jueves, 6 de febrero de 2014

Confieso que he plagiado

Vaya por delante mi admiración a todos los escritores que se enfrentan a una página en blanco a solas con su imaginación; pero el escritor es un impostor, cualquier escrito no es original, es un reflejo de sus referentes culturales, de sus lecturas, y se basa en nuevas formas de abordar contenidos ya conocidos.  Pío Baroja ya lo dijo: "Todo lo que no es autobiográfico, es plagio". Llamémosle retroalimentación, recreación, homenaje, remake, refrito, si somos benevolentes; o  robo, engaño, rapiña literaria, estafa, latrocinio, si somos más severos. Todos podemos plagiar, lo verdaderamente difícil es ser plagiado. Pero sorprende saber que grandes escritores a los que admiramos lo hayan hecho. Las nuevas tecnologías sirven para que muchos aprendices de genios se parezcan a las antiguas costureras que arreglaban trajes en épocas de crisis: se zurce, se teje, se corta, se añade. El que copia generalmente no ve el error, pero si él fuese el copiado montaría en cólera. El plagio es un acto entre la admiración y la codicia. 
Como en los pecados, hay plagios veniales y mortales, los veniales son leves y despiertan conmiseración, se dan en escritores faltos de imaginación que acuciados por la entrega inmediata de un ejemplar buscan en otros ideas. Los mortales se hacen por ausencia de talento o carencia de principios y condenan al escritor. Yo misma plagié en una revista de alumnos de la facultad un episodio de la novela de mi padre porque estaba vacía de ideas y quería sorprender al chico que me gustaba, total la novela no se publicó nunca y los plagios en familia, como los robos, no son delito. Me temo que mi blog es una muestra de pequeños pecados veniales, me apropio de ideas de otros escritores desconocidos que a saber de dónde las han sacado.  Mis alumnos están continuamente copiando los trabajos de internet sin citar las fuentes porque piensan que, como la profesora es muy despistada, no se va a enterar. Las nuevas tecnologías auxilian al ladrón, pero sirven también para delatarle. Creo que en este país somos muy indulgentes con los amigos de lo ajeno tanto en política como en literatura, recordemos que en Alemania ha dimitido algún ministro por copiar su tesis doctoral. 
Prácticamente hasta el s. XIX no se puede hablar de plagio, sino de tradición e innovación, los grandes escritores se formaban copiando y parafraseando a los clásicos o a la literatura popular. Los plagios más famosos de la literatura reciente tienen estos nombres: Alfredo Bryce Echenique, Camilo José Cela, Carlos Fuentes, José Saramago, Manuel Vázquez Montalbán, Ana Rosa Quintana, http://www.estandarte.com/noticias/varios/los-plagios-literarios-mas-famosos_1076.html

El plagio en el teatro clásico español: los memoriones
 Lope de Vega y Calderón de la Barca vivían de vender sus comedias a compañías teatrales que las adquirían en manuscrito: quien poseía el manuscrito era dueño de la obra. Pero el mundo del teatro era brutalmente competitivo. Las compañías rivales contrataban a ciertos personajes oscuros, portentosos, a quienes llamaban «memoriones», cuyo talento consistía en acudir a los corrales de comedias, ver una misma obra muchas veces, ir aprendiéndola de memoria, verter los fragmentos al papel, hasta que, juntando las fracciones, formaban un nuevo manuscrito. Con esa copia en mano, la nueva compañía se volvía dueña de facto de la obra y de inmediato la montaba en otra ciudad. El plagio no era tan simple como hacer clic en una cámara, encender un escáner o bajarse un MP3: la copia demandaba una laboriosidad casi tan barroca como la escritura original.


'El plagio como una de las bellas artes' (Ediciones B) 
En este ensayo, Manuel Francisco Reina repasa la historia de la literatura en busca de los casos más sonados de apropiación indebida de textos, delito del que ni siquiera se libran maestros de las letras como Dante, Cervantes, William Shakespeare, José Zorrilla o Federico García Lorca. El autor recurre también a casos actuales, como el de Ana Rosa Quintana o el de Lucía Etxebarria en un intento de, sin sangre, dilucidar qué es plagio y qué homenaje, qué es una referencia inconsciente y qué un una copia indefendible.

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