jueves, 31 de diciembre de 2015

Regálame un libro por Reyes

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ENRIQUE SÁNCHEZ HUERTAS / L. ALEMANY han elaborado este libro de libros, pincha en http://www.elmundo.es/grafico/cultura/2015/11/30/565c062c268e3e5f1d8b464f.html

McEwan, Gil de Biedma, Barral, Elena Ferrante, Alexiévich, la historia de la mafia, Carrère, Sacks, Shteyngart... Cualquier lector puede encontrar la historia que busca

Críticas increíbles a los clásicos de la literatura

Creo que estas críticas recopiladas por Jaime Rubio Hancock  en Goodreads, una web en la que los lectores puntúan y comentan los libros que han leído,se pueden utilizar en clase.

"Entre estas críticas hay de todo: desde alumnos atormentados por lecturas obligatorias a gente que no ha entendido nada de nada, pasando, claro, por esos lectores que simplemente no han conectado con la historia. Porque todo el mundo tiene derecho a odiar ciertos libros, por muy buenos que sean. Solo faltaría".

Escuelas libres de transfobia y acoso escolar

Para saber más, pincha en el weblog, Hablando de todo un mucho, de un compañero de Lengua y Literatura: Carlos Javier Herrero Canencia.

Adhesión al manifiesto en repulsa por el asesinato social de Alan
Ésta era la primera Navidad que Alan, un chico transexual de diecisiete años de Barcelona, vivía de acuerdo a su identidad. Era también la primera en la que celebrar un DNI recién estrenado. Pero trágicamente ha resultado ser la última. La transfobia en el ámbito escolar ha podido con Alan. Sufrió mucha transfobia a lo largo de su vida; como su madre dice, lo ocurrido no es responsabilidad de una sola persona, sino que cada día durante años alguien se ocupó de que supiera que su diversidad no era aceptada. Entre todos le mataron. No ha sido un suicidio, sino un asesinato social.
Las personas transexuales y sus familias, sufrimos cotidianamente actos de microviolencia tanto social como institucional, que se acumulan, sumándose a los obstáculos que supone vivir esta situación y, que como le pasó a Alan, se convierten en una carga insoportable.
Desde Chrysallis exigimos a los poderes públicos, a las administraciones educativas y sanitarias, a los encargados de los registros civiles, a los grupos parlamentarios y partidos políticos, y en general a toda la sociedad, que se proteja a los menores transexuales, haciendo que se reconozca y respete su identidad sexual, y que se ataje la transfobia en todos los ámbitos.
La transfobia NOS mata a todos. Todos somos Alan.

miércoles, 30 de diciembre de 2015

El corderito negro

Nunca entendí por qué se utiliza la expresión "Felices Pascuas" en Navidad, porque la Pascua es el tiempo de la primavera y se celebra en Semana Santa, en la que los judíos comían un cordero para celebrar la salida de Egipto. Parece ser que el término (en su origen, " paso") equivale a fiesta y, por eso,  se extiende a otras fiestas: Pascua Florida es el domingo de Ramos; la Pascua de Pentecostés; la Pascua de Navidad y la Pascua de Epifanía. A mí, todas estas pascuas me hacen la pascua (me fastidian), pero como España es un país católico, que se rige por la arbitrariedad, pues no me queda más remedio que asumirlo. Antes, cuando trabajaba, me gustaban porque eran días inhábiles. Ahora, me da lo mismo.
Todo esto viene a cuento de la película de Bardem, "Felices Pascuas" (1954), que he visto en tv2 estos días, donde un matrimonio gana un cordero en una rifa y es incapaz de comérselo porque, evidentemente, antes lo tiene que matar. La cinta no ahorra humor negro ni crítica social, y al final el corderito blanco con una cinta roja en el cuello es salvado en el matadero. Al comienzo la banda sonora entonaba un villancico infantil con vivas a la censura. 
 Con la imagen del corderito Norit en la retina, celebré por primera vez las Navidades en las Casas del Menor (Villena) por donde discurre la Cañada Real y, justamente, el 25 de diciembre pasó un rebaño formado por una mezcla de ovejas churras y merinas, cabras y machos cabríos,  que me sorprendió por el tono oscuro de sus vellones y por las manchas negras en las cuencas de los ojos y en su pelaje. Además, iban acompañados de unas garcillas bueyeras. Lo pastoreaba un árabe con él que fuimos incapaces de entablar conversación. Como soy de ciudad, solo había visto los rebaños de Castilla, que están formados por ovejas merinas, caracterizadas por su buena lana de color blanco, donde los corderos negros han sido sometidos a un proceso de selección al ser su lana menos valiosa porque no se puede teñir.
Media hora después de pasar el rebaño, un vecino llamó a la puerta solicitando una manta
para envolver un corderito recién nacido que había encontrado su perro y había sido olvidado por su madre y por el pastor. Fuimos a socorrerlo y nos encontramos con un futuro recental de color negro con guedejas ensortijadas envuelto en placenta. Enternecida, pensé en adoptarlo, como hizo la familia de la película, para salvarlo de ser devorado para celebrar la Pascua o de ser eliminado por ser la oveja negra del rebaño. Espero que en estos momentos acompañe feliz a su madre por esos caminos reales.

