lunes, 1 de septiembre de 2014

Sola, fané y descangayada

 Y allí estaba ella como en el tango: sola, fané (estropeada, marchita, venida a menos), descangayada (maltrecha, malherida, desvencijada) sentada en un banco donde otrora se sentara el frente de juventudes (eufemismo por los viejos del pueblo), mientras sus lágrimas esquiaban sobre sus rugosas mejillas. La acompañaba una bolsa de Galerías Preciados que contaba la friolera de veinte años. Esperaba que la sacasen del pueblo porque acababa de quemar sus naves. Había vaciado de trastos la parte de la casa del abuelo que les había correspondido a sus padres. Donde antaño hubo felicidad y esplendor, solo quedaba ahora suciedad y deterioro. Se cerraba el círculo de la vida. Tras las gafas oscuras trataba de olvidar la escena terrible donde las bolsas de basura, que contenían los enseres viejos y sucios, habían sido rodeadas por un círculo de gitanas que sin ningún pudor abrieron  y trajinaron todo lo que había dentro. En apenas unos minutos no quedó nada de los somieres ni de los colchones ni de las lámparas. Habían acudido como las moscas a la miel, como los buitres a la carroña, como los ratones al queso. Al final el contenedor estaba vacío con pequeños jirones de recuerdos. 
Se acordó de los besos que todos los días hasta el mes de marzo daba a su madre y que la hacían reír como una chiquilla de cinco años hasta que terminaba diciendo: “ya está bien”; porque había sido educada en épocas de carestía. Y los echó de menos, tanto que se acercó a la cercana gestoría Prats buscando el rastro del olor familiar. Pero se sintió ridícula ante el portero automático porque solo se le ocurría balbucir: “soy prima de Vicente, ¿puedo hablar con él?. Es que me ha dado un ataque de morriña que no he podido superar”. Se volvió a sentar en el banco, apenas le llegaban los pies al suelo. Ahora sí que se acababa de romper el cordón umbilical que la unía a los suyos, a esos habitantes que compartían genes con ella y que parecían ajenos e insensibles a su desánimo. Enseguida vinieron a rescatarla, la espera liberadora afortunadamente solo duró diez minutos. La tortura culpable mucho más.


viernes, 29 de agosto de 2014

Crímenes bestiales, Patricia Highsmith


Crímenes bestiales presenta un puñado de deliciosas historias de venganza, en las cuales perros, cabras, elefantes y cerdos sometidos devuelven el golpe a sus amos maltratadores. Narrados desde el punto de vista de cada uno de los animales, estos relatos breves nos animan a alinearnos con las bestias en lugar de con los humanos. Sus necesidades más básicas a menudo se ignoran, y es por ello que actúan con esos instintos animales que nosotros reprimimos. La foto del periódico nos indica una vez más que la vida copia a la lieratura (La absolutamente última actuación de “Corista”).

martes, 19 de agosto de 2014

Abrazar la pérdida, Leila Guerriero


Érase una vez el fin, Artículo aparecido en Babelia que indaga sobre los libros que hablan de la pérdida de las personas que amamos:

"Escritos dos meses después, o dos años más tarde, o al pie de la cama donde yace la carne querida. Amparados en la piedad de las elipsis, o repletos de detalles drenados al recuerdo. Bajo la forma de diarios, de epístolas, de canciones de cuna con ardiente error de paralaje. Erizados de esquirlas de un incendio que no cesa. Hijos de un género al que nadie querría dedicarse. Libros. Libros que cuentan el fin (la muerte del padre, el tormento del hijo, la agonía tapizada de metotrexato) y que, para contar el fin, deben empezar por el principio. Y, para empezar por el principio, hay que recordar.
Y recordar duele".
De la misma autora Nueve libros sobre el duelo 

lunes, 30 de junio de 2014

Breveñas: El posmodernismo ¡vaya timo!

