miércoles, 14 de julio de 2010

Soy una blogópata


Por si no tuviera bastante con otras adicciones: a la cerveza, a los solitarios, a la lectura, a pandadetolos, a tu piel... En estos meses me he convertido en una blogadicta o blogópata, todo gracias al curso TIC. Me lo ha confirmado un test que figura en la red. He contestado afirmativamente a demasiadas preguntas:
-Ingresas a tu propio blog cada cierto tiempo solo para ver si hay comentarios nuevos...
-Empiezas a pensar en futuros artículos en mitad de una cita, de una película, en la ducha, etc...
 incluso en mitad del acto amoroso.
-Te sientes culpable con tus lectores el día que no publicas nada.
-Has tenido un sueño donde aparecía tu blog (o el de otros).
-La primera cosa que haces cada día al levantarte es mirar tu blog.
-Has intentado dejarlo y no has podido.


No lo puedo dejar, hace mucho calor para salir a la calle en las horas centrales del día y disfruto entrando en este mundo alucinante donde todo parece que ya está escrito. Me apropio del trabajo de otros e intento que los otros se aprovechen del mío. Empecé para poner mis apuntes al día -en el instituto se ríen de mis fotocopias amarillentas que he paseado por medio Madrid- y deshacerme de todo el lastre de carpetas que me agobian en casa. Lo que en principio era una buena herramienta para mis futuros alumnos y para ponerme al día en mi asignatura, se ha convertido en una pasión que me consume unas cuantas horas al día. No sé lo que durará, pero estoy encantada. ¿Acabaré siendo una blogópata crónica? Los latinos ya habían calificado a este furor como "cacoethes scribendi o loquendi".

http://www.elpais.com/articulo/portada/vicio/castigo/elpeputec/20051218elpepspor_6/Tes
He descubierto que también hay un diccioblog:
Blog: un lugar en Internet para expresar vivencias, ideas, sentimientos, etc,
Bitácora: es la pagina del blog.
Post: son lo que los blogger escriben, todo lo desarrollado en un blog.
Blogger: son las personas que tienen un blog.
Blogópata: es el tipo de persona que postea mucho, que escribe mucho en su blog.
Fanblogs: seguidores fieles de los blogger.
Así que también he creado mi propia palabra para mis seguidores, si es que los tengo:
Bloggélito: seguidor del blog de Ángeles (bloggeles).

martes, 13 de julio de 2010

Lectores en las fábricas de tabaco


Una tradición en las fábricas de tabaco de Cuba es la del Lector, una persona que lee a los obreros una gran variedad de textos, desde los periódicos hasta las novelas. Como en los monasterios medievales donde un fraile leía a sus hermanos desde un púlpito pasajes de la Biblia o lecturas sacras mientras almorzaban en el refectorio.
Liadores de historias
Los lectores de tabaquerías comenzaron su labor pagados mediante una modesta cuota semanal entregada por los trabajadores, costumbre que perduró hasta el triunfo de la Revolución. En sus inicios, la lectura se realizaba por los trabajadores designados, los que se turnaban cada cierto tiempo. Generalmente era una persona instruida y educada a quien se le dispensaban grandes atenciones. El lector debía poseer las aptitudes necesarias: tener voz clara y pronunciación correcta, ser lo suficientemente culto para poder interpretar cuando leía o, en muchas ocasiones, evacuar las dudas o servir de árbitro en discusiones sobre materias históricas, literarias y hasta científicas. Para probar sus aptitudes, el nuevo lector, por lo regular, debía pronunciar un discurso que ocupara la atención y la voluntad de los obreros. Uno de estos lectores afirma:“Es la mejor profesión del mundo, la única en la que trabajas mientras lees”. Cuando algún pasaje de la lectura generaba gran interés, los tabaqueros manifestaban su entusiasmo golpeando con su chaveta repetidamente sobre la tabla de hacer cigarros.

