viernes, 15 de julio de 2011

BREVEÑAS (breves reseñas) I: Reacciona


A.A.V.V., REACCIONA. Madrid, Aguilar, 2011. 169 p. 9,50 €.
Se trata de una de las secuelas del ya famoso pliego “¡Indignáos!” del casi centenario Stéphane Hessel, que prologa este otro libro. Una docena de personas que trabajan en diversos campos, algunas tan conocidas como Baltasar Garzón y José Luís Sampedro (otro hombre-siglo), analizan los principales problemas de la sociedad actual.
Federico Mayor Zaragoza, por ejemplo, hace una presentación tan demoledora de las grandes injusticias de nuestro mundo, que de momento le entra a uno tal depresión que sólo dan ganas de meterse bajo el edredón, si es invierno, o frente al ventilador, si verano, a esperar el fin del mundo (a ser posible en buena compañía), o bien echarse a la calle con un cartucho de dinamita entre los dientes y no parar hasta tirar por la ventana al último banquero de Wall Street. Don Federico, mayor en edad, saber y gobierno (ha sido ministro y director de la UNESCO, entre otras cosas), es un hombre ponderado e incluso pío (dicen que del Opus), y al presentar tales atrocidades de los poderes mundiales deja la impresión de que no es que el río lleve agua, sino que la riada y la inundación ya nos han anegado y estábamos en la inopia.
Pero el resto de las aportaciones no desmerecen de las mencionadas. La intención de todas ellas es suscitar, como dice el título, la reacción de la gente ante los desmanes de las fuerzas financieras, industriales y políticas, entre otras, y hacer tomar conciencia de que la población pasiva, si está informada y organizada, puede revertir la tremenda situación actual de crisis económica y social. Publicado en abril de este año, es decir, días antes del estallido del 15-M, este libro puede ser uno de los síntomas, o causas, de los movimientos sociales que ahora presenciamos.
Recomendado: para jóvenes que necesiten ponerse las pilas ante el mundo que les está tocando vivir y en el que son, a la vez, víctimas principales de una situación injusta, e igualmente principal esperanza de cambio; pero también para viejos carcas, a los que se les cae la baba, y hasta el moco, de emoción ante las retrógradas arengas de los mismos que les están recortando las pensiones, destruyendo la sanidad y la educación, dejando sin futuro a sus hijos y nietos; a ver si se les cae alguna venda de los ojos. Ya era hora de ver en la plaza pública a los intelectuales, como aquellos tan añorados que hasta la mitad del siglo XX denunciaban las falacias del poder.

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