BREVEÑAS
Gabriel Andrade, El posmodernismo ¡vaya timo! Prólogo de Mario Bunge. Editorial Laetoli, Pamplona, 2013. 297 págs. 19€
   Desde hace unos años la editorial Laetoli viene publicando una serie de libros dirigidos al gran público con la sana intención de desmontar las creencias irracionales que dominan en buena parte nuestro mundo, con temas tan interesantes y variados como la homeopatía, la inmortalidad, el tarot, la parapsicología, los ovnis... Todos los títulos se completan con la expresión ¡vaya timo!, que da nombre a la colección, dirigida por el conocido astrónomo Javier Armentia, director del Planetario de Pamplona.
   El volumen que nos ocupa está redactado por el joven profesor venezolano Gabriel Andrade, y en él se van repasando y rebatiendo (o intentándolo) los principales temas del pensamiento llamado pos(t)moderno, que ha ocupado en gran medida la primera línea intelectual desde mediados del siglo XX con la pretensión de superar e incluso anular la razón ilustrada que se ha venido imponiendo desde el XVIII, acusándola de ser la causa de casi todos los males de nuestra época. Tras una Introducción  (donde se centran los conceptos de modernismo, modernidad y posmodernismo), hay 11 capítulos, de los que destacaríamos:  “Usos y abusos de la izquierda”  (“el camino a la felicidad está en la continuidad de la modernidad, y no en su ruptura”, en la línea de Habermas) , “El odio a la Ilustración” (los errores y excesos de los ilustrados no autorizan a destruir su proyecto, todavía irrealizado) , “¿Todo es relativo?  (el relativismo cultural no debe llevarnos a negar la razón objetiva) ), “El ataque a la ciencia”  (la ciencia, bestia negra de algunos posmodernos, es el conocimiento racional) , “El bien y el mal”  (el relativismo moral no puede estar por encima de la razón y los derechos humanos) , “La occidentofobia” (la civilización occidental, con todos sus errores y horrores, es superior a las otras en casi todo) . "La obsesión con el poder”  (los excesos del poder político no invalida la búsqueda de una organización racional que proteja a la sociedad de los abusos de los más fuertes) , “El feminismo mal entendido” (la lucha contra el patriarcado no permite suponer, con algunos posmodernos y feministas, que los sexos son construcciones puramente ideológicas)En ellos se analiza el pensamiento, entre otros muchos, de Nietzsche, Foucault, Derrida, Lyotard, Marija Gimbutas, etc., por sus exageraciones y por sus malas derivaciones. El resultado es convincente y brillante, aunque se pueda discrepar en algunos puntos. El autor peca en ocasiones, como otros practicantes de la crítica racionalista, de exceso de simplismo y de una cierta suficiencia que le hace caer a veces en un sarcasmo (y digo caer porque el que menosprecia o denigra se degrada, ante todo, a sí mismo) a todas luces injustificado y, lo que es peor, contraproducente. El componente irracional del ser humano ha de ser tenido en cuenta, porque forma parte de la vida, aunque debamos combatirlo y procurar prudentemente que su influjo disminuya en nuestra sociedad.
   Gabriel Andrade ha publicado también, entre otras obras, dos títulos más de la colección ¡vaya timo!, La inmortalidad y La teología; es un nombre, sin duda, a tener en cuenta dentro del mejor pensamiento en lengua española. Nos recuerda, entre otros, al ensayista argentino Juan José Sebreli (n. 1930), cuya obra El olvido de la razón (2006), citada por Andrade, da también un buen “repaso” a la filosofía contemporánea.

  Por su parte el director de la colección, Javier Armentia, mantiene un interesante blog crítico, Por la boca muere el pez.