Habanos ilustrados
Víctor Hugo, Alejandro dumas, Cervantes y Balzac eran los grandes best sellers de la fábrica. Los libros que más entusiasmaron eran Los miserables, Nuestra Señora de Paris, El jorobado de Nôtre Dame, Los tres mosqueteros y El conde de Montecristo. Las marcas Montecristo, Romeo y Julieta son un claro homenaje a esas lecturas que tardaban en leerlas cuatro o cinco meses.
De esta manera los tabaqueros se convirtieron en unos grandes eruditos analfabetos, porque apenas un quince por ciento de los trabajadores sabía leer. Como en El Lector, de Bernard Schlink, en la que un adolescente lee los libros a una mujer que no sabe leer, en las fábricas de tabaco cubanas la literatura entraba por el oído.

Para saber más:
http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1024-94352007000600004&lng=en&nrm=i
http://www.elnuevoherald.com/2009/09/25/552069/habanos-ilustrados.html

Ladrones de cadáveres: el cuerpo del delito




No sé si a todos os pasará lo mismo, me entretienen las series de forenses en televisión, aunque sus imágenes (CSI, Bones, 'rossing Jordan') me producen cierto desagrado. Cierro los ojos ante tanta víscera y sangre, pero me gusta que los cadáveres acaben denunciando al culpable. La autopsia constituye uno de los procedimientos primordiales para conocer el cuerpo humano sano y enfermo, por eso el interés por asomarse al interior del cuerpo humano se observa desde las sociedades más antiguas; sin embargo, no será hasta el siglo XIX cuando alcance plena sistematización y vigencia.
La medicina ha ido avanzando a pesar de todas las prohibiciones religiosas de diseccionar cadáveres. En esta lucha por aprender anatomía, muchas veces los cadáveres humanos fueron sustituidos por cerdos, los animales más parecidos al hombre, sólo se diferencian en que no tienen apéndice. El médico (novela de Noah Gordon que recomiendo para estos meses estivales) nos relata la pasión de un hombre del siglo XI por vencer la enfermedad y la muerte, para ello recorrerá un largo camino que le conducirá, desde una Inglaterra en que domina la brutalidad y la ignorancia, al esplendor de la remota Persia, donde conocerá al legendario maestro Avicena.
En el siglo XIX escaseaban los cadáveres para las clases de medicina. Ello hizo que proliferase el tráfico ilegal y, con él, el secretismo en torno a la sala de disección. Al mismo tiempo, posar en ella se convirtió en la foto oficial de los estudiantes, `moda´ que desapareció en los 50. El robo de cadáveres era un delito menor, punible sólo con multas y cárcel, pero no con la muerte. El negocio era lo suficientemente lucrativo como para asumir el riesgo de ser detenidos, especialmente cuando las autoridades solían desentenderse del tema. El robo de cuerpos se hizo tan común que no era raro que los parientes del recién fallecido vigilaran el cuerpo hasta el entierro, y que incluso con posterioridad vigilasen la tumba para evitar que fuese violentada.
En 1820, en Edimburgo. William Burke y William Hare estrangularon a 16 personas para vender luego sus cuerpos a un reconocido profesor de anatomía escocés. Burke pasó a la posteridad, porque su apellido sirve para nombrar en inglés la acción de matar a alguien y luego traficar con su cuerpo.
http://www.elpentagrama.com/4006.htm

Basándose en estos hechos Stevenson escribió Ladrón de cadáveres. El relato, ambientado en Edimburgo en el siglo XIX, fue llevado al cine en 1945 por Robert Wise. Boris Karloff interpretaba al ladrón de cadáveres.

-Para saber más:
El cuerpo del delito: historia de la disección, interesante artículo de Javier García Cristóbal en el suplemento XL semanal del 30 de agosto de 2009 con inquietantes fotografías.
http://xlsemanal.finanzas.com/web/articulo.php?id=46778&id_edicion=4467

domingo, 11 de julio de 2010

Continuidad de los parques, Julio Cortázar

Pincha aquí si quieres oír el relato leído por el propio autor.



