lunes, 11 de septiembre de 2017

Alquilar una habitación en Madrid, misión imposible

Por fin un periódico ha relatado la odisea que supone encontrar un piso o una habitación en una zona céntrica de Madrid. Cuando me lo contó mi sobrina, pensé que era una exageración hasta que lo he visto con mis propios ojos. Marta abandonó su habitación anterior en un piso compartido con varios erasmus, que carecía de zonas comunes excepto la cocina situada en un pasillo sin ventana, para encontrar algo mejor y así no pagar los meses de verano. La búsqueda, desde mediados del mes de agosto, ha sido infructuosa, a pesar de que los alquileres han subido casi un 20%. Alquilar un estudio para ella sola está descartado, el más barato y más pequeño, gastos aparte, pasa de los ochocientos euros. Así que no queda otra que volver a compartir habitación en un piso, lo que se convierte en una misión imposible si se busca algo decente y habitable a un precio razonable.
Los que alquilaron un piso han encontrado una nueva forma de rentabilizarlo que consiste en realquilar las habitaciones estén como estén. Por cuatrocientos euros se alquila una habitación nicho con ventanuco al pasillo, con cocina y cuarto de baño cochambrosos. Y estas "ofertas" se las quitan de las manos. Si vas a una agencia, te cobran una mensualidad más; si te apuntas al Idealista y evitas los intemediarios, puede ocurrir que haya dos turnos de treinta personas para ver la habitación. El viernes, sin ir más lejos, había más de 100 personas candidatas para dos habitaciones en la calle La Palma, a todas ellas se les pasó, como en un casting, un impreso para elegir con calma al candidato. Casi siempre las fotos son engañosas, en la calle San Vicente Ferrer ni la cocina ni el baño estaban terminados; en otra se descubrió que la habitación estaba situada en un altillo de la vivienda; incluso se alquila un sofá cama en el salón. Padres desesperados han llegado a ofrecer más dinero con tal de que sus hijos tuvieran un lugar al comienzo del curso. Hoy una buena habitación con zonas comunes cuesta setecientos euros, casi el salario mínimo interprofesional (707 euros) que es el máximo al que pueden aspirar nuestros jóvenes estudiantes en el caso de que trabajaran.
Todo esto es un ejemplo del capitalismo más atroz, basado en la ley de la oferta y la demanda. Parece que una panda de aprovechados se está beneficiando de la falta de control en este sector, porque no tengo claro que estos arrendadores declaren el dinero que están ganando con el realquiler.

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