jueves, 26 de junio de 2014

Luciérnagas en la la noche de san Juan

El 24 despedía a dos alumnas que abandonan el centro, una porque se va a estudiar medicina y la otra, Bachillerato de Artes. Ambas, inteligentes y sensibles, han estado enfermas este año porque, paradójicamente, no están preparadas para la supervivencia en la vida cotidiana. Son rara avis en el instituto; no quieren solo aprobar, sino aprender; se esfuerzan para ser cada día mejores y eso les lleva a enfrentarse con su entorno. Son perfeccionistas y sensibles  en un entorno hostil en el que todo vale. A veces se han sentido aisladas porque sus valores no son los de sus compañeros. Y el cuerpo es tan cabrón que se ha resentido, y han tenido que tomar fármacos para poder sobrevivir en un mundo donde los más idiotas lo hacen fácilmente y automáticamente, sin reflexionar. Este año de crisálidas, en el que han aprendido a vivir, no será un año para olvidar porque han vencido y se han hecho fuertes. Su sonrisa fue el mejor regalo que me dieron. Sé que encontrarán, ahora que han aprendido a volar, su lugar entre nuevos compañeros y que seguirán ayudando a los que son como ellas, luciérnagas. Estas dos mujeres cambiarán el mundo para mejor allá donde vayan. La noche de san Juan es  la época  para olvidar, para quemar todo el bagaje negativo, el lastre que te hunde. Y para meterse en el mar para resurgir de nuevo, con una ceremonia ancestral, rito de tránsito necesario hacia la felicidad.
Os echaré mucho de menos. No estáis solas. Todos los enfermos de sensibilidad y de tristeza, de soledad y de hastío, con miedo al triunfo y miedo al fracaso, tienen su refugio en la escritura y en los buenos libros.

jueves, 5 de junio de 2014

Teatro actual y crítico: El Porvenir de Luis Riera

A Gracia le ha salido un hijo artista. Como los grandes Shakespeare y  Molière, Luis Riera es actor y autor de una estremecedora obra de teatro breve: El porvenir, llena de humor negro y crítica social. La recomiendo y le deseo muchos éxitos a su joven autor.
El domingo asistimos a la representación en el Apartamento, una sala alternativa puesta con muchísimo gusto, y por solo 4 euros pasamos unos veinte minutos irrepetibles. La puesta en escena y la interpretación han mejorado todavía más el texto de la obra, porque han acentuado los tintes humorísticos y esperpénticos del empresario deshumanizado y del joven preparado que daría la vida por tener un trabajo. Real como la vida misma. Enhorabuena.





PD (17/92018)

El porvenir, ahora en forma de cortometraje dirigido e interpretado por Carmen Gutiérrez, ha recibido en la Muestra de cortometrajes aragoneses una mención especial al mejor guión «por la originalidad, la frescura y el sentido del humor a la hora de tratar un tema que nos toca a todos». 

sábado, 17 de mayo de 2014

10-IV-2014, nieve en mayo


El día 10 de mayo abandoné mi guarida urbanita y me fui al campo (ese sitio donde siempre hace frío o calor, nunca la temperatura adecuada) a realizar una marcha. El día fue uno de los más calurosos de lo que llevamos de año, la temperatura rondó los treinta y cuatro  grados a mediodía; pero sobre todo por el calor de la amistad de Gracia Ramírez Hernansanz que nos invitó a un pequeño grupo a pasar un día en el parque de Cabañeros, con visita incluida a El Chorro y comida en las Becerras (Navalucillos), para celebrar su jubilación. En contraste, nos rodeaba una auténtica nevada, el polen de los chopos de la ribera del río. Nieve en mayo, así es Gracia, sorprendente, refrescante, vital y natural. Las dos empezamos a trabajar juntas en el centro Covadonga y por azares del destino hemos terminado juntas en el IES Iturralde. Han sido treinta y siete años de compartir todo tipo de vivencias juntas, en paralelo o por separado. En todo este tiempo ella me ha ganado por goleada en generosidad y compromiso. Lo único que eché de menos, además de Berta que estaba con vértigos, fue su quesada, fácil y sabrosa.  Mª Eugenia nos deleitó con este brindis que transcribo:

Celebremos la vida,
Celebremos las pequeñas cosas:
el olor a tierra mojada,
el murmullo del agua,
los días  luminosos de primavera.
Celebremos esta fecha especial.
Alcemos la  copa y  brindemos
por tu bondad,
       por tu compromiso,
       por ser tan generosa.
Alcemos la  copa y brindemos
Por nuestra  amistad. 
Feliz Jubilación, querida Gracia

Siempre contigo

                                                             Tus amigas Nuria, Berta, Matilde, Geles y Mª Eugenia


Al lado de una gran mujer, siempre hay un gran hombre, en este caso, Jesús Riera.