miércoles, 31 de diciembre de 2014

Breveñas: La invención de Morel, Bioy Casares

Para mí, Bioy Casares ha sido una figura secundaria, unida siempre a la de su amigo Borges. Probablemente, su físico bello y elegante y su fama de don Juan me produjeron rechazo. El año 2014 ha sido la fecha de su centenario y quiero celebrarlo este último día con una pequeña reseña (breveña) de mi amigo Emilio García Ruiz.

Adolfo Bioy Casares, La invención de Morel. Prólogo de Jorge Luis Borges. Barcelona, Seix Barral, 1985. 126 págs.
Resultado de imagen de la invención de morel   En una lectura actual, esta novela de 1940 parte con dos desventajas:  1)  Las obras de ciencia-ficción a menudo envejecen mal en aspectos formales; se presentan civilizaciones futuras teóricamente avanzadísimas, pero sin, por ejemplo, ordenadores ni teléfonos móviles. En este caso se debe saber leer el mensaje profundo que transmite el texto, sin pararse en esos detalles tecnológicos, pero la lectura se hace algo incómoda, como esas pinturas renacentistas o barrocas en que los personajes griegos y romanos aparecen con chambergo, golilla y botas altas. Un ejemplo destacado puede ser la excelente novela de Ph.K.Dick ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? (1968), en la que se basó parcialmente la película Blade runner de R.Scott (1982).                              
  2) Al haber sido Bioy Casares amigo íntimo y colaborador ocasional de Borges, se produce un inevitable reflejo de comparación, con el resultado previsible, dejando de lado los naturales parecidos por cercanía y ambiente.
   En La invención de Morel (título que, para entenderlo mejor, hoy quizá se diría El invento de Morel) el relato se presenta en forma de diario encontrado posteriormente a los hechos. El innominado autor, fugitivo de una persecución política, llega en barca a una isla del Caribe alejada de las rutas marítimas habituales y que parece desierta. En su intento de adaptarse precariamente, como cualquier Robinsón, a las inclemencias del lugar y del clima, descubre unas edificaciones extrañas, abandonadas y envejecidas, quizá un proyecto hotelero fracasado, de las que se sirve como refugio. Al cabo de poco tiempo observa la presencia en la isla de personas extrañas, un grupo de amigos aparentemente reunidos allí para pasar unas vacaciones; el náufrago se oculta por temor a ser devuelto a su país de origen, pero espía al grupo. Los recién llegados, gente rica sin duda, se bañan, pasean, se divierten, ponen música estruendosa y banquetean espléndidamente en el edificio mencionado. El jefe parece ser uno llamado Morel, pero quien atrae la atención del náufrago es una bella mujer, Faustine, que a diario pasa horas a la orilla del mar, separada del grupo; en otros momentos se ve que mantiene cierta relación con Morel, quien parece pretenderla, pero ella se mantiene a cierta distancia. El fugitivo llega a obsesionarse con la mujer, a la que observa a escondidas sin descanso, hasta que un día decide acercarse y hablarle: aquí el relato acentúa dramáticamente su clímax ascendente, pues ella parece no oirle, o aparentarlo. (El recuerdo de Ulises y Nausícaa en la Odisea, es inevitable, a pesar de, o más bien precisamente por la diferencia de la reacción femenina ante el astroso náufrago)  Este encuentro-desencuentro se repite en días sucesivos, hasta el punto de que el fugitivo piensa que ella lo ignora deliberada y ostentosamente, lo cual exacerba su obsesión erótica. Más tarde Morel convoca una reunión de todos los invitados para exponerles su invención o descubrimiento: ahí reside, principalmente, la parte de ciencia-ficción de la novela. Espiando el debate, el náufrago va comprendiendo la situación, hasta llegar al desenlace, mientras el relato adquiere rasgos de thriller de terror. La inestabilidad entre mundo real e ilusorio, sueño y vigilia, la realidad como proyección mental y otras aporías de los últimos siglos están crecientemente presentes en el relato, que se une con ello a una gran corriente de la literatura moderna, como apunta ya Borges en el prólogo, defendiendo a la vez la posibilidad de una narrativa de trama, como es la novela de su amigo, frente a la tendencia a la novela psicológica en su época; no deja de ser una cierta incoherencia, o enriquecimiento, que La invención de Morel tenga también simbólicamente una gran carga psicológica.
   En definitiva, Bioy Casares logra en esta breve novela condensar una gran tensión narrativa, a la vez que supera con creces las dos dificultades a que aludíamos al principio. El eco de la novela de H.G.Wells La isla del doctor Moreau (1896) está ya en el título, como indica Borges en el prólogo, pero las tramas de ambas obras no tienen mucha relación. La dramática incomunicación del náufrago y Faustine parece que dio origen a la película de Resnais El año pasado en Marienbad (1961), con guión de Robbe-Grillet, pero el desarrollo es también muy diferente.
Al cerrar el prólogo a la novela de su amigo, Borges (dedicatario, además de la obra) puntualiza de manera significativamente litotética: "No me parece una imprecisión o una hipérbole calificarla de perfecta." ¿No se lo parecía? ¿O lo pensaba de verdad, por encima de la amistad de ambos escritores? Malévolamente podríamos estar tentados de sospechar que el gran autor nos sugiere algo como "esta obra parece perfecta, pero no es grande".


lunes, 22 de diciembre de 2014

Los mejores finales en la literatura


Resultado de imagen de tecla de ordenador finTODA BUENA HISTORIA MERECE UN BUEN FINAL. ALGUNOS AUTORES CONSIDERAN QUE LOS FINALES DE LOS LIBROS SON LO DE MENOS, SIN EMBARGO HAY LIBROS MUY INTERESANTES QUE ECHAN A PERDER BUENA PARTE DE LA HISTORIA CON UN MAL FINAL.

