernes, 11 de junio de 2010

Musarañas, Emilio García Ruiz



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Más que musas, son arañas
Las que habitan mi magín y me lo pican sin fin:
Justo es por tales mañas que las llame musarañas.



Era un coloso de barro con los pies de hierro.

Era una situación peculiar: no oía las campanas, pero sabía dónde.

Se sentía tan lejos de todo y de todos que cogió sin querer la desagradable costumbre de hablar a gritos.

En casa de aquella narcisista todos los espejos tenían huellas de labios.

Dedicó media vida a buscar la razón y la conciencia. Al final descubrió que la razón no tiene conciencia y la conciencia no tiene razón. Siguió siendo un irracional y un inconsciente.

No sabía lo que quería, pero no quería lo que sabía.

Un día la toalla se enroscó fuertemente a su cuello y susurró con voz apenas audible: “Alguna vez deberías secarme tú a mi”. Tras ardua reflexión, decidió tirar la toalla.

Cuando obedeció a la señal de “Ceda el paso”, se quedó esperando inútilmente a que se lo devolvieran.

Era tan humano que aborrecía a la humanidad.

Cuando le dijeron: “Nadie es profeta en su tierra”, acudió a la lista de espera de viajes espaciales.

Él impuso las reglas del juego, pero yo hacía las jugadas.

Pese a ser ciega, tenía una notable precisión para darse de palos.

Decidió que no tenía ningún motivo verdaderamente serio para reírse.

Era un hombre colosal, tenía un pie en cada sitio.

“Tiene usted mal el corazón”, le dijo el médico. No me extraña, está hecho de tripas”.

Le gustaba tanto mi espalda que terminé dándosela.

Él impuso las reglas del juego, pero yo hacía las jugadas.

domingo, 16 de mayo de 2010

Poemas visuales, Caligramas

Para trabajar saber más de los caligramas visita esta página:
http://www.materialesdelengua.org/LITERATURA/PROPUESTAS_LECTURA/VANGUARDIAS/caligramas/caligramas.htm
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