 Había empezado a leer la novela unos días antes. La abandonó por negocios urgentes, volvió a abrirla cuando regresaba en tren a la finca; se dejaba interesar lentamente por la trama, por el dibujo de los personajes. Esa tarde, después de escribir una carta a su apoderado y discutir con el mayordomo una cuestión de aparcerías volvió al libro en la tranquilidad del estudio que miraba hacia el parque de los robles. Arrellanado en su sillón favorito de espaldas a la puerta que lo hubiera molestado como una irritante posibilidad de intrusiones, dejó que su mano izquierda acariciara una y otra vez el terciopelo verde y se puso a leer los últimos capítulos. Su memoria retenía sin esfuerzo los nombres y las imágenes de los protagonistas; la ilusión novelesca lo ganó casi en seguida. Gozaba del placer casi perverso de irse desgajando línea a línea de lo que lo rodeaba, y sentir a la vez que su cabeza descansaba cómodamente en el terciopelo del alto respaldo, que los cigarrillos seguían al alcance de la mano, que más allá de los ventanales danzaba el aire del atardecer bajo los robles. Palabra a palabra, absorbido por la sórdida disyuntiva de los héroes, dejándose ir hacia las imágenes que se concertaban y adquirían color y movimiento, fue testigo del último encuentro en la cabaña del monte. Primero entraba la mujer, recelosa; ahora llegaba el amante, lastimada la cara por el chicotazo de una rama. Admirablemente restallaba ella la sangre con sus besos, pero él rechazaba las caricias, no había venido para repetir las ceremonias de una pasión secreta, protegida por un mundo de hojas secas y senderos furtivos. El puñal se entibiaba contra su pecho, y debajo latía la libertad agazapada. Un diálogo anhelante corría por las páginas como un arroyo de serpientes, y se sentía que todo estaba decidido desde siempre. Hasta esas caricias que enredaban el cuerpo del amante como queriendo retenerlo y disuadirlo, dibujaban abominablemente la figura de otro cuerpo que era necesario destruir. Nada había sido olvidado: coartadas, azares, posibles errores. A partir de esa hora cada instante tenía su empleo minuciosamente atribuido. El doble repaso despiadado se interrumpía apenas para que una mano acariciara una mejilla. Empezaba a anochecer. Sin mirarse ya, atados rígidamente a la tarea que los esperaba, se separaron en la puerta de la cabaña. Ella debía seguir por la senda que iba al norte. Desde la senda opuesta él se volvió un instante para verla correr con el pelo suelto. Corrió a su vez, parapetándose en los árboles y los setos, hasta distinguir en la bruma malva del crepúsculo la alameda que llevaba a la casa. Los perros no debían ladrar, y no ladraron. El mayordomo no estaría a esa hora, y no estaba. Subió los tres peldaños del porche y entró. Desde la sangre galopando en sus oídos le llegaban las palabras de la mujer: primero una sala azul, después una galería, una escalera alfombrada. En lo alto, dos puertas. Nadie en la primera habitación, nadie en la segunda. La puerta del salón, y entonces el puñal en la mano. la luz de los ventanales, el alto respaldo de un sillón de terciopelo verde, la cabeza del hombre en el sillón leyendo una novela.

Un hombre, un libro y una conexión entre la realidad y la ficción. Cómic basado en el cuento:


Una adaptación al cine:


Por último, un comentario:
http://paola-literatura.blogspot.com/2009/07/analisis-de-continuidad-de-los-parques.html