Terminar suele ser una obligación; terminar bien, un difícil arte
http://www.elplacerdelalectura.com/work-view/las-50-mejores-frases-finales-en-la-literatura-de-la-1-a-la-10

domingo, 21 de diciembre de 2014

Test de personalidad

En su época no había test de personalidad ni nada parecido. Los padres apenas hablaban con los hijos. Educar era darles la mejor alimentación y los mejores estudios hasta que pudiesen volar por su cuenta. En casa no se podía hablar nunca de religión, política o sexo. Los pequeños debían escuchar a los mayores sin rechistar. En las celebraciones familiares los niños se sentaban en una mesa aparte. Es más, cuando la conversación era entre adultos, solían utilizar el valenciano para que no se enterasen de nada. Por eso no supo qué hacer cuando le llegó a sus manos el sobre con el resultado del test le habían hecho a su hijo en el colegio.  Como no sabía qué hacer, lo guardó en la mesilla de noche.  Ahí permaneció enterrado más de cincuenta años hasta que un chamarilero lo encontró y lo tiró a la basura sin apenas mirarlo. Ya no tenía valor para explicar un suicidio.

Campo mental: En inteligencia abstracta su nivel es elevado.
Personalidad: Presenta algunos aspectos con inadaptación y desequilibrio, con tendencia a la sumisión, así como con cierta autosuficiencia, sin embargo emotivamente está alterado, con un elevado factor de introversión y pasividad. También carece de confianza en sí mismo en grado alto y su sociabilidad es escasa, rebelde a las normas.
Inadaptación y labilidad emocional. Prefiere la compañía y ayuda de los otros. Pero en su vida afectiva sufre frustraciones por no creerse correspondido en sus sentimientos. Esto es debido a que por su introversión siente más de lo que expresa y, por otro, su falta de confianza y represión. Como resultado tiende a aislarse. 

sábado, 13 de diciembre de 2014

Vuelta a las "Raices"

Gracias, Antonio Lorenzo

Un viernes lluvioso, con los escolares resguardados en sus casas por ser el día del maestro, quedé en una cita, casi a ciegas,  con un bloguero, que ahora sé que también es escritor,  músico y cantante,  que tiene el mejor trabajo que hay en la red sobre los romances de ciego. Quería regalarle un libro y resultó que él me abrumó con libros y discos. Fue un encuentro muy agradable porque es una persona sabia y sencilla, muy poco dada al protagonismo. Me metí en el túnel del tiempo y volví a mis raíces: a los veinte años, cuando pensé que mi futuro podría estar en la investigación de la literatura sefardí. Ambos conocíamos a las mismas personas y me di cuenta que estas llevaban más de treinta y siete años fuera de mi vida y había olvidado hasta sus nombres. No sé qué habría sido de mí si hubiese seguido ese camino después de que me diesen con la puerta de la investigación en las narices. Pero lo que sí sé es que, en este peregrinar por enseñanza pública y privada, he conocido a muchísima gente: profesores, alumnos y padres que han marcado mi atlas de geografía humana y me han hecho ser mejor persona. Ojalá las dos vocaciones hubiesen sido compatibles si hubiese tenido más inteligencia, salud o ambición.
Ahora, mientras escucho en el CD del grupo Raíces el canto de circuncisión (uno de “los cantos de parida” que recogía mi tesina), me emociono y me doy cuenta de que ese gusto por la tradición oral no está agonizando, aunque lo que prima ahora es la rapidez y la inmediatez. Esta forma de contemplar la vida tiene un cierto sabor a rancio que, sin embargo, es fundamental para entender el mundo en el que vivimos. La modernidad tiene su origen en estas formas de transmisión efímera, anónima y oral. La literatura es un permanente reciclaje.



miércoles, 3 de diciembre de 2014

Viudo de su amante

Llevaba tiempo sin saber de ella y la llamó al teléfono móvil sin obtener respuesta. Unos días después una voz desconocida contestó desde el mismo número: “No sé quién eres, pero mi hermana ha muerto de un derrame cerebral y ya la hemos incinerado”. En ese momento deseó que la tierra se lo tragase, que fuese una pesadilla, una equivocación. La difunta, su amor de juventud, acababa de cumplir sesenta y seis años y, aunque no gozaba de buena salud (múltiples visitas al médico y varias operaciones lo atestiguan) nada hacía presagiar este desenlace tan rápido. Él siempre había pensado que un plato desportillado era un plato eterno, que muchas de sus enfermedades eran imaginarias, producto del duelo que mantenía con la vida porque sus expectativas nunca fueron cubiertas. Era una mujer tan exigente que pocas veces fue feliz. De repente, su cerebro se convirtió en un hervidero de recuerdos: el encuentro de dos jóvenes profesores en el instituto celebrando la muerte de Franco que dio lugar a una amistad íntima; el tiempo del amor pasional que se había transformado en un cariño incondicional, cargado de reproches por parte de ella que no comprendía su cobardía a la hora de terminar con la farsa de su matrimonio. Muchas veces, a horas intempestivas, había recibido llamadas acusándole de ser el causante de todos sus males, de no haberla comprendido y, sin embargo, sabía que él era su único confidente, la persona que soportaría estoicamente todos sus vaivenes porque la había amado de verdad, aunque fuese de una forma escasa y puntual. Ahora era por primera vez viudo de una mujer que había sido su amante hacía más de veinte años. La vida que le quedaba no volvería a ser igual que antes. Ahora tendría mucho tiempo para luchar contra sus fantasmas, para pensar en la cabeza, como decía su madre.