lunes, 16 de enero de 2017

Localismos villeneros 2

Esta entrada ha sido uno de los daños colaterales de la desaparición de fotos. Hubo un error informático o mío, no sé, que hizo que esta entrada cambiara de título y pasara a ser Retratos de familia que apareció duplicada y la borré. Por lo tanto no hay rastro en ningún sitio de lo que escribí hace siete años y es imposible reconstruirlo, a no ser que alguien lo haya guardado en su ordenador. Recuerdo que la escribí después de que me regalaran el libro del eldense Pedro Maestre, El libro que Sandra Gavrilich quería que le escribiera, por mi cumpleaños. “Como el autor es casi de tu pueblo y transcurre en Malasaña…”, me dijeron. Escrito diez años después del premio Nadal, es una novela autobiográfica que describe la autodestrucción de una pareja. Pedro Maestre realizaba una semblanza de sí mismo donde se presentaba como un optimista triste y me recordó a algunos miembros de mi familia. El libro es perfectamente olvidable si no fuera porque utiliza algunas de las palabras, localismos de la zona de Alicante, que yo oía en mi casa pero que nadie entendía si las pronunciaba fuera. Y es que en mi pueblo, Villena, encrucijada de caminos y reconquistas, se habla un castellano plagado de arabismos, aragonismos, valencianismos y murcianismos. Incluso tenemos un diccionario realizado por José María Soler García.
Aquí pongo una muestra de estos localismos (solo los significados, no las etimologías, porque ese es otro cantar):

Alábega (albahaca), alcaucil (alcachofa), andolero (callejero), bajoca (judía verde), brocerías (golosinas), buzo (que come mucho), cabezaica (dormir un ratito), camal (pernera del pantalón), carlota (zanahoria),  closar (encajar), colfa (cáscara), companaje (fiambre), esfararse (resbalar), frescoreta (frío), gobanilla (muñeca), leja (balda), manifacero (entrometido),  mocho (escoba),  perigallo (escalera), peúque (calcetín de ganchillo para dormir),  pozal (cubo), revenido (rancio), rosigar (mordisquear), solaje (posos, sobras) ... 

Sin olvidarnos de la profusión del sufijo -ico. Otra curiosidad, el anís típico de Villena se llama KATAKI: su nombre proviene de la expresión villenense ¡cata'quí! (literalmente "mira aquí"). 



2 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo bueno sería saber qué significa cada uno de esos vocablos. Sería estupendo, cada uno tiene que tener su propio territorio, su motivación, su genealogía, sus parentescos...

Aurora dijo...

Pues son unas palabras muy curiosas y sería estupendo que no se perdieran.

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