A diestro y siniestro, Benedetti



Fragmento del artículo de Benedetti, publicado en El País (1983)
Hay un dúo de palabras que siempre me ha parecido revelador, no por lo que designa en sí mismo sino más bien por los significados que ciertos fórjadores de acepciones le han acoplado a través del tiempo. Me refiero a la oposición derecha-izquierda, pero sobre todo como expresión verbal de una contradicción política.Se afirma que ambos términos fueron por primera vez usados con un sentido político durante la Revolución Francesa, pero en ese entonces sólo designaban la ubicación (a la derecha o a la izquierda del presidente) de los distintos grupos políticos en la Asamblea Constituyente. Luego, como los de la derecha defendieron un poder fuerte, y los de la izquierda se oponían, las dos palabras sirvieron para etiquetar las distintas posiciones ideológicas. Y así continuó la historia. Izquierdas y derechas han sobrevivido y se han disputado el favor de los pueblos, pero curiosamente los astutos forjadores de acepciones han ido rescatando del pasado viejos signos e inventando otros, a fin de prestigiar la palabra derecha y desacreditar la palabra izquierda.
Basta abrir cualquier diccionario para hallar una verdadera orgía de virtudes junto a la palabra derechola: recto, discreto, erguido, no encogido, cierto, verdadero, equitativo, razonable, juicioso, sano, honesto, sensato, etcétera, pero derecho es siriónimo de diestro, y éste (además de matador de toros, símbolo del coraje y la habilidad) es, asimismo, inteligente, ágil, experto, sagaz, listo, prevenido, despabilado, ducho, avisado, suelto, virtuoso, afortunado, justo, sincero.
El vocablo izquierdo convoca menos ideas afines, aunque ninguna particularmente lozana: zurdo, zocato, torcido. Hay una, sin embargo, que lo resume todo: siniestro. Y ésta sí que convoca equivalentes: aciago, funesto, infeliz, avieso, trágico, lúgubre, espantoso, espeluznante, espantable, perverso, desgraciado, malintencionado, maligno. Y, por si fuera poco, está el lote correspondiente al sustantivo siniestro, o sea: incendio, naufragio, hundimiento, desgracia, desastre, hecatombe, ruina, azote, plaga, avería, resabios, vicios.
Desde niños nos enseñaron que cumplir algo "a derechas" era hacerlo estupendamente: que "ceder a la derecha" era una inequívoca señal de respeto; que convertirse en el brazo o la mano o el ojo derechos de alguien notorio o poderoso era un signo de eficacia e influencia; que entrar en un sitio o en una situación "con el pie derecho" era asegurar el éxito; que el militar "de la derecha" era siempre el superior, y, por si nos quedaban algunas dudas, que el mismísimo Jesús estaba "sentado a la diestra de Dios padre".
De paso, también aprendimos que había malhechores "con intenciones siniestras"; que la mano izquierda era "la más torpe, y quien insistía en usarla prioritariamente debía ser curado de esa "enfermedad", aunque en buena parte de los casos reemplazara la zurdera por la tartamudez; que una "jornada siniestra" era por ejemplo cuando se nos vencía una letra y no teníamos ni cinco; que quien carecía en su cuenta bancaria de ceros a la derecha podía convertirse en un "cero a la izquierda". Por otra parte, en ediciones recientes, algún diccionario incluye un nuevo hallazgo: izquierdear, obrar insensatamente. Toda una campana semántica contra la izquierda.

El día internacional del zurdo tiene lugar el 13 de agosto de cada año desde 1976, y pretende dar a conocer y ayudar a reducir las dificultades que encuentran las personas zurdas en una sociedad predominantemente diestra.
Columna de Irene Vallejo, «Zoquetes», incluida en «El futuro recordado»




jueves, 1 de julio de 2010

Profesores: Duelos y Quebrantos

¡FELICES VACACIONES A TODOS LOS ENSEÑANTES! Os recomiendo un paseo por el blog Duelos y Quebrantos del que me he apropiado una imagen y unos vídeos que pongo a continuación (el de Muchachada Nui es desternillante). Además recomiendo leer: Los cambios de clase, Una oportunidad para escaquearse, A vueltas con el móvil, Los superorientadores y orientadores WTF...
"¿Te reconoces en alguno de estos estereotipos? seguramente no, pero... ¿A que reconoces a algún compañero? Está sacado de una guía de estudiantes para aprobar el curso. Haz click sobre la imagen par verla más grande":


Pasodoble a los profesores-2º PREMIO 2010-Localidad: El Pto. Sta. María - Cádiz
Letra: Antonio Rivas Cabañas.Música: José Martínez González.Dirección: José Antonio Rico Segura "Pedro el de los Majaras”. La canción empieza pasado un minuto.


Clip de la Peli "La Guerra de Los Niños" de Parchís, del año 1980. Sólo treinta años antes estos niños encantadores cantaban esta canción a su profesor.


Muchachada Nui: Bud Spencer. El humor como una forma de terapia.




Los alumnos de hoy y de siempre (Juan de Mairena)


Antonio Machado, Juan de Mairena

Era Mairena - no obstante su apariencia seráfica- hombre, en el fondo, de malísimas pulgas.
A veces recibió la visita airada de algún padre de familia que se quejaba, no del suspenso
adjudicado a su hijo, sino de la poca seriedad del examen. La escena violenta, aunque
también rápida, era inevitable.
- ¿Le basta a usted ver a un niño para suspenderlo? - decía el visitante , abriendo los
brazos en ademán irónico de asombro admirativo.
Mairena contestaba, rojo de cólera y golpeando el suelo con el bastón:
- Me basta ver a su padre...".