domingo, 21 de febrero de 2016

Todo por un armario (2)

 Odio las reuniones de vecinos porque me parecen la antesala a la guerra civil. Gente que no escucha, que miente, que amenaza, que no deja hablar. Pero, después de llevar más de cincuenta años viviendo en la misma finca,  debo afirmar que aquí los vecinos hemos evitado siempre los pleitos y nos hemos ayudado a pesar de tener ideas muy distintas. Por eso no entiendo que la gente prefiera denunciar, antes que arreglar la situación por las buenas. Pongo aquí este ejemplo de cómo el mundo funciona al revés, de cómo de ser la perjudicada, he pasado a ser la demandada.
El vecino de arriba de la casa de mi madre se murió y vendieron el piso. Durante más de seis meses aguantamos estoicamente el desarrollo de la obra hecha por rumanos supuestamente ilegales, hasta que nos estropearon el techo del cuarto de baño y las aguas residuales invadieron el armario empotrado de una habitación, estropeando las maderas y la ropa.  Me puse en contacto con los propietarios, les mandé fotos. No se dignaron a bajar, le echaron la culpa a la comunidad de vecinos por no haber cambiado las tuberías. Llamé a mi seguro que no se hacía responsable, el suyo decía que era culpa de los albañiles, los albañiles no tenían seguro. El daño suponía unos 2000 euros porque había que rehacer el armario por completo y este era bastante grande. Como íbamos a realizar una obra en un futuro, consentí que los albañiles repararan parte de la avería para que por lo menos la ropa se pudiese colgar. Hicieron una chapuza (colocar parches de contrachapado)  que les llevó menos de media mañana, pero no sanearon ni barnizaron. A la semana resurgió el moho negro y se volvió a estropear la ropa que se salvó en la primera inundación. Ante mis reclamaciones y la falta de respuestas, mi seguro reclamó al suyo.
A la salida de la siguiente reunión de vecinos, el vecino causante del estropicio se dirigió a mí en términos vejatorios y me anunció que me iba a arruinar. No entendí nada y le volví a explicar, sin ningún éxito, que él no tenía nada que pagar, que era un seguro contra otro, porque legalmente  él era la responsable del perjuicio creado. No le di más importancia.
Un año después hacemos la obra, tuvimos mala suerte y el albañil nos salió rana (ver la entrada Albañil a la fuga). Todo lo que podía salir mal, salía peor.  Fuimos denunciados y una inspección del ayuntamiento declaró ilegal la obra. Me enteré de que la Ley admite la delación anónima y empecé a atar cabos. En ese tiempo, hubo dos más en la comunidad, todas ilegales, una de ellas incluso con cerramiento de terraza exterior, que no fueron denunciadas. Por lo tanto la denuncia era solo contra mí. Pregunté a los vecinos, uno me comentó que en agosto del año anterior, se personó un guardia municipal porque un cascote caído de la obra (los obreros estaban barriendo) casi mata a una cajera de la tienda de al lado. Esa información no se la dieron al vecino y este creyó que fui yo la que tramitó la denuncia contra ellos. Como venganza, supuestamente me denunció al Ayuntamiento.
Después de un año, no he querido entrar en pleitos y he renunciado a que el seguro reclamase por vía judicial la cantidad. Se lo he comunicado por escrito, pues bien, en lugar de darme las gracias, es abogado, me ha amenazado, porque hacer una  reclamación en nombre de un fallecido (el seguro estaba a nombre de mi madre) constituye un delito de estafa tipificado en el artículo 248 del código penal y castigado con hasta más de tres años de prisión.  Además lanzar sospechas sobre su actuación también puede tener consecuencias legales. En todo caso, mi comportamiento ha sido "intolerante y voluble" porque él ha intentado solucionarlo de manera amistosa. Es más, le hubiese gustado que la historia acabase en los tribunales porque el veredicto habría sido en mi contra. 
Resumiendo: como estaba ociosa y harta de tener un armario viejo, decidí, aprovechando que había obras legales en el piso de arriba, romper la bajante general de las aguas residuales para demandar al nuevo vecino, para que de esta manera me pagase un armario nuevo y ropa de temporada. Como era verano y no estaba en la vivienda, urdí toda una trama para impedir que su seguro pudiera bajar a ver los desperfectos y le denuncié al Ayuntamiento.  Por eso, después de llevar más de seis meses sin dormir con las lágrimas a flor de piel, he decidido olvidarlo todo y perder el dinero de la reclamación.

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