lunes, 21 de diciembre de 2015

La agresividad del vendedor de enciclopedias Planeta


En la era internet vender enciclopedias debe ser un trabajo muy duro y mal pagado, pero lo que no tiene justificación es que invadan tu casa con excusas inaceptables. Hace años compré el Larousse cuando aprobé las oposiciones porque tenía dinero y lo había echado mucho de menos en mi vida estudiantil.  Ni que decir tiene que no lo he utilizado ni una sola vez y ahí está criando polvo en mi estantería. A los vendedores insistentes, que, aprovechando ese error juvenil, siempre llaman más de dos veces,  les he dicho hasta la saciedad que no quiero asistir a promociones, ni que venga ningún comercial a casa; primero, de buenas maneras y al final chillando, dada su insistencia. Lo de ayer me pilló desprevenida. Me llamaron de Mediaset diciendo que me iban a dar un regalo en un día tonto cercano a las navidades. Al segundo llamaron  a la puerta, abrí sorprendida y confiada, al otro lado apareció el típico vendedor, joven, trajeado y chulo. Se cercioró de que mis datos personales eran los adecuados e insistió en regalarme contra mi voluntad descuentos en circuitos termales y viajes, y que necesitaba apoyarse en una mesa para escribir la clave. Como lo que quería era sentarse en mi salón, le metí en la cocina para demostrarle que estaba ocupada cocinando y me molestaba. Le dio lo mismo, se empeñó en hacerme una encuesta absurda donde confundía Mediaset con Atresmedia (todo esto es nuestro, me decía). A sus preguntas absurdas e insistentes, le contestaba malhumorada que no, que no me interesaba, que dejase la respuesta en blanco, que no quería un robot de cocina, que no tenía dinero, que no iba a comprar nada. Empezó a sudar y a acercarse todavía más, utilizó el yo también soy de la Comunidad Valenciana para congraciarse conmigo. El colmo fue preguntarme si me gustaba más Van Gogh o Michelangelo (sic), mientras desplegaba un folleto, que se le ensució de grasa al apoyarse en la encimera, en un vano intento de venderme una escultura. En ese instante me miró iracundo y se dirigió a la puerta. Ya no había más tela que cortar. Total, un rato desagradable y una situación surrealista que nos deberíamos haber ahorrado los dos.

viernes, 11 de diciembre de 2015

¿Por qué no compro El País?

He recibido últimamente algunas llamadas de El País, ofreciéndome diversas fórmulas para abonarme a él. Les he contestado con mucho respeto que, desde hace año y medio, no lo compro porque no me gusta la línea editorial del mismo, contradictoria y cada vez más aduladora con el partido del poder vigente. Leer un editorial actual me hace cerrar el periódico de golpe y me pone de mal humor, a pesar de que soy asidua lectora desde su fundación hace casi cuarenta años.  El nuevo director ha traído cambios para peor. Primero fue la huida de Maruja Torres; después la salida de otros periodistas menos conocidos  y, por último, el cese fulminante de Miguel Ángel Aguilar por decir la verdad de lo que pasa con el grupo Prisa. No cuesta dejar la lealtad a un periódico, cundo el mismo no la tiene ni con el público ni con sus periodistas fundadores. Prefiero leer periódicos digitales, donde encuentro artículos de opinión que comparto y una información menos sesgada.
Franco (personaje que representa al director de El Mundo en la novela Los corruptores, de Jorge Zepeda) expresa muy bien esta reconversión de la mayoría de los periódicos de papel: "El periódico perfecto debía ser de izquierda en materia social, de centro en asuntos políticos y de derecha en temas de economía".

La burbuja


En el balneario había tiempo para todo, sobre todo para las confidencias. Como siempre se veían en grupo, las dos amigas se dieron cuenta de que apenas sabían nada la una de la otra. ¿Y a ti cómo te va con tu chico? Bien. Seguimos juntos. Hace ya más de veinte años que nos conocemos. El secreto tal vez esté en que nos vemos poco y nos llamamos mucho. Como nuestra relación no podía ser y era secreta, suponíamos que no duraría y ha sido todo lo contrario, el paso tiempo nos ha unido inexplicablemente todavía más. Vivimos en una burbuja propia al margen de la realidad. Saber que tenemos un rincón propio los sábados te da tanta confianza como si tuvieses una saneada cuenta corriente. Los demás se pueden morir de sed, pero nosotros tenemos nuestro propio oasis. No tenemos rutinas familiares, vivimos el resto de la semana con lo que nos alimentamos en las cinco horas semanales en que nos vemos. Seguimos sin ponernos condiciones ni compromisos. Nos dedicamos completamente el uno al otro en ese espacio íntimo que hemos creado a base de sexo y de conversaciones. Como no hay convivencia, no hay monotonía. A las citas llegamos como dos náufragos y salimos reforzados.  En esta amistad amorosa hemos aprendido mucho el uno del otro, nos hemos reconfortado de nuestras frustraciones e inseguridades. Si al principio nos costó bailar este tango, ahora lo dominamos. A mí, esta seguridad emocional no me ha impedido el encuentro con otras personas sin la preocupación de inventar excusas y mentiras. Si no acudimos a nuestra cita semanal, nos falta el aire.  Nuestra burbuja no está hecha de sueños que tienden a elevarse y desaparecer, está hecha a prueba de pinchazos, es un lugar acondicionado para vivir aislados de las toxinas, del que podemos entrar y salir sin agobios para que se renueve el aire y no tenga que explotar. La tentación es que se está tan bien en ella que nos da miedo salir. La relación paralela para nosotros es la vida fuera de este espacio entrañable, único e irrepetible.